CLÁSICA
VARIA O EJERCICIO LITERARIO
(Tomado
de PLIEGOS DE AGUA, 2008)
ESTROFAS ANAPÉSTICAS PARA RECONCILIARSE
Era la noche, su isla desierta.
Lento el silencio, viandante
inseguro.
Toda la angustia sonaba
despierta
y era el insomnio llorar bajo un
muro.
Fueron un siglo los densos
instantes
y la respuesta a cruzar, un
abismo.
Lluvia de dudas oscuras,
punzantes,
y una locura el envés de sí mismo.
Mano que niega la infiel esperanza.
Ni una limosna de fe ni un resquicio.
Ronca zozobra de la lontananza
para tu barca, final precipicio.
Vértigo raudo el afán decisorio.
¿Cómo morir sin la tregua de un beso?
¿Cómo romper ese fiel desposorio
que es el vivir, tan hermoso suceso?
Fuiste la torre que
aguanta los rayos.
Fue aquel momento sí o no a la
existencia.
Del estertor de un hondón de desmayos,
yérguese, torre jovial, tu presencia.
ROMANCE DE LA MADRUGADA QUE ESPERA
Mudo de luz el ciego,
ciego de voz el mudo,
el silencio se ahoga
en su noche errabundo,
buscando la palabra
que le deshaga el nudo
de su impaciencia para
darle la luz al mundo.
que amordaza a tu apuro
con ruidos y flashes
de este tiempo convulso,
no renuncies y sigue
esperando el susurro
de la musa en tu oído.
No olvides que en
el curso
del devenir acaba,
como en un río oculto,
triunfando en la ribera,
luminoso, el reflujo
del agua en que se baña
después todo el conjunto
de los hablantes. Ellos
nunca sabrán que uno
que ha celado en el sombra
su voz les dona el fruto
más rico: la Palabra.
Gratis el usufructo.
LIRAS DE LA ALEGORÍA
Del alba fusilada
contra su negro muro, nace
el día.
La voz ensangrentada.
El aire la deslía.
Pináculo de sol el
mediodía.
Saluda a los trigales.
Éstos alzan sus manos
amarillas.
Son lábaros triunfales.
Caerán con las trillas.
Serán rubios trofeos las
gavillas.
Incendio izan los mares
de las doce. El sol, mástil
arriba.
Velamen las pleamares.
Airosa perspectiva
de una mansión de agua
rotativa.
Siesta en la lontananza.
Abre sus brazos la calima.
Ahúma
la piel de la bonanza.
Todo al rito se suma
a entoldar a la tarde en
tarda bruma.
El día ya es anciano.
Solo, tras el crepúsculo,
va errante.
Candelabro la mano.
Y el que antes fue amante,
alfombra es de una sombra
caminante.
La noche es una cueva.
El ocaso, decrépito pabilo.
Ábrele la falleba
de su nocturno asilo.
De su esplendor tan sólo
queda un hilo...
CUARTETOS DE LA SOLEDAD IMPOSIBLE
Hinca la luna su
espadón de nata.
Hiere la delicada piel del
río.
Soy garabato de mi
escalofrío.
Mi espejo, deslenguado, me
maltrata.
Soledad de silencios
aprendiza.
Soy yo tu pretendiente. ¿Me
conoces?
Yo te he dado mi amor. Tú
me das coces.
Sé de mi acercamiento tú
melliza.
No me des zarzas porque te
deseo.
Sé hospitalaria miel de
compañera.
Sea tu fogata mi mejor
frontera.
Ser yo: el de dentro, el
otro en quien más creo.
Mas tú eres mi enemiga y no
mi doble,
Me atornilla un recuerdo
puntiagudo.
Mi corazón, un yunque. Está
desnudo.
Te hambrea golpear. ¡Oigo
el redoble!
SERVENTESIOS PARA OLVIDO Y RENACIMIENTO
DE LA COSTUMBRE DE VIVIR
Náufrago soy en este mar de dudas.
Arribado a una playa vacilante.
Me punzan las incógnitas desnudas.
Me persigue un oscuro interrogante.
No soy más que vecino del vacío.
Me toco y suena en mí tan sólo un eco.
Mucho más dentro de mi envés ansío.
Busco y mi mano no halla más que un hueco.
¿Será a veces cabal la desmemoria?
¿Cabe en ella recuerdos oxidados?
Dejé atrás la ciudad, ruidosa noria.
Qué perfil de rutinas y cuidados.
Ahora, renazco, niño de aventura.
En este devenir buscando a tientas.
¿Tendré la identidad de mi cordura
¿Podré esquivar del día cornamentas?
El agua un hombre nuevo me promete.
Lejos la prisa y su ciclón de errores.
Lejana la ambición con rudo ariete.
No hieras mi bajel de sinsabores.
Aquí estoy, mar, vasallo de tu espuma.
Inquilino que ahonda soledades.
Sentimental farero de tu bruma.
Descubridor de nuevas claridades.
En salitroso renacer me exalto.
Mi otro yo en turbia bajamar oculto.
El que certezas se palpó tan alto,
El que ahora mismo en tu fragor sepulto.
Necesaria ignorancia de escancana,
blanquéame mi ciencia, ayer de luto.
Una nueva emoción me acuna en nana.
Se encinta el verso para un nuevo fruto.
SILVA DEL HALLAZGO DEL YO AUTÉNTICO
Pegado lleva el barro de la anécdota,
el polvo habitual de la mentira
que le limpia y retira
con sus pausas de dudas
la uña de una airada valentía,
y así se ven desnudas
de tanta mueca de la cobardía
sus caras de poliedro atormentado,
que empieza a proclamar un cierto brillo,
el coraje que estuvo amordazado
el oro más sencillo,
que es idioma ancestral de la conciencia,
moneda intransferible,
medalla de la sangre más valiosa
que es íntimo caudal de la existencia,
hazaña concebible
para ser uno mismo golpeando
máscaras falsas de la circunstancia,
filón, yo mío altivo,
salvado de la hiel de la ignorancia:
ahora sé que soy hombre y sé que vivo.
ESTANCIAS PARA ACEPTAR EL
DESTINO
El destino me asesta sus grilletes.
Me clausura en prisión de vigilancia.
Soy un número más de su cadena.
Todo aparece como circunstancia
azarosa. ¿No somos sus juguetes
con un aire de fiesta de verbena?
Desnudo mi condena
y compruebo que es cierta.
Se ríe de mi alerta
a los otros humanos presidiarios.
Cantan en su festín de imaginarios
mundos que se entretejen en sus sueños,
sabiéndose gregarios
ellos, y acaso de sus vidas dueños.
I I
Calmas se piensan en pleamar las
olas
e ignoran la acechanza de las brisas.
Saltan cándidas, ledas las gacelas,
pero el lobo olfatea sus pesquisas
y da tregua a sus tímidas cabriolas
porque entre frondas su colmillo cela.
La popa ve su estela
y sonríe a la espuma,
pero ignora la bruma
que la tormenta anuncia en lontananza.
Inevitable sé que es la alianza
con la ilusión, magnífica alcahueta
con la que la esperanza
siempre tapando está su última grieta.
ESTROFAS SÁFICAS PARA ABRIR LA MAÑANA
I.- A LA LUZ
Duerme la noche en su desván oscuro.
Sale en puntillas y descalza el alba.
Gallo, qué ujier en su pretil de insomnio,
da voz de alerta.
Alba que crece, adolescente virgen
que se sonroja y ya sonríe aurora.
Sol, rojo amante, la desflora y alza,
tálamo el cielo.
En su palacio de esplendor vidriado
pare a su hijo el destellante día,
doncel de luz que desparrama el trigo
sobre la tierra.
El mediodía es pleamar de sol.
La claridad es su mayor marea.
La tierra es copa de su vino ufano
que la embriaga.
Todos los seres por su abrazo viven.
Todo es tapiz con ambarinos hilos
que teje el tiempo en su telar de horas,
rueca de esperas.
La tarde siente oscurecer su sangre
y su mirada en un bajel de sombras.
La va en su dique a desguazar la noche,
negro utillaje.
Pasan los días y los años pasan.
Nadie agradece ese trivial molino
que el carro azul del firmamento rota.
¿No es un misterio?
¡Pero seguís con vuestra sed de amores,
de posesión y de trivial rutina,
oh ciudadanos, de este don indignos,
gong el milagro!
I I.- AL AMOR
Amarte, amada, es vendimiar tu cuerpo
y que la pisa nunca amarga sea,
mosto crujiente las palabras vivas,
vaso el hallazgo.
Amarte, amada, es encender memorias
de aquellos días del candor gemelos,
la juventud y su eclosión de yemas
para ilusiones.
Amarte, amada, es desandar los pasos
de aquellos días del paseo errante,
desenterrando del recuerdo besos
tan primerizos.
Amarte, amada, es despertar esencias
de tus vestidos, de tu fiel costumbre,
calles, migajas de no sé qué historia,
risas al viento.
Amarte, amada, es destapar colmenas,
enjambre el gozo, expectación el lecho,
miel la esperanza, pleamar tu vientre,
sal tu embarazo.
Amarte, amada, es recordar las olas,
dóciles perros que tu piel lamieron,
los garabatos de una espuma rauda
sobre tus pasos.
Amarte, amada, es contemplar distancias
desde una almena de emoción valiente,
y ello a pesar de que los tiempos niegan
risa y reposo.
I I I.-
AL TRABAJO
Tiene el trabajo afortunadas manos,
sueños de siembra y alfareros dedos
y una constancia que al cantar florece.
Boca de espigas.
Luce el trabajo su
vidriosa frente
con un sudor que su honradez destella
y callos rudos a sus recias manos
las condecoran.
Habla el trabajo en recital de esfuerzos.
Canta canciones de progreso y frutos.
Padre es del mundo y a segar le enseñan
arduas labores.
Mira la tierra como si doncella
fuese que aguarda seminales lluvias
y roncos ríos como acuosos brazos
para abrazarla.
Lluvias y vientos su furor hermanan
para que el aire suciedad redima
y para el campo de amarillo rostro
hálito sea.
Une a la gente en su vital cadena.
Nos hace hermanos de un clamor diario.
Trabajo y muerte, universales signos
que nos iguala.
Que ánimo cunda en las gastadas manos
que los ladrillos y la sierra asumen
y águilas pongan en las altas torres
del pensamiento.
SEXTINA
PARA RECUPERAR LA
IMAGINACIÓN,
SECUESTRADA
POR LA FRIVOLIDAD DE
LOS TIEMPOS
Goteas nieve mínima, jazmín.
Vives altiva y en tu cresta, luna.
Oculto fulges para mí, diamante.
Garabato de fuego eres tú, aurora.
Eres limosna rápida, palabra.
En tu espiral desapareces, brisa.
Aunque crepitas fugazmente, aurora
siendo en mi cielo inaccesible luna,
te das con parpadeo, tú, diamante,
que niega en el equívoco palabra,
que a mi fuego te niegas, fresca brisa...
di por qué, al menos, no eres un jazmín?
Ah, otra vez como un guiño la palabra
con promesa de dádiva y de brisa.
Ven como lazarillo, lenta aurora,
y no me ocultes tu esplendor, diamante,
sino que bajes, indecisa luna;
y perfuma mi entorno con jazmín.
Porque el recuerdo es leño; así la aurora
crece como una ojiva con diamante
y me promete un guiño de palabra,
un beso de frescor como un jazmín
que despunta en la tarde, voz de
brisa,
hospitalario barandal de luna.
Habitar en los lindes de la luna
con un aire fresquísimo de
brisa;
almohada es la tarde de diamante
para soñar su vívida palabra
y acabar siendo esbozo de
jazmín,
que habrá de despuntar cuando la
aurora.
Te alejas, sí, como encorvada
brisa,
es rastro de crepúsculo la luna,
ujier callado luego de la
aurora,
adiós de lejanía es tu diamante,
brasas de lo que fue ya es tu
palabra
hueco vacío donde ardió el
jazmín.
Mas fue aurora fugaz y altiva
luna,
jazmín ya seco y guiño de
diamante,
y brisa fugitiva tu palabra.
OCTAVAS REALES PARA INTERROGAR AL MISTERIO
Al borde de tu orilla me sostengo.
Cóncava noche
es tu silencio duro.
Con mi interrogación herida vengo.
Araño tu mudez que es como un muro.
Otra oración que mi inquietud no tengo.
Otro pomo en tu pórtico no apuro.
Con mi temblor resumo a los humanos,
aunque olviden hoy ellos tus Arcanos.
Misterio, di si todavía eres.
Dime que no haces guiños de espejismos.
Dime que en niebla ocultas tus poderes.
Solo, el hondón rastreo de mi abismo.
Esperanza borrosa de los seres.
¿No anhelan escalar su fatalismo?
Es torpe nuestro tiempo y Te tantea
en madrugada agraz que no alborea.DÉCIMA
DÉCIMA PARAFRASEANDO
A ANTONIO MACHADO
Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos...
A. M.: Proverbios
y cantares, XIII
Ayer me fui todo al negro
y después me vine al blanco.
En los dos he visto manco
al hombre, pero me alegro.
Ahora con gozo reintegro
mi conciencia al claroscuro
y consolido, aseguro
mi vida sobre esta basa.
Ya nada me sobrepasa:
término medio seguro.
SONETO CON EPANADIPLOSIS
Prisionero me siento, prisionero
de tu paso elegante, de tu paso,
y acaso me resisto un poco, acaso
no quiero declararme a ti no quiero,
Espero a ver si me convenzo, espero
que este repaso de mi amor, repaso
que escaso en dudas voy haciendo, escaso,
más entero me haga más entero.
Preso me siento de tu vida, preso
que piensa mucho y demasiado, y piensa
su cadena de amor, bella cadena.
Y eso es mi vida: contemplarte, y eso,
inmensa cárcel de mi amor, inmensa
es la pena que cumplo en ti mi pena.