miércoles, 28 de febrero de 2018

ARTÍCULOS LITERARIOS: HOMENAJE A LA REVISTA ARENA Y CAL

      ARENA Y CAL, revista Literaria y Cultural Divulgativa 




Traigo a esta página un recuerdo de los muchos que podría traer de la revista ·Arena y Cal·, confeccionada y dirigida por el escritor Alfonso Estudillo Calderón. La revista se comenzó a publicar en el año 1995 y continúa su existencia, aunque del papel ha pasado a la pantalla digital.




 



Presentación del Nº 50 de la Revista “Arena y Cal”
                                                                 MES DE JUNIO DE 1999

El pasado miércoles 23 de junio, en el Patio de Cristales del Ayuntamiento y con una amplia presencia de público y representantes de diversos estamentos sociales e intelectuales de la Ciudad, tuvo lugar el acto de presentación del nº 50 de la Revista Literaria y Cultural Divulgativa “Arena y Cal”.

Habló en primer lugar D. José Quintero González, Delegado de Cultura en funciones, que hizo una detallada exposición de la Revista, valorándola en su contenido y citando a la mayoría de los autores firmantes, y que, por último, manifestó su agradecimiento al creador de la misma, tanto por el hecho de su creación como por conseguir que el milagro que supone publicar una revista literaria se siga produciendo cada mes desde hace ya algo más de cuatro años.
Le siguió en el uso de la palabra José Carlos Fernández Moreno, escritor, académico de la de San Romualdo y ex director de San Fernando Información, quien fuera su presentador allá en mayo de 1995, que recordó el evento y se congratuló de que, aquella recién nacida que presentaba en la Sala Bolero en 1995, hubiese alcanzado una plena madurez y continuara su trayectoria.

A continuación, Soledad Lozano Cumbrera, escritora, Relaciones Públicas del Grupo “Río Arillo” de Artes y Letras y colaboradora habitual de la Revista, habló en representación de todos los autores colaboradores de la misma.
 Expresó su agradecimiento y admiración hacia el director y editor de la misma, Alfonso Estudillo, por haber puesto a disposición de los escritores, de todos, pero principalmente de los isleños, un medio tan necesario para poder llevar a los lectores los sentimientos e inquietudes de todos aquellos escritores, jóvenes que comienzan o autores con largo camino recorrido, y expresó su convencimiento de que la Revista debe continuar con la ayuda de todos porque su extinción supondría matar las ilusiones de tantos buenos escritores que están encontrando en la misma unas puertas abiertas para poder expresarse en su vocación literaria.

Por último, Alfonso Estudillo, director y editor de la misma, tomó el uso de la palabra para hacer un repaso de la existencia de la Revista desde su creación, abundar en datos técnicos y de contenido y confirmar el tremendo esfuerzo económico y de trabajo que le supone hacer que “Arena y Cal” vea la luz desde hace cincuenta meses.
 
Asimismo, tuvo unas palabras de agradecimiento para todos los escritores colaboradores, para los anunciantes y para las personas y entidades, entre ellas la Fundación M. de Cultura, que aportan su ayuda económica.

El acto lo cerró el Delegado de Cultura con la entrega de una placa homenaje al editor y director de la Revista.

RESEÑAS DE LIBROS: SUEÑOS INFANTILES. MARÍA HESLE: LOS DÍAS QUE NO VOLVIERON





 


Reseña de libros

Sueños infantiles

Ramón Luque
Editorial Fanes, 2017


Con un éxito de público muy considerable, nuestro compañero de tertulia Ramón Luque presentó en el Centro de Congresos de la Real Isla de León de la ciudad de San Fernando su libro Sueños infantiles.

No es la primera vez que el autor toca el tema de la niñez en su obra literaria. Las historias de Carmelo y Coro angelical, por poner dos ejemplos, dan fe de su amor a un género que no es tan frecuente en la poesía como otros libros de temática para adultos que tratan del amor, reflexiones sobre los recuerdos; o bien poemas de tono social. Ramón Luque también tiene libros editados en los que estos temas tienen protagonismo, como Remansos en el tiempo o La soledad del héroe.  Ahora nos ocupa  este poemario de lo entrañable como ya su título indica: Sueños infantiles.

Es Sueños Infantiles un poemario dedicado a los más pequeños, que tiene la facultad de seducir y gustar también a los adultos, es porque está dedicado al niño de todas las edades, a ese lector que va desde los cuatro hasta los noventa años, como comentó Mª Jesús Rodríguez Barberá después del acto de la presentación.

No es fácil ponerse delante de una página para establecer una especie de diálogo imaginario con la infancia, pero el autor nos prepara para su lectura dedicándoles a sus dos hijas, Pilar y Santos, sendos poemas en los que expresa su cariño filial sin olvidarnos de la dedicatoria expresa a su nieto Leonardo W. Aragón Luque, hijo de Pilar. Este preámbulo no nos debe apartar del camino que se traza el autor para recordar con la lectura de los poemas lo que hemos vivido y ahora el poemario nos actualiza como si abriésemos un cajón y en él aparecieran objetos y estampas de lo que años atrás nos hizo felices.

La fuerza de estos poemas reside en su capacidad de evocar unos sentimientos que fueron testigos de lo que fuimos y que en la madurez trasladamos, como hace el autor ahora, a nuevas generaciones  para que no olviden su niñez y que de paso aprendan a vivir conviviendo. Su métrica se inscribe dentro del arte menor, cuya sonoridad y ritmo encandila a los niños: el romance, en muchas ocasiones con rima aguda, que le da un sabor popular a las composiciones. A este ritmo de intencionada sencillez se añade el poema en verso alejandrino titulado: “Canción de cuna para dormir a una niña”, el único de arte mayor. Un poema que nos habla del amor a los hijos, pero también de la capacidad de estos para conquistar con su inocencia el corazón de sus padres, Afecto y ternura, imaginación y perfección formal consiguen amasar unos versos que atraparán al lector, como todo el libro.


Ahora bien, la proximidad a lo familiar en algunos poemas no se debe confundir con lo hogareño y elemental sino que, como el autor quiere despertar en el lector al niño que subyace en la persona madura, va mucho más allá de lo trivial y artificioso, como todo lo que se escribe desde el corazón, con el empuje del recuerdo. Esa intención le da una contextura humana a este libro que despertó una gran expectación en el público asistente por su inmediatez comunicativa y la sorpresa de que no era una poesía para niños al uso sino que en muchas ocasiones busca hacer pensar, vinculando al niño con su entorno humano, afectivo y social.

Se pudiera conjeturar al primer momento que se trata de   una poesía fácil pero nada más empezar a leer descubriremos que  nos encontramos con todo un  ejercicio creativo. Por ejemplo, veamos estos versos: “Como plantas de un jardín/ también los libros florecen, / es la ilusión del lector/ la que riega esta simiente”. Las imágenes, bellas e inspiradoras, se suceden a lo largo de la obra buscando sorprender y entusiasmar a niños y no tan niños.

Hay en el libro poemas que buscan arrancar una divertida sonrisa, otros emocionar al lector, otros jugar con las palabras y las ideas para sorprender y provocar, y todos ellos quieren ser motivo de inspiración para los niños, que encuentren en sus versos un incentivo para leer y escribir, y también para encauzar su vida desde los valores humanos y el compromiso solidario. La labor docente del autor a lo largo de los años ha sido determinante para dar vida a Sueños Infantiles.

Tienen los poemas la facultad de despertar una serie de sensaciones muy variadas, desde el asombro a la sonrisa, desde la ternura a la emoción. Rezuman todos ellos una gran fuerza lírica, que está bien orientada para la comprensión del niño, que también puede asimilar esta otra estrofa con un claro valor educativo:”Si los hombres y mujeres / trabajásemos unidos / haríamos un mundo nuevo / basado en el compromiso”.  O bien leemos versos más creativos que convencionales:”Ante tanta algarabía / como había en el portal / dudaba el Niño Jesús / entre reír o llorar”. Este detalle de originalidad rompe el convencionalismo con que se trata este tema de la Navidad.


Hay que volverse niño para darle sinceridad a un texto; de otra manera, el poema sería un tanto alambicado y no surtiría efecto emocional. Vemos estos versos dedicados a su hija: “Esperaré a que duermas y te diré princesa / porque sólo los hijos en sus padres gobiernan. / Esperaré a que duermas para inventarme versos / que te diré al oído como si fuese un sueño, / y al besarte la cara sentiré esa ternura / que sedujo mi ser mientras mecía tu cuna.”

                        
Todos los poemas van dirigidos al niño, ya que son como varillas de una rueda cuyo centro es el corazón infantil: el del niño de ahora y el de esa criatura que subsiste en nosotros, los adultos, a pesar de la madurez de los años. Los hay que motivan al lector a la paz, al amor a los libros, a la banda de música, a la escuela que educa en la naturaleza, tal un bosque. También están los destinados a una abuelita cocinera, un poema al Parque del Oeste (el de San Fernando), al niño inocente que está o vive en el limbo, al abuelo bailarín, al encanto de las ferias, a un pirata sin nombre, al fantasma de su casa, que es la ilusión que cada uno albergamos en nuestro corazón…, incluso uno dedicado a Andalucía. Una variedad en la que el común denominador es el amor en todos sus géneros, desde los buenos sentimientos a la amable convivencia.
 

Como dice la prologuista Adelaida Bordés Benítez, secretaria de la Real Academia de San Romualdo, novelista y autora de artículos en el semanario “San Fernando Información”, que también fue su presentadora:”Sueños infantiles está concebido como un juego de voces en el que destaca la que nunca dejaremos de escuchar porque nos acompaña desde que nacimos”.
 
No acabaríamos la reseña de este libro si no citásemos las atractivas ilustraciones a color realizadas por Elías J. Guerrero Moreno, profesor de Dibujo, cuya colaboración ha redondeado el encanto de este texto de bella factura que ha editado la Editorial Fanes, de Torrelavega (Santander)



RESEÑA

MARÍA HESLE: LOS DÍAS QUE NO VOLVIERON





Con un prólogo de Amelia Retamero Martín, María Hesle, gaditana, nacida en 1929, nos regala esta colección de pequeños poemas en los que la espontaneidad y la frescura de su palabra configuran un poemario de una cierta riqueza de sentimientos al trasluz de su sencillez expresiva. Además del prólogo, hay una breve reflexión de la autora sobre los libros y también unas dedicatorias. Cada poema lleva una cita en su entrada.
El libro se divide en tres partes que se corresponden con épocas de su vida: 1994, 2000 y los años siguientes hasta la actualidad.
Se dice que cada libro es una fe de vida del autor/a y en él entrevemos parte de una vida. Veamos en estos versos:

“El pasado ya no existe,
¿qué diría del mañana?
Sólo acaricio el presente,
el hoy…
porque tengo tu mirada.

La poesía de María Hesle se asienta sobre la humildad ante la vida, evocando el amor que se fue debido al poder del tiempo. De ahí sus nostalgia llenando una soledad que se puebla con una mirada, una brizna de hierba, el refulgir de una ola, un pájaro atravesando el lienzo azul del aire, volátiles circunstancias que pueden motivar su sentimiento y dejar en su retina una siembra de poema:

“La plazoleta con la fuente,
los bancos son de madera.
Había soledad en el aire
porque tú no estabas”.

A veces, a modo de aforismo poético, nos hace ver una huella que pasa desapercibida:

“Las hojas secas
de amarillo intenso
ponen alfombra donde
el caminante
deja sus sueños”.

María Hesle reaviva la tradición de la unidad del poeta con la naturaleza, hoy tan maltratada:

“Viva está el agua,
su murmullo es sólo mío.
Hago mío el árbol sólo mío.

Una flor me adorna la mirada,
su aroma es eco del paraíso,
lo hago mío…”

La poesía de María Hesle es menuda en su deambular por la naturaleza, la vida y los recuerdos. Su estructura, como ya hemos dicho es espontánea y juega con los vocablos más tradicionales en la cobertura literaria:

“Tierno el final de la luz.
Cayó la tarde en los lirios
silvestres, emoción pura
que lleva el alma consigo”.

Démosle la enhorabuena a este libro de poemas breves que pueden ser leídos como si la autora llevara de la mano a quien lo lee por caminos donde el amor a lo bello y un susurro de bondad le acompañarán un rato por encima de la melancolía que acecha a todos los otoños de la vida, como el suyo, y en el que, como dice la prologuista, ella ha tejido esas páginas con “hilos de estrellas y alas de mariposas”.


María Hesle Cruz falleció en Cádiz,su ciudad natal, en 2017





















ARTÍCULOS LITERARIOS: CITAS A FAVOR DE LA POESÍA CREADORA



                                       CITAS



 
 Banquete griego (Tomado de internet)


Véanse en estas citas como argumentos a favor de la poesía que defiende la superación de los lastres del pasado (que no está en prescindir del verso medido ni recurrir a expresiones delirantes como imágenes irracionales con ínfulas de genialidad).







Dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia. 


                                                                                             Aristóteles


Lo importante no es hacer cosas nuevas sino hacerlas como si nunca nadie las hubiera hecho antes.

                                                                                                  Goethe

                                                                 



Sólo hay poesía en el deseo de lo imposible y el dolor de lo irreparable.   


                                                                                     Leconte de Lisle



El placer superior en literatura es realizar lo que no existe.



                                                                                         Oscar Wilde

La metáfora da un cierto toque de eternidad al estilo.

                                                                                  Marcel Proust



El arte busca lo insólito, lo que rompe la costumbre, por eso
es incómodo. 



La poesía no es, ni puede ser, una ocupación habitual
(OC, VI, 249).

                                                                               Ortega y Gasset



                                                    

 Yo hago lo imposible, porque lo posible lo hace cualquiera.


                                                                                     Picasso



 En arte no es suficiente la sinceridad.



                                                 Homo Sum (Frases, Austral, 319)




 La primera condición de la poesía es que sea sorprendente. 



                                                              Jean Carlos Duque Franco

La metáfora pone un sello de eternidad al estilo. 
        
                                                               Marcel Proust








ARTÍCULOS LITERARIOS: POESÍA EN TIEMPOS REVUELTOS




 

Dámaso Alonso


POESÍA EN TIEMPOS REVUELTOS


Una poesía que no traduce lo que es permanente en el ser humano es una poesía de circunstancias, o sea: de denuncia, de evocación de lugares, recuerdos de tebeos, anécdotas, pero no es lo que dice Leconte de Lisle: Sólo hay poesía en el deseo de lo imposible y en el dolor de lo irreparable”.

Pero hemos de confesar que no corren tiempos para escribir y publicar novelas, relatos y poemas donde el dolor humano con todas sus variantes adquieran interés en los lectores. Confesémoslo que estamos viviendo en tiempos de increencia en todos los órdenes de la vida. Un fantasma llamado miedo recorre el mundo en forma de terrorismo, paro, emigración, guerras con estrategia de escamuzas para vender armas…  En suma, como ya escribiera alguien no es tiempo para las rosas ni para la lírica.
 Sin embargo, no hemos de apoltronarnos en el sofá para ver en la televisión lo que nos echen, sobre todo si son frivolidades para pasar el día y hacerlo más efímero aún. Estamos en una especie de siglo de oro de la frivolidad, que también es un consuelo para quienes no desean otra cosa. Los estrategas de lo banal y la violencia hacen su agosto.

Debemos insistir para que el muro de nuestra protesta en esta noche en que todos los gatos son pardos no se acabe de derrumbar debido a los ecos multitudinarios, al estruendo de la confusión y al desánimo. Siguen existiendo los sentimientos amorosos de todo género, se generan vivencias que alimentan nuestra memoria en el discurrir del tiempo y la conciencia continúa hablándonos desde el fondo del pozo de lo que se podría llamar misterio o incógnita.

Lucho, amo, busco; luego existo, y la escritura es el amanuense de este drama que llamamos vivir. Los que creemos que la poesía es voz de lo auténtico no hemos de ceder ante las modas transitorias que a río revuelto no pescan peces sino bichos lingüísticos.


domingo, 25 de febrero de 2018

ARTÍCULOS LITERARIOS: POESÍA DEL FUTURO



Musa griega (Internet)



POESÍA DEL FUTURO  (I)

En el futuro (pongamos que dentro de cincuenta años) la poesía, como avanzada del lenguaje literario, como función poética del lengauje,  habrá llegado a un nivel de autoexigencia que ocasionará desacuerdos, roces e, incluso, guerras civiles entre los poetas.

Por una parte, los poetas de siempre, los que escriben “como les sale del corazón”, es decir, con espontaneidad, incluyendo en algunos casos  corrección en el lenguaje y fidelidad a la forma métrica.

Por otra, los que huyen del lastre y rebuscan expresiones poéticas alejadas del deterioro en que caen muchos, a pesar de su prestigio y altos galardones.


Por último, estarán los “malditos”, los que escriben, no como los supuestos “genios rompedores, que emplean el verso libre y las imágenes irracionales para afirmar su genialidad rupturista, sino que recuperan la forma como una fidelidad a la tradición, pero una vuelta a las formas que exigen pericia y al mismo tiempo, un uso del lenguaje en el que la llamada función poética alcance una altura que no sólo se hace respetar, sino que también sirve de guía, de candil en las tinieblas de los tópicos, en las cavernas de los versos estereotipados y en la vorágine de los versolibrismos delirantes con ínfulas de innovación.




POESÍA DEL FUTURO  y (II)

Habrá que rescatar a los clásicos contemporáneos, olvidados por tantos jóvenes poetas que desconocen la preceptiva literaria  y han cerrado a cal y canto las laderas que llevan a la cúspide del Parnaso para entretenerse al pie de ese monte con baratijas de puestecitos de poetas de ocasión que fascinan con una bisutería de meros y fugaces destellos estilísticos, prestidigitadores achalanados de frases sueltas que lamen las manos mágicas del aforismo.

La poesía del futuro será, pues, nueva, sin ningún verso oxidado dentro de un esquema métrico más o menos riguroso y sin deuda, por ello, con el pasado. Es lo que se llama un extrañamiento de lo que se lee como  una novedad convincente. Entonces se verá realizada la teoría del estilo poético de Vixtor Shklovski, que dijo en El arte como artificio con  respecto a la poesía.  la visión del objeto y no la del reconocimiento. Es decir, presentar un texto de manera que el lector no vea en él la escritura como un mensaje ya estereotipado, redicho y sin sorpresa alguna, sino que su procesamiento visual le llame la atención hasta el punto de que lo que lee le parezca nuevo. Y, por si fuera poco, recordemos  una vez más a Óscar Wilde: “El placer superior en literatura es realizar lo que no existe”. O sea, lo que existe ya está desgastado y hay que dejarlo para los poetas que ponen toda su alma en el contenido olvidándose del lenguaje, sin recordar o ignorando que la poesía es el filón de la palabra literaria.

Este artículo no es una lección magistral sobre poesía sino el resultado de una experiencia, a la que llega el autor después de haber andado esos caminos que él señala como no recomendados para seguir en ellos quienes lo estén pisando todavía.


   

TRES ARTÍCULOS SOBRE RUBÉN DARÍO





EN EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE RUBÉN DARÍO  (1916-2016)






En la Tertulia Rïo Arillo de Letras y Artes, fundada por Manuel Pérez-Casaux y Juan R. Mena en enero de 1995 y que se reunió semanalmente los lunes bajo la presidencia y dirección del escritor Alfonso Estudillo Calderón, evocamos la figura señera de la poesía hipano-americana de Rubén Darío, el insigne poeta nicaragüense que tanto amó a España.

Años antes de esta celebración tertuliana yo había comprado en la Feria del Libro de San Fernando una biografía de la vida del poeta de las Prosas profanas.

Se trataba de Rubén Darío, libro escrito por José María Vargas Vila, novelista, ensayista y periodista colombiano. Posiblemente se hayan escrito y editado muchas biografías sobre el gran poeta de Azul, pero también es cierto que la del colombiano es más directa que las demás, opino yo.  

En toda la semblanza que hace de él, Vargas Vila pone un cariño de amigo fraternal que sobrecoge por lo sincero de su narración, sin eludir mencionar algunos aspectos que son tan desconcertantes como humanos y que Vargas Vila narra con no poca tristeza; pero veamos un texto del dicho libro donde aparece una figura agradable de Rubén:

Darío venía a comer a veces conmigo al Hotel; amaba el espectáculo de los comedores radiosos, las mujeres en gran toilette, las mesas florecidas, todo ese tumulto elegante de las horas de las comidas en los Hoteles; eso encantaba sus ojos de Poeta, enamorados de las bellas decoraciones, como de los bellos paisajes y de los bellos rostros femeninos, que son de por sí, los más bellos paisajes de almas que puede ofrecernos la Naturaleza; y sucedió que la primera noche que comió conmigo, había en dos mesas distintas, dos opulentas familias argentinas la una y la otra peruana, compuestas casi exclusivamente de damas, bellas y elegantes, casi todas ellas en el esplendor de una divina juventud; sabedoras por un joven que nos había oido conversar en el salón momentos antes, de que aquel que me acompañaba a la mesa era el Gran Poeta, volvieron todas hacia él, sus bellos ojos admirativos, hechos tiernos...se lo hice notar y sonrió con esa sonrisa exclusivamente suya tan suave, tan triste, que era como un rayo de pena entre sus labios sensuales; bien pronto, las blancas manos femeniles, se agitaron en las mesas distantes; desaparecieron de los floreros las rosas pensativas, y los geranios pálidos; hubo cuchicheos y sonrisas, y traídas por dos camareros, en sendos ramos, las flores triunfales, primorosamente atadas, fueron ofrecidas al Poeta; homenaje de la Belleza al Genio. Dario, conmovido, se puso en pie, apretó las flores contra su corazón y se inclinó en un gesto de gratitud reverente, hacia las mesas lejanas..., el público supo así que el más grande Poeta de lengua hispana estaba entre nosotros...y aplaudió el homenaje...”.
Recordamos también homenajes dedicados a Rubén de poetas amigos y admiradores, entre otros  como el de los Machado y el de Amado Nervo. Hay un libro titulado Sol del domingo con trabajos literarios en honor del nicaragüense, después de su desaparición.

 


En generaciones posteriores a la modernista han aparecidos otros grandes poetas que se iniciaron con él como Pablo Neruda,  Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso y quizás Rafael Alberti, sin olvidarnos de quien fue su gran admirador y discípulo en su etapa modernista: Juan Ramón Jiménez, a quien Rubén tanto apreciaba.

Con lectura de su más relevantes poemas, los miembros del Grupo, dimos este modesto homenaje a quien fue digno de un Premio Nobel y que las circunstancias todopoderosas privaron para gloria de otros escritores que no lo merecieron como sí el autor de Cantos de vida y esperanza.


 




                DOS VERSOS DE RUBÉN DARÍO


                      ¡Y no saber adónde vamos
                          ni de dónde venimos!
                                   Rubén Darío

Mientras que la Filosofía nos da varias orientaciones acerca de hacia dónde nos dirigimos, la verdad es que ninguna de ellas podrían satisfacernos y, sobre todo, a quienes las dan uno con respecto del otro filósofo. El hombre medio opta —o bien no opta— por una de ellas, si llega a interesarse por la filosofía, o bien se deja conducir por la vida religiosa, o también acepta el agnosticismo sin especular cómo puede ser el más allá, ni siquiera cómo lo enseña la teosofía, libre de connotaciones de credo.

¿Cuál sería entonces el camino? Creo que cada hombre en su noche piensa salir al alba de su meditaciones por una vereda satisfactoria y esperanzada, pero luego se sienta en la piedra como Edipo sin atreverse a adivinar lo que le propone la Esfinge, en este caso la Esfinge del otro lado de la vida.

No se puede negar que el hombre tiene sed de trascendencia aunque estemos en una época en la que no se lleva salirse de nuestro plano temporal; más aún si la ciencia da como un compás de espera de nuevos descubrimientos acerca de los enigmas del universo.

A pesar de esas hipotéticas definiciones que pudieran tranquilizar la conciencia de una modernidad —sobre todo la modernidad occidental— que vive al día dentro de esa humareda multicolor del consumismo hedonista, que no epicúreo, todavía quedan hombres profundos que se hacen esa pregunta que se hizo el gran poeta nicaragüense, que escribió en un castellano maravilloso, si bien en este caso escalofriante, retomando la cita de arriba. 

 

 

MÁS HOMBRE QUE POETA, MÁS POETA QUE HOMBRE…

Leyendo un día una obra del colombiano José María Vargas Vila, me encontré con unas razones expuestas por ese escritor acerca de las valoraciones humanas y literarias de los escritores. Muy en concreto, mi atención se detuvo en el siguiente texto:

“…nuestro Whitman es Alrnafuerte, la más recia contextura de poeta que haya nacido jamás bajo cielos de la América; mientras en Darío y en Nervo el Hombre valía menos que el Poeta porque ignoraron la Vida Heroica o no quisieron vivirla, volvieron la espalda al Dolor Colectivo y sólo supieron de su propio Dolor que expresaron en rimas armoniosas; en Almafuerte el Hombre iguala al Poeta y lo supera en ocasiones…”.

A partir de entonces hice continuas reflexiones acerca de este tema, tan importante para el juicio que nos formulamos a veces, de manera involuntaria, cuando oímos hablar a un poeta o escritor, o bien cuando nos dan referencias de alguno en cuestión, sin que hayamos solicitado tales referencias y las escuchamos de boca de otro escritor o poeta indignado o agradecido, o bien un parecer imparcial sea cual fuere su actitud hacia los escritores y poetas en general.

En esos comentarios se suele superponer estratos verbales acerca de unos y otros tanto favorables como adversos. Podríamos traer a renglón de esta página la fama de poetas que eran en su trato ásperos e incordiantes y escribían luego poemas delicados y de fibra muy humana; podríamos recordar casos en nuestra literatura española pero, por prudencia, pues sería desagradable citar nombres de ilustrísimos divos de las letras, ya que tal desvelamiento podría resultar decepcionante para sus admiradores y admiradoras.

Ahora bien, nos queda la advertencia de que se ha de estar en guardia cuando nos sucedan contrasentidos donde al asombro le siga el desencanto.

Bueno, al fin y al cabo, somos hombres y mujeres con todo nuestro trastero de contradicciones y palinodias cuando la razón nos convence a pesar de nuestra resistencia avergonzada íntimamente. Hemos de gozar de las páginas por un poeta que sea más poeta que hombre y que cuando lo conocemos como hombre el poeta corra el riesgo de desinflar el respeto que nos causó antes de conocerlo.

El fenómeno contrario puede ser también irritante; es decir, que el poeta sea más hombre que poeta, y dicho esto con ironía, ello vaya en demérito de lo que escribe. Hemos dicho arriba que se podría citar autores que nos dan ejemplos de ambos casos pero es mejor renunciar a semejante nómina, y agradecer, literariamente hablando, unas páginas o unos versos que nos causen tanta admiración como deseos de no conocer a los autores personalmente, y sea por temor a la desilusión, ya sea por un sentimiento de inefable romanticismo, como se cuenta de Piotr Chaikovski con respecto de su protectora Nadejda von Meck, aunque este ejemplo no sea estrictamente adecuado al caso que comentamos.

Concluyamos. Saliéndonos un poco de la especulación que hace Vargas Vila de Almafuerte, Rubén Darío y Amado Nervo, digamos sin más circunloquios elegantes que se ha de ser más buena persona que buen poeta, porque lo contrario lleva al lector a la admiración por un buen poeta que no sea buena persona pero no lo ama, como si, en vez de en el altar de sus afectos, se pusiese al genio creador en una alta y fría hornacina, lejos del corazón.