1. EROTHYA O SONETOS DEL AMOR POR DENTRO
Contiene 75 sonetos, que constituyen un cuadro psicológico de las
tendencias sexuales y amatorias de la condición humana puesta al desnudo en una sociedad que ha perdido el norte de los valores humanos.
22. “
SEGÚN
DON JUAN, O LOS ESPOSOS CONVENCIONALES
Somos amantes y desconocidos
después de
ser dos lenguas de una llama
que se
enredan, efímera la cama,
y en uno
los dos cuerpos encendidos.
Después de
los dos cuerpos desasidos,
cada cual
por la casa desparrama
silencio,
ausencia, rutinaria gama
de dos
seres que vagan repetidos.
Cada uno en su solo territorio
sacude el
polvo de su desposorio
y se
adentra en su mundo impenetrable.
Pasan días
y la reminiscencia
nos empuja
a llenar esa carencia
que es del
todo, tal vez, inevitable.
*Ramón de Campoamor
2. LA TESIS DE EROTHYA (Novela)
Erothya,
prostituta bella e inteligente, enamora a un profesor de filosofía que tras
conocerla donde ejerce, se la lleva a su piso y la desposa. Erothya escribe, a
instancias de su esposo, su vida, que aporta el ahondamiento en las reflexiones
vitales.
MEMORIA SIAMESA (Primer
capítulo)
—Bueno, bueno, Eroto, si tú quieres que yo escriba mi vida, sin sufrir por ello recordando episodios que puedan venir de punta, lo haré calzando la página a mi memoria como a su pie el zapato de oro de la Cenicienta. Mientras tú te pierdes en ese apretado bosque de silencios y claroscuros del pensamiento de tus folios vestidos de letras, yo callejearé por los andurriales de mi clausurado pretérito sin miedo a pasear por sus escalonados fondos hundiéndose en la bajeza, sus nocturnas y borrascosas periferias, pero, ay, cariño, la memoria no es siempre fiable para abrir la verja de sus encantos y sus enojos. Imagínate un estante de libros que se te viene encima como un nubarrón de papel cuando tú quieres coger un solo volumen. Pues eso es lo que ocurre cuando nos disponemos a abrir esa claraboya de la rememoración por donde se cuela la luz del pasado, siempre limosneando que se le traiga al presente para rectificar tantas escenas que han criado zarzas a su alrededor. Y es que la memoria es como los nacidos siameses: tienen dos cabezas…
SONETO–EPÍLOGO DE LA VIDA DE EROTHYATal como de la mano de una ola,ibas, tú, Erothya, dueña de la playa.La mirada más casta se desmayaal verte, paseando hermosa y sola.Un puticlub contigo se atortolay va tras ti donde tu cuerpo vaya.Casa de lenocinio en que se engallaese tu cuerpo que glamour tremola.Un cliente te ve bella e ingeniosa.A su piso te lleva y te desposa.Te extravía en su bosque la lectura.Él te insiste que leas y que escribas,que feliz envejezcas y que vivasy hagas de aquel ayer literatura.
3. EROTHYA O LA TRINCHERA DE UNA VIDA
Este poemario de 150 sonetos en el que Erothya es protagonista junto con don Amador Bolero, además de voces afines al tema amoroso, sigue las mismas constantes de comportamiento sentimental que en la novela anterior La tesis de Erothya y la primera entrega Erothya o sonetos del amor por dentro.
DE SUS INTENCIONES
No sólo
supe del amor carnal
sino también del sexo con
ternura.
Lo mismo ardía en la
mirada pura
que fui también una mujer
venal.
En la
mesilla, un toque musical
y el anticonceptivo en su
envoltura.
En la almohada, un brinco
de locura
y un diálogo, luego,
emocional.
La carne y el espíritu se unieron.
Como perla y engaste se
entendieron
y los hice felices
mientras pude.
Que no se
escandalice quien me lea.
Que si entre historia e
historia se recrea,
quizá a entender la vida
esto le ayude.
4. LA VEJEZ DE EROTHYA Y OTROS RELATOS RESIGNADOS
PORTADA PROVISIONAL
SINOPSIS DE LA VEJEZ DE EROTHYA Y OTROS RELATOS
RESIGNADOS (con
esto se pone fin al ciclo de Erothya)
De futura aparición
Cántigo
Llano visita a Erothya, recientemente viuda de Erotósofo, profesor de filosofía
jubilado. Cántigo le lleva unos relatos para que ella los lea cuando pueda. Ella
también le muestra ensayos inéditos que ha dejado su marido, además de
escritos propios con los que improvisa
en la conversación. En tales coloquios
intercalan registros en los que la función poética extrema sus recursos,
pero por debajo de esta exhibición estilística laten los dramas que ambos
exponen en sus respectivos relatos.
LA
VISITA DEL PÉSAME (Primer relato)
La tarde que recibí el correo postal
de Erothya invitándome a tomar con ella un café en su casa, me supo a prolegómenos
de esa tertulia vespertina donde las almas lúcidas se acomodan en el mullido
sofá de una afable y provechosa tertulia. Esa invitación me suscitaba un
aliento que llevar como una prolongación
del pésame después de tres semanas del fallecimiento de su marido. Yo no
esperaba esa inesperada misiva, en parte con temblor y palidez de luto, tras de
la que no quería presuponer la insinuación de un gancho de interés, por
supuesto que literario nada más, una vez entrada ella en los umbrales soledosos
de su viudez septuagenaria. Inauguraba con ello un nuevo régimen de vida,
mientras palpa un vacío amoroso donde cabe lágrima a lágrima perdida un
diminuto reguero de lamentaciones por la severidad de las circunstancias; ah,
esos íntimos clamores como un silabario evocatorio que en algunas viudas deja
de ser inconsolables y se va desdibujando poco a poco como las nubes en el
adiós de la lejanía.
No barruntaba yo cómo se iban a
cumplir estas suposiciones en el caso de Erothya. Realmente, hirviéndome la
verdad entre las sienes, yo sentí a la espalda de mis costumbres un
empujoncillo de entusiasmo, aunque moderado por las riendas de la prudencia que
va otorgando misericordiosa y consejera la edad.
El chasquido de ese látigo en la
grupa del caballo enjaezado de mi debilidad por los libros, ese caballo como de
torneo medieval paseando por mis solitarios caminos interiores, me animó como
si recuperara piedras talladas de las ruinas de mis ya lejanos treinta años.
Pensar que Erothya me esperaba sola en su casa como si preparara para
obsequiarme una animosa acogida y como si entrenara los brazos de un amable
recibimiento para abrirlos a renglón seguido de la puerta abierta, me ponía el
alma en un zafarrancho de combate en el mar de mis equívocos. ¿Una mujer,
pasando del fielado de su edad madura a la verja de su invierno, pero todavía
de un ver como un septiembre airoso y dispuesto ya a la pisada de las uvas, me
echaba el lazo invisible de su llamada? El temor de no sabía yo qué pasadizo de
miedo iba a recorrer con lentos pasos de elefante, se me hizo dueño, anónimo
rey soberano de la acrópolis de mi alma, donde se supone que manda la reflexión
con su cetro de lucidez sobre el bajo pueblo de los instintos.
Pensé, cuando callejeaba el camino de su casa, que toda
mujer viuda lleva a su lado un trono
vacante,..
Estas cuatro obras han aparecido en las editoriales DALYA Y CAIBOOK