martes, 31 de julio de 2018

PENSAMIENTOS SOBRE LA VIDA I


PENSAMIENTOS SOBRE LA VIDA I 

    La verdad está en continua mudanza porque nunca encuentra una boca donde quedarse para siempre.

    La alegría es solamente un episodio de la felicidad y no toda su historia.

   Amar todavía con júbilo después de haber amado mucho lánguidamente, es como si floreciera de repente una rosa en invierno. 

   Solamente son válidos los sueños navegables, esos que llegan a la desembocadura de un proyecto con el viento de la esperanza a su favor.

   La desgracia duplica su presencia en la soledad.

    El envidioso mira a los demás por el ojo de la cerradura de la vida y ve tan sólo los éxitos, pero no los infortunios.

   La celebridad pone un manto que deslumbra y ciega al vulgo, de manera que nunca llega a ver lo que realmente hay debajo de él.

   Haced de vuestra voluntad un eunuco que guarda el harén de las ilusiones; un eunuco al que no pueda corromper nada.

Seleccionado en el Premio Vivencias 2011
y editado en volumen. 

Incluidos en el libro Testigo de la vida, 
el amor y la muerte (2015)


LÍRICA AMOROSA



LÍRICA AMOROSA


Si nos tenemos que poner al día en lo concerniente a la poesía amorosa desde los albores de nuestras civilizaciones mediterráneas, hemos de mencionar antes que nada a Salomón, con su famoso Cantar de los cantares, traducido por fray Luis de León, como recordaremos.

En Grecia, tenemos a los grandes líricos amorosos, específicamente  tales Alceo y Safo. Anacreonte canta también el amor en ocasiones.

En Roma tenemos a Horacio, creador del famoso Carpe diem. Ovidio. También otros poetas como Catulo, Propercio, Tibulo, con tintes de tonos elegíacos, o sea que entremeten versos con ciertas lamentaciones en torno al amor.


Aquí sería interesante citar los famosos tópicos latinos para expresar situaciones amorosas. Por ejemplo: FUROR AMORIS (El amor apasionado, IGNIS AMORIS (El fuego del amor), MILITIA SPECIES AMOR EST (El amor es un tipo de lucha). Hay más, pero estos son los más conocidos.

    Hemos de citar otro tópico muy importante como el del poeta de Burdeos en lengua latina Ausonio del siglo IV, como es el Collige, virgo, rosas, que repetirá nuestro Garcilaso de la Vega, así como Pierre Ronsard en Francia.

   No se nos puede olvidar el amor trovadoresco, citando en sus modalidades el famoso “Amor de lejos” del poeta provenzal Jaufré Rudel, también el trovar ric de Arnaut Daniel, así como otros poetas: Bertran de Born, Marcabrú, Beatriz de Día...

   Ciñéndonos a la literatura española, hemos de citar, dentro de las obras donde se canta el amor, el Libro de Buen Amor aunque, como en La celestina, acaban mal porque son, en la época en que se escriben es una transgresión llamada  “el loco amor mundano”.

   Ya en el Renacimiento citaremos al antes mencionado Garcilaso, y a San Juan de la Cruz, con su amor a lo divino, así como algún soneto petrarquista de Fray Luis de León. También al sevillano Fernando de Herrera. En el siglo XVII, por supuesto que a los tres grandes de la lírica como son Góngora, Lope de vega y Quevedo.

   Se ha de llegar al romanticismo con Espronceda como poeta apasionado y dolorido en su Canto a Teresa, además de algunos sonetos sueltos. Luego Bécquer, Rosalía de Castro,  Manuel del Palacio, Manuel Paso y Cano; más adelante Manuel y Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Ya en la generación del 27, Salinas, Lorca, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y un poco más adelante Miguel Hernández. Y dejémoslo aquí. 

No se ha aludido a los poetas andalusíes, tanto varones como mujeres en la Córdoba omeya, en la Sevilla almohade y en la Granada nazarí.

  Quien quiera, puede acudir hoy a interné y consultar a estos poetas. Téngase en cuenta que he dado los nombres de los más representativos, pero hay muchos más que escribieron poemas líricos con sello amoroso.

    DOS EJEMPLOS DE POESÍA AMOROSA DE ÉPOCAS
                         MUY DISTANTES



         Soneto XXIII 
 
          (Tema: Carpe diem)
 
 
 En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
 
  y en tanto que el cabello, que en la vena      
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
 
  coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado      
cubra de nieve la hermosa cumbre;
 
  marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

               Garcilaso de la Vega  (1501-1536)


            AMOR OCULTO

     (Tema: “Amor de lejos” de Jaufré Rudel)

Ya de mi amor la confesión sincera
oyeron tus calladas celosías,
y fue testigo de las ansias mías
la luna, de los tristes compañera.


Tu nombre dice el ave placentera
a quien visito yo todos los días,
y alegran mis soñadas alegrías
el valle, el monte, la comarca entera.


Sólo tú mi secreto no conoces,
por más que el alma con latido ardiente,
sin yo quererlo, te lo diga a voces;

y acaso has de ignorarlo eternamente,
como las ondas de la mar veloces
la ofrenda ignoran que les da la fuente.

       Manuel del Palacio (1932-1906)





VILLANCICOS CIVILES


      VILLANCICO POR ROMANCE DE MARÍA Y JOSÉ CUANDO QUISIERON 
LLEGAR AL CENTRO DE LA ISLA DE SAN FERNANDO-CÁDIZ-




José y María ya vienen
por el Puente de Zuazo.
Los dos llegan a la Isla
a lomos de un viejo auto
porque quieren que en la Isla
el niño nazca este año.

María contempla esteros,
José conduce despacio,
ya que María está encinta
y ha de evitar sobresaltos.

Les atrae, de momento,
mientras se van acercando,
la atención de ese Castillo
que llaman de San Romualdo,
todavía en trance de obras
y, por eso, inacabado.

A José lo que le importa
—por eso va cabizbajo—
es encontrar la posada
que los aloje en un cuarto.


Respiran cuando en la Venta
de Vargas hacen un alto.
María sonríe y baja
y José extrema el cuidado.


Entran, pero allí le dicen
que sólo se sirven platos,
que para alojarse vayan
al Salimar, que está a un paso
o al Hotel Roma, en que puedan
facilitarles descanso.

Calle Real. Las señales
tuercen el itinerario.
Hay obras: las del Tranvía,
Obras —dicen— a retazos.
Vallas por aquí y allá
que no permiten el tráfico
sino en raras excepciones.

“¿Voy a adivinarlo, acaso?”,
José le exclama a María
y ella calla y se hace cargo.

Ella lo calma y le advierte
que aquí no vale el enfado;
que pregunte que por dónde
los que vienen de extrarradio
han de llegar hasta el sitio
donde dejar tanto trasto
del viaje y respirar
los pies y el alma estirando.

Ellos ven que baja un taxi
y otro que cruza a lo largo.
“Pero, señores, ¿qué es esto?”
—José pregunta indignado—.
“Si subo, me ponen multa
por la infracción en que caigo,
y el alojo, si la encuentro,
me habrá de salir más caro”.

“Mira, María—le dice—,
aquí hay que ser osado,
tener mucha cara dura,
y tenemos que arriesgarnos.

Calle Real por encima
de las vallas ahora vamos.
Ahora mismo no veo un guardia.

Nos pondremos en un salto
en uno de los hoteles,
el que sea más barato
porque la carpintería
da para hacer poco gasto”.

“¡Cuidado! —dice María—,
José, que te estás pasando.
Espera que venga un guardia
y nos resuelva este trago,
nos diga cómo llegar
a esos hoteles tan majos,
que deben ser, como muestra
el croquis de San Fernando,
el callejero que tengo,
ya arrugándose, en mis manos”.

“Que no, María, que voy
ahora mismo yo a intentarlo
y, si me para algún guardia
con intención de multarnos,
le diré que tú no puedes
aguantar más en el auto,
¡y si me multa, le obligo
a que me ayude en el parto!”

Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2013 de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes

     
VILLANCICO POR ROMANCE DE CÓMO EL NIÑO                           
NACIÓ QUE EN EL CENTRO DE CONGRESOS

Después de que les pusiera
algunos impedimentos
la calle Real arriba,
llegan pensando que a tiempo
de que el Niño nacer pueda
en estos cotos isleños.

Mucho antes que el tranvía,
José y María están dentro
de la Isla que, por fin,
la calle Real subieron
sorteando vallas, postes
con su automóvil pequeño.

María no aguanta más
este embarazo discreto
que José lleva obediente
en su estupor de Misterio.


El Niño quiere salir.
Vida humana está pidiendo,
pero, ¿en qué fonda, en qué hotel
si todo ya está cubierto?

Y pasando por las puertas
que es del Centro de Congresos
se le ha ocurrido a José
entrar, quizá por aquello
de que un público edificio
a ayudar siempre está presto.
“Pueden entrar, pasen, pasen
—el guarda les dice atento—,
los ediles y el alcalde
ahora se están reuniendo”.

María le dice al guarda
con desesperado gesto
que el Niño que va a nacer
viene por vía de apremio
y está a punto de parir
de un momento a otro momento
y no tiene un mal sofá
en donde pueda ponerlo.

María ya está cansada
y pierde el poco resuello
que le queda y con los ojos
se desploma en un asiento
que el guarda le pone amable
en espera de que dentro
oigan cómo el Niño llora
y ello ponga desconcierto
en alcalde y en ediles
que al oír este suceso
que anuncia el guarda, asombrados,
poco a poco van saliendo
y quedan estupefactos
con lo insólito del hecho.

Llevan al Niño a la sala
donde celebran los Plenos.

El Niño gime en la mesa
del alcalde en que lo han puesto
como cuna improvisada
sobre agendas de gobierno,
sobre carpetas y móviles
que guardan aquí silencio.

El Niño gime, se mueve.

El Niño está todo inquieto
y María lo interpreta
con sentimiento materno:
que si el Niño hablar pudiera
les diría con respeto
tanto a ediles como a alcalde
que la Isla no es un juego
de palabras en la mesa
para discusión de ellos;
que por el bien de la Isla
Tiro Janer hotelero,
San Carlos en todo uso,
Tranvía y Ayuntamiento,
Parque Bahía y Cefot,
que siempre ha sido tan vuestro,
para el bien de vuestra Isla
queden, por fin, ya resueltos.


Que por ser ésta la fecha
que a todos pone contentos,
por el bien de la ciudad
todos se pongan de acuerdo.

Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2014...


VILLANCICO EN ROMANCE DE CUANDO MARÍA Y JOSÉ
 BUSCABAN POSADA EN EL AYUNTAMIENTO


Cuando María y José
llegan, al fin, a La Isla
buscando hostal o posada
—pues María viene encinta—,
se sienten muy atraídos
como si fuera una vista
la vieja Plaza del Rey
donde la gente se cita
en los bancos, en los bares
con olor a churrería.
De varios años acá
la Plaza del Rey se anima
como en décadas pasadas
a la Plaza Iglesia iban
vendedores de mariscos,
uniformes de Marina,
tratantes y comerciantes,
betuneros y taxistas
donde estaban concurridos
bares con tapa exquisita,
café para por las tardes
darle una calma a la prisa:
el Palacio de Cristal,
Bar Madrid, La Mallorquina,
Bar Isabela, Picó,
Auxilio Social: cocina
junto a aquel Cine P u ch e r o
que hambre a unos pocos alivia;
y tuesta el café C r u c e i r a
que al olfato maravilla,
más abajo de Falange,
antes de doblar la esquina.
Telégrafos y Correos,
mensajeros de noticias,
y el puestecito de  El F o l i
para que no falten pipas
con que distraer el tiempo
mientras se ve la película:
el Cine Almirante enfila
las colas de los que acuden
a las sesiones continuas…
Esta Isla ahora es otra
y la juventud distinta.
El corazón de este pueblo
se expande aquí y regocija,
en esta Plaza del Rey
con su ayuntamiento arriba,
que quiere verlo ya listo
y por ese fin suspira…
Y, ¿a qué viene aquí la Virgen
con San José echando chispas?
Porque todo está ocupado
y ya a punto está María
de traernos a este mundo
al Niño de los carismas,
que ediles y la alcaldesa
aquí le den acogida
al Niño que va a nacer
de manera fortuita
en el atrio que se honra
con esta hermosa primicia,
cuna y pesebre al que viene
devotamente La Isla
para adorar a ese Niño
que a Dios trae en su sonrisa,
pero María y José
dan las gracias optimistas
sin saber que está esto en obras
y ni cuándo finalizan,
y a lo mejor cuando haga
la comunión en su día
el Niño que nace ahora,
La Isla tendrá la dicha
de ver a su ayuntamiento
otra vez con buena pinta.


Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2015...























EL AFORISMO


EL AFORISMO: UNA TÉCNICA FASCINANTE DE LA LENGUA PARA EXPRESAR EL PENSAMIENTO

                     
    Cuando nos acercamos a las diferentes maneras de pensar por medio del lenguaje, nos encontramos con la maravilla del aforismo, ese pensamiento limado por la voluntad de estilo. Al igual que la metáfora en la poesía, aunque con otros fines, en el lenguaje con miras filosóficas tenemos esa locución de sabiduría universal y lapidaria que es el aforismo.

   El diccionario de la lengua española  nos define el aforismo como una sentencia breve y doctrinal que se propone para precisar una regla en arte y en ciencia.

  Sabemos, por otra parte, que aforismo viene del griego αφοριζειν, definir. El aforismo se distingue del pensamiento, en su sentido esquemático, en que ha de ser conciso. Si pretende expresar un principio, hemos de considerarlo como una sentencia, o bien un axioma.

    Parece que fue empleado  primeramente  por Hipócrates, en nuestro Occidente, y en Oriente Confucio y Laotsé también hicieron uso de él. Más tarde se aplicó a la ciencia física y siempre ha servido, de manera rotunda, para expresar ideas filosóficas, como sentencia, adagio, proverbio, precepto, incluso refranes en su vertiente popular, y también, de manera más sencilla, reciben el nombre de dichos y conllevan un matiz de consejo o moraleja. lejos de otras connotaciones como regla, fórmula, apotegma.

   Esas construcciones autosuficientes en su demostración se podrían dividir en pensamientos que no entrañan dificultades en su construcción y se expresan sin pretensión de sorprender al lector, como, por ejemplo:

 “La felicidad consiste en hacer el bien”.
                                                                          Aristóteles.


  Pensamientos que se quedan en frases sin llegar a  aforismo. Los aforismos, a su vez, se dividirían en los axiomas, que tienen una intención científica, como una definición, concretamente un aserto que tiene valor universal, tal la ley de Avogadro, y los aforismos. Veamos esa ley expresada en un axioma:

“Volúmenes iguales de distintas sustancias gaseosas, medidos en las mismas condiciones de presión y temperatura, contienen el mismo número de partículas”.
 Como vemos, el axioma define con una economía escrupulosa, pero no sorprende.
  Globalmente, hemos de plantear la cuestión distinguiendo entre axioma y aforismo.
  Ya hemos constatado que el axioma estaría reservado a formulaciones de carácter científico,  mientras que el aforismo es un concepto más amplio como puede ser la máxima, que tiene la expresión más rigurosa por su brevedad gramatical; o sea, su concisión, e igual que el proverbio, admite una cierta flexibilidad en sentido lato y varía en su presentación.
   Veamos un ejemplo en el que la estructura está definida por el paralelismo bimembre:


“La razón del hombre:
Si  no se le escucha, todo es oscuro.
Si se la consulta demasiado, nada es seguro”.

                                                         Alexander Pope


  Otra variante, en la que domina el símil:

“Las virtudes se pierden en el interés como los ríos se pierden en el mar”.

                                   La Rochefoucauld


  Otro ejemplo a modo de sentencia breve:
“Poco bien alegra al pobre”.
                                                                  
                                                  Séneca

  Si tenemos en cuenta las funciones del lenguaje es de señalar otros con la función expresiva:

“¿Me preguntas por que compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir”.
                                          Confucio
               
                                                                      
   También podemos destacar ciertos aforismos que emplean la función conativa como  cuando se trata de dar un consejo, aviso, o sencillamente el autor se dirige a alguien, (distinto de la mayoría de los aforismos, que tienen una función representativa):
                   
“No debe afligirnos el que los hombres no os conozcan. Lo lamentable es que no seáis dignos de ser conocidos por los hombres”.

                                                                                       Confucio
  Es lo que llamaríamos un aforismo sentencioso, con el que podríamos pasar fácilmente al refrán en boca del pueblo, aunque esta modalidad se apoya más en la rima que en la construcción sorprendente:
                   “Haz bien sin mirar a quien”.




Concluyamos.

   Hemos citado a Hipócrates como constructor de aforismos para uso profesional en la medicina, como el famoso dedicado a la alimentación, pero antes de él tenemos los de los sabios de Grecia, así como los de poetas como Teognis, Esquilo, Sófocles, Plutarco; o bien Salomón; también  Confucio y Laotsé en Oriente. En Roma,  Cicerón, Salustio, Horacio, Séneca, Epicteto…
   La relación a través de la Historia sería inacabada. Pero no podemos olvidar a La Rochefoucauld ni a La Bruyére, ni a Schopenhauer ni a Nietzsche, así como a la legión de escritores de la modernidad, sensibles a la tentación de encerrar en unas pocas palabras un pensamiento profundo al que se le quiere dar una valoración irrefutable por su contundencia significativa.
 Puede que el lector no quede convencido con esta clasificación, pero creo, personalmente, que se podría reducir la complejidad de las denominaciones a la siguiente sinopsis.
  Con valor científico tenemos el axioma. Podríamos llamarlo también demostración o aserto, término que no podemos aplicar a la paremia, al adagio, a la sentencia, al proverbio; y en un nivel más popular, al refrán.
  Uno y otros han generalizado el vocablo aforismo como una frase lacónica construida con escasos elementos gramaticales y con valor de sabiduría universal, que no sólo convence, sino que también fascina por su toque de sorpresa para el que lee.

   Ahora  bien, para captar los valores conceptuales de manera inmediata de esa pequeña joya literaria, se necesita un bagaje de  lecturas que ayuden a crear un mecanismo de precisión de las ideas agrupadas en un todo armónico. Los lectores de filosofía y las mentes educadas en la ciencia son los más predispuestos a procesar con rapidez la asombrosa síntesis de un aforismo.