jueves, 29 de agosto de 2019

ENTRE LA BELLEZA Y EL MENSAJE

¿Hemos de plantearnos el tema como una verdadera dicotomía? Aclaremos bien los términos.


Por belleza entendemos un concepto que atañe exclusivamente a un deleite sensorial (no hay que olvidar la llamada belleza de los sentimientos»). Por belleza generalmente consideramos una idea vinculada a la no-finalidad, la no-intencionalidad. La poesía esteticista se pierde maravillosamente en su laberinto de visualizaciones, arrancadas todas ellas de las manos de un realismo que se complace obstinadamente en lo temático, en el discurso directo en el que se pretende "decir algo". Esta diferencia no es gratuita y tiene, por lo contrario, un referente en la historia literaria de a finales de siglos. Recordemos la frase de Juan Ramón Jiménez refiriéndose al modernismo y que venia a decir que ese movimiento era "el encuentro de nuevo con la belleza sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burguesa".

Pero mi intención no es interpretar esa bipolaridad poética por medio del modernismo versus realismo. Sin embargo, el estudio comparado de ambos movimientos literarios nos podría acercar a la conclusión hacia la que camino.


«La belleza» se nos presenta siempre como un tema por sí mismo, o sea, no necesita de argumento para conformar un poema o un libro en general. Recurre, es cierto a la descripción, a la evasión por medio del colorido y musicalidad. Pero esa belleza tan tipificada no es precisamente toda la belleza, sino una parte de ella. Lo bello, como viene a decir Teófilo Gautier, no tiene utilidad: "No hay nada verdaderamente bello, sin la condición de que no sirva para nada, todo lo que sirve de alguna utilidad es feo, porque es la expresión de alguna necesidad y las del hombre son innobles y repelentes como su pobre y enferma naturaleza".

Si excluimos de la poesía bella o decorativa la más mínima intención argumentativa o expositiva, entonces tendríamos que hablar de una poesía creacionista o bien de impronta surrealista. Pero, ¿se puede excluir del poema la mera y nuda intencionalidad? Creo que no. El poeta que quiere evitar un signo de mensaje, cae en una posición de rechazo y ello se nota visiblemente. La poesía del esteticismo puro no es posible. Esto no avala la necesidad de una poesía del discurso lógico o de la intención temática sino que mezcla inevitablemente poesía y realidad. Siempre se quiere decir algo. Lo que se ha de evitar es la obsesión de lo narrativo en la poesía, la «utilización» de ésta para unos fines discursivos.

Puede que la poesía como estructura formal naciera de dísticos jurídicos, pero la poesía como actividad autónoma se realizó y se consolidó tras una ruptura con lo manido y vulgar, una lucha imaginativa o un guiño para obviar el excesivo «realismo» de cada día. Frente a la tesis de Celaya: «la poesía es un arma cargada de futuro», la actitud de los Novísimos, convencidos de que la poesía no iba a cambiar el mundo.

ARENA Y CAL, Número 166





POETRY, BEAUTY OR MESSAGE?


Should we consider the subject as a true dichotomy? Let's clarify the terms well.By beauty we understand a concept that exclusively concerns a sensory delight (we must not forget the so-called beauty of feelings »). For beauty we generally consider an idea linked to non-purpose, non-intentionality. Esthetician poetry is wonderfully lost in its labyrinth of visualizations, all torn from the hands of a realism that obstinately takes pleasure in the thematic, in the direct discourse in which it is intended to "say something". This difference is not free and has, on the contrary, a reference in the literary history of the end of centuries. Recall the phrase of Juan Ramón Jiménez referring to modernism and came to say that this movement was "the meeting again with beauty buried during the nineteenth century by a general tone of bourgeois poetry."But my intention is not to interpret that poetic bipolarity by means of modernism versus realism. However, the comparative study of both literary movements could bring us closer to the conclusion towards which I am walking."Beauty" is always presented to us as a subject in itself, that is, it does not need an argument to make up a poem or a book in general. It resorts, it is true to the description, to the evasion by means of the color and musicality. But that beauty so typified is not precisely all beauty, but a part of it. The beautiful, as Teófilo Gautier comes to say, has no use: "There is nothing truly beautiful, without the condition that it serves no purpose, everything that serves some purpose is ugly, because it is the expression of some need and of man are ignoble and repellent like his poor and sick nature. "If we exclude from the beautiful or decorative poetry the slightest argumentative or expository intention, then we would have to speak of a creationist poetry or of surrealist imprint. But can mere, naked intentionality be excluded from the poem? I think not. The poet who wants to avoid a sign of a message falls into a position of rejection and this is clearly visible. The poetry of pure aestheticism is not possible. This does not support the need for a poetry of logical discourse or thematic intention but inevitably mixes poetry and reality. You always want to say something. What is to be avoided is the obsession with narrative in poetry, the "use" of poetry for discursive purposes.Poetry as a formal structure may have been born of legal gifts, but poetry as an autonomous activity was realized and consolidated after a break with the hackneyed and vulgar, an imaginative struggle or a nod to obviate the excessive "realism" of each day. Faced with the thesis of Celaya: "poetry is a weapon loaded with the future", the attitude of the Novels, convinced that poetry was not going to change the world.

miércoles, 28 de agosto de 2019

NOBLES OBJETIVOS EN LA ESCRITURA LITERARIA



Cuando comenzamos a escribir somos esponjas entusiasmadas que absorben trozos de textos que nos influyen y nos sirven de carriles para echar a rodar lo que nos sale del alma en su fiesta  de ideas primerizas, sin duda inmaduras y atropelladas.

Esos modelos que nos invitan con sus atractivos y distintos estilos a desarrollar nuestros deseos literarios son un credo al que profesamos una fe ciega. Autores que nos ofrecen sus riquezas de imágenes para que seamos constantes aprendices hasta que ya la experiencia nos va libertando de esas inolvidables cárceles hasta caminar a solas por las avenidas de la imaginación.

Pasa el tiempo y el que fue un aprendiz prometedor, ya sabe distinguir de estilos y agradece lo aprendido, pero una intuición le revela aquello de que quien no supera a su maestro no le agradece su magisterio quedándose solamente en discípulo dócil a sus primeras enseñanzas. Bueno, no se supera a los maestros jamás, pero si ellos viviesen dirían a los discípulos que dejaran el nido y experimentaran vuelos propios.

Un día se da cuenta de que la letra se desgasta y ya escribir no emociona. ¿Qué ha de hacer? Recuerda lo que viene a decir Goethe, que todo está dicho pero que hay que decirlo de otra manera. Que hay que renovar el ensamblaje de las palabras  y sorprender como dice Vixtor Shklovski, y que se puede ser clásico en la forma y moderno en el registro poético.

Lee ese insatisfecho aprendiz un poema de Miguel Hernández titulado “Eterna sombra”, escrito en versos endecasílabos rimados y con un lenguaje tocado por la magia del surrealismo. Y se dice para sí que ahí está la modernidad. Se acuerda de Picasso que dice que él hace lo difícil porque lo fácil lo hace cualquiera. Hay que poner al día lo clásico y no vapulearlo con el látigo del desorden con ínfulas de genialidad como si el ritmo del verso no existiera, moda lamentable en nuestros días.

Cuando escribe en prosa huye de la frase hecha y del párrafo apisonador como un rulo. Busca la precisión y la frase que asombre. Entonces se da cuenta de que hay un estilo de escribir en prosa que recoge el pensamiento y lo vierte en un subgénero de escritura que se llama aforismo. Lee algunos, muchos más. Se llena de alegría y admiración e intenta escribir uno…

Se ha dado cuenta de que la metáfora en poesía y el aforismo en la prosa comparten el reinado de la Literatura creadora, la que anhela ser original y no copia de lo ya petrificado. Novedad pero con forma, comprometida y fiel a la exigencia que de siempre ha obligado a los escritores a deleitar a quienes leen.  Lo demás son intentos bienintencionados de escribir, pero nada más.

Revista PLéYADE de la Tertulia Río Arillo de Letras y Artes, número 24, Otoño-invierno 2012 

martes, 27 de agosto de 2019

SURREALISMO Y FORMALISMO Y POESÍA CREADORA Y POESÍA AUTOMATIZADA


Breton publicó el Manifiesto surrealista en París en el año 1924 y se convirtió, acto seguido en el líder del grupo. El surrealismo surgió del movimiento llamado dadá, que reflejaba tanto en arte como en literatura la protesta nihilista contra todos los aspectos de la cultura occidental. Como el dadaísmo, el surrealismo enfatizaba el papel del inconsciente en la actividad creadora, pero lo utilizaba de una manera mucha más ordenada y seria.

Estos textos están tomados en parte de Internet y en parte comentados por el autor de esta Web.


Poema representativo del surrealismo poético español, entre otros.

Se querían

Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.
Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.
Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando…
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, Sabedlo.

                                          Vicente Aleixandre


 El surrealismo se caracterizó por interpretación de la realidad desde el sueño, el inconsciente, la magia y la irracionalidad Conjunción de imágenes dispares (reales o irreales), tanto en el tiempo como en el espacio.

- Los objetos y formas sin su significación tradicional (principio de la "desorientación"), el observador queda desorientado.

- Creación de imágenes equívocas de manera que una misma cosa puede ser interpretada de varias maneras (principio de la "discordancia”).

- Da importancia a lo paradójico, lo absurdo, la caducidad, la destrucción y lo misterioso.

- Además de lo onírico, representación de toda clase de simbologías, especialmente eróticas y sexuales. Todo aquello estaba en contra de la moral, la tradición y la cultura burguesa.
Parade (mayo de 1917) afirma que sus autores han conseguido:

una alianza entre la pintura y la danza, entre las artes plásticas y las miméticas, que es el heraldo de un arte más amplio aún por venir. (...) Esta nueva alianza (...) ha dado lugar, en Parade a una especie de surrealismo, que considero el punto de partida para toda una serie de manifestaciones del Espíritu Nuevo que se está haciendo sentir hoy y que sin duda atraerá a nuestras mejores mentes. Podemos esperar que provoque cambios profundos en nuestras artes y costumbres a través de la alegría universal, pues es sencillamente natural, después de todo, que éstas lleven el mismo paso que el progreso científico e industrial.


              REGISTROS POÉTICOS. 1) EL SURREALISMO

    El poema surrealista es la creación más difícil y al mismo tiempo la más fácil. Difícil porque conlleva un ejercicio literario donde se funden onirismo y automatismo sin que parezca que son fingidos. Fácil porque lleva a la tentación del disparate, del azar de asociaciones verbales a la aventura: cuanto más irracional, más atrayente.

    Si nos tenemos al primer acuñamiento de “surrealismo”, hemos de remontarnos a Apollinaire. Oigámoslo:”Un alianza entre la pintura y la danza, entre las artes plásticas y las miméticas (...) ha dado lugar (...) a una especie de surrealismo”.

   Como se ve Apollinaire habla de una fusión de las artes, como una especie de sinestesia entre dos artes. El nombre de surrealismo (de sûr y realisme, es decir, sobre la realidad) implica un espíritu nuevo que sobrevuela por encima de la tradición y los feudos académicos definitorios de los textos redichos.

  Para entender este fenómeno tal  como lo conocemos hoy hemos de avanzar hasta Bréton y su teoría, sin olvidar la aparición del dadaísmo, con su teoría nihilista de arrasar todo lo que se pensaba hasta entonces como arte. Si se anulaba la realidad y la racionalidad, había que recurrir a lo contrario, e indagar en lo irracional y su congénere el sueño. De ahí que lo onírico entre en juego como un factor decisivo, pero, ser fiel a la sueño, se ha de aceptar el automatismo de la escritura que narra lo que revela el sueño. Así, pues, el surrealismo, lejos de estar sobre la realidad, se hundía en la raíces de esa realidad cuando el poeta descendía al subconsciente y desde él enviaba al papel una fusión de elementos —imágenes y símbolos— que había que desentrañar como un mensaje poco menos que críptico por lo que tiene de revelador de lo esencial humano todavía en estado embrionario.

   Pero, tanto lo onírico como la escritura automática, se prestaban a un falseamiento del texto.

   El autor de estas líneas no va a imitar a aquellos poetas que representaron ese movimiento literario, y para huir de cualquier caída en lo disparatado y/o amanerado, pactará con la realidad, pero metamorfoseándola por medio del lenguaje, que la disloca con la ayuda de la gran estrella retórica de todas las vanguardias: la metáfora, desde el futurismo al ultraísmo. 



                                 TEMPESTAD METAFÓRICA



        Desde el regazo de los oleajes,

desde esta playa, asilo de mareas,

desde donde la espuma se desflora,

desde una duna efímera de arena

miro los dinosaurios de los bores,

desde este andén de elásticas maretas

miro la tempestad subirse al cielo,

miro que se estremece su vidriera,

miro sables de fuegos estridentes,

la infinitud es yunque de centellas,

las batallas de aguajes explosivos,

el mar es un acuario que revienta,

los correajes sádicos del viento...
                       ¡ Miro un cuadro de Turner que se quema!



                      Ganador del certamen LETRAS COMO ESPADAS,

               “DESDE LA ORILLA", EDITADO EN 2017





2) EL FORMALISMO

Según Potebnia no hay arte, y en particular poesía, sin imagen. La poesía al ser un pensamiento por imágenes permite cierta economía de fuerzas mentales.
Potebnia decía que la relación entre la imagen y lo que ésta explica puede ser:
a- imagen constante para un sujeto variable
b- imagen más simple que lo que explica
Shklovski plantea que las imágenes son prácticamente invariable, que 
lo que se modifican son los procedimientos con los que se analizan las mismas.


El objeto puede ser:
a- percibido como poético y creado como prosaico
b- percibido como prosaico y creado como poético.
Se denominará objeto poético a aquel que ha sido creado con el fin de tener un percepción estética.
Según Shklovski, Potebnia pensaba que poesía = imagen, porque no distinguía dos tipos de imágenes, la práctica y la poética.
La ley de economía del esfuerzo puede aplicarse en la lengua sólo cuando se refiere a la lengua cotidiana. 

El automatismo genera que los objetos dejen de ser percibidos y para evitarlo es que se utiliza el proceso de singularización. Tolstoi, por ejemplo, para no caer en el automatismo lo que hacía era describir los hechos como si fueran vistos por primera vez (técnica utilizada en “Guerra y Paz” con las batallas).

En la lengua poética tanto
los componente lexicales,
la disposición de las palabras
y el carácter fónico

son elementos que se utilizan para no caer en la automatización. Según Aristóteles la lengua poética debe tener un carácter extraño y sorprendente.
 
A su vez el ritmo prosaico es un factor automatizante a diferencia del ritmo poético (el cual consiste en ritmo prosaico transgredido).




Playa de Camposoto (San Fernando)





¿UNA POESÍA PURA?


La poesía pura está en el lenguaje no en el tema ni en la arbitrariedad rupturista del ritmo. Remito al lector a los tres artículos publicados con este tema en la web Arena y Cal, revista literaria digital divulgativa.



Insistamos: Poesía pura es desautomatización del lenguaje; o sea, crear, sorprender, no repetir.  No está en el tema, ya sea deleite o emoción, ya sea paisajes o recuerdos, sino que es forma, capacidad de continuar generacionalmente los esquemas literarios por medio de las variedades expresivas. Pero este anhelo de innovar en la expresión tiene un peligro: el disparate o la imagen irracional, recursos fáciles que están al alcance de los que no pueden crear imágenes sorprendentes que convenzan al lector.





Ahora bien, no es la imagen el caballo de batalla del poema. Ya Shklovski rectificó la tesis de Potebnia, que consideraba la imagen como prioritaria en el verso. Él oponía a la imagen o, quizás junto a la imagen, la desautomatización; es decir, liberar el lenguaje de lastres, de repeticiones trasnochadas que se quieren justificar con el interés del tema, pensando por ello que descubren el Mediterráneo de los recuerdos, del sentimiento o de la idea. Con esto tal vez coincida con Mallarmé: “Pinta, no la cosa, sino el efecto que produce”.





A partir de Jakobson se habla de la metapoética como objetivo inmediato del lenguaje literario en poesía, que ya sería un verdadero lenguaje poético, un idiolecto de un poeta afortunado que dé con la clave de un registro creador que deje obsoleto el lenguaje  empleado hasta ahora para escribir poesía, una poesía endeudada con la del pasado a juzgar por su falta de frescura, o bien la obsesión de la modernidad, como si el versolibrismo antirrítmico y la imaginería seudoonírica fuesen un logro a tener en cuenta.

Hemos de considerar por ello que las tentativas de renovación poética, lejos de cualquier despropósito aventurista, está en el lenguaje poético, la capacidad de liberarse del pasado sin abominar de él, sino transformándolo haciendo un uso convincente de su herencia. Como he dicho en otras ocasiones, cito al músico veneciano Antonio Vivaldi: “Reformar y sorprender”.



 De El lenguaje transfigurador (2009)

 ¿QUÉ POESÍA?

                              



Salina de San Fernando (Cádiz)

Autor desconocido


Una poesía que se precie de moderna tiene que tener en cuenta, más por obligación que por cortesía, el esfuerzo de los vanguardistas, que despegaron el quehacer poético de la poesía redicha y falta de emoción literaria y, por supuesto, fácil en su redacción, aunque el autor la presente como una muestra de “comunicación”, ingenua en su intensión de descubrir un mediterráneo de nuevas ideas.

Una poesía moderna, repito, no puede recordar modelos del pasado, como no sea para homenajear a poetas auténticos, verdaderos “auctores”, es decir, que añadieron un nuevo rumbo a la poesía y la sacaron del “culto” al significado de la confesión intimista, la descripción neorromántica, de la “profundidad filosófica” y de los “valores humanos”.

Una poesía moderna reúne unas condiciones que conjugan tradición y vanguardia. No es una poesía que ignora el pasado como si naciera de la pretensión de un ex nihilo aventurero.

Todos los poetas deberían leer un opúsculo tan interesante como escalofriante con respecto a la función de la poesía en la modernidad. Se trata de En nuestro mundo, de Eugenio Montale. Leamos un fragmento del mencionado libro:

“¿Por qué no pintan ya los pintores la figura humana y el paisaje en el que vive el hombre? Porque tras el hombre y tras su real hábitat se halla siempre escondida la insidia de la palabra. Una obra de arte que se pueda explicar, traducir en términos de lenguaje, pertenece aún al viejo mundo, que se hacía la ilusión de explicar, de justificar, de comprender: es una obra que no se mueve, que nace vieja”.

Después de leer y reflexionar este texto, guardé muchos poemas que confiaban en su buena voluntad de comunicar ideas, sentimientos, recuerdos, esperanzas y sugerencias especulativas; incluso otros con talante virtuosista que se amparaban en su funambulismo métrico.

A esto he de añadir las lecturas de Jakobson y Shklovski. Del primero aprendí que la literaturidad incluye el ritmo. Una poesía que no tiene respeto al ritmo, al esquema métrico, es una poesía que usurpa el espacio de la narrativa. Se puede hacer poesía en prosa, pero lo que es realmente poesía tiene su habitación propia, su mobiliario genuino y nunca ha de recurrir a ninguna de sus hermanas para apropiarse de sus rasgos definitorios. El ritmo es imprescindible, es el carruaje donde va la musa a su destino literario, que no es el de otra que ha de bajarse en una estación distinta.

Con Shklovski tuve conciencia del valor del lenguaje, de la funcionalidad de la palabra. Valerse del significado para expresar, para exponer, para comunicar vivencias había sido lo que la tradición literaria había determinado siempre con un más o menos carácter cartesiano. Pero llegó el momento en que el lenguaje se ponía oxidado de tanto uso repetitivo.

Urgía remozarlo con nuevas combinaciones auxiliadas con figuras que ya habían exaltado el futurismo y el ultraísmo, como la metáfora, y anteriormente, la sinestesia, que enalteciera el simbolismo francés, además con verso de Baudelaire.

En esta encrucijada de la creación, me acordé de Oscar Wilde: “El placer superior en literatura es realizar lo que no existe”. Sin embargo, hemos de asumir la casi imposibilidad de crear lo que no existe y hay que asumir el pacto entre le tema del significado y las novedades del significante, que ya había previsto el formalista ruso autor de El arte como artificio.

Teniendo en cuenta, pues, esta tregua a la inquietud creadora, aposté por una poesía en la que “todo permanece”, es decir, como decía Antonio Machado, utilizando palabras de Teresa de Jesús, la santa carmelitana, una poesía inmersa en las “mesmas aguas de la vida”. No creo que haya otros rumbos, si nos olvidamos de las incursiones en los predios lúdicos de las vanguardias.


CONCLUSIÓN

Creo que la poesía tiene que fiarse de las esencias. El poeta es y será siempre considerado por los lectores de a pie como un médium de vivencias profundas y como claves del sentir -y del intuir- humano. (Recuérdense aquellos versos de García Lorca: "Sólo el misterio nos hace vivir / sólo el misterio").

Ése es el río principal que va a la desembocadura de la posteridad; otra cosa es que a ese río vayan a parar pequeños afluentes de otras posiciones poéticas en las que estén implicados las vanguardias, el realismo, el neorromanticismo, el esteticismo, los temas de los Novísimos y la búsqueda de los Postnovísmos. Lo importante y concluyente es, por una parte, la autenticidad. Escuchemos a Nietzsche:

"De todo cuanto se ha escrito, yo sólo valoro aquello que alguien ha escrito con su sangre. Escribe con sangre y te darás cuenta de que la sangre es espíritu".

Escuchemos ahora al escritor colombiano José María Vargas Vila: “...en el poeta todo se magnifica, especialmente: el Dolor; todo Gran Poeta, es un Gran Dolor; y eso, porque sólo el Dolor nos hace grandes". Se refiere a Rubén Darío en la biografía que le dedica.

Gómez de la Serna: "El deber de lo nuevo es el principal deber de todo artista creador" .

Y por otra, presentar esa autenticidad se ha de revestir con un lenguaje ambicioso capaz de rozar el idiolecto enamorado de la función poética:

Pero, como la poesía es también arte, tenemos obligatoriamente que oír lo que dice Plutarco:

”La pintura es una poesía muda y la poesía es una pintura parlante”.

En resumen, creo honestamente que la poesía es un arte y una revelación al mismo tiempo, y esto lo digo a despecho de las vanguardias, que consideraban el arte como un juego intrascendente. Vale la fórmula, pero no pasa de ser solamente un introito a la poesía verdadera, la que le gana la batalla al tiempo y se lee después de que hayan muerto los críticos que un día enaltecieron o menospreciaron al poeta de la poesía que estamos avistando en una lontananza de futuribles literarios.




   


              










































                              














lunes, 26 de agosto de 2019

POESÍA LLANA CONTRA POESÍA OSCURA




Este taller está orientado a la distinción entre el lenguaje recargado de adjetivaciones raras y comparaciones metafóricas y el registro elegante pero sencillo. El primero está motivado por las intenciones del autor de ofrecernos un texto difícil en el que se desarrolla un tema más sugeridor que directo porque quizá lleve un mensaje para muy pocos. Góngora se vanagloriaba de que escribía para poca gente y, además, muy preparada. Lope de Vega, por lo contrario, se consideraba un poeta llano, aunque también escribía imitando al poeta cordobés para parodiarlo.

Esta alusión nos sirve para adentrarnos en la responsabilidad de nuestros recursos léxicos. En principio, parece que el poema “oscuro” es de alta calidad y que el sencillo es de menos valor literario, pero, a la larga, nos damos cuenta de que el término medio es, como siempre, el gran vencedor de la polémica. Y ese término medio es el que han empleado los mejores escritores españoles. Ahora bien, cuando un autor ha querido dirigirse a un público determinado ha tenido que medir bien las distancias y emplear un registro adecuado. El olfato lo es todo y un verdadero escritor sabe cuándo, cómo y dónde debe hacer un correcto uso de sus recursos. Si se escribe un soneto amoroso con términos retóricos se verá la insinceridad del autor. Lo mismo ocurre con un poema de fervor religioso o un romance dedicado a elementos de la naturaleza. Este empleo de los vocablos denota la madurez poética del que escribe.

Veamos un ejemplo contemporáneo. Juan Ramón comienza siendo un poeta de expresión “desnuda” imitando el Romancero y a los poetas más próximos a la tradición española, como los del Cancionero y santa Teresa. En una segunda etapa, complica su estilo con la influencia modernista, pero dentro de un elegante nivel accesible a lectores medios. En su última fase, como en Dios deseado y deseante y La estación total, su poesía hace gala de una economía verbal restrictiva y de auténtica sensibilidad aristocrática. Él la llama la poesía “pura”. A mi entender, ciertos poemas de La estación total son cimeros de la lírica española.

Ahora entremos en Miguel Hernández. Dice María de Gracia Ifach, la prologadora de la Antología de Losada que su verbo poético es estremecedor. Miguel, a pesar de la influencia de Aleixandre y de Neruda, asimila y sintetiza con genio propio hasta elevarse por encima de sus maestros en algunos momentos.

Ya en las generaciones de postguerra, tenemos dos poetas que siguen la tradición del lenguaje medio, que está entre la elegancia y la concesión. Blas de Otero y Pablo García Baena, dos poetas distintos; el uno de intención social y el otro cultivador de un esteticismo intimista. Jamás estos dos poetas sobrepasan el nivel de un estilo sobrio y al mismo tiempo estrictamente literario. Es la continuidad de la línea de la poesía española, consecuente con un realismo que parte del Romancero y el Cancionero Lírico Tradicional, si bien Lope de Vega será el definidor de esa poesía que llega al público medio y lo convence con romances, letrillas y sonetos para aprender de memoria. A diferencia de la poesía francesa e italiana, cultas y de destinatario minorista, la hispana es más popular, y si tiende a más altos niveles de recepción, no pasa de un prudente término medio.

Tomado de Arena y Cal número 128

LENGUAJE Y POESÍA



 
Se dice que la poesía ha estado siempre a la vanguardia de la expresividad, del logro metapoético, señalando con ello nuevos caminos a la emoción lingüística más allá del uso desgastado y cotidiano de la lengua.

A partir de Bally, Vossler y Croce la Estilística se ha convertido en una parte muy importante de la semántica. Para un poeta como Neruda, a partir de sus Cien poemas de amor y una canción desesperada, incluso desde Crepusculario, la preocupación por la ruptura con el estilo anterior, el de los modernistas, herederos, al fin y al cabo, de los románticos y parnasianos, se hace bien notable. También podríamos citar aquí a César Vallejo y, por supuesto, al Juan Ramón Jiménez del Diario de un poeta recién casado. No se olvide que la Generación del 27, teniendo en cuenta su punto de partida desde las vanguardias y la égida del onubense universal, abrió la puerta a la modernidad de la poesía en el doble aspecto de la comunicación: la forma métrica y el lenguaje.

Sin embargo, y a pesar de que la generación del 36 y la primera y segunda de las postguerra (exceptuando al Postismo y al Grupo Cántico), se despreocuparon de ahondar en el filón de la lengua poética, si exceptuamos también a Miguel Hernández, la llegada de los Novísimos supuso un anhelo de réplica contra la llamada “poesía social”, atenta más a los contenidos que a la expresión.

El afán de innovar en los modos del decir ha obsesionado a muchos poetas que no se han conformado con sus limitaciones y han convertido sus poemas en desconcertantes laberintos de palabras, intencionadamente ininteligibles para hacer la obra mucho más enigmática e interesante. Pero la realidad es otra. la realidad pasa, como siempre ha ocurrido, por una renovación prudente en la que no se pierde la lógica ni tampoco ésta se adueña del texto haciéndolo discursivo y condenándolo a la indiferencia de los lectores exigentes.

Escribir significa hoy crear; ahora bien, esta creación no debe quedarse en un deseo desordenado de novedades expresivas para sorprender a los lectores (si los hubiere de poesía, claro está), sino más bien alternar experiencias esenciales y competencia de comunicación.

Sabemos muy bien que la poesía no es un arma cargada de futuro, como dijera Celaya, pero tampoco es (o, por lo menos, no lo es siempre) un juego de palabras en el que un poeta luce su ingenio para asombrar a “los cazadores de talentos rupturistas”.

Para los vanguardistas fue muy fácil llamar la atención de los historiadores de la literatura ya que se rompía con una tradición compacta y relativamente invariable. El metro libre, la huida de la adjetivación ya manida y la sintaxis ilógica bastaban para presentar un texto como innovador. Hoy día se sigue haciendo, y me parece bien que se haga hasta el infinito si ello lleva a forjar textos interesantes en los que el poeta, además de la exhibición lúdica, une a ello la presentación comprensible de su obra en sociedad. La falta de sentido puede inducir a que el autor no va más allá de la ruptura y se contenta con patalear ante la semántica y la forma métrica consagrada como un signo de impotencia de quedarse a mitad de camino entre el propósito de renovar y la imposibilidad de situarse en un término medio: tradición puesta al día o neovanguardismo semirracionalizado.

Por lo contrario, un auténtico creador se sentirá tentado a llevar la modernidad expresiva a las formas rigurosamente versales, incluso a las más cerradas, como una triunfante fase subsiguiente de la historia de la literatura.

La poesía de nervio más actual sigue la pauta de A. Machado: “Ni mármol duro ni eterno,/ ni música ni pintura,/ sino palabra en el tiempo”. El poeta sugiere más que dice explícitamente; insinúa la poesía, pero no la sitúa; se atiene más a la intuición que al discurso claro y narrativo; hace señales, pero no se define con total claridad; esto es cosa de textos periodísticos o jurídicos; la poesía, por lo contrario, es un guiño, una llamada imprecisa, una señal más que una confesión.

Pero romper el mármol no significa que la forma métrica exigente no se cultive; lo que ocurre es que llegamos a lo que dijimos antes: poner la tradición lingüísticamente al día requiere un cierto talento. No nos encolericemos con los poetas que se quedan entrenándose con sus eternos juegos malabares para rendir un día a los hambrientos de novedades rupturistas y buscadores de jóvenes poetas geniales.

Tomado de Arena y Cal número 126

EL AUTO SACRAMENTAL







Sabemos que el auto sacramental es un género dramático típico de la España Imperial. Deriva de las formas del teatro litúrgico y sacro de la Edad Media. Resumiendo la definición, podemos decir que el auto sacramental es una obra dramática, en un acto, de sentido alegórico, y referente al misterio de la Eucaristía. Se representó en las fiestas del Corpus Christi y fue una forma de la expresión católica de la fe, frente a las innovaciones de la reforma luterana. Es, por tanto, a partir de esta época cuando tiene una presencia viva entre los creyentes de la catolicidad. Dejando atrás múltiples pormenores, continúo diciendo que fue Carlos III quien decretó su prohibición allá por el 1765, época en la que los autos arrastraban una vida lánguida y decadente.

A pesar de que la exaltación de la Eucaristía era el tema central, otros motivos enriquecieron también la nómina de los autos -Sagrada Cena, vida de santos, episodios del Antiguo Testamento, parábolas evangélicas, sucesos históricos, incluso asuntos sacados de la mitología.

Era la alegoría el principal recurso con el que se conseguía abundantes personificaciones, además de la plasticidad y los elementos escénicos complementarios; de este modo el pueblo llano y en escenario montado ex profeso, al aire libre y en pleno día, captaba las abstracciones, las ideas puras que aquellos juegos alegóricos encarnaban -el Eterno, el Hombre, la Fe, la Gracia, la Esperanza, el Pecado, la Virtud, el Vicio, la Culpa, etc.-; así pues, este medio didáctico de hacer comprender las esencias religiosas cobraba una fuerza considerable.

Pero vayamos a lo que motiva este artículo. La celebración de la Eucaristía era con estas representaciones una apoteosis que calaba en la sociedad y por esta misma exaltación el sacramento se hacía más presente, se imponía como cumbre de la vida cristiana, afirmando a su vez el dogma de la Transustanciación, puesto en peligro por aquellos días con la efervescencia luterana en Europa y en puntos clandestinos del imperio que regentaban los Austrias. Los románticos reivindicaron la importancia y la belleza del auto sacramental, y en nuestros días es particularmente estimado, incluso se utiliza su estructura teatral para representar otros problemas de carácter laico y relacionados con la problemática del mundo actual.

Pero el verdadero auto sacramental, como lo dice su denominación, habrá que buscarlo siempre en las postrimerías del siglo de oro, y concretamente, en Calderón de la Barca. Gran actualidad la del auto, porque encierra verdades que no pasarán de moda, ya que afectan a la vida humana mientras que ésta sea lo que hoy es. Oigámosle: "No olvides que es comedia nuestra vida /y teatro de farsa el mundo todo/, y que todos en él somos farsantes/; acuérdate, que Dios, de esta comedia/ de argumento tan grande y tan difuso/ es autor que la hizo y la compuso".

Quizá no estemos de acuerdo con que Dios sea el que manipula como quiere a los personajes; eso sería un determinismo teológico peligroso para quien así lo creyese, ya que Dios sería responsable de los males que acontecen en la tierra. Sin embargo, los temas de que tratan los Autos siguen siendo de ahora, si personificásemos las ideas que mueven al hombre, aunque actualmente otras ideas contemporáneas como la Angustia, que pusieron de moda los existencialistas, la Incertidumbre, la Frivolidad, el Agnosticismo, la Prisa, el Consumo, también el Miedo (al terrorismo), etc., puedan convivir con las ideas vivientes de Calderón.

Tomado de Arena y Cal número 124

LOS LIBROS







Hace unos meses, con motivo de la inauguración de la última Feria del Libro, se celebraba a su vez el 80º aniversario de la institución García Bozano como librería en la Isla.

Algunos de los que estuvimos en el patio del Ayuntamiento recordando este feliz evento, hacíamos evocación de los años cincuenta, en que salíamos del Centro Obrero con la entusiasta obsesión de ver en los escaparates, entonces laterales conforme se entraba en el local, para comprobar si ya estaban los números siguientes de El Guerrero del Antifaz, El Hombre de Piedra, Roberto Alcázar y Pedrín, El Cachorro, F.B.I., El Terremoto, El Pequeño Luchador...

En otras ocasiones, retrocedíamos hasta Foncu en la calle que popularmente se llamaba Vidal, con sus dos escaparatitos de madera y cristal adosados a la pared de la calle como guardando escolta en cada puerta, a la que se accedía subiendo dos escalones, si no se me emborrona la memoria ahora mismo. Eran tiempos felices para esos niños que no tenían otra preocupación que bajar a toda prisa la escalera del Centro, al salir de las clases de la planta alta y, como un disparo certero, buscar las novedades de los tebeos, que la literaria cursilería anglófila de los poetas Novísimos llamaron después comics.

Los tebeos, paralelos a los Cuentos de Hadas, como los de la colección Azucena, para las niñas, fueron para muchos un primer peldaño para acceder a los libros. Se dice con frecuencia que en Andalucía, la patria primigenia de los Séneca y Lucano proyectados hacia Roma y la de Juan de Mena y Góngora, grandes recreadores del léxico de la lengua española, se lee poco con respecto a las comunidades más a la cabeza en este menester cultural. Tal vez sea cierto. Sin embargo, las Ferias se esfuerzan en sacar el libro de las librerías y ponérselo ante los ojos al transeúnte que no suele pisar un comercio donde se vende libros. La decisión depende ya de cada uno. Pero, como por aquí abajo somos muy dados a criticar a las instituciones acusándolas de que no hacen nada, es buen momento éste para recordar que la afición a la lectura es una iniciativa de exclusivo arranque del ciudadano.

Podríamos llenar de citas el artículo haciendo propaganda de los beneficios del placer -y el deber en una sociedad democrática- de leer, pero voy a resumir en una décima, publicada en la Feria de 1993, en San Fernando Información, lo que el libro significa, expresado con asequible sencillez:

Lector: el libro es ventana
para asomarte a la historia,
y él es también la memoria
que va de ayer a mañana.
Su palabra nunca es vana
y de la idea es partera,
de ignorancia te libera
y tu soledad divierte.
Puede mejorar tu suerte
y, siempre amigo, te espera".

Tomado de Arena y Cal número 123


123

LA REVOLUCIÓN DE LOS ISMOS





La revolución de los ismos tuvo como finalidad romper con el estilo academicista y pomposo del siglo XIX. Los poetas jóvenes, ansiosos de novedades, sentían como suya la insatisfacción de los artistas en general por hallar nuevos cauces expresivos a sus ambiciones artísticas. A esta inquietud hay que sumar el impulso del psicoanálisis, que pretendía renovar los conceptos de educación y sexualidad que se mantenían hasta entonces. No se puede eludir la importancia de las nuevas tendencia socialistas y marxistas como aspiraciones innovadoras de los comportamientos económicos y sociales.

Pero en lo que atañe a la literatura, su interés está en el ansia desbordada de la nueva generación por desvincular el texto poético o prosístico de todo lo que lo filiara con una visión burguesa de la vida y del arte. Es decir, había que zarandear el árbol del lenguaje y los recursos retóricos para dejar solamente las ramas y los frutos más frescos y prometedores. Los adjetivos fueron los más perjudicados, así como las metáforas y las comparaciones.

La obra de los poetas modernistas, floreciente a principios del siglo XX, comenzó a ser tenida como desgastada y retórica (tomando esta palabra como sinónimo de hueca y falsa también). Para un poeta joven de la nueva hornada emplear adjetivos y símiles ya utilizados era como un oprobio de cara a sus compañeros de grupo. La lucha con el lenguaje se hizo titánica hasta el extremo de pactar con expresiones próximas al disparate antes que sucumbir al regusto por la frase hecha y manida, heredada de otros poetas que a su vez estaban faltos de anhelos de creatividad y hacían uso de los lastres sin ningún escrúpulo de buen poeta y escritor decente.

El Neruda joven hizo grandes esfuerzos por transformar sus primeros poemas y liberarlos de la contaminación modernista, como también lo llevó a cabo el César Vallejo maduro. Vicente Huidobro con su libro Altazor señaló un momento de ruptura con el pasado. Así también lo hicieron poetas como Gerardo Diego y Juan Larrea. Pero estos intentos de renovación tuvieron herederos fructíferos como los poetas del 27 en su totalidad, que no fueron del todo revolucionarios, pero sí propiciaron unas entregas poéticas que han sido el pórtico de la literatura española contemporánea, sin duda precedidos por las nuevas orientaciones de Juan Ramón Jiménez.

Tenemos, en resumen, las siguientes conquistas:

-Huida de toda adjetivación manoseada y de las metáforas y símiles ya archiconocidos.
-Visión más lúdica de la creatividad sin gestos altisonantes, propios del poeta romántico.
-Triunfo del verso libre y del verso blanco, por encima de la rima y de la estrofa clásica a ultranza.
-Huida de los temas trascendentes y de las honduras líricas, así como de las delectaciones paisajísticas.
-Anteponer el valor y el efecto de la palabra al poema métricamente bien hecho, tal vez recordando aquello de A. Machado: “Ni mármol duro ni eterno, / ni música ni pintura, / sino palabra en el tiempo”.
-Sugerir más que definir. Eliminar el carácter narrativo y dotar al texto poético de una atmósfera de “misterio”, de lo inefable, siempre lejos de toda pista de realismo discursivo.

Tomado Arena Y cAL número 127



TEORÍA DE LA PALABRA






 
Las filosofías se han interesado por el valor de la palabra y su protagonismo en el oficio del lenguaje.

Hay una concepción convencionalista que considera a la palabra como un elemento nada más de expresión sin ningún trasfondo procedente de otras intenciones como no sean las estrictamente locutivas para significar prácticamente. O sea, una palabra-herramienta.

La teoría espiritualista va más allá de la mera significación, el mero reflejo del pensamiento como espejo de la cosa, de la realidad circundante, y cree adivinar detrás del sema que configuran los morfemas, una intención con trasfondo espiritual. Este trasfondo procede a su vez de una realidad inefable, de donde emanan los universales del realismo filosófico de la filosofía escolástica.

Esa ultimidad inefable no se expresa sino por atisbos, relámpagos rápidos que motivan palabras y construcciones a veces metafóricas que despiertan un gran interés en los lectores.

Hay tres planos:

- La construcción sentenciosa.
-la construcción metafórica.
-la construcción superrealista (por encima de la realidad usual, e incluso de la metafórica, y que emplea las palabras como símbolos no estrictamente metafóricos, aunque se valga en ocasiones, y como secundariamente, de la metáfora).

Ese simbolismo insinúa un mundo íntimo cuyo discurrir escapa al mismo individuo, y sólo es conocido tangencialmente por medio de motivaciones decantadas en vocablos que despiertan la sospecha de su trascendencia, o sea de otro mundo, aunque, como decía Paul Eluard, “están en éste” (“Hay otros mundos / pero están en éste”).

Una norma imprescindible e inolvidable para un poeta creador ha de ser las que, en conjunto, adoptan los surrealistas y que van en contra de sus opuesta, por considerarlas como propias de una clase social advenediza que carecía de sensibilidad y se revestía de anhelos de buena clase en los salones musicales, museísticos y literarios: NO COINCIDIR CON LAS DENOMINACIONES YA LEXICADAS, PROPIAS DE LA MENTALIDAD BURGUESA, QUE SE ARRELLANA EN LOS TÓPICOS MANIDOS Y FALTOS DE PERSONALIDAD. LA RUPTURA ES TOTAL Y DE ORIENTACIÓN EXCLUSIVAMENTE CREADORA. UN VERSO O UNA LÍNEA SIN ORIGINALIDAD ES TRABAJO PERDIDO. ES REPETIR A LOS DEMÁS.

Tomado de Arena y Cak número 133




 

LA MUERTE Y LA MODERNIDAD



La frivolidad del mundo contemporáneo animada por los medios de comunicación de la imagen televisiva y el cine han condicionado ciertas actitudes ante la vida. En otra época solamente teníamos la radio. Los entierros eran de carruajes de fúnebre pomposidad y la habitación donde permanecía el difunto era desnudada de cuadros y cortinajes, con pequeño altar funerario a un lado o enfrente del cadáver, velatorio y luego largos lutos... Eran años de carestía, de fiado en las tiendas, de remiendos y diteros. La visión de la vida estaba a tenor de como se vivía. Parece que el sufrimiento y la lucha ante los obstáculos propicia una concepción dramática de nuestro vivir, incluso marca con un sello de experiencia trágica ante la que no vale para nada una fe ingenua en la providencia del buen Dios, sino que más bien se da el fenómeno contrario, como en el soneto de Blas de Otero, el gran poeta lírico de la España de posguerra ("Basta. Termina, oh Dios de malmatarnos. / O sí o no, déjanos precipitarnos / sobre Ti...")

En resumen, lo que vengo a decir es que las épocas moldean a las grandes masas como les es conveniente a los demagogos de la publicidad del momento. Ese demiurgo de las conveniencias empieza siendo el Tiempo mismo con sus crisis espirituales; luego vienen los avispados -políticos, cineastas, escritores, filósofos a ras de suelo, artistas, modistos...- y entre todos, como en una rentable complicidad, determinan qué debe creer la gente, cómo debe comportarse, cómo debe vestir, cómo debe divertirse, qué debe ver en las pantallas, la pequeña y la grande...

La muerte se ha convertido en el trámite de desaparición legal de un cuerpo sin vida. Ya no tiene, por lo menos en amplios sectores de las muchedumbres, aquel trance patético que transformaba las vidas interiores de muchos dolientes. A juzgar por estas impresiones me pregunto: ¿Es que somos tan creyentes en el más allá hasta el punto de no darle importancia a esa estremecedora postrimería? Por supuesto que esta interrogación no es la apropiada para nuestra época, para nuestro consumidor y acomodado Occidente que opta por un epicureísmo barato, un irrenunciable disfrute que inspira en el subconsciente colectivo la idea de que goce y éxito son las dos consignas de la actualidad y se ríe de que "se están perdiendo los valores espirituales y morales". ¿Se oye en la televisión comentarios en torno a esos valores que han regido durante siglos la vida o más bien se nos ametralla la atención con los dimes y diretes de gente insignificante envueltas en anécdotas a menudo inmorales? En una sociedad como ésta, la muerte es un tema tabú al que ni siquiera se debe aludir.

No es de extrañar que la muerte de un ser querido e irreemplazable (como lo son casi todos los muertos) tenga en nuestros tiempos de mucho ajetreo, mucha televisión frívola, confort y ligereza de ideas una resonancia fácilmente neutralizable.

Cuando una sociedad carece de vida interior, se ha embotado y ya vive al día llegando a la vulgaridad, a la despersonalización y a la pérdida de la propia estima. El poeta Cavafis esperaba a que vinieran los bárbaros otra vez...".

¡Pero los bárbaros ya están aquí llenando los televisores, la vida pública y los supermercados, señor Cavafis!

Tomado de Arena y Cal número 116

sábado, 24 de agosto de 2019

SONETOS ANDALUCES


¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?
Rafael Alberti


Los tuyos te vistieron de oropeles
en medio de la fiesta y su ruido.
Toda envuelta en alegre colorido
y guiño de espejismo con caireles.

Novia para hipotéticos donceles
de los que ni siquiera uno ha venido.
Arráncate tu velo y tu vestido.
Llora y muerde el revés de estos papeles.

Oh tierra mía para el casamiento
con ese novio que es tu salvamento,
pero que nunca a desposarte baja.

Aguardando tu boda envejeciste
y hoy estás acabada ya y tan triste,
que servirá tu dote de mortaja.

De Prohibido paraíso (1979)


LECCIÓN DE HISTORIA


Era una joven cándida y morena,
echada junto al mar, frente al ocaso.
Fenicios y romanos, en traspaso;
al fin, cristiana, y antes agarena.

Todos le daban una enhorabuena
y nadie estuvo, por azar, de paso.
Su oro solar, filón jamás escaso;
todos vinieron a explotar su vena.

Hijos tuvo de todos. Su tesoro
de hermosura fue pena y deterioro:
tras de la pandereta, la agonía.

Aprendió en soledad a hacerse vieja
y en cante y llanto acrisoló su queja.
Dicen que se llamaba Andalucía.

De Baza perdida (1995)


EL SUR, MÁGICO SUR, MADRE Y MAESTRA…

El Sur, mágico Sur, madre y maestra
de la alucinación y el llanto oculto.
El Sur, atrás y anónimo, es un extra
de la Historia, perdido en el tumulto.

Cadáver gloriosísimo, insepulto
sobre la pira, generosa muestra.
Desde lejos, hermoso y ciego bulto,
misterio de una fábula siniestra.

Es columna de humo, persuasiva;
hace llamadas desde el puro acaso
y a lo bello se da como evasiva.

No culpo a nadie de este gran fracaso,
pero sé que mi Sur mira hacia arriba,
mira hacia arriba y nadie le hace caso.

De Memorial para el viento de levante (1995)


ANDALUCÍA, ¿DÓNDE TU POETA?


Andalucía, ¿dónde tu poeta,
abúlico a la sombra de la parra
tocando desganado su guitarra
de quejío con lengua analfabeta?

Andalucía, rompe esa peineta
que el corazón por dentro te desgarra
y el viejo pensamiento desamarra,
que es nudo de leyendas que te aprieta.

Andalucía, ponte en pie y sonríe,
mirando a oeste y este y centro y norte
como nave que vira al abordaje.

¡Canta victoria y no fracaso, y ríe;
que haya, al fin, un poeta que te exhorte
que en lucha y lauro trueques tanto ultraje!

De Subsur y otras lamentaciones insomnes (2008)



28 DE FEBRERO. BRINDIS ANDALUZ


No diré aljibe, reja, sol ni almena,
ni feria, castañuela o sevillana,
ni Alhambra, ni Giralda, ni sultana,
ni capote y clavel sobre la arena.

No diré romería ni verbena,
ni macetas, ni tiestos en ventana,
ni guitarra, palmitas, ni jarana,
ni patio con jazmín y yerbabuena.

Hablo del paro, un cristo miserable,
la emigración, que es virgen lacerable,
y el analfabetismo como un sino.

Perdona, Andalucía. Ante ese ultraje,
hoy, al revés, te ofrezco mi homenaje
y te lo brindo con un triste vino.

De Subsur y otras lamentaciones insomnes (2008)


SONETO IRÓNICO PARA LLORAR Y ENGRANDECER EL SUR


Yo soy el andaluz, soy el gracioso
que hace reír a todos cuando habla.
Llevo un teatro mímico en las tablas
de un corazón que es fresco y generoso.

Si curar quiero el paro deshonroso,
salgo de Andalucía. A rajatabla
esa necesidad me desentabla
del teatro dramático y chistoso.

Nadie me gana a ufano y laborante
cuando me comprometo, yo que un día
con cantar y bailar tuve bastante.

Mas quien crea que hice apostasía
de lo que fui, que escuche ahora mi cante,
que es hacer una nueva Andalucía.

De Subsur y otras lamentaciones insomnes (2008)


ANDALUZ EN LA EMIGRACIÓN


Llevas el aire frío de la sierra
y el apacible verde del olivo,
y el rezongar del litoral nativo
y el patio que el recuerdo desentierra.

Al poco tiempo, ya amas esa tierra
que te hospeda, y te sientes transitivo:
te das en un sudor afirmativo
que trueca en bien el mal que te destierra.

Te acompaña, recóndito, ese duende
que te nació en la sangre y se rebela
cuando te aprieta la nostalgia un día.

Relámpago dormido que se enciende
cuando, azul y caliente, se revela
a quien lleva en su entraña a Andalucía.