He
encontrado este trabajo sobre poesía pura en interné y es mi deseo, dado que me
parece muy bueno por su sencillez expositiva y su justeza, tomarlo para mi
blog, donde he subido artículos preocupados por el estilo poético. Confío en
que la autora admita mi decisión.
DEPARTAMENTO
DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA LITERATURA
UNIVERSAL 2º BACHILLERATO
Profesora: Laura Martínez Hernández
LA
POESÍA PURA
En
los primeros años del siglo XX se puede hablar de la existencia de una
corriente “postsimbolista” llamada poesía pura. Se trata de una corriente
poética que presta más atención a la forma que a los sentimientos y que elabora
una poesía en la que se propone la introspección y la reflexión acerca del
poder del lenguaje.
Su rasgo más característico es la utilización
de un lenguaje ajeno a la lógica, lo que posibilita que los poemas puedan
presentar un significado ambiguo y múltiple. Por ello, el lector debe dejarse
llevar por la sugestión que le despiertan las palabras y las imágenes empleadas
por el poeta. De ahí que se pueda hablar de una poesía hermética, que busca la
expresión de lo esencial, lo trascendente y lo metafísico.
La poesía pura se
puede considerara como una continuación y una evolución de los movimientos
vanguardistas anteriores, con los que comparte, por ejemplo, el rechazo del
Modernismo y el gusto por la metáfora. Lo que ocurrió fue que, después de los
excesos cometidos por algunos vanguardistas, se hizo necesaria una “depuración”
que llevara al equilibrio y a devolver a la poesía el lirismo del que se la
había despojado. Por eso, se considera que es necesario eliminar de la poesía
todo lo que no sea lírico, incluyendo una contención de las emociones y los
sentimientos.
En la poesía pura se huye de las palabras rebuscadas, exóticas o
preciosistas y se despoja al lenguaje de la ornamentación retórica. No
obstante, se usa con frecuencia la metáfora. Al mismo tiempo, se tiende a
simplificar al máximo las conexiones gramaticales y los nexos sintácticos, para
dotar al poema de una mayor concentración y una mayor rapidez. Se concede,
igualmente, una gran importancia a la adjetivación. Se vuelven a utilizar
estrofas clásicas como el soneto, la décima, la silva y la octava. Principales
representantes de la poesía pura:
Francia: Paul Valéry (1871-1945) es considerado como uno de los mayores
representantes de la poesía pura, con la publicación de El cementerio marino (1920), un extenso poema escrito en versos
elegantes y de estilo clásico. Para Valéry, el trabajo del poeta es similar al
del orfebre, pues busca la perfección formal despojando a su obra de todo lo
accesorio y retórico.
Inglaterra: El irlandés William Butler Yeats (1865-1939) escribe una poesía que
gira en torno a dos motivos centrales. En un primer momento, lucha por la
defensa de la identidad nacional y la independencia de Irlanda frente a
Inglaterra. Muestra un gran interés por las leyendas y el folclore de su
tierra, como ocurre en El viento entre las cañas (1899). Posteriormente, ya en
su madurez, su poesía se centra en las preocupaciones espirituales y en los
misterios psíquicos y sobrenaturales. Buen ejemplo de ello es La torre (1928),
en donde recoge sus preocupaciones intelectuales y místicas y su nostalgia del
pasado.
Norteamérica: T. S. Eliot (1888-1965), fue un aristócrata norteamericano,
ensayista, poeta y dramaturgo, que obtuvo la nacionalidad inglesa. En su obra
poética La tierra baldía (1922), ofrece un panorama desolador de la Europa
posterior a la primera guerra mundial y reflexiona sobre el destino del ser
humano.
Tras su conversión al catolicismo, ofrece una
visión menos pesimista sobre la civilización en libros como Cuatro cuartetos
(1944).
Portugal: El portugués Fernando Pessoa (1888-1935) fue poeta solitario y
retraído, que recurrió a varios heterónimos (otros «yoes» diferentes a él, con
vida, personalidad y obra propias) para expresar sus diferentes creaciones
líricas y sus sentimientos. Incluso llegó a inventar la biografía de esos
heterónimos. En prosa escribió su famoso Libro del desasosiego, mezcla de
diario, ensayo y prosa poética. Su obra poética fue recogida, después de su
muerte, en varios libros, como el titulado Poesía de Fernando Pessoa (1942).
Grecia: Konstantinos Kaváfis (1863-1933) escribió tan sólo unos ciento
cincuenta poemas que no publicó en libro, sino que los repartía en hojas
sueltas entre sus conocidos. Atraído por el pasado, canta a personajes de la
historia y la leyenda clásicas, como a los héroes de la Ilíada, como ejemplo de
la fugacidad de la vida y el amor.
España: La desnudez sentimental de la poesía pura tiene en España a un
auténtico maestro, Juan Ramón Jiménez, que marcará los primeros pasos de los
poetas del 27. Así, la aparición en 1916 del poemario en verso libre de Juan
Ramón Jiménez Diario de un poeta recién casado marcará un hito en la superación
del Modernismo y el inicio del canon de la poesía pura. Y otro tanto cabe decir
a propósito de su libro Eternidades (1916-1917) y de su Segunda antolojía
poética (1922), en donde habla de la “poesía desnuda”.
Entre
los poetas de la llamada Generación del 27 que cultivaron, aunque de manera
esporádica, la poesía pura, hemos de citar el caso de Pedro Salinas
(1891-1951), uno de los máximos representantes de la poesía pura, quien
prescinde de lo superfluo y lo anecdótico, para mostrar la realidad íntima de
las cosas, la pura esencia. Así lo podemos apreciar en sus primeras obras
Presagios (1924), Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931) y en poesía
conceptual, esenciada, de la trilogía amorosa La voz a ti debida (1933), Razón
de amor (1936) y Largo lamento (1936-1939). Junto a Pedro Salinas, destacamos
los casos de Jorge Guillén (1893-1984) y su obra Cántico (1928); Dámaso Alonso
(1898-1990), con sus obras Poemas puros. Poemillas de la ciudad (1921) y El
viento y el verso (1925); Luis Cernuda (1902-1963), con Perfil del aire (1927)
y Vicente Aleixandre (1898-1984), con Ámbito (1928). El cultivo de la poesía pura comenzó a
decaer hacia 1930. Las convulsiones histórico-sociales que azotaron el mundo a
partir de la crisis de 1929 (los fascismos, la preparación de la Segunda Guerra
Mundial, la crisis económica que hace tambalearse al capitalismo, etc.)
llevaron a una rehumanización del arte que, en el terreno de las vanguardias,
tuvo su base en el Surrealismo.
La irrupción de la poesía surrealista implicará
un viraje en la concepción del quehacer poético que comienza por rechazar el
concepto de poesía pura. Con la entrada de la década de los 30, que en España
vivirá la Segunda República y la Guerra Civil, se empezará a hablar de lo que
Neruda califica, en su revista “Caballo verde para la poesía”, como poesía
impura, una poesía manchada de sudor, lágrimas y humanidad.
Así lo veremos en
poetas como García Lorca a partir de Poeta en Nueva York, en Cernuda, Alberti,
Emilio Prados o Vicente Aleixandre, cuyo poemario La destrucción o el amor
(1935) marca un hito en el surrealismo español. Y pronto, con la amenaza y la
llegada de la Guerra Civil, muchos de los poetas del 27 convierten su poesía
impura en poesía comprometida, un compromiso que llevará a muchos al exilio.