Anacreonte, tú, cantor de fiestas,
animador de cortes y simposios,
maestro de la cítara y el vino
y enhebrador de versos exultantes,
tan diferente de Teognis, triste,
pues ve a la aristocracia empobrecida,
y se obsesiona con oscuros Hades
yendo del desengaño a lo funéreo;
los dos sois emisarios de la vida,
cada uno en distintos recorridos:
tú exaltas la embriaguez de lo instantáneo
y él lamenta lo breve de ese instante.
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