lunes, 10 de junio de 2024

POÉTICA DE URGENCIA

 

¿Por qué una poesía con nuevos hallazgos semánticos y desautomatizada de lastres oxidados?

 

-Porque esa poesía no emociona y suele abusar del significado sin esfuerzo por remozar el discurso poético dejándose llevar por construcciones ya lexicalizadas.

 

¿Cómo se consigue esos nuevos hallazgos que den una nueva fisonomía poética al texto?

 

-La poesía ha de ser una pintura parlante, como decía Plutarco ayudándose de:

La metáfora —futuristas, ultraístas—,

la sinestesia —el simbolismo—,

el onirismo y el quiebro sintácticoSurrealismo—,

sugerir más que explicar, o sea, rodeos —Mallarmé

la poesía igual a creación —Wilde

 ayudan a una recreación del texto poético, dejando atrás  los lastres sociales o líricos de la poesía tradicional, que confiaba toda su valoración al significado —divagaciones, descripciones, sondeos introspectivos, exaltaciones eróticas o amorosas, seudofilosofía, denuncia o autosatisfacción burguesa con regularidad sintáctica de funcionario, etc.— sin pensar en la crisis que ése ha sufrido en el mundo contemporáneo—Montale—.

 

-¿Por qué el poeta ha de salvar estos escollos de frases hechas, escritura lineal convencional y actitudes poéticas obsoletas?

 

-Porque la madurez del hombre contemporáneo le lleva a nuevas búsquedas dentro del laberinto de su conciencia 

—“Hay otros mundos pero están en éste”—Eluard—, y ello le abre a nuevas indagaciones acerca de los fenómenos de su conocimiento, teniendo en cuenta que un cambio psíquico determina un cambio en el estilo —Spitzer.

 En cuanto al tema, ¿cómo olvidar la frase del poeta parnasiano Leconte de Lisle?

  “Sólo hay poesía en el deseo de lo imposible y en el dolor de lo irreparable”.

 


        Veamos este texto poético

 

     UN CUERPO DESHABITADO

 

                    Desocupas tu cuerpo de consumo

dejándolo al olvido de un andén

de los muchos silencios de la vida,

tú, que hiciste un mercado de tus ojos,

feria con los racimos de tus senos,

del pubis la diana de apetitos

y de tu cama, yunta de trabajo,

un breve paraíso de alquiler.

 

                 Llevabas como un terco palimpsesto

el recuerdo sangrándote de infancia

violada en un rincón de turbulencia

por manos como garfios endulzados

bajo un señuelo, fronda del engaño.

 

Asumiste con férula de sino

el pasado tal como una divisa

en el cuello mortal de tu memoria,

y enarbolaste a un viento de infortunio

la sonrisa con miel profesional

y palabras marcadas por el uso

con disimulo de un hedor de penas,

el abrazo de elástica costumbre,

la exhibición artera de un tesoro

que iba expoliando el azadón del tiempo,

modesta fonda de aire provinciano

para viajeros de pasión con prisa,

peregrinos por rutas de su hastío,

tratantes de manidas circunstancias,

sedientos de algún ocio pasajero

que abrevan en tus aguas de miseria

un sorbo de volátiles respiros

que escupen luego, ahítos de desidia

(menos yo, que dejé sobre tu tedio,

además del billete, unas palabras

que te dieron calor por un instante,

que tú quisiste retener con ruegos

en el mudo pretil de tu mirada).

 

El humo del tabaco fue aureola

a tu heroísmo de engarzar clientes,

y la copa, el fervor del incensario,

mientras pensabas en tu hijo, puente

para salvar los ríos del suicidio,

heroína en desvanes de epopeya,

mártir de un santoral sin bendiciones.

               carne para el festejo de un momento

desahuciada de un techo de ilusiones...

 

              Hoy, que no vives en tu cuerpo y yerras

por cielos de una ausencia indiferente,

dejas la huella de un revés que sólo

se entiende entre los pliegues no estudiados

todavía de Vidas ejemplares.

 

 Premio Certamen Juan Ortiz del Barco (2009)

 Boletín del Círculo de Artes y Oficios

            

 ¿Para qué la metáfora?    

 -Enriquece —y amplía el texto— el verso con colorido al comparar haciéndolo más inteligible el concepto al lector. Elemento real: tu cama:

 -yunta de trabajo

-paraíso de alquiler 

 -diana de apetitos

 -mercado tus ojos

 -diana de apetitos

 

¿Para qué la sinestesia?

 -Une lo sensorial y lo abstracto, dándole color a la idea:

 

-hedor de pena  

-dejé sobre tu tedio

-el recuerdo sangrándote de infancia

 violada en un rincón de turbulencia

-unas palabras que te dieron calor

 

 

 

Otros textos

 

EMOCIÓN PARA GLOSA INTERMINABLE

 

 

Mano mayor que el mundo, risa que ahuyenta el miedo,

cumbre de un regocijo, desnudez envidiable,

fortín contra desgracias, aljibe en el estío,

dicha que pisa el mundo con la inocencia al aire,

puerta con aldabón para los desahuciados,

hallazgo indescifrable, fulgor contra la duda,

llave en la oscuridad, caminar sobre el agua,

manos de una cosecha, gárgola de la risa,

magma de sangre y voz, ternura a flor de boca,

levadura de afanes, yunque de sinsabores,

brasa que no se apaga, alfar de nuestra carne,

fragua de la existencia, estuche de la especie,

imán entre las sombras que atrae a los vencidos:

                       amor,

donde la madre alienta pabilos de desvelo,

donde la joven hila y entreteje sus nupcias,

donde el amante trepa sus muros de utopía,

donde el gozo quisiera atornillar su instante,

donde el hijo es afluente que acaudala a la estirpe,

donde el sexo se olvida de sus manos de garfio,

donde los sufrimientos hallan brisa de alivio,

donde el odio depone su armadura ya rota,

donde a ras del escombro la maldad se avergüenza,

donde el poema ensarta sus dones de palabras,

donde la soledad se encuentra en cada espejo,

donde el misterio acuna su esperanza tan frágil,

donde la muerte enciende su dintel de infinito:

                          amor...

 

POETAS ANDALUCES (2005)

ATENEO DE SEVILLA

 

 

      BELLEZA  MALHERIDA  EN  LA  MEMORIA

 

                   Te llevaste a la espalda un carcaj de recuerdos,

dardos que a la diana sentimental arrojas

con trofeos de mudos suspiros desvelados.

 

Iba de polizón tu tierra en la maleta

callando como un siervo sus carencias tullidas,

desierta la liturgia del trabajo

sobre un altar de espera disecada,

vacías las promesas de un maná para el sur.

 

Socavón se te ha hecho la distancia, agujero

en que caben las noches oliendo a remembranzas,

madrugadas que yerran por silencios insomnes,

y el corazón desmonta su tinglado emigrante

del agradecimiento al regazo anfitrión,

desvistiéndose de sus circunstancias

para quedar desnudo como un otoño airado.

 

Entonces, tantas piedras de glorioso apellido.

las vides, los olivos y la sal, camaradas

de un tapiz recortable, se te echan al cuello

de la añoranza, y lloras, andaluz en tu isla

de exiliado converso a otro cielo, a otra lengua

en que a diario oficias tu costumbre de ausente,

en que a diario sueñas removiendo el desván

de tu adentro, en que guardas tus ayeres más vivos,

sin poderte quitar el grillete que llevas,

preso de la hermosura que indefensa dejaste

reo de la belleza que llora en la memoria.

 

 

ATENEO  DE SEVILLA: Fiesta Literaria de la Belleza Andaluza (2007)

POETAS ANDALUCES (2005) 

 

 

 

                               “Y YO ME IRÉ...”

 

 

                         ¡Qué triste es amarlo todo

                          sin saber lo que se ama!

 

                                           J. R. J.

 

    “Y yo me iré...”, viajero por filos de confines,

    pasada la aduana de todos los adioses

    después de haberle dado portazo a la existencia

    ahijado del ciprés, padre de mi ceniza

    vecino de una nada custodiada por mármoles,

    viandante de las sombras, esfinge de silencio,

    tanteando la aldaba de todos las incógnitas...

 

Os dejaré en herencia recuerdos inconsútiles,
paréntesis de fechas mi último retrato,
ecos en la memoria que se van diluyendo,
congelados ayeres, cicatrices de olvidos,
presencia de una ausencia que se irá desgastando.
Almena en guardia insomne yo, en tanto, del misterio,
abriré la bitácora de mis figuraciones,
avante en la marea de todo lo ignorado,
timón rumbo a una aurora, brújula la esperanza;
iré desmemoriándome de nidos de ternura,
jirones las historias de lo que amé sin tregua,
pasto de la neblina los rostros donde echaba
igual que en alcancía de cariño mis besos...
 
“Y yo me iré...” Por ello, mis manos son dos haces 
de trigo que entretejo aún hoy con las vuestras;
trigo para que estallen los silos de ilusiones,
corazón candeal con que comer los miedos.                

       

Homenaje a la velada en honor a JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

ATENEO DE SEVILLA (2009)

 

Revista Arena y Cal, número 223

 

ENTORNO HOSPITALARIO DE LA ABUELA

 

 

Refugio a donde viene la prisa a sosegarse,
regazo de ternura que todo lo comprende,
espejo confidente, llave de soluciones,
quinqué de los desvelos es la abuela y alumbra,
a los que se arraciman en torno a su sosiego
con su sencillo oráculo de advertencias usadas.
 
Cuando se queda a solas como una luna insomne
tras su ensimismamiento enmarañada toda,
en su remanso teje los rezos por los suyos
con el gato a sus pies, que aprende la molicie
de su quietud de pueblo perdido entre los siglos.
 
 
Fortín de resistencia de infortunios voraces
que no puede asaltar del todo la tristeza.
Plumón de la familia, cobija los fracasos
mordidos por las lágrimas, y remienda ilusiones
de los que le rodean como ramas a un tronco
con corteza de savia alimentando sueños
con olor a resina de ejemplos amorosos,
con vigilias que laten por temor de su gente,
cofa de observaciones que a todo se anticipa
y calma las quejumbres de tullidas carencias
desmenuzando a  migas su pensión tan enjuta.
 
A fuer de doble madre, todos la han hecho ya
ovillo de los años y madeja de anécdotas,
rueca donde devana sus manidas manías,
anacrónica agenda con desgastadas señas
y desembocadura de las preocupaciones.
              
 
Su rostro es palimpsesto en el que si se rasca,
podemos entrever ajadas escrituras,
signos, rayas a modo de feas cicatrices
de historias a la que pone mordaza de sonrisas
como minimizando escozores del día,
como quitando púas a las contrariedades,
como untando su miel de concordia en las riñas.
 
 
 
La evocación le trae, sin querer, esos restos
de otras épocas muertas que en su calor reviven:
nombres, caras del barrio que se difuminaron
con el borrón de luto que les puso la muerte
y que dejó un adiós flotando en su memoria.
 
Es ángel tutelar de la casa y,  a veces,
suma con sus dos manos un esfuerzo a la briega
acordándose entonces de viejos delantales.
Rito de lentitud con su pausa de bueyes
que rotura los surcos del trabajo doméstico
es su ayuda, la brújula de navegar la casa.
 
 
Desván de lo pasado, se mete en él a veces
y mantiene encendida la vela del recuerdo
por todos sus difuntos en altar de suspiros;
se ausenta de sus gestos como si devanara
hilazas de un ayer, un idioma empolvado
que tan sólo ella entiende y no traduce a nadie,
arcón de lo vivido de herrumbrosas nostalgias.
                  
 
Se irá la abuela un día dejando un socavón
de ausencia en ese hogar del que fue su guardiana
de las viejas usanzas, ropero de costumbres,
sayal apolillado de las generaciones
con que se viste el tiempo en su rincón de sombras.
 
                 De SIEMPRE POESÍA (2015)
 
 
       

 

 

          ABEJAS DEL BESO
 
 
El beso en la celdilla de tus labios
hacia ti el corazón vasto oleaje
un ¿te acuerdas de aquel jirón del día
prendido para siempre en la memoria?
endulza miel con guiños tus susurros
me tiemblan estos años más que nunca
beso sortija de querencia prieta
tela de este coloquio hilo tu risa
¿no fue ayer tanta cruz el imposible
para llegar a ti vida empinada
cuesta arriba tu no qué escala a prueba?
pero el sueño aprendiéndose su muro
ascenso al beso imán de la ternura
no podía abrochar aquel idilio
son espigas mellizas nuestras manos
den calor a unas arras jubilosas
ensartadas las vidas pebetero
la boca donde quemo mi delirio.

 

 

      SALOBRE DESPEDIDA

 

 Servil estela al barco rúbrica de la popa

crencha del cabrilleo garabato de espuma

mi corazón se va remolque tu recuerdo

el barco que te lleva rumbo la indiferencia

cremallera de agua la travesía en fuga

todo el mar es tu cómplice todo el adiós las brisas

la plëamar el bíceps músculo de oleajes

yo subido a la duna desencanto empinándose

pañuelo mi mirada la distancia la estira

regazo es esta playa para dormir la pena

acunada congoja por vaivén de escancana

se desguaza una historia en dársena de luto

se desnuda un idilio de pétalos de besos

se cae la emoción como un vaina seca

ni el plenilunio erige un palacio en la luna

las rocas ya no tienen cabelleras de algas

los sargazos raíces de la mar se amotinan

la tristeza prepara sus mansiones de otoño

las borrascas rellenan de tormentas sus ubres

la costa ya es palestra de riñas de aguaceros

los vientos se colocan su armadura estridente

huesos del litoral rompientes farallones

cruzan lanzas de vidrio las bélicas marolas

rey de esta soledad corona tu abandono

mi heráldica no luce nada más que tu ausencia

mi reino ha derribado los lindes de sus sueños

un maretazo astilla su loza en los cantiles

plañidera la ola traduciendo orfandades

vacío que me legas puente la lejanía

clamor de estos mis ojos donde reina habitabas

un telar de suspiros donde días hilábamos

encintando mañanas de más horas de asueto.

 

Revista Arena y Cal, número 243

                        Revista Azahar  5 diciembvre 2016

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 7 de junio de 2024

LAS METÁFORAS DE JUAN RAFAEL ,MENA

 





Las metáforas de Juan Rafael Mena nos alumbran las infinitas potencialidades de su lenguaje poético

José Antonio Hernández Guerrero

El análisis de las metáforas literarias creadas por Juan Rafael Mena pone de manifiesto la originalidad, la polivalencia y la fuerza sorpresiva que definen la potencia de su lenguaje poético que es extraordinariamente luminoso, estimulante y complejo. Este procedimiento, como es sabido, ha sido usado prolijamente y estudiado minuciosamente desde Aristóteles[1] hasta nuestros días en sus aspectos lingüísticos, filosóficos y psicológicos[2]. Paul Ricoeur, por ejemplo, explica en su obra La métaphore vive, Paris, Le Seuil, 1975, cómo la metáfora “se presenta como una estrategia del discurso que, preservando y desarrollando la potencia creadora del lenguaje, preserva y desarrolla el poder heurístico -“búsqueda de soluciones comunicativas”- desplegado por la ficción” (p. 9).

Una lectura detenida de las composiciones de este poeta isleño nos muestra cómo, debido a sus singulares valores estéticos y a su intensa fuerza expresiva, las metáforas son unos procedimientos literarios que definen su peculiar estilo, son unos recursos artísticos que crean su polivalencia expresiva en todas sus variadas composiciones y unas atractivas invitaciones para que los lectores las interpretemos a partir de nuestras personales experiencias estéticas, para que identifiquemos su originalidad -en todas ellas reconocemos su peculiar voz-, para que valoremos su polivalencia -característica fundamental de sus textos-, y, para que, en la medida de lo posible, conozcamos las claves de la reiterada sorpresa que sus versos nos deparan. Sí; todas ellas son acertijos cuya solución el mismo autor nos desvela:

 

Hostal de aves y brisas,

jungla de espesas olas,

dragón de estruendo y vidrio,

ondeante bramido...

Es el océano.

En mis comentarios tengo muy en cuenta que este recurso se explica, inicialmente, en el ámbito estético del ornatus cuyo objetivo principal es el adecuado exorno del discurso de acuerdo con los diversos parámetros fijados por la virtud del decoro, un valor que, como indica Lausberg, depende de las modalidades estilísticas del género elocutivo en el que se elabora cada texto (1980, Manual de retórica literaria: fundamentos de una ciencia de la literatura, Madrid, Gredos, y 1983 Elementos de Retórica Literaria, Madrid, Gredos: 538-540). Recuerdo que el término ornatus posee en latín dos significados complementarios -adorno y guarnición- y que, en la Retórica clásica, se usaban diversas imágenes que explicaban de una manera gráfica las diferentes funciones que cumplen estos recursos: adornar como las "flores", iluminar como las "llamas", pintar como los "colores", condimentar como la "sal" y, también, proteger eficazmente como lo hace la "guarnición".

He de advertir, sin embargo, que Juan Mena concibe la metáfora no como un elemento meramente decorativo sino como un factor intensamente persuasivo y, por eso, pretende y logra convertirla en expresión del hombre completo, de su ámbito secreto, de las experiencias que aún no han sido nombradas y que nos parecen inefables. En esta obra nos ofrece una ristra de imágenes nuevas o renovadas que, además de signos literarios, son expresiones virtuales de los diferentes contenidos humanos.

Parto del supuesto de que Juan Mena no sólo es un poeta “observador” de la naturaleza sino que, además, es un poeta “creador” de mundos a partir de sus propias vivencias, a partir de una concepción idealista del arte capaz de descubrir la unidad de una realidad exterior que, aparentemente caótica en sus relaciones, está sometida a cambios continuos y sujeta a normas versátiles. No es extraño, por lo tanto, que sus metáforas cumplan, entre otras funciones, la de descubrir, en la conciencia de los lectores, la unidad de la naturaleza humanizada que hace posible las relaciones analógicas.

Él sabe bien cómo, desde las explicaciones que nos ofrece Giambattista Vico en sus Principios de una Ciencia Nueva (1847), la metáfora no es un simple adorno, ni una mera hinchazón del lenguaje, ni esa joya deslumbrante que suponían los retóricos latinos, sino el modo más claro y más eficaz que tenemos los seres humanos para expresar nuestro mundo subjetivo. Él está convencido de que la principal función del lenguaje humano no es definir los abstractos principios de la Lógica o los axiomas teóricos de las Matemáticas, sino formular las verdades de la existencia humana: las creencias vinculadas a la fe o a la ilusión, a las esperanzas o a los temores, a las angustias o a las convicciones apasionadas. El lenguaje humano, además de ser un instrumento eficaz de transmisión de informaciones, cumple en la poesía de Mena las funciones de trans-mutar y de trans-sustanciar las dimensiones materiales de la naturaleza.

De aquí deriva la notable importancia que en la obra de Juan Mena posee su imaginación para unir realidades disociadas en apariencias. Recordemos que Federico García Lorca afirmaba que la metáfora es hija directa de la imaginación. Frente a la concepción de la tópica mimética del poeta como “observador de mundo”, en Juan Mena predomina la idea de “creador de mundo”, una concepción ya presente en la poética romántica. El lenguaje literario de Mena enmarca espacialmente sus aspiraciones vitales y sus anhelos éticos creando un espacio metaforizado, simbólico, aunque a veces mantenga las mismas denotaciones realistas.

Desde esta nueva perspectiva, el ser humano es para Mena una conciencia capaz de dar unidad a la naturaleza discontinua, dinámica y caótica. Fíjense -queridos amigos- cómo cuando dibuja la dimensión social del ser humano, la sitúa en interacción continuada con los otros hombres y, también, en conexión con los objetos culturales y naturales, logrando así que las experiencias reales resulten enriquecedoras, plurales y, a veces, disgregadoras. Y es que él percibe la naturaleza de una forma diversa y discontinua, y el conocimiento solamente adquiere unidad a través de la conciencia subjetiva: el sujeto ha de conferir, una y otra vez, unidad a un mundo natural y humano que se le ofrece en formas discretas, es decir, discontinuas.

En la elaboración de estas metáforas Juan Mena sigue dos sendas opuestas: la de la humanización de la naturaleza, y la de la naturalización del organismo humano.  Nos explica, por ejemplo, cómo el mar es un cuerpo materno, un organismo fecundo que está dotado de “sangre”, de “vientre”, de “ubre” o de “lengua”:

 

Sangre nutricia y acre,

vientre de las especies,

madre de vegetales,

ubre bronca de nubes,

lengua inmensa de agua,

aldabón en las rocas,

llanto bajo cantiles,

pecera delirante,

carpa de agua...

Es el mar.

 

            Los montes poseen las formas y las funciones de los órganos corporales humanos como la musculatura de los brazos o los rasgos fisonómicos de los rostros humanos:

 

Bíceps de la tierra,

mentones contra el viento,

exabruptos de piedra,

muñones del campo...

Son los montes.

 

El organismo humano, por el contrario, adopta las formas y las funciones de objetos materiales como, por ejemplo, la boca es un pretil como el que poseen los puentes, las terrazas  o los balcones, un brocal como los pozos, un zurrón, un carcaj, la caja que se empleaba para llevar flechas o esa bolsa que sirve para meter y llevar objetos.

 

Pretil de la palabra,

surtidor de la voz,

carcaj de pensamientos,

atril de los discursos,

brocal de la palabra,

arco de los fonemas,

zurrón del pensamiento,

facistol del discurso,

ballesta de palabras,

atril de la voz,

aduana del juicio,

aljaba de las frases,

ujier del pensamiento,

atrio de reflexiones,

sello del compromiso,

adarve de vocablos,

arcón de los secretos,

llave del pensamiento...

Es la boca.

 

Los ojos son faros, cofas de buques, ventanas de edificios o pizarras de las escuelas.

 

Faros para la vida,

cofa del pensamiento,

mudos mensajeros,

cangilones del llanto,

timoneles del cuerpo,

bitácoras visuales,

ventanas del espía,

adarves vigilantes,

alféizares del alma,

pizarra enigmática,

pozos de tus secretos,

mares desconocidos...

Son tus ojos.

 

 

En este libro Juan Rafael Mena nos muestra cómo la obra de arte alcanza autonomía frente a la naturaleza y nos demuestra cómo la obra literaria no sólo es un modo específico de conocimiento, sino que, además, es un procedimiento para crear unos mundos nuevos al descubrir analogías no evidentes y al expresarlas de manera transparente. Mediante sus metáforas, Juan Mena, además de ampliar los significados de las palabras, logra enlazar sus mundos imaginados con el de la realidad empírica, inventa nuevos universos y nos ofrece amplias posibilidades para que ensanchemos y profundicemos en el conocimiento del mundo real. La estética simbólica de Juan Mena concibe la literatura como la revelación, en las formas simbólicas del lenguaje, de las infinitas potencialidades oscuramente presentidas por el hombre y alumbradas por el poeta. La poesía es para este poeta isleño la revelación de la vida personal del individuo y es que, efectivamente, todo arte proporciona un conocimiento de la vida interior, contrapuesto al conocimiento de la vida exterior ofrecido por la ciencia.

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Los textos aristotélicos ponen en relación la metáfora con varios conceptos y términos, que se expresan en la Poética y se reiteran o amplían en la Retórica: originalidad, claridad, conocimiento, adecuación, viveza de estilo y elegancia, belleza.

[2] Para G. B. Vico la metáfora fue la forma primitiva del lenguaje: el discurso figurado fue anterior al racional e implica una visión animista de la naturaleza; el hombre todo lo veía desde su centro y con sus propias formas, luego fue racionalizando la expresión y fue configurando un lenguaje racional