lunes, 24 de octubre de 2022

JARDÍN DE MARIPOSAS Y ABEJORROS

 


Sinopsis

La vida nos sorprende con experiencias bellas y por ello agradables, suministradas por los sentimientos de admiración y también por otras que necesitamos expresar aunque no sean del gusto deseado. Oh, la experiencia: ella se va haciendo muro que nos rodea nuestra inocencia para que no la muerdan más los lobos de la realidad cruel. Las imágenes de mariposas y abejorros cumplen esas dos tareas del asombro y el desencanto.

Dos personajes, Erothya y Cántigo, se envían escritos literarios para gozar de la libertad de pensamiento y expresión. En ambos, tanto las impresiones amables como las menos gratas, se suceden como una especie de diálogo aproximadamente, de modo que, tanto en una como en otro, es insoslayable la denuncia del fondo de la condición humana sin que esto menoscabe una cierta voluntad estética como compensación.

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           Erothya

 

Cántigo, sé por propia experiencia que el fondo de los humanos no está bien explorado y en su fondo gruñe, como en las tuberías atascadas, el cieno de las insatisfacciones, de manera que sube un olor de malestar que se puede traducir con el idioma de la envidia. No temas, Cántigo. Los poetas y escritores mediocres son brillantes nada más que cuando ponen zancadillas con las palabras arteras y los silencios intencionados a los que ellos temen que los puedan cubrir con la más talentosa de sus sombras. 

 

Pero vayamos a otro tema; por ejemplo, el paso del tiempo que nos lleva como una ventolera. También la memoria se oxida y los recuerdos hermosos que nos acompañaron como escolta contra la tristeza, van perdiendo el brillo de la risa de nuestra juventud, aquel resplandor del que todavía nos llega en la madurez algunos reflejos para consolarnos.


            Cántigo

 

Bien dicho, Erothya. ¡Menuda inteligencia la  tuya escarbando en esa cantera de los pedregales humanos!

            Consolémonos, sí, con la paloma de la imaginación lanzada a los aires lluviosos de la vida para que vuelva, como la de Noé, a nosotros con la ramite del árbol. En nuestro caso, el árbol de la belleza.

 EL PODER DEL TIEMPO

 

Cuando voy a la playa el oleaje

 canta tu nombre al filo de la arena.

 Cuando la brisa se desencadena

 también dice tu nombre en su abordaje.

 

 Cuando el sol oscurece su plumaje

 hago un recuerdo de tu piel morena.

 Cuando la noche el infinito ordena

recuerdo tu mirada y su mensaje.


La memoria es la carga que llevamos

en los hombros de todo lo vivido.

Es justo que por eso recordamos.

 

Cierto es que pasa todo lo que ha sido.

Mas, menos mal, que lo que un día amamos

nos da luz en las nieblas del olvido.



de JARDÍN DE MARIPOSAS Y ABEJORROS (de futura aparición)

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