sábado, 25 de abril de 2020

TESTIGO DE LA VIDA, EL AMOR Y LA MUERTE



Club de Letras_____________________________ 

 De la Revista  SPECULUM

Libro: Testigo de la vida, el amor y la muerte 

Autor: Juan Rafael Mena 

Editorial: Punto Rojo 

Lugar de edición y año: Sevilla, 2015.

Por José Antonio Hernández Guerrero 


La lectura sosegada de las diferentes obras de Juan Rafael Mena nos descubre que, en el fondo de las exquisitas melodías de sus versos, late un modelo personal de vida humana. Como ya puso de manifiesto Aristóteles, los valores estéticos se apoyan –se han de apoyar- en unos sólidos cimientos éticos o, en otras palabras, en una concepción acorde con la dignidad de la vida humana. Si analizamos en profundidad el potente virtuosismo de las imágenes de este poeta isleño, podremos comprobar cómo se alimentan de unos valores que, en última instancia, constituyen los ingredientes indispensables del bienestar individual, familiar y social.  

En este último libro titulado Testigo de la vida,  el amor y la muerte, en el que el poeta reúne un conjunto de 1500 pensamientos y que, por lo tanto, posee unos contenidos explícitamente teóricos, éticos y ascéticos, se pone de manifiesto la intensidad poética –la belleza siempre renovada- con la que Juan Rafael Mena nos explica y trata de persuadirnos de la necesidad y de la obligación de cultivar las virtudes para alcanzar una elevada calidad de vida verdaderamente humana: Toda la historia escrita del hombre es un penoso ensayo para fijar unas verdades y unos valores que la riada impulsiva de cada generación arrasa en su precipitada sed de vivir, como un Sísifo, condenado a subir y bajar la escalera del Tiempo (23).   

Gracias a su extraordinaria habilidad para dotar a las ideas de cuerpos, para proporcionarles volúmenes, formas y colores, mediante el uso de la imagen visual y el empleo del lenguaje plástico, Juan Rafael Mena logra que el ornato alcance un singular poder persuasivo capaz de convertirse en un instrumento decisivo para 


 44 

   Speculum

animarnos a vivir y a luchar: Vivir es siempre luchar, pero luchar no es siempre vencer, y vencer no es siempre sobrevivir (41). Frente a los escritores y a los lectores que no se atreven a navegar, a nadar ni, mucho menos, a bucear en los libros ni en la vida, sino que se conforman con practicar el surfing, ese deporte marítimo que consiste en deslizarse por encima del mar sorteando las crestas de las olas, Juan Rafael Mena nos impulsa amablemente para que, templando las pasiones, nos hundamos en esa realidad cotidiana, desconocida y fascinante de la introspección y para que nos elevemos aplicando la imaginación durante la contemplación desinteresada del paisaje, del trabajo riguroso, del paseo relajante, de la conversación familiar y amiga, y estrechando los vínculos de la solidaridad fraternal. Ésta es la fórmula más eficiente para evitar el hundimiento mortal: Se salva uno de la vida con un trozo de fantasía que queda a flote después de todos nuestros fracasos (8). 

Como es natural, el núcleo central de estas recomendaciones está situado en el amor que, alimentado por la fe, es una fuente abundante e intensa que se constituye en el factor primario –en la mística- de la vida cotidiana y en el motor de todas las tareas en las que sentimos que el reloj se detiene y se borran esos límites que tanto nos bloquean e inquietan: Quien no ama ni cree en nadie es como el que no tiene puerta a la que llamar cuando llega la noche y empieza a llover (1).  

Por eso el poeta nos advierte que, si queremos evitar el peligro de convertirnos en tecnócratas infantilizados con los brazos llenos de juguetes -si pretendemos evitar la deshumanización de los seres humanos y de su mundo humano-, hemos de realizar un esfuerzo por construir, vivificar y conservar los nexos -precarios y frágiles- que mantenemos con el resto de los seres vivos y con las cosas inanimadas; hemos de enriquecer la calidad de nuestra curiosidad, hemos de ampliar el horizonte de nuestra atención y hemos de estrechar los lazos de nuestras relaciones humanas. Por todo esto, querido amigo Juan, permíteme que te muestre  45 

Club de Letras_____________________________


mi gratitud porque también estoy convencido de que El alma noble y agradecida mira siempreatrás, como si desde el ayer, el beneficio recibido estuviese todavía gritando: “¡Gracias!” (34).   


Testigo de la vida, el amor y la muerte

domingo, 19 de abril de 2020

PALABRA: COMUNICACIÓN Y ARTE

Obra de Juan Rafael Mena aparecida en la Editorial Dalya en libro e-book

 
Conjunto de artículos sobre el estilo literario.En ellos se valora la palabra tanto en su necesidad de comunicación como en su opción artística en los géneros literarios, poniendo de relieve su capacidad de creación y, especialmente en la poesía, el imperativo de la función poética por encima del mismo mensaje.

NECESARIA ADVERTENCIA

El autor de estos artículos no los presenta con carácter aleccionador. Aunque defiende la obligación que tiene el poeta de renovar la poesía, y para ello expresa su total desconfianza ante las rupturas con el pasado literario, no impone su teoría sino que la explica, insistiendo tal vez en la posibilidad de que se superen los lastres de la poesía que deja de emocionarnos. Para tal fin evoca a autores que han considerado la poesía como creación y no como continuismo, sobre todo la poesía que se justifica con el contenido neorromántico o bien filosófico. Escribir poesía es, pues, proceder a una sacudida de las frases hechas, como también de las expresiones delirantes que se deslizan por el poema como una novedad de imágenes.
En conclusión, se ha querido despertar el anhelo de una sed de crear que no excluye la tradición puesta al día como ya vimos en algunos poetas de la generación del 27 y de Miguel Hernández, sobre todo. 


Sirvan estas palabras de aval para que lo que se lea en cada uno de los artículos sirva de estímulo para nuevas creaciones en el admirable anhelo de innovar, alentar más que de corregir a quienes persisten en un estilo sin inquietudes de renovación. 


Tómese el lector este trabajo, no como una lección magistral, ni siquiera como un consejo, sino como una experiencia de quien lo escribe, incluso como un capricho después de que lo leído suyo y de otros autores lo han dejado de enamorar en el difícil idilio de la poesía y el buen gusto.

   



ÍNDICE



NECESARIA ADVERTENCIA

PALABRA: COMUNICACIÓN Y ARTE

TRANSFIGURACIÓN DEL LENGUAJE

PALABRAS QUE PUEDEN SER LIBRES

VISIÓN Y RECONOCIMIENTO

LA POESÍA, ¿ESTÉTICA O COMPROMISO?

POESÍA PARA TIEMPOS NO LÍRICOS

POESÍA: COMUNICACIÓN DE LO INDECIBLE Y ARTE…

EL AIRE DE SU VUELO

EL IDEAL POÉTICO DE VALLE-INCLÁN

LENGUAJE LITERARIO Y ANHELOS DE SUPERACIÓN

LA ESTICOMITIA Y EL ENCABALGAMIENTO

AFIRMACIÓN POÉTICA O DEFENSA DE LA IMAGINACIÓN

POESÍA, FILÓN DE LA PALABRA O IDEAL LITERARIO

EL FASCINANTE Y PERVERSO PODER DE LA PALABRA

PARA UNA POÉTICA

POESÍA LIBRE Y POESÍA AUTOMATIZADA E IMPERSONAL

LASTRE Y RENOVACIÓN

LA POESÍA DEL FUTURO

¿UNA POESÍA PURA?

POESÍA LITERARIA Y POESÍA LÍRICA

TALLER LITERARIO



Palabra, comunicación y arte























    





sábado, 18 de abril de 2020

UN “CUADRO” DE ANTONIO MACHADO



(Crepúsculo. Tomado de Internet)


Parece que fue Simónides de Queos el primero que dijo: “La pintura es una poesía muda y la poesía, una pintura parlante”. Plutarco lo repite y también Leonardo da Vinci. Podemos considerar con ello que hay palabras que imitan colores cuando acompañan a sustantivos concretos.

Puede ocurrir lo contrario: que haya palabras que reproducen conceptos y adjetivos acompañantes cuya función es la de confirmar el carácter abstracto de esos elementos gramaticales que se dirigen al análisis intelectual con una ausencia voluntaria de colorido. Veamos el primer caso:



Las ascuas de un crepúsculo morado
detrás del negro cipresal humean...
En la glorieta en sombra está la fuente
con su alado y desnudo Amor de piedra,
que sueña mudo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta.

Soledades. Galerías. Otros poemas (1907)



Podríamos entrar en un análisis léxico-semántico del breve poema con los simbolismos que entrañan ese crepúsculo y la soledad de la glorieta de un pueblo posiblemente; análisis que nos llevaría a una cierta tristeza si traducimos el paisaje a un estado de ánimo, pero prefiero ver en esos versos una estampa, si se puede calificar así, del modernismo más mitigado, donde la famosa belleza de ese movimiento finisecular se recorta aquí en una sucinta visión del crepúsculo —tan caro a los poetas modernistas—, si bien Antonio Machado no llegó a los extremos del sentimiento paisajístico como molde de un cuadro a sus sentimientos amorosos como en Villaespesa, ni al colorismo de Rueda. Tanto su hermano Manuel como el Juan Ramón de su época sensitiva se distanciaron también discretamente de los rasgos que pudieran parecer estridentes.

Se me puede objetar que el soneto “Ocaso” de Manuel Machado puede arrojar una policromía crepuscular fuerte, pero en el soneto acaba pudiendo más el argumento humano que la descripción.



OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!



Ars moriendi (1921)



Como se verá, el soneto tiene dos partes muy delimitadas, sin embargo podemos aventurar que los dos cuartetos sirven de guiño al lector para con esa caída y desgarro de la despedida del sol, introducirlo en el aspecto humano de decadencia física y moral.



 (Ocaso.Tomado de Internet)

EL AGUA O EL DON DESAPERCIBIDO


   




Hoy, que nos hace falta el agua más que nunca por las razones higiénicas que todos conocemos frente a la pandemia, presumo que los poetas y escritores no le han dado importancia literaria al agua. 


A decir verdad, no conozco textos en los que el agua sea protagonista única del poema o de la página narrativa. Recuerdo ahora uno de Amado Nervo donde el poeta habla de la Hermana Agua, y poco más, como por ejemplo, de soslayo Neruda, Gabriela Mistra o García Lorca.


Una tarde de verano sentí la necesidad de beber agua fresca de una cantarilla o búcaro y fue entonces cuando me di cuenta de la importancia que tiene ese elemento en nuestra vida. Escribí un soneto que fue publicado en la algecireña revista de poesía “Bahía”, creo que allá por el año 1969. Fue la fruición la que me llevó a esa escritura momentánea, como si fuese un agradecimiento. Los humanos no somos agradecidos con lo que nos sirve y usamos a diario, quizás porque contamos con ello y sabemos que no nos va a faltar. Una vez leído en la revista, lo pasé a un libro que edité en 2000, titulado Erytheia o poesía de circunstancias elegidas


Cuando resbalas dulce y cadenciosa
por mi boca, apacible a tu venida,
me despiertas la sed y se me olvida
el interés que he puesto en otra cosa.

Con cuánta sed mi lengua se desposa
contigo y con deseo te convida
a estar en ella y evitar la huida
      hacia la sed que te reclama ansiosa.

Dios te hizo callada y transparente
y has venido buscando la manera
de cumplir tu misión calladamente.

Mas no serías agua si no fuera
porque al cruzar mi codicioso puente
tu murmullo en mi tierra se perdiera.

 Hoy, además de apagar la sed y otros menesteres, la necesitamos para tener continuamente las manos muy limpias huyendo de la temida infección del coronavirus o cuernovirus al que se lo mete en su cuerpo.