domingo, 25 de septiembre de 2022

POEMAS SIN DEUDA CON EL PASADO

 


He aquí unos poemas propios que son testimonios de mi teoría de que escribir poesía pura, lejos de la concepción que se tuvo de ella en los años 20-30, la pureza está en la liberación del lenguaje que ya no sorprende, el registro fiel a El arte como artificio del estilista ruso Vixtor Sklovski, como ya lo hicieron, sin duda que intuitivamente, en muchos textos de sus obras Federico García Lorca, Pablo Neruda y Miguel Hernández, sin olvidar algunos intentos de Juan Ramón Jiménez en poemas de Animal de fondo.

 

 

 

 

 

BELLEZA MALHERIDA EN LA MEMORIA

 

A Emilio Pérez Delgado

 

 

Te llevaste a la espalda un carcaj de recuerdos,

dardos que a la diana sentimental arrojas

con trofeos de mudos suspiros desvelados.

 

Iba de polizón tu tierra en la maleta

callando como un siervo sus carencias tullidas,

desierta la liturgia del trabajo

sobre un altar de espera disecada,

vacías las promesas de un maná para el sur.

 

Socavón se te ha hecho la distancia, agujero

en que caben las noches oliendo a remembranzas,

madrugadas que yerran por silencios insomnes,

y el corazón desmonta su tinglado emigrante

del agradecimiento al regazo anfitrión,

desvistiéndose de sus circunstancias

para quedar desnudo como un otoño airado.

 

Entonces, tantas piedras de glorioso apellido.

las vides, los olivos y la sal, camaradas

de un tapiz recortable, se te echan al cuello

de la añoranza, y lloras, andaluz en tu isla

de exiliado converso a otro cielo, a otra lengua

en que a diario oficias tu costumbre de ausente,

en que a diario sueñas removiendo el desván

de tu adentro, en que guardas tus ayeres más vivos,

sin poderte quitar el grillete que llevas,

preso de la hermosura que indefensa dejaste,

reo de la belleza que llora en la memoria.

 

 

     ENTORNO HOSPITALARIO DE LA ABUELA

                                                            
 
 
Refugio a donde viene la prisa a sosegarse,
regazo de ternura que todo lo comprende,
espejo confidente, llave de soluciones,
quinqué de los desvelos es la abuela y alumbra,
a los que se arraciman en torno a su sosiego
con su sencillo oráculo de advertencias usadas.
 
Cuando se queda a solas como una luna insomne,
en su ensimismamiento enmarañada toda,
en su remanso teje los rezos por los suyos
con el gato a sus pies, que aprende la molicie
de su quietud de pueblo perdido entre los siglos.
Fortín de resistencia de infortunios voraces
que no puede asaltar del todo la tristeza.
 
Plumón de la familia, cobija los fracasos
mordidos por las lágrimas, y remienda ilusiones
de los que le rodean como ramas a un tronco
con corteza de savia alimentando sueños
con olor a resina de ejemplos amorosos,
con vigilias que laten por temor de su gente,
cofa de observaciones que a todo se anticipa
y calma las quejumbres de tullidas carencias
desmenuzando a  migas su pensión tan enjuta.
                    
 A fuer de doble madre, todos la han hecho ya
ovillo de los años y madeja de anécdotas,
rueca donde devana sus trilladas manías,
anacrónica agenda con desgastadas señas
y desembocadura de las preocupaciones.
Su rostro es palimpsesto en el que si se rasca,
podemos entrever ajadas escrituras,
signos, rayas a modo de feas cicatrices
de historias a las que pone mordaza de sonrisas
como minimizando escozores del día,
como quitando púas a las contrariedades,
como untando su miel de concordia en las riñas.
 
La evocación le trae, sin querer, esos restos
de otras épocas muertas que en su calor reviven:
nombres, caras del barrio que se difuminaron
con el borrón de luto que les puso la muerte
y que dejó un adiós flotando en su memoria.
Es ángel tutelar de la casa y también
suma con sus dos manos un esfuerzo a la briega
acordándose entonces de viejos delantales.
Rito de lentitud con su pausa de bueyes
que rotura los surcos del trabajo doméstico
es su ayuda, la brújula de navegar la casa.
 
Desván de lo pasado, se mete en él a veces,
y mantiene encendida la vela del recuerdo
por todos sus difuntos en altar de suspiros;
se ausenta de sus gestos como si devanara
hilazas de un ayer, un idioma empolvado
que tan sólo ella entiende y no traduce a nadie.
 
Se irá la abuela un día dejando un socavón
de ausencia en ese hogar del que fue su guardiana
de tradiciones, viejo ropero de costumbres,
sayal apolillado de las generaciones
con que se viste el tiempo en su rincón de sombras.
                                
De La noche es el ensayo de una ausencia (2014)
 
 
   EL PESO DE LAS SOMBRAS
 
 
 
La noche pestañea con guiños siderales.
El infinito encierra los astros en rediles.
y enluta los silencios que pasan peregrinos
tal como a un santuario de incógnitas lejanas,
a las frías colinas de galaxias anónimas,
manjar de telescopios que escudriñan el vientre
del remoto big bang todavía, parteros
de precoces estrellas en su cuna de siglos. 
 
Tan sólo un ojo insomne es fiscal de las horas,
ojo de porcelana gélida en las alturas
que las va troceando en rígidos minutos
sobre el cuenco de tu soledad, y los oyes
como si se parasen encima de los párpados:
El sueño, mudo avaro, a cerrarlos se niega,
aunque las sombras, lentas, te pesan en los hombros.
 
Afilas tu paciencia, cuchillo de deseos,
para herir el costado del alba que se estira
abriendo con su blanco bostezo las penumbras,
y con su sangre escriben las gentes sus historias
en el papel diario de un álbum de experiencia
en donde el bien y el mal, púgiles maniqueos,
a compás de una cómplice y artera circunstancia,
trazarán tantas vidas que repiten sus rostros
y aceptan como reas su vivir de rutina
desgajando racimos de palabras iguales
que en su trajín entierran las grandes superficies.
                             
        De La noche es el ensayo de una ausencia (2014)
 
 
                  “Y YO ME IRÉ…”
 
 
 
                                  ¡Qué triste es amarlo todo
                                   sin saber lo que se ama!
 
                                              J. R. J.
 
 
 
 “Y yo me iré...”, viajero por filos de confines,
pasada la aduana de todos los adioses,
después de haberle dado portazo a la existencia,
ahijado del ciprés, padre de mi ceniza,
vecino de una nada custodiada por mármoles,
viandante de las sombras, esfinge de silencio,
tanteando la aldaba de todos las incógnitas...
 
 
Os dejaré en herencia recuerdos inconsútiles,
paréntesis de fechas mi último retrato,
ecos en la memoria que se van diluyendo,
congelados ayeres, cicatrices de olvidos,
presencia de una ausencia que se irá desgastando.
 
 
Almena en guardia insomne yo, en tanto, del misterio,
abriré la bitácora de mis figuraciones,
avante en la marea de todo lo ignorado,
timón rumbo a una aurora, brújula la esperanza;
iré desmemoriándome de nidos de ternura,
jirones las historias de lo que amé sin tregua,
pasto de la neblina los rostros donde echaba
igual que en alcancía de cariño mis besos...
 
 
“Y yo me iré...” Por ello, mis manos son dos haces 
de trigo que entretejo aún hoy con las vuestras;
trigo para que estallen los silos de ilusiones,
corazón candeal con que comer los miedos.  

 

En el volumen Homenaje a la velada en honor
a JUAN RAMÓN JIMÉNEZ…    ATENEO DE SEVILLA 2009
 

                         

         MAR DE MIS ORÍGENES

 

 Pecera delirante las manos de un demente

a lomos de manadas acuáticos ondeos

odio sonoro a rachas vientos gong de estampidas

boca de dinosaurio galope de tormentas

oleajes palestra palenques inestables

vientre de las especies enarcada marea

embarazo ondeante parturientos bramidos

sangre nutricia en lácticas lenguas despavoridas

repunte levitante salobre ubre de nubes

aves dagas cortando los telones del aire

madre de mi prehistoria cuna de mis ancestros

en vaivén dormitaban azules mis orígenes.

 

                

El BESO EN LA CELDILLA DE TUS LABIOS

 

 

El beso en la celdilla de tus labios

hacia ti el corazón vasto oleaje

un ¿te acuerdas de aquel jirón del día

prendido para siempre en la memoria?

endulza miel con guiños tus susurros

me tiemblan estos años más que nunca

beso sortija de querencia prieta

tela de este coloquio hilo tu risa

¿no fue ayer tanta cruz el imposible

para llegar a ti vida empinada

cuesta arriba tu no qué escala a prueba?

pero el sueño aprendiéndose su muro

ascenso al beso imán de la ternura

no podía abrochar aquel idilio

son espigas mellizas nuestras manos

den calor a unas arras jubilosas

ensartadas las vidas pebetero

la boca donde quemo mi delirio.

 

      

Poemas pertenecientes al libro POESÍA, FILÓN DE LA PALABRA,

editado por EDITORIAL FANES (2017) 

 


 

 

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