viernes, 16 de diciembre de 2022

POESÍA DETRÁS DE LOS POEMAS

 

                              


                                                 Islote de Sancti Petri (San Fernando-Chiclana de la frontera)

                   Quien odia la metáfora confiesa que no sabe cambiarle

          a la realidad su vestido, de manoseado que lo tiene


 

     EL MAR QUE GUARDA Y MECE TU  RECUERDO

 

 

Sangre nutricia y acre tienes, mar, en verano, tú, vientre de las especies, tú que eres ubre bronca de nubes...

Cuando con ella estuve yo a lomos de tus olas, tú, mar, remota madre que fuiste de todo lo viviente como lengua inmensa de agua lamiendo los litorales, aldabón en las rocas, arañazos de agua con recias uñas de salitre, nos diste tu hospedaje, mansión de aves y vientos, y ella me sonreía olvidando aquel terrible alacrán de su pecho, una hidra bajo su piel, orgía de tentáculos que le agujereaban los sueños destronados ya; y tú, mar, con tu llanto bajo de los cantiles, ¿llorabas porque era, seguro,  aquel el último verano en que ella, cautiva en su islote interior de pena, dejaba que pusieses en sus pies los grilletes de tus espumas y tus algas, escorada la tarde como  en espera de entrar en su dique de sombras, muy cercana la noche en sus carruajes de estrellas?

 

Pero ahora, el otoño, un ladrón de claridades, látigo de los parques, verdugo de las hojas, expoliador de los árboles, frío féretro de la luz, encerrando prematuramente a las tardes en su espesor de sombras, hace de este contorno una casa de la tristeza, mansión abandonada por los gozos del estío a la que enlutan pronto las adustas penumbras; y yo, a solas estoy, conciencia fragmentada, reúno pedazos de un ayer que rompió la desgracia con sus manazas de garfio, con su pétreo pico de buitre, cizalla de presencias la muerte, va cortando con su hoja de lágrimas las sombras amadas de los que estaban vivos.

 

Llave que abre las lluvias, el otoño, me ha atado al poste de una impotencia, mástil de evocaciones de cuando los estíos eran predios solares, feudos vacacionales con sus holganzas viajeras, y juntos nos bañábamos en esos amplios resplandores.

 

Sé, mar, que tú eres túmulo de sombras en el otoño, o estampida de olas si es un dragón la tormenta... Retornará, sí,  el verano con sus pies encendidos, bocanadas del ardor, con sus hoces de fuego, y yo, como si fuese con ella, seré huésped de nuevo en tu palacio de rumor malaquita. Y triunfará el recuerdo aunque venga enlutado. 

 


                                                             Playa de la Victoria (Cádiz)

SALOBRE DESPEDIDA

 

Servil estela al barco rúbrica de la popa

crencha del cabrilleo garabato de espuma

mi corazón se va remolque tu recuerdo

el barco que te lleva rumbo la indiferencia

cremallera de agua la travesía en fuga

todo el mar es tu cómplice todo el adiós las brisas

la plëamar el bíceps músculo de oleajes

yo subido a la duna desencanto empinándose

pañuelo mi mirada la distancia la estira

regazo es esta playa para dormir la pena

acunada congoja por vaivén de escancana

se desguaza una historia en dársena de luto

se desnuda un idilio de pétalos de besos

se cae la emoción como un vaina seca

ni el plenilunio erige un palacio en la luna

las rocas ya no tienen cabelleras de algas

los sargazos raíces de la mar se amotinan

la tristeza prepara sus mansiones de otoño

las borrascas rellenan de tormentas sus ubres

la costa ya es palestra de riñas de aguaceros

los vientos se colocan su armadura estridente

huesos del litoral rompientes farallones

cruzan lanzas de vidrio las bélicas marolas

rey de esta soledad corona tu abandono

mi heráldica no luce nada más que tu ausencia

mi reino ha derribado los lindes de sus sueños

un maretazo astilla su loza en los cantiles

plañidera la ola traduciendo orfandades

vacío que me legas puente la lejanía

clamor de estos mis ojos donde reina habitabas

un telar de suspiros donde hilamos mañanas

embarazando al día de más horas de asueto

retardando el crepúsculo y sus carros de fucsias. 

 

 

De El vértigo de la memoria (2014)


  


BELLEZA DESAPERCIBIDA Y MAR QUE LA CELEBRA

 

 

Todos van a la playa para ahogar

el calor que incendiando está su piel.

Todos tienen las olas por vergel

con espuma por flores que cortar.

 

Se suele el horizonte contemplar,  

la mirada en la brisa por corcel.

El ocaso amaranto es un bajel

que parece a lo lejos naufragar.

 

Tú, Erothya, bañador rojo, madura,

sola y hermosa bajo tu sombrilla,

ves cómo el mar junto a tus pies se sienta;

 

           y ese mar, como un canto a tu hermosura,

se enoja cuando él, puesto de rodilla,

ve que el que pasa no se ha dado cuenta.


 Del libro inédito Erothya o los sonetos de una vida

 



                 TAMBIÉN LA MAR SE ENFURECE

 

             


 

      La mar es un león enfurecido que da zarpazos

de voluble espuma

     en las frentes rugosas de las rocas, las azota


con cuerdas de salitre, 


     cubrir las quiere con reventazones, con algas


y residuos de naufragios.

 

     Pero esa mar no sabe que la miro como ama un anciano


el calmo albergue


     y que le pido igual que a la roqueda, que inunde mi memoria


y la sepulte

     bajo del manto de las bajamares, como si fueran múcaras de olvidos,

     como están las conchuelas en el fondo, como están


los ahogados para siempre


     bajo los cementerios de madréporas, bajo un anonimato


de pleamares.

 

    Hay pandemia de amor entre las olas en la unanimidad


de la marea,


    la mar en su repunte es altiva doncella.  La mar se desamarra


de las sombras


    y boga día adentro remando claridades.


             El vértigo de la memoria (1914)


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