SINOPSIS LA
TESIS DE EROTHYA
Erothya,
prostituta bella e inteligente, enamora a un profesor de filosofía que visita
la casa de lenocinio. Él se la lleva a su piso y la desposa.
Curiosa
infatigable del fluir del día a día y entusiasta de la lectura, además del
ahondamiento en las reflexiones vitales, escribe semblanzas de sus experiencias,
a instancias de su esposo. Aspectos que incluyen una visión de la vida distinta
a la de él y que ella silencia por amor y gratitud a ese amor que cambió su
vida.
Convencido
el autor de que la función literaria ha de adecuar sus recursos según el
personaje y el momento, esta novela pretende ir más allá de la mera
comunicación.
Así
pues, este texto narrativo cierra la trilogía compuesta, además, por Erothya o sonetos al desnudo (ya
editado) y Erothya o los sonetos de una
vida (inédito aún), recogidos,
finalmente, los tres libros con el título Erothya
o mujer al pie de un pararrayos.
Tal
como de la mano de una ola,
ibas,
tú, Erothya, dueña de la playa.
La mirada más casta se desmaya
al verte, paseando hermosa y sola.
Un
puticlub contigo se atortola
y va tras ti donde tu cuerpo vaya.
Casa de lenocinio en que se engalla
ese tu cuerpo que glamur tremola.
Un
cliente te ve bella e ingeniosa.
A su piso te lleva y te desposa.
Te extravía en su bosque la lectura.
Él te
insiste que leas y que escribas,
que feliz envejezcas y que vivas
y hagas de aquel ayer literatura
.ÍNDICE
Prólogo a una memoria siamesa
I. Ida y vuelta del pasado
II. Un placer no interruptus
III. La búsqueda en el laberinto de sí misma
IV. ¿Anatema o compasión de la ignorancia?
V. Una obra de caridad a medias
VI. Una visita esperada
VII. Un ramo de arrepentimiento
VIII. Playa sin sexo
IX. Otra visita, esta vez inesperada
X. Monedero de ayer, monedero de hoy
XI. Consuelo para Consolación
XII. Un trámite para cruzar la frontera del más allá.
XIII. Un poeta agradecido
X XIV. Una teoría para tranquilizar el alma
XV. La tesis de Erothya
Soneto-Epílogo de la vida de Erothya
En el primer libro tenemos el escenario donde se mueve
Erothya, aunque ella no esté como protagonista. Es un anticipo del amor por
dentro considerado como psicología del amante ya sea sentimental, ya sea sexual. Es, pues, el ambiente que se prepara para cuando entra Erothya, ya en
la novela. El tercer libro, también de sonetos como el primero, es la novela
con matices diversos y con un final más de acuerdo con la mentalidad de su
marido.
Para comprender bien esta trilogía nos tenemos que
remontar al concepto de individualismo que nace en España a medida que se va
desarrollando el renacimiento, más en concreto en la fase del barroco. El
individualismo, a mi parecer, nace con la picaresca, más en Mateo Alemán con su
Guzmán de Alfarache y en La lozana andaluza de Francisco Delicado, que en el
propio Lazarillo, aunque si bien es cierto, aparece cronológicamente antes. En
el caso de Erohya tendríamos que partir de La pícara Justina de Francisco López
de Úbeda.
Pero Erothya no es una pícara, si bien agradece que su
futuro marido la saque de la casa de trato, sin sentir amor por él de momento,
cariño que vendrá más tarde por gratitud. Pero ella narra haciendo, memoria de
su pasado, su experiencia dolorosa de las servidumbres de un prostíbulo,
obligado a los tejes y manejes de la picaresca para sobrevivir.
Así, pues, la primera entrega es el escenario donde se
va a mover Erothya, una vez su prima la lleva a él.
En la novela Erothya no está en la casa de lenocinio,
pero la recuerda. Y opone en su recordatorio la esclavitud a que se ven
obligadas determinadas personas, a la elegancia intelectual de su marido,
profesor de filosofía, hombre culto y nada propenso al placer que representa
doña Venus, como dice el Arciprete de Hita.
En
la tercera entrega, de sonetos nuevamente, se desarrolla la novela con ligeras
variantes, muy en especial en los últimos sonetos en que Erothya acepta la fe
en el más allá, quizá por instinto de conservación o como si estuviese
impresionada por la muerte de su marido. Aquí, como el contraste de la
picaresca frente a la novela de caballería, se opone la experiencia de Erothya
frente a los ideales trascendentes de su marido, en una controversia angustiosa
para ella que, por agradecimiento, se siente unida a él dejando su tesis
nihilista en un monólogo interior y aceptando la tesis de creyente de su
marido. Realismo contra idealismo en cuya lucha acabará triunfando la buena
voluntad de ella, de donde saca la conclusión de que la vida de muchas mujeres
es estar a los pies de un pararrayos, como metáfora de la
servidumbre por necesidades de subsistir sea como sea.
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