REFLEXIÓN DE EROTHYA, UNA VEZ LLEGADA
A LA ESTACIÓN DE LA VEJEZ
Voy contar la historia de mi
vida
en un abecedario ceniciento.
Blas de
Otero
Un tren de sueños y de amor he sido.
Andenes han faltado
y estaciones.
Laberinto agridulce
de pasiones.
La condición humana
he trascendido.
A sus sótanos sé que he descendido.
Una boca rasgando
maldiciones.
Un corazón con
brotes de emociones.
Olores de lo fresco
y lo podrido.
Historias mías y
también ajenas.
Dedos de simpatías
y condenas.
Yo, como todo el
mundo, amé y odié.
Que nadie me eche en cara lo gozado.
Yo también como
todos he llorado
y vine al mundo sin
saber por qué.
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