Querido compañero y amigo: Acabadas ya las tareas del
final de curso en el Instituto y en la Universidad (que en esta segunda se
prolongan más con tribunales, TFG y TFM), e iniciado mi permiso veraniego
(los funcionarios no tenemos vacaciones, sino permiso), he podido leer
tranquilamente y con verdadera fruición tu espléndido libro Viejo
palimpsesto andalusí. Me ha encantado: tienes una sensibilidad
especial para entrar en mundos poéticos culturalistas y exóticos. Ya pude
comprobarlo en tu anterior El jardín de Narciso, con la
referencia a la poesía clásica como base. Y lo reafirmo ahora al leer este
nuevo poemario. Los autores andalusíes (o arábigoandaluces) están aquí
perfectamente asumidos, en un ejercicio magistral de intertextualidad. Los
estudios de D. Emilio García Gómez pusieron esta rica poesía en valor para el
mundo occidental, y García Lorca la recreó líricamente en su Diván del
Tamarit. Pero tú vas un paso más allá al convertirla en sustancia misma y
soporte de tu propia creación. Los títulos tan extenso y expresivos, y sobre
todo el desarrollo de los poemas, en impecables alejandrinos o endecasílabos
blancos, configuran un libro bien trabado y magistralmente escrito, por lo
que no me queda sino felicitarte por este nuevo logro. Enhorabuena, pues, y a seguir
escribiendo y publicando. Un afectuoso abrazo, MIGUEL CRUZ GIRÁLDEZ (Sevilla, 1956) es Doctor en
Filología, Sección de Filología Hispánica, (1983) y Licenciado en Filosofía y
Letras División de Filología, Sección de Filología Hispánica (1978) por la
Universidad de Sevilla. Catedrático de Instituto y profesor universitario, ha
desarrollado una amplia y dilatada carrera docente e investigadora. DISERTA SOBRE EL AMOR
Antes de
perseguirte por las anchas alcobas en las que los
esclavos quemaban alhucema en altos
pebeteros, íbamos a los baños, en los que
distraíamos las sedientas pupilas en los finos
mosaicos para que las pasiones duraran,
abrevaran, de momento, su sed en la
imaginación, en el álgebra oscura del deseo mirando
el cenit de los techos con alfarjes de
rico y pulcro artesonado, mientras que las
esclavas con blandos elixires la piel nos
halagaban y ponían alfombras en las losas
pobladas de jofainas, toallas, babuchas,
borceguíes, jubones, albornoces; de detrás del
tabique nos llegaba amoroso el acento, el
suspiro del laúd que tañía el garrido poeta,
en tanto que en la sierra otros con
alcotanes y sacres sobre alcándaras a la caza se
entregan; nosotros preparamos rodeados de
ajuares necesarios la cena previa a la otra
caza para la que se ocluyen ajimeces de
alféizares, y queda en lejanía la bulla de la
aldea y de los arrabales.
Así, con este
juego de demoras, miradas, anhelos y
respiros profundos como aljibes, te recito casidas
buscándote entre tules de un color
carmesí tan lleno de alborozo, que es para mí
una hazaña, que es para mí una algara con tambor y
añafil de victoria en la hombría, pues que ya he
predispuesto tu sexo a la batalla, en la mano el
alfanje, con almófar de brío, me lanzo a la
conquista de tu alcázar de hembra.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario