jueves, 1 de febrero de 2018

RESEÑAS DE LIBROS: CORAZÓN EN VILO

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UNAS PALABRAS PREVIAS PARA CORAZÓN EN VILO

Sonetos dentro de la tradición neobarroca andaluza, que es una de las tendencias en que se abre el delta del río de la poesía surgida de los Novísimos, junto a la clasicista, la veneciana, la neovanguardista, la culturalista…

El acierto de Antonio Bocanegra está en darles plasticidad a sus ideas acerca del evento amoroso. Podríamos rastrear un lenguaje conceptual a medias con el barroco, pero, a todas luces, predomina la sustancia tangible con color cambiante cuando hace alusión a cuerpos, lugares y cosas que hacen coro a la expresión sentimental, no exenta de un apasionamiento que recurre a la mitología venusiana:

Eres ubicua y corporal, artera,
lejana Venus que mi pecho espera
en caballos de espinas y de nardos.

¡Ay, cómo Amor es terco, combatiente,
pero también es frágil, indigente,
que es Niño, al fin precoz, y arroja dardos.
          

Los sustantivos concretos se suceden de manera que las metáforas y las sinestesias se entrelazan para expresar con más inmediatez las urgencias de su sentimiento, volcado como un juego de piedras preciosas sobre la atención de la amada, que aquí tiene un papel de ideal casi inaccesible como si se tratara de un musa trovadoresca al estilo de Arnaut Daniel.

Si a ti te van desdenes es mi oficio
sentarme y esperar la noche helada
que torne este temblor en azucenas.

Hasta ver si tu pecho me es propicio
haré de tu virtud ciudad sitiada.
¡Ya verás cómo escalo tus almenas!


El poemario en sonetos rigurosos es un asedio desde los artilugios del lenguaje poético a las altas murallas de un amor que se lo pone difícil; pero el poeta hace uso galante de su catapulta literaria confiando en que la amada-enemiga le abra un día las puertas del castillo deseado.

Otro soneto donde la impronta barroca llega a un cierto paroxismo de hipérboles está en el que comienza:

“Por ver a dios en ti, en ti encarnado”  (Soneto VIII)


Dice con una resonancia renacentista a lo Poliziano.
Hay expresiones construidas con dos sustantivos, como si uno fuese el adjetivo de otro,  como ésta: “Tigres deseos” (Soneto IX)

Otra expresión que salta a loa vista es: “La sangre tengo en pie. tan boca arriba/ se puso todo el ser que es casa en duelo…” (Soneto XI), con evidentes signos de modernidad, como si hubiese salido de la voz de un poeta surrealista las imagen de la sangre en pie.

A partir del soneto XXXVII continúan varios en verso blanco y uno en verso alejandrino. Algunos de ellos llevan rima asonante.

A partir del XLVII vuelven de nuevo los sonetos con su estructura ortodoxa, métricamente hablando.

Mantiene la tradición del soneto que el cierre es de vital importancia, y ello es condición que Antonio Bocanegra cumple en muchas ocasiones. Veamos este ejemplo en que también se configura de paso la escenografía de la amada-enemiga de la lírica del trovador que no cesa en su empeño de conquistarla:

Te pido solo amor, no servidumbre.
Me quema tu desdén, pecar de honesta.
Decir un simple sí, ¿tanto te cuesta?
¿Hasta cuándo ese no que es tu costumbre?


Este otro ejemplo con un cierre en que observamos una figura literaria llamada derivación: dicha-dichoso:

me negara su tacto y valimiento;
si en ella no encontrara yo el contento
que da vuelo a este amor y vuelo audaz....

Porque sólo tu frente me enternece,
nada más que tu faz, luz y dulzura,
vuelca mi pasmo y tórnalo gozoso.

Te miro y tu mirada me estremece,
con ella yo me entrego a la aventura
de ser, aunque sin dicha, tan dichoso.

Corazón en vilo es un poemario en que el autor reproduce las constantes neobarrocas que ha desarrollado en otros libros suyos anteriores como Ronda y los poemas de súbita invasión (1980), Lógica de nieblas (1982) y Ficciones de coplas de amor y mar (1997), pero en éste que comentamos ahora observo el mismo ímpetu amoroso y un empleo de imágenes a tenor de esa fuerza viva que recorre los nervios de cada poema.

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