TOMADO DE
P O E T A S D E A H O R A
HORA CON MIRLO BLANCO
Quédate aquí
conmigo y no te vayas,
hora
habitada por recuerdos buenos.
Los
recuerdos que siempre son los menos
y nos
guardan lo mismo que murallas.
Olvidar los
pertrechos de batallas,
enemigos y
lanzas con venenos.
Aplacar maldiciones
como truenos
y restañar
los sueños con agallas.
Hora como
una amada clandestina.
Hora que
pone venda imaginaria
para no ver
la vida tan mezquina.
Quédate en
esta isla tan precaria,
hora tú tan
revés como adversaria
de otra hora
que sea mi asesina.
De Tránsito
onírico (2014)
MUJER SOLA
Mi pensamiento —en temerario vuelo—
ardiente osaba demandar al cielo
objeto a mis amores...
G. G. de Avellaneda
Cercana a los cincuenta, en la adusta aduana
donde la menopausia me aguarda en su dintel,
soltera y solitaria en mi isla de fotos y rutinas,
me miro en el espejo, molesto confidente,
y veo que no soy la que hace algún tiempo,
los ociosos del bar le clavaban piropos
[procaces o atrevidos
en la diana íntima de su hambre callada
de amor, aunque mi andar un reto parecía
desde una exuberancia de jardín femenino.
Más de una vez rozaron por mi oído las alas
sibilinas de obscenas o turbias sugerencias,
y supe en soledades, tal si fuera un destierro,
el dolor de no ser amada como quise,
como se merecía la mujer que yo era:
imagen de los tiempos, sensata y algo esquiva,
pero siempre anhelante de viriles asedios,
soñadora del hombre que me deshojaría
cercándome con frases de emoción y ternura
y abriendo delicado mi expectante amapola.
Pero el príncipe aquel se quedó en su castillo
y no vino a buscar a su dama, acosada
por requiebros equívocos en esquinas arteras…
¡Ojalá por un día me hubiese abandonado
de su mano monótona y senil la cordura
y dejar que pusiera la pasión en mi boca
hambre de desvarío y el sabor instantáneo
de sus mieles fugaces y tener, además
de esa experiencia humana con ribetes de dicha,
vástago y compañía, aunque madre soltera!
De Poemas
premiados (2014)
SEPARADA Y CON HIJOS, LEJANOS
EMIGRANTES…
Separada y con hijos, lejanos
emigrantes,
la cancerosa empieza a pisar los sesenta,
a veces sonriendo, tregua tan compasiva
que la ciencia regala a la carne paciente.
Se mira en los retratos que endulzan el pasado,
a donde va a beber dulzuras de nostalgia
(siempre el ayer triunfa sobre el agrio presente
y es rico de recuerdos, manirroto en suspiros).
Fiel amadora fue de tan ingrato esposo
que la dejó entre pliegues de manidas costumbres.
Y ella no tiene ahora más amor que el teléfono
por donde entra en su oído un hilo de consuelo,
que agradece una lágrima que los hijos no ven.
De LA NOCHE ES EL ENSAYO DE UNA AUSENCIA (2014)
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