Antes de nada, oigamos estos juicios
sobre Poesía que escribieron estos dos grandes poetas que citamos aquí para
reflexionar sobre lo que han dejado a generaciones posteriores.
“Mi norma ha sido siempre, y así lo he
escrito hace años, «amparar a los jóvenes, exijir, castigar a los maduros
y tolerar a los viejos”.
Juan Ramón Jiménez
“Ni mármol duro y eterno,/
ni
música ni pintura, /sino palabra en el tiempo./ Canto y cuento es la poesía./
Se canta una viva historia,. contando su melodía/”.
Antonio Machado
Ni el poeta onubense ni el poeta
sevillano podrían imaginar que sus juicios sobre poesía, que suenan a
dictámenes, serían dos puertas para dar entrada
a una multitud de quienes creen,
incluso están convencidos, de que escribir poesía es volverle la espalda al
pasado con todo el peso de su tradición literaria. No cuentan para esos aspirantes
el ritmo en los versos ni la función poética en el lenguaje. Han entrado en el
Parnaso por la puerta de atrás en un momento —una época— en que los guardianes
de la disciplina literaria estaban dormidos.
Pero vayamos por parte. Un poeta viejo
por la edad puede escribir una poesía nueva. El mismo J.R.J., después de varios
intentos desde Diario de un poeta recién
casado al poemas “Criatura afortunada”, así como “Su sitio fiel”, cimeros
de la lírica española, ha recorrido un largo periplo en torno a las costas de
la Poesía para conseguir que, ya en su vejez, ancle en un puerto en el que nos
ofrezca esos logros poemáticos. Cuando él pasaba como “maduro” a ningún otro
poeta se le ocurría aplicarle su frase sentenciosa, a pesar de que componía
versos como tentativa de novedad frente a su pasado modernista. Ahí tenemos Estío, Eternidades, Piedra y cielo, Belleza…,
llenos de pequeños poemas que huyen de sus otroras largos y deliciosos alejandrinos.
¿Amparar a los jóvenes que carecen de
capacidad creativa para retomar el pasado y ponerlo al día como hizo el Miguel
Hernández autor del magistral poema “Eterna sombra”, clásico y a la vez
moderno, ejemplo y escuela para todo el que empiece a escribir poesía?
Parece que cuando Antonio Machado rompía
el mármol duro y eterno con el martillo del cansancio no imaginaba cómo se
iban a aprovechar de esos pedazos los nuevos
canteros, incapaces ellos de modelar una simple figurita que demostrara que
habían venido al mundo para cinceladores de la forma poética. Si leemos de
nuevo sus tercerillas hemos de romper el pentagrama de la música —el ritmo— que
ha de ordenar como en un aprisco de talento las palabras poéticas.
A pesar de
su velada aquiescencia a los rupturismos, me pregunto que qué dudas con
respecto a sus propias obras llevaron a los dos a emitir esos dos juicios sobre
“flexibilidades” que ya asomaban en los poetas de la generación del 27, teniendo
en cuenta que Machado siguió escribiendo poesía
en mármol tallado y coloreado de pintura adjetival, así como Jiménez
volvió al endecasílabo como si fuese una reconciliación con su pretérito
anterior al Diario…
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