Hoy se escribe buena poesía dentro de los/las poetas que cuidan la forma y unen al ritmo temas de siempre, incluso algunos otros introducidos por los Novísimos y Postnovísimos (generaciones de a finales de los sesenta y principios, así como los de la década de los ochenta, inscritos en la poesía de la nueva experiencia, respectivamente).
Sin embargo, hemos de señalar cómo esos poetas destacados le dan más importancia, yo diría que toda la importancia, al contenido y con ello siguen empleando un registro poético que no se acuerda para nada de la función poética, tan querida por Roman Jakobson. Anteriormente a este estilista tenemos a Potebnia y Shklovsky, que movieron la zaranda del lenguaje literario para que de ella cayese toda la palabra que ha perdido potencialidad para sorprender al lector de poesía.
Sin embargo, hemos de señalar cómo esos poetas destacados le dan más importancia, yo diría que toda la importancia, al contenido y con ello siguen empleando un registro poético que no se acuerda para nada de la función poética, tan querida por Roman Jakobson. Anteriormente a este estilista tenemos a Potebnia y Shklovsky, que movieron la zaranda del lenguaje literario para que de ella cayese toda la palabra que ha perdido potencialidad para sorprender al lector de poesía.
Como dice Valle-Inclán, hay que prescindir de todos los elementos secundarios en el verso y dejar solamente aquellos que son sustanciales, como los sustantivos, los adjetivos, los adverbios y los verbos ya que la narración poética no es un discurso.
La selección que hacemos en este mundo es como una revelación de lo esencial humano a modo de flashes, como si nos trasmitieran señales de que lo que espigamos de él es un adelanto de lo que encontraremos en sucesivas experiencias poéticas. El poeta no debe resignarse a ser un mero escribidor de las consignas de su época, ni contentarse con que la poesía es “denuncia”, confesión sentimental, narración de un hecho o evocación culturalista. El texto poético dispone, pues, de unos recursos genuinos en su índole creadora que lo hacen distinto al texto narrativo, que cumple un fin literario con una óptica que en nada tiene que ver con la percepción relámpago e intuitiva del poeta. Para diferenciar su escritura de otra dispone de unas figuras que dotan a su texto de una presencia específica.
La metáfora designa a un nombre con otro cuya entidad se parece a la comparada. ¿Qué se pretende? ¿Buscar variantes para no repetir el sustantivo? ¿Conseguir que esas variantes le den un diverso colorido al nombre real como si fuese un prisma de varias caras?
La sinestesia desfigura la realidad lógica y ayuda a la metáfora a presentar el lenguaje como un discurso que llama la atención del lector ya que se funden conceptos y sentidos, lo abstracto con lo concreto. Por lo tanto, la idea es no escribir convencionalmente. Hay que emplear la gramática retorciéndola, sacudiéndola de sus funciones lastrantes como de lectores elementales.
El poema se tiene que diferenciar de otros textos literarios desde el punto de vista de la configuración del escrito. Si no; ¿para que llamarlo poesía? Recurramos a Jakobson cuando se refiere a las recurrencias que caracterizan el texto poético.
Incluso el poema en verso libre se ve favorecido por una forma parecida al poema tradicional, aunque esté escrito con la ausencia de métrica y rigor formal.
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