miércoles, 31 de julio de 2019

LOS HERMANOS MACHADO Y LA SEMANA SANTA





               

   Los hermanos Machado cultivaron el teatro, algunos de cuyos títulos son hartos conocidos por el gran público, como La Lola se va a los Puertos o La Duquesa de Benamejí, entre otros. Antonio y Manuel se querían entrañablemente; juntos estudiaron, juntos estuvieron en París y juntos compartieron alegrías y sinsabores familiares.

    Sin embargo, los dos tenían unas diferencias ideológicas mantenidas insobornablemente. Sabido es que durante la guerra civil Manuel se inclinó al bando de las derechas y Antonio al de las izquierdas. El uno escribió sonetos en los que exaltaba la tradición y desconfiaba de las revoluciones; el otro se siente atraído por el socialismo mitigado como una solución a los problemas de aquella España de "charanga y pandereta", según su verso. Después de la guerra, Antonio y su madre mueren en el exilio del sur de Francia. Su hermano Manuel morirá en la España de Franco ocho años más tarde.

    Manuel y Antonio siempre fueron cristianos. Y cristianos fervorosos cada uno a su manera. Manuel, tradicional, sensorial y popular. Antonio, meditabundo, intimista y pragmático a lo protestante; no en vano,  un poema dedicado a Ortega y Gasset, acaba así: "Y que Felipe austero (se refiere a Felipe II, defensor del catolicismo a ultranza),/ al borde de la regia sepultura,/asome a ver la nueva arquitectura/ y bendiga a la prole de Lutero".

    Hay un breve, pero profundo poema de Antonio en que expresa su fe en Jesús en unos versos que comienza con "Yo creo en Jesús que dijo..." Ahora bien, esa interioridad de una fe reflexiva con apoyaturas filosóficas a lo Henri Bergon, le llevaba a un claro rechazo de lo semanasantero. Lo podemos ver en el poema en el que retrata a don Guido, un cofrade sevillano: "Gran pagano,/ se hizo hermano/ de una santa cofradía;/ el Jueves Santo salía/ llevando un cirio en la mano/—¡aquel trueno!—,/vestido de nazareno..." De hecho, Antonio critica la semana santa de su época. También lo hizo Eugenio Noel poniendo el dedo en la llaga de la superficialidad, la bullanga, la borrachera y la emulación de los exornos.
   En esos años, y en otros aspectos, también la criticó Cansinos Asséns, y posteriormente Alfonso Grosso en su novela El capirote.

     Pero, para ironía del destino, el poema de Antonio titulado "La saeta", en el que opone al Jesús del madero, el Jesús que anduvo sobre el mar —o sea, el Jesús profundo que iba más allá del culto externo y periódico—, se convirtió en tema musical con J.M. Serrat y luego en marcha cofradiera, y hoy está presente en los desfiles procesionales, casi codeándose con la marcha "Amarguras", santo y seña de la semana santa andaluza.
     Manuel sigue unas pautas muy de devoción en la calle. Su amor al Gran Poder y a la Macarena está recalcado en sus versos con aire luminoso y ecos de alma sevillana. "¡Ay, mi Sevilla, que lo tiene todo,/ cuando Jesús del Gran Poder le ofrece/ la Fe y la Caridad...Tú, la Esperanza!".

   Creo que las referencias sobre el hecho cofradiero andaluz de Antonio y Manuel son complementarias. Si Antonio corrige los excesos humanos de los cofrades y opta por una religiosidad de puertas adentro del alma, Manuel exalta los derechos de los sentidos a alabar una fe pública que está en las raíces del alma colectiva. Lo ideal sería que todos los cofrades tuvieran un compromiso eclesial con la misma fuerza que su devoción artística y un interés por la cultura cristiana como lo tienen por los detalles de los enseres cofradieros.

De Literatura de la Pasión (2011)



TOMADOS DE ARTÍCULOS  APARECIDOS  EN  SAN FERNANDO 
INFORMACIÓN EN LA CUARESMA DE 2004 Y EN LA DE 2005

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