miércoles, 31 de julio de 2019

SOBRE UN VERSO DE FEDERICO GARCÍA LORCA




“y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada”.


Una vieja leyenda cuenta que durante mucho tiempo el rey Midas había intentado cazar en el bosque al sabio Sileno, acompañante de Dioniso, sin poder atraparlo. Cuando por fin cayó en sus manos, el rey pregunta qué es lo mejor y más preferible para el hombre. Rígido e inmóvil calla el demón; hasta que forzado por el rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en medio de una risa estridente: “Estirpe miserable de un día, hijos del azar y de la fatiga, ¡por qué me fuerzas a decirte lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti -morir pronto”. Dejemos este fragmento tomado de una obra de Internet y sigamos con una reflexión propia.

¿Es tan dura la vida como la consideran esos autores aludidos? Antonio Machado escribió: “Y no es verdad, dolor, yo te conozco,/ tú eres nostalgia de la vida buena”. ¿Suave epicureísmo por parte del autor de Campos de Castilla? Quizá sea una expresión de equilibrio entre lo deseado y lo perdido. Recuérdese su efímera felicidad con Leonor Izquierdo, su joven esposa.

Sin embargo, el pesimismo es tan viejo como la existencia humana. Recuérdese las palabras del poeta Teognis:” Mejor no nacer, o al menos, morir pronto”.

Otro ejemplo de pesimismo lo tenemos en el poeta español Vital Aza:
“Escéptico y pesimista,/¡me hacía unas reflexiones!.../Sirva de ejemplo esta lista/ de varias composiciones…”. Pero  en el caso de este poeta, le da la vuelta a su mirada triste sobre la vida y empieza a gozarla con la mesura del buen sentido.

El mismo García Lorca en su Romance  de la pena negra, dice: “Vengo a buscar lo que busco, mi alegría y mi persona”.

El pesimismo podría ser relativo y proceder de una experiencia parcial de la vida pero no de su totalidad. Sin alegría, sin un optimismo prudente, la vida no continuaría en su rodaje por el tiempo. De ahí que cuando el pesimismo llega a niveles muy alarmantes, se pone el individuo al borde del abismo de una catástrofe personal. Puede que el verso citado arriba del poeta granadino proceda de su choque con la moral de la sociedad de su tiempo, de gran intolerancia con la homosexualidad.

Podríamos acabar este artículo recordando unos versos del poeta José Hierro: “Llegué por el dolor a la alegría./ Supe por el dolor que el alma existe./ Por el dolor, allá en mi reino triste/un misterioso sol amanecía”. Digamos como este poeta, Premio Adonais 1947, estos versos finales de ese mismo poema: “Y mientras se ilumina mi cabeza/ ruego por el que ha sido en la tristeza/ a las divinidades de la vida”.


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