A Ignacio Bustamante Morejón (1953-2013), que me pidió este poema para editarlo en una revista municipal.
En olor de levantes y láminas de
esteros,
cal de las Callejuelas y geranios
de patios,
yo recuerdo de niño los destellos
de julio
con albas encendidas, dianas
mañaneras,
y la Capitanía de galas ataviada;
versos de don Gabriel, el órgano
del Carmen,
los rojos cortinajes cubriendo las
columnas,
y ese río de gente con su fe
caudalosa,
reclinatorios propios, pardos
escapularios,
devotas viejecitas, fervor
carmelitano;
y, fuera, en !a Plazuela, las
pérgolas colmadas
de verdes ya quemados por el sol
veraniego,
y el viento sacudiendo las gruesas
buganvillas,
los chiquillos de entonces, más
fieros e inocentes,
las familias entorno de la berza o
el puchero
oyendo en sobremesa la alegre
catarata
de !a radio y !os discos aquellos
dedicados,
la lista interminable de Cármenes
felices,
y una paz que aún no había
destrozado el seiscientos.
En olor de levantes y láminas de
esteros,
con rumores de ahogados en la
vieja Vaera,
pregones vespertinos de lisas y
caballas,
ruidos de ostiones y pinchazos de
erizos,
y un torpe cantiñeo salpicando los
bares,
la ilusión y !as luces de la larga
Velada,
las miradas equívocas del amor
despuntando,
y calles y lugares y gentes que se
fueron,
todo el ayer, ahora, desemboca en
mis sienes,
y soy mar de recuerdos, corazón
del pasado.
De Cancionero memorial (1961-1981)
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