domingo, 5 de julio de 2020

“SE QUERÍAN”, POEMA DE VICENTE ALEIXANDRE Y EL SURREALISMO




(Artículo tomado en parte de Interné y en parte trabajo del autor)

Bréton publicó el Manifiesto surrealista en París en el año 1924 y se convirtió, acto seguido, en el líder del grupo. El surrealismo surgió del movimiento llamado dadá, que reflejaba tanto en arte como en literatura la protesta nihilista contra todos los aspectos de la cultura occidental. Como el dadaísmo, el surrealismo enfatizaba el papel del inconsciente en la actividad creadora, pero lo utilizaba de una manera mucha más ordenada y seria.





Poema representativo del surrealismo poético español:
Se querían

Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.
Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.
Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando…
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, Sabedlo.

 El surrealismo se caracterizó por interpretación de la realidad desde el sueño, el inconsciente, la magia y la irracionalidad, conjunción de imágenes dispares (reales o irreales), tanto en el tiempo como en el espacio.


- Los objetos y formas sin su significación tradicional (principio de la desorientación"), así pues, el observador queda desorientado.


- Creación de imágenes equívocas de manera que una misma cosa puede ser interpretada de varias maneras (principio de la "discordancia”).

- Da importancia a lo paradójico, lo absurdo, la caducidad, la destrucción  y también a lo misterioso sin vinculación religiosa.

- Además de lo onírico, representación de toda clase de simbologías, especialmente eróticas y sexuales. Todo aquello estaba en contra de la moral, la tradición y la cultura burguesa.


Parade (mayo de 1917) afirma que sus autores han conseguido:



una alianza entre la pintura y la danza,

entre las artes plásticas y las miméticas,





 que es el heraldo de un arte más amplio aún por venir. (...) Esta nueva alianza (...) ha dado lugar, en Parade a una especie de surrealismo, que considero el punto de partida para toda una serie de manifestaciones del Espíritu Nuevo que se está haciendo sentir hoy y que sin duda atraerá a nuestras mejores mentes. Podemos esperar que provoque cambios profundos en nuestras artes y costumbres a través de la alegría universal, pues es sencillamente natural, después de todo, que éstas lleven el mismo paso que el progreso científico e industrial.



   MIS REGISTROS POÉTICOS. EL SURREALISMO



    El poema surrealista es la creación más difícil y al mismo tiempo la más fácil. Difícil porque conlleva un ejercicio literario donde se funden onirismo y automatismo sin que parezca que son fingidos. Fácil porque lleva a la tentación del disparate, del azar de asociaciones verbales a la aventura: cuanto más irracional, más atrayente, por lo visto, pero aparentemente, pues no resiste una segunda lectura.



    Si nos tenemos al primer acuñamiento de “surrealismo”, hemos de remontarnos a Apollinaire. Oigámoslo: ”Una alianza entre la pintura y la danza, entre las artes plásticas y las miméticas (...) ha dado lugar (...) a una especie de surrealismo”.



   Como se ve, Apollinaire habla de una fusión de las artes, como una especie de sinestesia entre dos técnicas artísticas. El nombre de surrealismo (de sûr y realisme, es decir, sobre la realidad) implica un espíritu nuevo que sobrevuela por encima de la tradición y los feudos académicos definitorios de los textos redichos.



  Para entender este fenómeno tal  como lo conocemos hoy hemos de avanzar hasta Bréton y su teoría, sin olvidar la aparición del dadaísmo, con su teoría nihilista de arrasar todo lo que se pensaba hasta entonces como arte. (El dadaísmo destruía el edificio del arte, pero no construía otro nuevo, sino que dejaba las ruinas como la última acción artística del hombre.) Si se anulaba la realidad y la racionalidad, había que recurrir a lo contrario, e indagar en lo irracional y su congénere el sueño. De ahí que lo onírico entre en juego como un factor decisivo, pero, ser fiel a la sueño, se ha de aceptar el automatismo de la escritura que narra lo que revela el sueño.



Así, pues, el surrealismo, lejos de estar sobre la realidad, se hundía en la raíces de esa realidad cuando el poeta descendía al subconsciente y desde él enviaba al papel una fusión de elementos —imágenes y símbolos— que había que desentrañar como un mensaje poco menos que críptico por lo que tiene de revelador de lo esencial humano todavía en estado embrionario.



   Pero, tanto lo onírico como la escritura automática, se prestaban a un falseamiento del texto.



   El autor de estas líneas no va a imitar a aquellos poetas que representaron ese movimiento literario, y para huir de cualquier caída en lo disparatado y/o amanerado, pactará con la realidad, pero metamorfoseándola por medio del lenguaje, que la disloca con la ayuda de la gran estrella retórica de todas las vanguardias: la metáfora, desde el futurismo al ultraísmo.



    Una poesía moderna ha cuidar de no parecerse a la del pasado. Tiene que parecer nueva en su lectura, como dice el ruso Shklovski. La capacidad del poeta para innovar en la secuencia verbal; es decir, en la combinación de los elementos gramaticales ha de ser exquisita, de ahí la originalidad. Sólo la sinestesia y la metáfora son capaces de presentar una secuencia de palabras cuya lectura arrebate. Lo demás es poesía disparatada de quiero y no puedo, o bien poesía con deudas al pasado debido a sus lastres en la construcción de sintagmas sin novedad expresiva, amparándose en la necesidad de decir, de contar.








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