sábado, 11 de abril de 2015

ARTÍCULOS LITERARIOS:EL AFORISMO: UNA TÉCNICA FASCINANTE DE LA LENGUA PARA EXPRESAR EL PENSAMIENTO



                                 
                    
Cuando nos acercamos a las diferentes maneras de pensar por medio del lenguaje, nos encontramos con la maravilla del aforismo, ese pensamiento limado por la voluntad de estilo. Al igual que la metáfora en la poesía, aunque con otros fines, en el lenguaje con miras filosóficas tenemos esa locución de sabiduría universal y lapidaria que es el aforismo.

El diccionario de la lengua española nos define el aforismo como una sentencia breve y doctrinal que se propone para precisar una regla en arte y en ciencia.


Sabemos, por otra parte, que aforismo viene del griego αφοριζειν, definir. El aforismo se distingue del pensamiento, en su sentido esquemático, en que ha de ser conciso. Si pretende expresar un principio, hemos de considerarlo como una sentencia, o bien un axioma.

Parece que fue empleado  primeramente  por Hipócrates, en nuestro Occidente, y en Oriente Confucio y Laotsé también hicieron uso de él. Más tarde se aplicó a la ciencia física y siempre ha servido, de manera rotunda, para expresar ideas filosóficas, como sentencia, adagio, proverbio, precepto, incluso refranes en su vertiente popular, y también, de manera más sencilla, reciben el nombre de dichos y conllevan un matiz de consejo o moraleja. lejos de otras connotaciones como regla, fórmula, apotegma.

Esas construcciones autosuficientes en su demostración se podrían dividir en pensamientos que no entrañan dificultades en su construcción y se expresan sin pretensión de sorprender al lector, como, por ejemplo:

 “La felicidad consiste en hacer el bien”.
                                                                          
                                             Aristóteles.


Pensamientos que se quedan en frases sin llegar a  aforismo. Los aforismos, a su vez, se dividirían en los axiomas, que tienen una intención científica, como una definición, concretamente un aserto que tiene valor universal, tal la ley de Avogadro, y los aforismos. Veamos esa ley expresada en un axioma:

“Volúmenes iguales de distintas sustancias gaseosas, medidos en las mismas condiciones de presión y temperatura, contienen el mismo número de partículas”.
 Como vemos, el axioma define con una economía escrupulosa, pero no sorprende.

Globalmente, hemos de plantear la cuestión distinguiendo entre axioma y aforismo.
Ya hemos constatado que el axioma estaría reservado a formulaciones de carácter científico,  mientras que el aforismo es un concepto más amplio como puede ser la máxima, que tiene la expresión más rigurosa por su brevedad gramatical; o sea, su concisión, e igual que el proverbio, admite una cierta flexibilidad en sentido lato y varía en su presentación. 

Veamos un ejemplo en el que la estructura está definida por el paralelismo bimembre:



“La razón del hombre:

Si  no se le escucha, todo es oscuro.

Si se la consulta demasiado, nada es seguro”.



                                                         Alexander Pope





  Otra variante, en la que domina el símil:



“Las virtudes se pierden en el interés como los ríos se pierden en el mar”.



                                                          La Rochefoucauld





  Otro ejemplo a modo de sentencia breve:

“Poco bien alegra al pobre”.

                                                                  
                                                                 Séneca



Si tenemos en cuenta las funciones del lenguaje es de señalar otros con la función expresiva:


“¿Me preguntas por que compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir”.

                                              

                                                                  Confucio


También podemos destacar ciertos aforismos que emplean la función conativa como  cuando se trata de dar un consejo, aviso, o sencillamente el autor se dirige a alguien, (distinto de la mayoría de los aforismos, que tienen una función representativa):

                   

“No debe afligirnos el que los hombres no os conozcan. Lo lamentable es que no seáis dignos de ser conocidos por los hombres”.



                                                                  Confucio



Es lo que llamaríamos un aforismo sentencioso, con el que podríamos pasar fácilmente al refrán en boca del pueblo, aunque esta modalidad se apoya más en la rima que en la construcción sorprendente:
 

                               “Haz bien sin mirar a quién”.









Concluyamos.



Hemos citado a Hipócrates como constructor de aforismos para uso profesional en la medicina, como el famoso dedicado a la alimentación, pero antes de él tenemos los de los sabios de Grecia, así como los de poetas como Teognis, Esquilo, Sófocles, Plutarco; o bien Salomón; también  Confucio y Laotsé en Oriente. En Roma,  Cicerón, Salustio, Horacio, Séneca, Epicteto…
La relación a través de la Historia sería inacabada. Pero no podemos olvidar a La Rochefoucauld ni a La Bruyére, ni a Schopenhauer ni a Nietzsche, así como a la legión de escritores de la modernidad, sensibles a la tentación de encerrar en unas pocas palabras un pensamiento profundo al que se le quiere dar una valoración irrefutable por su contundencia significativa.
Puede que el lector no quede convencido con esta clasificación, pero creo, personalmente, que se podría reducir la complejidad de las denominaciones a la siguiente sinopsis.
Con valor científico tenemos el axioma. Podríamos llamarlo también demostración o aserto, término que no podemos aplicar a la paremia, al adagio, a la sentencia, al proverbio; y en un nivel más popular, al refrán.
Uno y otros han generalizado el vocablo aforismo como una frase lacónica construida con escasos elementos gramaticales y con valor de sabiduría universal, que no sólo convence, sino que también fascina por su toque de sorpresa para el que lee.

Ahora  bien, para captar los valores conceptuales de manera inmediata de esa pequeña joya literaria, se necesita un bagaje de  lecturas que ayude a crear un mecanismo de precisión de las ideas agrupadas en un todo armónico. Los lectores de filosofía y las mentes educadas en la ciencia son los más predispuestos a procesar con rapidez la asombrosa síntesis de un aforismo.


Este artículo, como todos los que figuran en este blog, pueden leerse también en la web Arena y Cal. También han sido editados en varios cuadernos de artículos literarios.




















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