sábado, 11 de abril de 2015

ARTÍCULOS LITERARIOS: INQUIETUDES EXPRESIVAS



    Como dice Valle-Inclán, hay que prescindir de todos los elementos secundarios en el verso y dejar solamente aquellos que son  sustanciales, como los sustantivos, los adjetivos, los adverbios y los verbos ya que la narración poética no es un discurso.


  La selección que hacemos en este mundo de lo mejor revelación de lo esencial humano a modo de flashes, como si nos trasmitieran señales de que lo que espigamos de él es un adelanto de lo que encontraremos en sucesivas experiencias poéticas. El poeta no debe resignarse a ser un mero escribidor de las consignas de su época, ni contentarse con que la poesía es “denuncia”, confesión sentimental, narración de un hecho o evocación culturalista.


           El texto poético dispone, pues, de unos recursos genuinos en su índole creadora que lo hacen distinto al texto    narrativo, que cumple un fin literario con una óptica que en nada tiene que ver con la percepción relámpago e intuitiva del peota. Para diferenciar su escritura de otra dispone de unas figuras que dotan a su texto de una presencia específica.

     La metáfora designa a un nombre con otro cuya entidad se parece a la comparada. ¿Qué se pretende? ¿Buscar variantes para no repetir el sustantivo? ¿Conseguir que esas variantes le den un diverso colorido al nombre real como si fuese un prisma de varias caras?
                
    La sinestesia desfigura la realidad lógica y ayuda a la metáfora a presentar el lenguaje como un discurso que llama la atención del lector ya que se funden conceptos y sentidos, lo abstracto con lo concreto. Por lo tanto, la idea es no escribir convencionalmente. Hay que emplear la gramática retorciéndola, sacudiéndola de sus funciones lastrantes como de lectores elementales.
    
    El poema se tiene que diferenciar de otros textos literarios desde el punto de vista de la configuración del escrito. Si no; ¿para que llamarlo poesía? Recurramos a Jakobson cuando se refiere a las recurrencias que caracterizan el texto poético.

    Incluso el poema en verso libre ha de adoptar una forma parecida al poema tradicional, aunque lo traicione con la ausencia de métrica y rigor formal.





Recordemos aquellos versos de Verlaine sobre qué es poesía. dando una idea de la delgadez en cuanto a retórica y ayudándose con matices del simbolismo ya iniciado por Baudelaire: 
     

 Que tu verso sea la buena ventura
 esparcida al viento crispado de la mañana
 que va floreciendo menta y tomillo...
 Y todo lo demás es literatura.

A esto tal vez lo espoleaba Mallarmé y lo que escribía su amigo Rimbaud. La poesía más sugerida que explicada.

Recordemos la diferencia entre el ergon y la energeia de Croce.


Recordemos también la audacia del expresionismo cuando apelaba a la subjetividad para perder de vista la realidad, obligada a pasar por el tamiz de la lógica cartesiana.

Un paso más, y entramos en el surrealismo, en que se consuma el proceso del divorcio con la realidad que induce al poeta a un texto con sintaxis obediente a los esquemas gramaticales clásicos y a la semántica dócil a lo convencionalmente inteligible. Lo que se llama el discurso burgués o el ocio vacacional del escribidor.



No hay poesía sin una gota de ensueño, de onirismo, de mitologización de un elemento de la naturaleza o del alma humana que transporte ficticiamente al lector a una experiencia íntima que roce lo inefable como toque de huida de una realidad agobiante, o bien, si retornamos a la poesía apoyada exclusivamente en el significado, cumpla el aforismo del poeta parnasiano francés Leconte de Lisle (1818-1896): “Sólo hay poesía en el deseo de lo imposible o en el dolor de lo irreparable”. Lo temático y la novedad expresiva.


Este artículo, como todos los que figuran en este blog, pueden leerse también en la web Arena y Cal. También han sido editados en varios cuadernos de artículos literarios.



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