jueves, 1 de febrero de 2018

RESEÑAS LITERARIAS: ARMANDO BUSCARINI



 


ARMANDO BUSCARINI (1904-1940)
(o modelo de una poesía retrospectiva)

Poeta, hijo de madre soltera, que vagó por Madrid pidiendo que le compraran sus libritos de versos, Sufrió hambre y desprecio y, finalmente, murió en un manicomio.

Juan Manuel de Prada le ha dedicado un estudio con su poesía editada.


A una clara avenida, con frondoso arbolado
/darán mañana el nombre de quien tanto luchó.
/Mi corazón entonces se hallará agusanado/
En el estrecho nicho que la piqueta abrió.

/En un bello crepúsculo, tranquilo y perfumado
/resonarán canciones que no escucharé yo.
/El amor de los niños habrá purificado
/la memoria de un hombre que por amar, pecó.

/¡Avenida soleada de un futuro lejano!
/¡En mis sueños te veo surgir esplendorosa!
/¡Tú has de ser en las noches cálidas de verano
/vía abierta a la dulce confidencia amorosa,
/cuando crucen los novios cogidos de la mano
/y se alejen las almas un poco de la prosa...!

('Avenida Armando buscarini'. El rufián, 1928)

El Poeta

Sentado junto a una mesa
carcomida por el tiempo
y alumbrado débilmente
por la luz de un quinqué viejo,
un joven pálido escribe
en cuartillas, varios versos.
Es un poeta, las noches
pásaselas escribiendo...
Anhela la gloria, joya
más valiosa que el dinero.
Y continua impasible,
sin descansar un momento,
hasta ver recompensados
algún día sus desvelos.


            ORGULLO


Aunque sufra del mundo los desdenes
de mi vida de artista en la carrera;
aunque pasen altivos a mi paso
los hombres de alma ruin que nunca sueñan;
aunque salgan aullando a mi camino
los famélicos lobos que me acechan
con la envidia voraz; aunque en mi lucha
hambre y frío sin límites padezca;
aunque el mundo me insulte y me desprecie
y por loco quizás también me crean;
aunque rujan tras mí ensordecedoras
tempestades de envidia; aunque me vea
harapiento y descalzo por las calles,
inspirando piedad e indiferencia;
y, en fin, aunque implacables me atormenten
las más grandes torturas, aunque vea
que a mi paso se apartan las mujeres
por ver con repugnancia mi pobreza
(pero quizá ignorando de mi alma
el tesoro de ensueño que se alberga),
nada me importará, porque yo siempre,
caminando sereno por la tierra,
con el alma latiendo por la gloria
y flotante a los vientos mi melena,
iré diciendo al mundo con voz fuerte,
¡con voz en la que vibre mi alma entera!:
-Es verdad que yo sufro; pero oídme:
¿qué me importa sufrir si soy poeta?


YO SOY UN TRISTE JOVEN DE ARDIENTE SED CARNAL…

Yo soy un triste joven de ardiente sed carnal,
porque, como a Verlaine, me devora ese mal,
y busco en los burdeles, sediento de lujuria,
las mujeres que calmen mi afrodisíaca furia:
esas mujeres, propias mártires de sus vidas,
que tienen cadavéricos semblantes de suicidas.
Y encuentro en las caricias de esas pobres rameras
como un florecimiento de muertas primaveras…
Yo soy un triste poeta taciturno
a quien embruja el rayo siniestro de Saturno,
y en mis íntimas horas de dolor y de anemia
voy trazando mis versos que son rezo y blasfemia.
Mis poemas son tristes porque triste es mi vida,
los poemas sin nombre de mi alma dolorida
por todos los dolores de mi negra orfandad,
en esta vida inquieta de amarga soledad.

Cancionero del arroyo, 1920.


                       YO


Como mi cuna fue un transatlántico
soy navinato, como D’Annunzio
y mientras viva yo no renuncio
ni a ser poeta ni a ser romántico.

Soy arrogante, con la arrogancia
fiera y gallarda de un mosquetero,
amo la trágica historia de Francia
¡y tengo un alma de aventurero!
Soy orgulloso como italiano;
solo a los héroes tiendo mi mano
y muestro al vulgo como un blasón
mi exaltado romanticismo
que cualquier día pienso yo mismo
cantar en una canción
(…)



El Busto

Los hospicianos
van esta tarde
hasta las húmedas
frondas del parque,
entre las cuales se yergue un busto
que por lo afable de su semblante
recuerda a héroes antepasados,
cuyas hazañas fueron tan grandes,
que hoy se les rinde tributo augusto
sobre las lápidas mortales…

Los hospicianos miran atentos
la pétrea imagen
que por sus rasgos, tan expresivos,
revela antiguas cordialidades…
Luego se alejan
diciendo el nombre del personaje…
-Es don Ricardo Gasset –murmuran;
y aún vuelven todos por admirarle…


ALMA DE ARTISTA

Una errata de imprenta se deslizó en mi nombre:
No es Armando, es amando como siempre viví.
Amando a la alimaña y a la fiera y al hombre,
que el amor no se apaga en mí.

Rufianes sin ingenio rompieron mi apellido
«Buscarini», dijeron. «¡Bah! La busca del pan».
El pan que a mí me dieron siempre lo he repartido;
y también partí otro que los hombres no dan.

Armando Buscarini. El nombre trae de Galia
el perfume galante, y el apellido Italia
dice; pero soy sólo pobre poeta español,

que en esta tierra inhóspita, que no ama a sus cantores,
arrastra, entre sarcasmos, su juventud sin flores,
su sed sin agua, y su primavera sin sol.





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