Musa griega (Internet)
POESÍA DEL FUTURO (I)
En el futuro (pongamos que dentro de
cincuenta años) la poesía, como avanzada del lenguaje literario, como función poética del lengauje, habrá llegado
a un nivel de autoexigencia que ocasionará desacuerdos, roces e, incluso,
guerras civiles entre los poetas.
Por una parte, los poetas de
siempre, los que escriben “como les sale del corazón”, es decir, con espontaneidad, incluyendo en algunos casos
corrección en el lenguaje y fidelidad a la forma métrica.
Por otra, los que huyen del lastre y
rebuscan expresiones poéticas alejadas del deterioro en que caen muchos, a
pesar de su prestigio y altos galardones.
Por último, estarán los “malditos”,
los que escriben, no como los supuestos “genios rompedores, que emplean el
verso libre y las imágenes irracionales para afirmar su genialidad rupturista,
sino que recuperan la forma como una fidelidad a la tradición, pero una vuelta
a las formas que exigen pericia y al mismo tiempo, un uso del lenguaje en el
que la llamada función poética alcance una altura que no sólo se hace respetar,
sino que también sirve de guía, de candil en las tinieblas de los tópicos, en
las cavernas de los versos estereotipados y en la vorágine de los
versolibrismos delirantes con ínfulas de innovación.
POESÍA DEL FUTURO y (II)
Habrá que rescatar a los clásicos
contemporáneos, olvidados por tantos jóvenes poetas que desconocen la
preceptiva literaria y han cerrado a cal
y canto las laderas que llevan a la cúspide del Parnaso para entretenerse al
pie de ese monte con baratijas de puestecitos de poetas de ocasión que fascinan
con una bisutería de meros y fugaces destellos estilísticos, prestidigitadores
achalanados de frases sueltas que lamen las manos mágicas del aforismo.
La poesía del
futuro será, pues, nueva, sin ningún verso oxidado dentro de un esquema métrico
más o menos riguroso y sin deuda, por ello, con el pasado. Es lo que se llama
un extrañamiento de lo que se lee como
una novedad convincente. Entonces se verá realizada la teoría del estilo
poético de Vixtor Shklovski, que dijo en El arte como artificio con respecto a la poesía. la visión del objeto y no la del
reconocimiento. Es decir, presentar un texto de manera que el
lector no vea en él la escritura como un mensaje ya estereotipado, redicho y
sin sorpresa alguna, sino que su procesamiento visual le llame la atención
hasta el punto de que lo que lee le parezca nuevo. Y, por si fuera poco, recordemos una vez más a Óscar Wilde: “El placer
superior en literatura es realizar lo que no existe”. O sea, lo que existe ya
está desgastado y hay que dejarlo para los poetas que ponen toda su alma en el
contenido olvidándose del lenguaje, sin recordar o ignorando que la poesía es
el filón de la palabra literaria.
Este artículo no es una lección magistral sobre poesía sino el
resultado de una experiencia, a la que llega el autor después de haber andado
esos caminos que él señala como no recomendados para seguir en ellos quienes lo
estén pisando todavía.
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