Dámaso Alonso
POESÍA EN TIEMPOS REVUELTOS
Una poesía que no
traduce lo que es permanente en el ser humano es una poesía de circunstancias,
o sea: de denuncia, de evocación de lugares, recuerdos de tebeos, anécdotas,
pero no es lo que dice Leconte de Lisle: “Sólo hay poesía en el deseo de lo
imposible y en el dolor de lo irreparable”.
Pero hemos de confesar que
no corren tiempos para escribir y publicar novelas, relatos y poemas donde el
dolor humano con todas sus variantes adquieran interés en los lectores.
Confesémoslo que estamos viviendo en tiempos de increencia en todos los órdenes de la vida. Un fantasma
llamado miedo recorre el mundo en forma de terrorismo, paro, emigración,
guerras con estrategia de escamuzas para vender armas… En suma, como ya
escribiera alguien no es tiempo para las rosas ni para la lírica.
Sin embargo, no hemos de apoltronarnos en el
sofá para ver en la televisión lo que nos echen, sobre todo si son frivolidades
para pasar el día y hacerlo más efímero aún. Estamos en una especie de siglo de
oro de la frivolidad, que también es un consuelo para quienes no desean otra
cosa. Los estrategas de lo banal y la violencia hacen su agosto.
Debemos insistir para que
el muro de nuestra protesta en esta noche en que todos los gatos son pardos no
se acabe de derrumbar debido a los ecos multitudinarios, al estruendo de la
confusión y al desánimo. Siguen existiendo los sentimientos amorosos de todo
género, se generan vivencias que alimentan nuestra memoria en el discurrir del
tiempo y la conciencia continúa hablándonos desde el fondo del pozo de lo que
se podría llamar misterio o incógnita.
Lucho, amo, busco; luego
existo, y la escritura es el amanuense de este drama que llamamos vivir. Los
que creemos que la poesía es voz de lo auténtico no hemos de ceder ante las
modas transitorias que a río revuelto no pescan peces sino bichos
lingüísticos.
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