miércoles, 31 de julio de 2019

POESÍA SENTIDA Y POESÍA DE ENCARGO



    



Parece que esta dicotomía despierta un recuerdo de la sensibilidad romántica, que, como sabemos, valoraba, incluso exaltaba el sentimiento como santo y seña de la verdadera poesía, frente a la poesía de resabio neoclásico que aún persistía y siguió persistiendo en los poetas retrospectivos del siglo XIX. El caso es que la literatura española e hispanoamericana se plagaron de lunas iluminando los sepulcros, suicidios, amores volcánicos, noches reflexivas y otras intempestivas…; así como en muchos poetas modernistas nos encontramos con cisnes, princesas, lagos, pagodas, kimonos, el color azul, héroes mitológicos y literarios y otros atractivos exóticos que puso de moda el gran nicaragüense Rubén Darío.

Está claro que la diferencia entre esos poetas y los de ahora que siguen el dictado de los concursos y las revistas mandarinas es que aquéllos escribían con dominio del ritmo y figuras literarias y éstos de ahora ignoran ritmos y figuras. Toda una traición o bien una patada a la tradición literaria, a la disciplina que requiere el ejercicio de escribir, y todo con gran éxito en la noche en que todos los gatos son pardos. Algo así como una tropa rasa que le vuelve la espalda y se rebela contra los oficiales.

 Esa tentación irresistible para muchos da como resultado un discurso poético “obligado”, si bien con tópicos que no son trasnochados, por cierto, pero sí llegan a ser leídos como impersonales, y lo peor es su negativa a dejarse impregnar de los valores humanos.
De esta “orden tácita” surge la explosión del relato negro. Hace treinta años a pocos o a casi nadie en España se le ocurría enviar a los certámenes relatos de ese subgénero. Incluso ni siquiera se convocaban. Sin embargo, de un tiempo acá ha proliferado el hecho, llegando también a tentar a la poesía. Que no se me diga que esto nos es literatura de encargo que obliga al poeta a retorcer su manantial, si lo tiene, a favor del cauce prefabricado del estímulo más o menos oficializado por la crítica literaria.

Ocurre también con los poemas situados en lugares más o menos resaltados por el cine, así como personajes de relieve del mundo contemporáneo. ¡En cuantos poemas encontramos Venecía, Florencia, París, Nueva York, Marilyn Monroe, Bogart,  el Che Guevara, los Hermanos Marx!... Esto por poner breves ejemplos. 

Cosa parecida sucede con el verso libre. Escribir con verso clásico para algunos poetas, los que saben hacerlo, es un pecado poético, ya que eso “no se lleva”. No hablemos de los que no saben y hoy entran y salen del Parnaso, ya que las vallas de su jardín han sido violadas y rotas. El verso libre se inició como un anhelo de libertad en la escritura, pero se olvidó que se trataba de la emancipación de las imágenes bajo el impulso automático del espíritu de las vanguardias

Cuando surge un poeta que escribe con “el corazón” sobre los grandes temas de siempre: la vida, el amor y la muerte, así como los misterios del más allá, es arrinconado o desatendido pues se impone la mayoría con temas “exigidos” en el foro de la actualidad, aun a sabiendas los concurrentes de este foro de que son temas manidos, cartón piedra de una mímesis apadrinada por poetas y revistas de gran poder decisorio.

Pero se ha de animar a los poetas sinceros, que son los de siempre. Los que rejuvenecen a la poesía lánguida de los escribidores impostados que la envenenan con una escritura en la que ni siquiera hay un viso de la función poética. Decía Antonio Machado aquello de “¿Soy clásico o romántico?”. Sea lo que se sea, hay que ser auténtico y defender que la poesía es la de siempre pero con lenguaje renovado, como decía nada menos que Goethe. Es una opinión nada más. Como dice el refrán, que cada uno haga de su capa un sayo, pero he de defender la profesión de la Lengua y la Literatura con la siguiente tesis: Todas las artes y todas las profesiones necesitan un aprendizaje, pero parece que la escritura poética puede prescindir de todas las reglas y, además, queda mucho más bonita, por lo que se ve.


























AFTER THE TRANSITION
 
 After the Transition - as we know, the transition from dictatorship to democracy, and they are not topical words here - poetry was also moved by this transition from one regime to another.
 
Until then and, although poems of young poets who took their name of the Most New to the title of the work, appeared in 1970, began to appear in vogue, Nine newest Spanish poets, by Josep María Castellet still traces of realism Critic of the fifties and sixties and the social poetry of the forties, I would say almost indelible, in the poets who were already in their thirties. A movement that could have concomitance with the French May 68.
The range of poetic options that opened with the new poets gave a breath as of a clean and fresh breeze to those who were tired of a record with the theme as the engine of the literary text and completely oblivious to what had already been quite years in he fights in the trench of novelty, and it was the poetic function in language, which Roman Jakobson postulated, and still far from the formalism of Vixtor Shklovski. Poetic function that suggests renewal in the morphosyntax of the poem. All worn adjectives began to bore you, as did the use of the poem as a message, as if the poet were going to save the world.
 
The desire for freedom influenced the poet's perspective. You no longer looked at life or poetic matter with those conformist or transcendent eyes that resigned with the realistic and naked formula of "To bread, bread and wine, wine." The language took on proportions that touched the orb of the magical, although it was branded as a neo-modernist, it was, therefore, from the endearing to the strange. Taking out the poetry of the phrases made and pulling it out of a sleepy cradle where I lay stunned by great existential concerns, was a purpose that encouraged many poets to choose to free it from corsetation and conventional phraseology.
The themes of the classical world, of neo-baroque poetry, of the neo-Guardianism of culturalist evocations and other routes not yet classified gave an enthusiastic impulse to poets born in the forties. And that "triumphant march" on an obsolete past - if you attend to its thematic routine, not its quality, because in those sowing plants sowed good poets born in the twenties and thirties - put their feet of optimistic infantry a generation that the literary historiography catalogs as 68 or 70. The other generation, rather: the other subsequent generations have done nothing but follow those paths as in the field through tradition, seeking new forms of poetic expression putting the emphasis of poem in language rather than in "the work well done" or in communication.
 
Now, through this door of freedom voices have been cast that have taken advantage of those verses of Antonio Machado: "Neither hard marble nor eternal, / or music or painting, / but word in time." Word in time that builds a poetry, as indicated by its etymology, a verbal building with unitary elements — that is not why classicism at all costs — that differentiates it from charming and cozy prose also, like its great milk brother, the poem .















De Poesía, filón de la palabra
                                      OFRENDA








L  o  s   d   i   f  u  n   t   o   s


                  d
e  n  c  i  e  n  e   n

l
e i
d        l
n              l
a                   a
c                      s
e  n  l a  m e m o  r  i  a
d e l o s v i v o s



LIMOSNA RUMOROSA  Y  TRANSPARENTE



 Pide una com pa sión de a g u a  y    s i e s t a
 c eg adora   la puerta el  m e d i o d í a
 la     l e n g u a   j a d e   a n  t  e    del   verano
 boca más  seca  de la   h o r a    l e n  t  a
limosna rumorosa y transparente

                                   red o nda   gratitud es su  gar g a nta
y la tarde con  b r i s a s   lo    c  e  l  eb  r  a



















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