PIEL EN SUBASTA
(HISTORIA DE UNA PROSTITUTA QUE TUVO UN FIN FELIZ)
Antes de poner cerca yo a tus solos ejidos,
curioso merodeo de tus inmediaciones,
feria de los perfumes coreando a tu rimmel,
vapor como
sahumerio del aseo de urgencia,
propiedad sin
vallado, demarcación baldía,
periferia en que
gozan sensoriales viajeros,
fuiste campo a
través de todas las pasiones,
anchuroso derrubio
donde el viento revuelve
los cascotes y el
polvo que lloran otros días
mejores en que
fueron fachada deslumbrante,
siempre el amor
rondando tus oscuros suburbios,
cuneta de descanso
para los peregrinos,
emoción tan manida
como prefabricada,
guiño cuyo destello
esconde una tormenta,
jarrón roto al que
huye habitarlo una flor,
güisqui donde un
lamento desganado agoniza
bajo la enana luz
de un locuaz cigarrillo,
bengala de alegría
que se pierde en la noche
apagada con rúbrica
de instantáneo espejismo,
y quedan cicatrices
de una oculta tristeza
que maquilla el
carmín de forzadas sonrisas,
cortesana sin atrio
de venal palacete,
Friné venida a
menos por la erosión del uso,
revés de ingenuo
verso para quienes desprecian
en su boca el
candor de unas tiernas palabras,
cuando, en verdad,
debajo de su rictus servil
se desgarra un
poema de fangosa ternura.
Para ti no hay
metáforas que tu encanto recubran,
palabras para
esposas al filo de almohadas,
susurros al oído
colgando unos pendientes
de amor que brillan
más que si fuesen de oro,
ornamento, ataujía
de manos primorosas,
sino la garra muda
de un buitre pasajero
que extiende tu
colonia cual velo de perfume
como la yerbabuena
con su aroma redime
la cocina que
muerden agresivos olores ,
pujante animadora
de una juerga estallante
para que no se oiga
bramar tu mar de llanto
mordido por tus
dientes que desgarran dobleces
y trituran con
rabia hipócritas decencias,
humo de
escepticismo que ahoga a los sinceros,
fonda húmeda para
transeúntes con prisa,
apeadero brevísimo para turbios jinetes,
reverso de
inocencia donde hinca sus dientes
la realidad del día
desprovista de máscaras
evocando, a lo
lejos, su virginal diamante
perdido en
socavones de un brumoso naufragio,
pomo sucio de
puerta de las curiosidades,
fogata en el camino
para los nocherniegos,
hucha para limosna
de una artera caricia,
prenda de tenderete
tan sobada por manos,
que nadie se la
lleva y la arrumba el desorden;
pecera en que se
teme la mentira nos muerda,
incluso cuando
llora la verdad malherida,
incluso cuando
canta la emoción maquillada;
guitarra solamente
para estruendo de fiesta
donde la borrachera
vomita sus historias,
copa donde bebían
anónimos los labios,
desencanto que
oculta el humo de un canuto,
lodazal donde gime
el honor desvaído,
zarza de mala
suerte que sangra maldiciones,
tierra de amor sedienta
condenada a sequía,
manzano donde todos
arrancaban su poma
y al olvido tiraban la entristecida piel,
tentempié que
golpean unas manazas ebrias
si el placer que
promete es cauce entorpecido,
opacidad que nubla
comprometidas arras,
libro negro que
cela los prohibidos renglones,
cara oculta y doliente
de una luna que ríe,
disimulado asco del
condón maloliente,
columna de nupcial
promesa derribada,
barca que nunca
acaba de cumplir su deriva,
mercancía en que
llora en su envés las monedas,
nombre con
resonancia y praxis de utensilio,
yermo interior
cercado de oscuras soledades,
corazón que la
gente vacío se imagina
pero está a
reventar de secretos oscuros,
de historias de una
infancia de cruel zarandeo,
púas en el recuerdo
de momentos hirientes,
de un hogar en que puso
el desamor sus manos
deformadas,
tiznadas del hambre y sus miserias
y una guerra de
bocas, tempestades de insultos.
Mas hoy eres almena de
guardia de tu casa,
desplegado velamen
para que el viento empuje
en la mar de la
calle proclamando tu rumbo,
proclamando en las
tiendas, en las plazas, los cines
que tú eres el
revés de aquella que te hicieron
dedos modeladores
de oscuros infortunios,
brújula que sonríe
porque sabe su norte,
marinero en la cofa
que ya tierra ha avistado
para hincar en la
playa tu pendón de pareja,
palo mayor del
barco que os llevará a ese puerto
de los cordajes
mutuos, de las velas recíprocas
donde echaréis el
ancla de la felicidad.
Finalista en el Premio de Poesía “Antonia Pérez
Alegre” 2006
(Madrid) recogido en el volumen de ese año.
ORACIÓN NO FÚNEBRE PARA UN CUERPO DESAHABITADO
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