CAUCE OCULTO DEL
TIEMPO
(2015)
(2015)
Círculo de Artes y oficios, 1905
UNAS CITAS CON LA MEMORIA LITERARIA
DE SAN FERNANDO
“ISLA”, BOLETÍN DE LA SOCIEDAD DE FOMENTO
He
hallado entre viejos papeles un número extraordinario del Boletín "ISLA",
aquella entrañable publicación que editaba en nuestra ciudad la Sociedad de Fomento de
San Fernando, que mantenía ciertas inquietudes culturales. Este número conmemora diez años de servicio a los lectores
isleños: 1952-1962.
Arranca concretamente desde su fundación y
puede aventurarse que tal
Boletín no pasó de l972. En sucesivas ediciones aparecieron nombres de
escritores isleños que colaboraban con asiduidad tanto en verso como en
prosa.
Pero, reduciendo mi
interés al número que tengo delante, y concretamente en su apartado
literario, he de resaltar la presencia de un romance titulado “Madre de
las Callejuelas”, dedicado a la
Virgen del Carmen, como es de suponer, y firmado por El Lego
de San Juan, seudónimo bajo el que se escondía, sospechaba yo entonces, el
poeta Gabriel González Camoyano (1893-1967), que tantos poemas le dedicara a la Patrona. Más
adelante, nuestro paisano, el escritor Francisco Carrillo, me sacó de dudas: se
trataba del lego carmelitano Hermano Enrique.
También figura otro
romance que se titula “Romance de los diez años”, de Juan García Sánchez
(1919-2001), celebrando, precisamente, el décimo aniversario del nacimiento del
Boletín. Hay en este número, como en los anteriores, artículos dedicados a
comentar problemas sociales de la ciudad firmados por Urbanus, G. Capitán y
Emilio de la Cruz,
su director entonces. Años más tarde, sería Germán Caos Roldán quien acometería
su redacción íntegra, entremetiendo colaboraciones de articulistas y
poetas.
Pero, retrocediendo
al verano de 1962, fue Antonio González Muñoz, profesor de Literatura en la Academia O´Dogherty,
escritor joven y con inquietudes que vivía en la calle Velázquez, quien
me incitó a escribir algo para ese “ISlA” extraordinario. Yo lo tenía ya
escrito, pues había acabado recientemente un libro de sonetos, dedicados a un
jilguero, a ciertos lugares de la
Isla y al Puente de Zuazo. De entre todos ellos, escogí tres
que trataban del mencionado Puente y que fueron, junto a otros de tono
costumbrista, los únicos que conservé de aquel primitivo libro inédito.
Y, efectivamente,
fueron editados y ello me propició una gran alegría, ya que era la primera vez
que veía impreso en revista un poema mío. Mis lecturas estaban por aquellos días envueltas
en ese batiburrillo de libros de distintos géneros, como una novela de Blasco
Ibáñez, La araña negra, un tomo con las obras completas de Federico
García Lorca, ambas obras que me prestó Manuel Zaldívar; preceptivas literarias
que me regalaron vecinos, recién acabado su bachillerato elemental, como
Manolín Zaldívar, su primo Fernando Ubanet y Tani Pérez Román, además de los
“Sissi”, Revista Femenina, en una de cuyas páginas figuraba una columna con una
poesía de autor clásico, que fue mi primera escuela poética, sin que me faltara
un libro de mitología con dioses, diosas, nereidas, duendes y ondinas, perlas,
corales, sargazos, nombres poéticos de vientos como auras y céfiros...
Pero, generalmente,
todos los sonetos dedicados al Puente de Zuazo eran de tono realista; solamente
uno involucraba aspectos mitológicos e idealizadores, y ése fue el que me
parecía mejor por su colorido y trazos de imaginación al vuelo.
Como un homenaje por
mi parte a lo que representó “ISlA” en esos años para la ciudad con su
aparición mensual, reproduzco aquí el segundo soneto, el más poético de los
tres.
Quiero verte
en la aurora purpurina
cuando tu sol
entre corales brilla
y surge de la
póntica buhardilla
lanzando
espuma tu graciosa ondina.
Entonces
labraré tu perla fina
sentado a la
frescura de tu orilla
grabándole una
breve maravilla
que dejaré en
tu nítida salina.
Quiero verte.
Después, cuando me vaya,
cuando esté
lejos de tu verde playa,
tal vez
recuerdes a tu amante hombre;
me llamarás
incluso con el viento
al ver la
perla que en ti busca asiento,
¡aquella perla
en que grabé mi nombre!
“ERYTHIA”,TERTULIAS LITERARIAS, QUINCE AÑOS DESPUÉS
Traemos a la actualidad este artículo editado, como
los demás, en “San Fernando Información”, pero el de ahora, en el año 1996, el
cual comenzaba diciendo que era necesario que el tiempo nos distanciara de los
hechos para valorarlos mejor de lo que lo habíamos hecho en su momento
durativo.
Durante los años 1979-1981 convivieron en la Isla dos revistas de poesía
que le dieron al espíritu isleño etapas de entusiasmo y creación, heterogénea y
vacilante ésta, pero prometedora.
Estas líneas las vamos a dedicar solamente a”Erythia”.
En otra ocasión lo haremos con “Gaviota de Poesía”. El formato y la impresión
de “Erythia” llamó pronto la atención. Detrás de ella se
adivinaban unas manos profesionales de la imprenta que la cuidaban, no sólo con
primor, sino también con detalles ornamentales que le daban un cierto
estilo de fin de siglo.
Julián Blasco Moyano, autor de bellos y sentidos
relatos y colaborador entonces de “Mirador de San Fernando”, ponía el corazón y
su tiempo en una revista que alcanzó los cinco números, aparecidos desde mayo
de 1979 al 23 de febrero de 1981, y cuya presentación en La Salle-Real, concretamente
en aquella tarde inolvidable para la historia de la España de la Transición, la vincula
a una fecha decisiva en nuestro país.
En esos números las firmas fueron muchas y
diversas; desde poetas que ya estaban consolidados en el oficio de la escritura
literaria, hasta otras que balbuceaban como ocurren en todas las
revistas.
Pero el idealismo de Julián Blasco Moyano iba más
allá de la labor uniforme del número dedicado a poetas y narradores. Más
adelante aparecieron, también confeccionados por él, (y hay que hablar así como
si se tratara de una obra artesanal) ejemplares monográficos de corta extensión
que llevaban el epígrafe de “Selecciones”. El especial estuvo dedicado a
Eduardo Gener Cuadrado, en septiembre de 1982. Su autor fue Juan Bohórquez Sargatal
y glosaba la figura literaria del almirante.
El número 1: Las razones el Lázaro el hebreo,
fueron dos cuentos del mismo Julián Blasco Moyano.
El 2: El léxico de Las salinas, de Pedro Payán Sotomayor.
El 4: Cuentos con caballo y perro,
y el 3, 5 y 6 :Cruel, amada vida, Cancionero memorial y Pasionario isleño, del autor de este artículo.
El 2: El léxico de Las salinas, de Pedro Payán Sotomayor.
El 4: Cuentos con caballo y perro,
y el 3, 5 y 6 :Cruel, amada vida, Cancionero memorial y Pasionario isleño, del autor de este artículo.
No me gustan los incensarios verbales para los
homenajes por hacer. Aquí no se trata de otra cosa sino de hacer justicia a un
escritor amante de las letras y de la
Isla, que fue su tierra adoptiva, desde la que vino,
Villanueva del Duque en Córdoba y fundó de buena gana una revista para que todo
el que quisiera, y con un mínimo de dignidad literaria, colaborase; revista que
se leía en una tertulia y que se regalaba a los colaboradores de la misma.
Fue,
por ello, una labor que se ha de recordar y, dado el símbolo mágico de los
números, ahora que cumple quince años desde estas líneas quiero personalmente
rememorar a su fundador y reconocerle que "Erythia" forma parte de la cultura de la Isla, ya en el museo de la
memoria. En otra ocasión dedicaremos en este apartado un trabajo a la narrativa
de Julián Blasco Moyano (1930-1995).
Germán
Caos
Enrique
Montiel
Mª. Amparo
Gordillo
José
Segura
Rafael
Duarte
Diego
Navarro Mota
Juan M.
Oneto Prián
Antonio
Montiel
Sbi Lucart
Soledad
Lozano
Juan A.
Sánchez Anes
Nina Fabra
Quintín
Dobarganes
Ascensión
Benítez
Antonio
Bocanegra
Juan
Torrejón Chaves
Gabriel de
Anzur
Segundo Mtez.
Silva
Ignacio
Naranjo
Mariló
Caos
María del
C. Dueñas
José A.
Bernal López
|
Julián Blasco Moyano
Joaquín Quijano Párraga
Concha Carriedo
Juan Mena
Félix Sánchez-Aguiliya
Juan J. García Sánchez
Lourdes Alonso
Cristóbal Mane Durán
Alonso Quijano
Juan Barriga Ruiz
Carmen
Labandón
José González Barba
José Mª. Hurtado Egea
Eduardo Gener
María Dolores Espinosa
María B. Pérez Daza
Claudio Jurado Pulgarín
Servando Vasallo de Dios
Pedro Mtez. Chamorro
Justo Gómez Valiente
Belarmina Gemio
Juan Bohórquez. Sargatal
|
“GAVIOTA DE POESÍA”, QUINCE AÑOS DESPUÉS
Hace quince años, como también “Erythia” lo hizo,
inició su andadura la revista “Gaviota de Poesía”. Fue una aventura literaria
que se llevó a cabo gracias a la iniciativa de Rafael Duarte, su empuje y
entusiasmo, y al apoyo moral de quien estas líneas suscribe. Así comenzaba el
artículo dedicado a esta revista en 1996. Para ese cometido fueron necesarias
unas suscripciones de amigos y simpatizantes que animaron durante seis números
el vuelo precario, pero alegre y audaz de una “Gaviota” remontada a los
cielos de su fantasía editorial.
Como toda empresa en la vida tiene un estímulo
decisivo, “Gaviota”, que todavía era un balbuceo, también precisó de ese
fermento. Acababa yo de escribir Prohibido paraíso, un cuaderno de
poemas con el tema de una Andalucía entre el elogio y la sátira cariñosa,
siempre combatiendo los tópicos al uso. A Rafael Duarte le gustó tanto, que
buscó la manera de sacarlo a la luz.
Sin embargo, no estábamos satisfechos con la primera
edición, que fue tirada a fotocomposición en la Librería Falla (a
la sazón de Antonio Fedriani). Repetimos el número uno —Prohibido Paraíso— en la imprenta de Bellido y, a partir de entonces continuamos por este
procedimiento de caja los cinco números restantes, que ya no fueron
monográficos, sino colectivos.
Voy a citar los nombres de los colaboradores aunque
parezca algo exhaustiva la nómina.
Antonio Bocanegra
Rafael Duarte
Ángel García López
Justo Gómez Valiente
Antonio Murciano
Carlos Murciano
Fernando Quiñones
José Luis Tejada
|
Jesús Fdez. Palacios
Pilar Paz Pasamar
María Teresa Mongay
Juan Mena
Enrique Montiel
José Luis Núñez
Alejandro Fdez.Cotta
Joaquín Márquez
|
Jesús Aguilar Marina
Rafael Alfaro
Antonio Enrique
Joaquín Carretero
José Costero
José L. García Martín
María Amparo Gordillo
Concha Lagos
Alfonso López Gradolí
|
Guillermo Portillo
Miguel Ramos
Ignacio Rivera Podestá
Antonio Luis Baena
Germán Caos
Rafael de Cózar
Juan Delgado López
Dionisia García
José D. García Guirao
|
Leopoldo de Luis
Manuel Hedrera
Henri de Lescoët
José M. Molina Seijo
Carlos Rivera
Juan A.SánchezAnes
Felipe Benítez Reyes
Manuel Urbano
|
Así pues, no se ha de olvidar que las colaboraciones tenían, amén de
calidad, nombres que brillaban en la poesía española de la época.
“Gaviota de Poesía” pasó por las mismas vicisitudes que la mayoría de las
revistas literarias: las económicas, y cesó de publicarse, como “Erythia”, que
dirigió Julián Blasco Moyano, en 1981, como la revista aludida.
Lo mismo que dije cuando evoqué aquélla, fue un
momento feliz para las letras isleñas. Fue un periodo que no se ha
repetido, a pesar de que ambas revistas no perseguían grandes metas y salían a
la calle gracias al esfuerzo de sus promotores y de amigos colaboradores.
Hoy, al cabo de quince años (recuerdo que esto se
escribe en 1996) de su desaparición, quedan archivadas unas firmas que
traspasan los límites locales y regionales también. No fue, por lo tanto, un
proyecto perdido, sino una modesta realidad que queda recogida y perenne en
esta encuadernación que tengo ante mí, como un deseo, como un intento de
enriquecer el acervo cultural de nuestro pueblo.
LA COLECCIÓN “DOS AMIGOS”
Allá por el año 1964
Antonio González Muñoz y Germán Caos R. ponen en movimiento en La Isla de San Fernando una
incipiente colección de libros de relatos y poesía de autores isleños.
La colección se llamaba "Dos
Amigos", en un formato de 15 x 12,5, con una típica cañaílla en la portada, que
es obra, como el logotipo, de Luis Cano Trigo.
La edición se hacía gracias
al apoyo del ayuntamiento de esta ciudad y al visto bueno de la Academia de San Romualdo.
En la contraportada del segundo número se anunciaba dos futuras publicaciones: Canto al mar y otros poemas, de Gabriel
González Camoyano, y Naciente herida,
de Juan Mena.
La primera entrega El ídolo, de Antonio González Muñoz, es
de un solo relato, pero lleva un prólogo del autor en el que pone de manifiesto
las dificultades de publicación en las grandes editoriales y las inquietudes de
aquél para llevar a cabo una empresa que con los medios de entonces se podía
considerar heroica. En dicho prólogo se alienta también a los escritores
isleños en la esperanza de que las
ediciones se sucedan.
Pero no fue así. Una vez
publicada la segunda entrega titulada Cuatro
cuentos de hombre, de Germán Caos, la colección fenecía, ya que no pudo
autofinanciarse el tercer número con la venta del segundo.
Con ello desaparecía la
posibilidad —insólita posibilidad— de que los demás escritores que aguardaban
turno viesen realizado ese sueño verdaderamente mágico de ver editados sus
trabajos literarios.
Hoy, a los cincuenta años
de aquel embrión editorial, de aquel fausto nacimiento y de la prematura muerte
de tan preciosa criatura, la Colección "Dos
Amigos", quitado el polvo del tiempo de sobre sus portadas, como acontece con
todo libro, es evocada en esta columna como un hermoso intento de sobrenadar en
unas aguas que nunca han sido favorables para los asuntos de la imaginación (en
La Isla y en
muchas partes más).
Sin embargo, hay que
reconocer ese espíritu de emprendimiento de Antonio González y Germán Caos y el
apoyo del ayuntamiento de entonces.
Cuando se haga la historia
de las publicaciones en San Fernando no hay que olvidar que la Colección "Dos Amigos", con una
cañaílla de sobrios trazos en la portada y un digno contenido literario, tiene
un lugar meritorio, a pesar de su modesta factura, debido, sobre todo, a un
anhelo de plantar en la tierra cultural de nuestro pueblo un árbol de
inquietudes e ilusiones que hubiese crecido y expansionado sus brazos igual que
una araucaria.
BREVES SEMBLANZAS
ANTONIO GONZÁLEZ MUÑOZ (1936-2000) fue maestro
nacional y desde muy joven tuvo inquietudes literarias que se concretaron en la
iniciativa de la
Colección "Dos amigos", fundada con Germán Caos R., sufragada
por el ayuntamiento de San Fernando y la colaboración de la Real Academia de San
Romualdo de la ciudad, en 1964. En ella editó su relato El ídolo.
En Conil de la
Frontera fundó la
Librería y editorial La Cañaílla, que durante algunos años regentó hasta
su traslado profesional a Cádiz. El que suscribe estas líneas entró a
principios de los sesenta en el mundo de la lectura de la poesía gracias a su
generosa biblioteca cuando Antonio, de soltero aún, vivía en la isleña calle
Velázquez.
GERMÁN CAOS ROLDÁN
(1928-1997)
Empleado del Departamento de Administración de la
Fábrica de San Carlos. Narrador premiado en varias ocasiones
y colaborador de “Mirador de San Fernando” y “San Fernando Información” con
artículos de opinión. Fue Premio Cuentos Puente Zuazo y académico de la Real Academia San
Romualdo.
Durante muchos años (posiblemente desde 1952 a 1972) fue el director de una publicación mensual titulada “Boletín de de la Sociedad de Fomento de San Fernando”, editado a expensas de dicha sociedad, donde recogía todo lo acontecido cultural y artísticamente en la ciudad; además, insertaba trabajos de colaboradores, entre ellos jóvenes que se iniciaban en la escritura literaria. Publicaciones del Sur le editó una selección de su obra en Antología (1995), con narraciones, artículos y poemas.
Durante muchos años (posiblemente desde 1952 a 1972) fue el director de una publicación mensual titulada “Boletín de de la Sociedad de Fomento de San Fernando”, editado a expensas de dicha sociedad, donde recogía todo lo acontecido cultural y artísticamente en la ciudad; además, insertaba trabajos de colaboradores, entre ellos jóvenes que se iniciaban en la escritura literaria. Publicaciones del Sur le editó una selección de su obra en Antología (1995), con narraciones, artículos y poemas.
LA POESÍA DE SERVANDO CAMÚÑEZ
Versos
pasados de moda
Editor
José García Gutiérrez, 1915
Cádiz
Calle Real, hacia el año 1910
Servando Camúñez Echeverría nació en Cádiz, en 1854, pero vivió, ejerciendo como médico, en San Fernando, donde falleció en 1936. Salvador Clavijo dice en su Historia de la ciudad de San Fernando que amó profundamente a Andalucía y también se vinculó a temas patrióticos e hispanoamericanos. En su poesía, además de esas fuentes de inspiración, aparecen otras motivaciones de carácter filantrópico y siempre una tendencia social que lo asocia con la temática general del realismo decimonónico. Publicó un solo volumen de versos titulado Versos pasados de moda, en 1915, editado por el editor José García Gutiérrez, de Cádiz, con un número de páginas de 289.
Y, en efecto, Camúñez siguiendo la directriz de la
poesía que lee en su juventud, se siente muy próximo a Núñez de Arce, Campoamor
y Zorrilla, así como a Espronceda. Pero en Camúñez los rasgos realistas se
acentúan, tal vez por su experiencia profesional. Los pobres, los necesitados,
la inocencia infantil, el pájaro ciego, la cultura del suelo, como el trigo y
el trabajo, todo ello quedaba, como dice Clavijo, ennoblecido por su capacidad
de emocionarse y emocionar al lector.
El poeta gaditano está lejos de la poesía
declamatoria de la época. La suya tiene un lenguaje necesario dentro del
registro poético de la segunda mitad del siglo XIX. Cuando canta a la Patria, a América y a
Andalucía lo hace sin énfasis, pues no pretende una exaltación hueca y oficial.
Títulos de poemas suyos nos dan una idea de que fue un poeta de su tiempo por
lo que tuvo de ciudadano sensible, además, incardinado por ello en la sinceridad:
“La madre”, “Don Quijote”, “El trabajo”, “La humildad”, “La Patria”. “El
Descubrimiento”, “La vejez”, entre otros poemas son sintomáticos de que debió
de ser un hombre amante de la cultura y poroso a los males de la Humanidad, así como un
amigo incondicional del progreso.
Refiere Clavijo que fue, ya en los últimos años de
su vida, conservador de la Biblioteca Pública Lobo y ordenador del Archivo,
en su calidad de Cronista de la
Ciudad adoptiva. Nos hallamos en 1929. Se cuenta también como
publicaciones suyas unas llamadas “Cartas españolas” (tal vez recordando lo de
las “Cartas marruecas” de Cadalso) editadas en “Los Lunes” y “La Correspondencia”,
que dirigió, así como escribió unas zarzuelas que se perdieron, por lo
visto.
Como dije antes, el poeta afincado en La Isla siguió el rumbo del
realismo, pero lo hizo con toda franqueza, y manifestó su entusiasmo
escribiendo versos que aún nos quieren contagiar, dentro, como se ha dicho ya,
de un estilo propio de su contexto realista por su vibración: “¡Redención!, con
amor puede lograrse /. ¡Igualdad!, con amor a nadie espanta /. ¡Libertad!, con
amor debe enseñarse /. ¡Fraternidad con el amor encanta!”. Son versos que
corresponden al poema ”El gran Burgués”, premiado con la Flor natural en Sevilla en
1903, precisamente en años en que el modernismo está en todo su apogeo y Juan
Ramón Jiménez edita Arias tristes y Ramón
Pérez de Ayala La paz del sendero.
En esta estrofa, espécimen del poema citado, están
los presupuestos temáticos de su poesía que, como ya indiqué anteriormente,
pueden resumirse en el amor al progreso, la simpatía por el humanitarismo
social, la libertad de los pueblos y la promoción de los valores del hombre. En
nuestra época Camúñez hubiese sido un destacado poeta de la Generación de los años
50 en su más definida expresión social. Ahora bien, Camúñez, por el año de su
nacimiento, podría haber sido un precursor del movimiento modernista, como lo
fueron Manuel Reina (1856-1905), Salvador Rueda (1857-1933) y Ricardo Gil
(1858-1908). Pero nuestro poeta no viajaría por Madrid ni por París, es de
suponer, y ese aislamiento de los poetas de entonces en sus provincias nos da
una explicación de esa falta de reciclaje literario en sus obras.
Cuando se publica su libro de poemas en 1915 el
modernismo ya está superado, en palabras de Manuel Machado. Lo que va de 1880 a 1910, se da como
periodo para ese movimiento. Sin embargo, en su libro de versos podemos
apreciar cualidades que nos garantizan que podría haber sido un buen poeta
modernista, y no se olvide que por su cronología de vida abarcaba en primer
lugar, la poesía realista, aunque un poco retardataria; en segundo lugar
hubiese sido, como los poetas mencionados, un adelantado del modernismo; en
tercer lugar podría integrarse en la fila de los poetas novecentistas -como
León Felipe- y en cuarto lugar Camúñez podría asimilar las novedades de los
poetas de la Generación
del 27, incluso con sus quiebros vanguardistas, si se lo hubiese propuesto.
Dado que la musa de Camúñez era más bien abstracta
y observadora, podríamos decir que su poesía generalmente levanta el vuelo y se
ocupa poco de los tipismos y pintoresquismos en los que sí fue generosa la musa
del isleño Gabriel González Camoyano (1893-1967), que fue amigo del médico y
poeta, y que lo sustituyó en la dirección de la mencionada Biblioteca.
Dos años después, en 1917, Juan Ramón Jiménez
publica su Diario de un poeta recién
casado, que sirve de arranque a la nueva poesía del poeta onubense y da una
nueva orientación a la poesía española. Un año antes, en un cabaret de Zurich,
Hugo Ball y Tristán Tzara proclaman el dadaísmo, tan irrespetuoso con toda la
poesía academicista del siglo XIX.
A modo de conclusión, la poesía de Servando Camúñez
se inscribe, como hemos dicho, en un contexto de poesía realista un tanto
retrospectiva, debido, tal vez, a su aislamiento literario, pero con calidad en
sus poemas como para vaticinarle logros satisfactorios si se hubiese puesto en
línea de otras generaciones siguientes a la suya. Cuando hablamos de su carácter
retrospectivo en ella se debe, más que a cuando la escribe, que a cuando la
publica en ese volumen, independientemente de que años atrás lo hiciera en
diarios y revistas.
Como muestra antológica exponemos este poema que se
refiere a la celebración del primer centenario de la derrota francesa frente a
Cádiz y la Isla
de León. El metro empleado —decasílabos de 5+5— fue utilizado durante todo el
siglo XIX tanto por poetas románticos, como realistas y modernistas.
HIMNO DEL CENTENARIO
¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
En tu recinto, cual arca santa
puso la Patria su sentimiento,
sus esperanzas y sus dolores,
sus dignidades y su energía.
¡Cádiz augusta! Hoy es el día
de hacer coronas de egregias flores
para tus hijos, los luchadores
que enaltecieron tu nombradía.
Hoy hace un siglo que el mundo entero
vio sorprendido tu resistencia
ante el coloso que traicionero
quiso quitarnos la independencia.
Hoy hace un siglo, ¡Cádiz hermosa!,
que ante tus muros y tus cañones,
llena de rabia la poderosa
dominadora de cien naciones,
vio disiparse sus ilusiones
con tu respuesta maravillosa.
que ante tus muros y tus cañones,
llena de rabia la poderosa
dominadora de cien naciones,
vio disiparse sus ilusiones
con tu respuesta maravillosa.
¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
Como la antorcha que se agiganta
a los embates del raudo viento
es la aureola de tus lealtades,
de tus honores, de tus firmezas,
de tus excelsas serenidades,
de tus bravuras, de tus realezas,
gloria y asombro de las edades.
Ayuntamiento de San Fernando,
a principios de 1900
G. G. C.
GABRIEL GONZÁLEZ CAMOYANO
Antología en verso y prosa
Gabriel González Camoyano
Ispren Editorial,1993
San Fernando (Cádiz)
Gabriel González Camoyano
Ispren Editorial,1993
San Fernando (Cádiz)
En la Antología en verso y prosa del poeta isleño
Gabriel González Camoyano (1893-1967), publicada con motivo del primer
centenario del nacimiento del poeta, nos encontramos los isleños que ya
frisamos el medio siglo, en parte, y en cierto modo, con aquella Isla que se
nos fue. De hecho, don Gabriel -que así se le conocía por ser el fundador y
director de un centro de estudios llamado la Politecnia, aunque él
trabajaba como escribiente de Marina- arranca de otra Isla anterior, pero las
connotaciones de una y otra son parecidas en lo que se refiere a su
arquitectura y en el pintoresquismo de sus tradiciones.
Se le consideraba por ello como el poeta de la Isla, ya que se le
identificaba con el convento del Carmen y su devoción escrita a la Virgen del mismo nombre,
así como poemas en metro corto en los que la mar, la sal, los patios, los caños
y otros motivos locales le dieron fama entre lectores de la clase media de San
Fernando, para lo que hay que añadir que colaboraba en periódicos y revistas.
Por Orden
de 1 de agosto de 1953 pasó
a la situación de "retirado" el Escribiente Mayor don Gabriel
González Camoyano, página
1.236. Jefatura
de Instruccion Cuerpo
de suboficiales y asimilados.
Se divide el libro en dos partes, como reza el título. En la
primera hay tres secciones bien delimitadas que se corresponden con tres
ángulos de visión del tema poético: ”Versos de motivos isleños”, “Versos
íntimos” y “Otros versos”.
En efecto, poemas como “El Patio Maestro Lui”, “La reja
andaluza”, “Breve elegía al cierro isleño”, “Romance del Puente Zuazo”,
“Romance de la Isla
de León”, “Cómo se hace la sal”, “Cosas de la Isla”, así como los dedicados a la Patrona, incluido en
ocasiones el barrio de las Callejuelas, son muestras prioritarias de su poesía,
entre otros poemas menos costumbristas pero no desvinculados de lo
específicamente isleño.
Esta sección queda complementada por la segunda parte, que recoge trabajos en prosa casi notarial, referentes a la historia de nuestra ciudad: ”Mitología, historia y devoción” (Apuntes rápidos de la Isla de León). Es como una amorosa y emocionada réplica a la poesía de temas populares que enriquecen la primera sección.
Dada su formación literaria, su musa culta se inspiró en temas post-románticos y modernistas, con influencia de autores como Zorrilla, Núñez de Arce, Rubén Darío y, sin duda, también, ya en el contexto de la ciudad en la que vivían los dos, Servando Camúñez, se rastrea la huella del poeta extremeño José María Gabriel y Galán. En general, de ahí que su tono, en algunas ocasiones, tienda a la grandilocuencia en el arte mayor.
Esta sección queda complementada por la segunda parte, que recoge trabajos en prosa casi notarial, referentes a la historia de nuestra ciudad: ”Mitología, historia y devoción” (Apuntes rápidos de la Isla de León). Es como una amorosa y emocionada réplica a la poesía de temas populares que enriquecen la primera sección.
Dada su formación literaria, su musa culta se inspiró en temas post-románticos y modernistas, con influencia de autores como Zorrilla, Núñez de Arce, Rubén Darío y, sin duda, también, ya en el contexto de la ciudad en la que vivían los dos, Servando Camúñez, se rastrea la huella del poeta extremeño José María Gabriel y Galán. En general, de ahí que su tono, en algunas ocasiones, tienda a la grandilocuencia en el arte mayor.
Hemos de atenuar, sin embargo, ese registro que solamente se da
en algunos poemas de arte mayor. Cuando Camoyano se siente isleño hasta la
médula, es entonces cuando le salen los versos que le hicieron poeta
deliciosamente cañaílla, celebrado y recordado por sus lecturas en determinados
círculos y ámbitos culturales de la ciudad. Es, precisamente, en estos temas
donde su poesía reclamaba una revalorización, y por los que su musa quedará en
el devenir literario de nuestra ciudad como un testimonio sencillo y amable que
él llenó, en principio codo a codo con Servando Camúñez y, como poeta, en
solitario, una vez fallecido Camúñez en 1936.
En la segunda parte, en prosa, el poeta nos lleva de la mano
por los albores de la Isla.
Como se ve, un libro incardinado en una especie de lírica
menor, no exenta de lirismo tamizado por su sentir isleño con talante de buen burgués,
que observó y amó la pequeña historia cotidiana de su pueblo y aquellos lugares
y anécdotas más sabrosas o características de nuestra sociedad de entonces.
Considero que nada más que por su memoria y su significación
durante más de medio siglo en aquella Isla que se nos fue -repito-, Camoyano se
merecía ser conocido en una edición como la que acaba de hacer la Academia de San Romualdo,
la Fundación
de Cultura e Ispren Editorial. Bienvenida, pues, a esta antología en verso y
prosa de Gabriel González Camoyano, que es como recuperar la Isla del pasado, libro que
enriquece la bibliografía literaria de nuestra ciudad, tan sensible últimamente
a todo lo que tenga el sonido valioso y esperanzado de la cultura como un bien
local.
(Esta reseña apareció el mismo año de la edición del libro.)
Citamos un soneto en verso alejandrino con un tema muy querido
por González Camoyano, como se trata de Cervantes y El Quijote.
MEDITACIÓN EN EL PRÓLOGO DE LAS NOVELAS EJEMPLARES
Este que veis
aquí de cabellos castaños,
rostro aguileño y frente bien desembarazada,
de alegres ojos y nariz proporcionada,
y de barba argentina, que fue de oro otros años...
Este que envejecieron los muchos desengaños,
de estatura no corta ni tampoco elevada,
con la espalda por muchos sinsabores cargada
y los pies no ligeros, es, por propios y extraños
llamado don Miguel de Cervantes Saavedra.
Fue soldado en Lepanto y en Argel fue cautivo.
Le atrapó la desdicha como a un árbol la yedra.
Sufrió prisión injusta. No gozó lenitivo...
Y como fruto egregio de tanta desventura
dio al mundo "El Caballero de la Triste Figura".
rostro aguileño y frente bien desembarazada,
de alegres ojos y nariz proporcionada,
y de barba argentina, que fue de oro otros años...
Este que envejecieron los muchos desengaños,
de estatura no corta ni tampoco elevada,
con la espalda por muchos sinsabores cargada
y los pies no ligeros, es, por propios y extraños
llamado don Miguel de Cervantes Saavedra.
Fue soldado en Lepanto y en Argel fue cautivo.
Le atrapó la desdicha como a un árbol la yedra.
Sufrió prisión injusta. No gozó lenitivo...
Y como fruto egregio de tanta desventura
dio al mundo "El Caballero de la Triste Figura".
Biblioteca de la calle Gravina de San Fernando (Cádiz)
LA BIBLIOTECA DE LA CALLE GRAVINA
El 30 de mayo hizo treinta
años que se inauguró el Centro Cultural. con la biblioteca aneja a sus
dependencias. Ciertamente fue la biblioteca la que puso en movimiento esta
entidad cultural. Ya, desde su primeros días, la asistencia de público era
masiva y no solamente esa concurrencia la componían niños y jóvenes, sino
también hombres y mujeres que se interesaron por su fondo de lecturas;
rápidamente, como un virus de entusiasmo, proliferaron los carnés tanto de
lectores en sala como a domicilio; gentes que no se acostumbraban a leer y pasaban
por la puerta, al enterarse de la novedad de la nueva institución, bajaban
tímidamente y cruzaban el dintel de la biblioteca con vacilación y no poco
asombro, con una lenta mirada curioseadora, y acababan su informal visita con una
larga sonrisa de pláceme afirmador, deseando mucho éxito al recién nacido
organismo. Pero las actividades por la que empezó a popularizarse como Casa de la Cultura no concluían en la
biblioteca (con cuya labor estaba ya justificaba la existencia del inmueble),
sino que a partir de entonces los asuntos culturales y sociales se sucedían
casi diariamente en su salón de actos, así como las exposiciones de arte, sobre
todo de pintura, que se montaban de continuo en el vestíbulo.
Naturalmente la Casa de la Cultura no funcionaba por
medio de un robot japonés; la
Casa de la
Cultura estaba en manos de un hombre muy conocido en La Isla, al que se le reconocía
no pocos desvelos por la cultura isleña; la Casa de la Cultura, en todos sus accesorios, estaba confiada
a la dirección de Pepe González Barba, y aquella dirección era más bien cariño,
dedicación minuciosa y detallista. Él puso los letreros a las dependencias,
diseñó los indicadores para sustituir el vacío que dejaba el libro requerido en
la sala de lectura; incrementó el patrimonio de libros con adquisiciones a
costa del presupuesto de aquellos días zarandeados por la crisis del petróleo.
Decir la Casa de la Cultura era aludir,
nombrar, conocer a Pepe González Barba; nunca hizo de regente de la entidad con
aparato y distancia; todo lo contrario: desde los conserjes con uniforme y
unción municipalesca, pasando por los trabajadores del ayuntamiento que venían
a llevar a cabo una reparación, sin olvidarme de las jovencitas que cumplían
allí lo que entonces era el servicio social femenino, veían en él a un hombre
afable y celoso del funcionamiento de la institución. Ni tampoco me olvido de
representantes de tertulias y peñas que subían a su despacho, en el que Pepe
atendía y dirigía las funciones del patronato ayudado por su secretaria Mari
Carmen Pavón. En fín, todo el mundo veía
en Pepe un amigo, un hombre sumamente accesible que dejaba en sus
interlocutores una huella de amabilidad y buen hacer.
La inauguración tuvo lugar
el día 30 de mayo de 1973, viernes, al mediodía. En la planta de arriba se
celebró el nacimiento de este edificio, donde antes estuvo el llamado Colegio
de los Moros, con un ágape y con la presencia de doña Ernestina Cazenave, su
secretaria María Dolores, el alcalde a la sazón Rafael Barceló y algunos
funcionarios municipales, Mariló, mi compañera de trabajo, y el
guarda-representante de la empresa constructora del edificio.
Después de aquel cuatro de
junio, lunes, en que el público isleño pisó el suelo de la biblioteca, la utilidad de
este centro, noble en su contenido más que en su aspecto continente, ha sido
ratificada por la demanda de los concurrentes, de tal manera que su existencia
y su necesidad están incardinadas en las almas de los ciudadanos.
Pero esta afortunada
criatura que vive entre la calle Gravina y la de Churruca y hoy goza de
estupenda y ejemplar juventud, fue un sueño que retaba a las dificultades, un
proyecto que dio sus primeros pasos con no pocos balbuceos; por ello mismo,
hemos de agradecer a los que la apoyaron en sus comienzos, su confianza contra
viento y marea, y honra es recordar como prólogo de aquel alumbramiento a la
realidad social, a Rafael Barceló Gasset, Cámpora, su tesorero, doña Ernestina
Cazenave, coordinadora provincial de bibliotecas y su secretaria María Dolores
como propulsores de tan interesante acontecimiento en La Isla de entonces.
Hoy, veinticinco años
después, la rememoración de este hecho cultural en La Isla ha de tener el brillo de
una efemérides, un brillo que no se apagará en la memoria ciudadana.
San
Fernando Información, 5 de junio de 1998
LUTGARDO Y LA PINTURA
Este artículo fue publicado varios días después del
fallecimiento de Lutgardo Fernández Frías, en noviembre de 2006 y en él
decíamos: Hace unos días dimos sepultura a Lutgardo Fernández, fotógrafo que
fue durante cierto tiempo de “San Fernando Información”. Además de su afición a
la fotografía, con la que obtuvo varios premios, Lutgardo gustaba de la pintura
como su verdadera vocación.
A veces las circunstancias, más que los medios, no
propician el desarrollo de una tendencia que aparece como innata en nosotros, y
nuestro anhelo de llegar a una meta se queda en un deambular por los
alrededores de nuestros deseos.
Sin embargo, estos deseos se concretaban, en
ocasiones, en cuadros que morosamente se configuraban en creaciones que iban
del impresionismo al expresionismo. Lutgardo sentía verdadera pasión por Claude
Monet, entre otros pintores de ese grupo innovador. Algunas veces, conversábamos
sobre pintura (yo en un nivel de aficionado y curioso, más que un entendido) y
sus pormenores acerca de la distancia para ver un cuadro, de la mezcla de
colores y cómo de la combinación de éstos dependía la impresión, nunca mejor
dicho, que causara en los espectadores.
De los impresionistas pasaba a Dalí, a quien veneraba.
En sus propósitos de renovación deseaba fundir ciertos toques impresionistas
con las líneas del genial catalán. Lutgardo consultaba a menudo tratados de
pintura que poseía y otros que yo le arrimaba para aumentar su entusiasmo.
Pintar era para él, no una liberación, sino una necesidad de identificarse
consigo mismo. Todo arte es un diálogo con uno mismo, como si a través de lo
que se llevara al lienzo o a la página el individuo se conociera a sí mismo
mejor y decantara su interpretación de la vida (la interpretación del mundo por
parte de un artista no le sirva a los fines sociales de los políticos, aunque
ello depende de la clase de ciudadanos a quienes se dirijan).
Soñar mundos irreales es legítimo, justo y
necesario, pero para los artistas, dirán los políticos frente a unas masas que
desconocen el arte, más aún si el arte, como el que soñaba Lutgardo, era de
líneas extrañas y de colores oníricos.
A veces, condescendía con la pintura figurativa
y pintaba paisajes, como el que conservo en casa junto a otro que es un juego
con elementos imaginarios.
Más adelante, su afán era el de esbozar una pintura
“inteligente”, una pintura que trasmitiera ideas. Yo le argumentaba que el arte
era arte solamente y que las ideas las trasmitían los ensayos, pero él insistía
en que era posible comunicar a los espectadores pensamientos críticos por medio
de la pintura.
Quien no pudo en la vida terrena consumar sus
nobles ambiciones de crear, podría en la otra dimensión proyectar las
potencialidades inéditas de su capacidad creadora, por modesta que fuese. Esta
presunción es extensible a otras actividades y para todos los humanos.
Partiendo de ese supuesto de pura fe, confío en
que Lutgardo empiece ahora a visionar –como si de un vídeo se tratase— todo el
quehacer real y virtual que llevaba consigo. Y el descanso en paz estará en ese
sondear mundos interiores que están embrionarios en nosotros y que nos llevarán
a la verdad última, en razón de nuestro anhelo de búsqueda. Si todos los
caminos llevan a Roma, todas las actividades nobles en esta vida nos llevarán a
la Fuente de
quien procede todo Bien y el Amor o, dicho en lenguaje religioso, Dios.
Iglesia Mayor, años 30
COSAS DE AMPARO
Manolo Baturone Linares,
esposo de la autora de este libro que hoy comentamos, tuvo a bien la idea de
recoger textos en verso y prosa de su mujer para confeccionar un libro que
dejara una afectiva constancia de su quehacer callado en el atomístico mundo de
las Letras isleñas; digo afectiva por lo que tiene de una voz lírica donde el amor a las cosas desapercibidas y a los seres del entorno está presente como un testimonio de humanidad expresada con la palabra cuidada de la exigencia poética.
Amparo Gordillo de Celis
(1933-2001) fue una maestra nacional que ejerció de manera discontinua. Hizo
algunas colaboraciones en “Mirador de San Fernando” a principios de los años
setenta, pero no prodigó su presencia en tertulias ni tampoco quiso proyectar
su afición en revista de poesía ni someterse a la lotería de los concursos
literarios. Esta carencia de ambiciones la tuvo encerrada en una clausura
voluntaria, mas no renunció por ello al ejercicio íntimo del verso y la prosa
poética.
Cuando abrimos el libro,
después de unas palabras a modo de prólogo, entramos en su primera parte,
compuesta de poemas. En todos ellos existe un común denominador: una mirada
amorosa a cuanto contempla. Sus referentes temáticos son siempre los mismos: La
naturaleza domesticada de las macetas y los parterres, los niños (en concreto,
sobrinos) y motivos variados —la nochebuena, Dulcinea, su automóvil o Platero
mecánico, el mar de Cádiz, La
Isla y otros poemas, todos ellos escritos en métrica variada.
En la segunda parte, a
manera de pequeños artículos, aparecen sus impresiones sobre personajes y
lugares -La Piconerita,
La Virgen Negra,
Jueves Santo, Pescado de estero, El otro patio, El músico callejero…
Si tuviésemos que situar su
estilo y su actitud ante el hecho de la escritura como creación, sin duda
alguna este acopio de trabajos hallaría lugar en la poesía del intimismo pasado
por la óptica de una estética tradicional anclada en los sesenta; una sencillez
que está de acuerdo con su personalidad. Aquí no encontraremos los frutos del
esfuerzo por escribir una poesía según imperativo de estilo de la época, como en la nuestra:
culturalista, surrealista, clasicista, neobarroca, neoformalista…
Sin embargo, cuando se lee
este poemario en verso y prosa, llega hasta nuestros recovecos el halo de un
alma noble y limpia que manejaba el lenguaje con realismo próximo a la
espontaneidad casi “naif”, es cierto, pero remozando el tópico con una
intención loable: la de la autenticidad, la del amor a lo que está haciendo, a
lo que ve todos los días, lo que roza; en suma, lo que ama.
De espaldas a las modas
triunfantes, este libro nos invita a dar un paseo por el entorno de una
cotidianeidad amable, como si respirásemos en otro mundo distinto a los
convencionalismos impuestos por consignas e intereses de nuestra era del
consumo.
ORACIÓN POR
QUEDARME
El día en que me muera
no te lleves, Señor, todo mi espíritu.
Divídelo: Tú sabes cómo hacerlo,
y el trozo más pequeño, más humilde,
espárcelo en el viento igual que un niño
desparrama la arena con que juega.
Que se vierta en el mar,
que se pose en la hierba,
que se mezcle a la lluvia
y que empape la tierra
para que vuelva en nueva primavera
con los primeros brotes de simiente
a formar otra vez parte de todo.
Yo no quiero ausentarme de las cosas.
No del todo, Señor. Tú las creaste
y en ellas adivino tu presencia,
y en ellas me sereno cuando el miedo
se me enrosca en el alma y me atormenta.
En las pequeñas cosas te he sentido
plenamente, colmando mi horizonte.
¿Dónde te sentiré cuando no exista?
¿Cuándo mi cuerpo ya no sea?
Entonces
la Fe dice que tú serás bastante...
Pero no puedo imaginarlo. Oye:
aún estoy viva; todavía mi sangre
me recorre las venas caudalosa.
Soy un poco de barro que palpita
de un amor infinito hacia las cosas
y necesito ver, palpar, asirme
fuertemente a la tierra y a los hombres
para sentirlos y sentirme en ellos.
No me lleves del todo, Te lo pido
sin lágrimas, desesperadamente...
Toda yo soy un grito silencioso
que en cada acción diaria, cada gesto,
va enredando en las cosas la mirada
tratando de dejar su esencia en ellas.
El día en que me muera
no te lleves, Señor, todo mi espíritu.
Divídelo: Tú sabes cómo hacerlo,
y el trozo más pequeño, más humilde,
espárcelo en el viento igual que un niño
desparrama la arena con que juega.
Que se vierta en el mar,
que se pose en la hierba,
que se mezcle a la lluvia
y que empape la tierra
para que vuelva en nueva primavera
con los primeros brotes de simiente
a formar otra vez parte de todo.
Yo no quiero ausentarme de las cosas.
No del todo, Señor. Tú las creaste
y en ellas adivino tu presencia,
y en ellas me sereno cuando el miedo
se me enrosca en el alma y me atormenta.
En las pequeñas cosas te he sentido
plenamente, colmando mi horizonte.
¿Dónde te sentiré cuando no exista?
¿Cuándo mi cuerpo ya no sea?
Entonces
la Fe dice que tú serás bastante...
Pero no puedo imaginarlo. Oye:
aún estoy viva; todavía mi sangre
me recorre las venas caudalosa.
Soy un poco de barro que palpita
de un amor infinito hacia las cosas
y necesito ver, palpar, asirme
fuertemente a la tierra y a los hombres
para sentirlos y sentirme en ellos.
No me lleves del todo, Te lo pido
sin lágrimas, desesperadamente...
Toda yo soy un grito silencioso
que en cada acción diaria, cada gesto,
va enredando en las cosas la mirada
tratando de dejar su esencia en ellas.
De COSAS DE AMPARO (2006)
Tramo de la Calle Real, hacia la Plaza de la Iglesia
VILLANCICO POR ROMANCE DE
MARÍA Y JOSÉ CUANDO
QUISIERON LLEGAR AL CENTRO DE LA ISLA
José y María ya vienen
por el Puente de Zuazo.
Los dos llegan a la Isla
a lomos de un viejo auto
porque quieren que en la Isla
el niño nazca este año.
María contempla esteros,
José conduce despacio,
ya que María está encinta
y ha de evitar sobresaltos.
Les atrae, de momento,
mientras se van acercando,
la atención de ese Castillo
que llaman de San Romualdo,
todavía en trance de obras
y, por eso, inacabado.
A José lo que le importa
—por eso va cabizbajo—
es encontrar la posada
que los aloje en un cuarto.
Respiran cuando en la Venta
de Vargas hacen un alto.
María sonríe y baja
y José extrema el cuidado.
Entran, pero allí le dicen
que sólo se sirven platos,
que para alojarse vayan
al Salimar, que está a un paso
o al Hotel Roma, en que puedan
facilitarles descanso.
Calle Real. Las señales
tuercen el itinerario.
Hay obras: las del Tranvía,
Obras —dicen— a retazos.
Vallas por aquí y allá
que no permiten el tráfico
sino en raras excepciones.
“¿Voy a adivinarlo, acaso?”,
José le exclama a María
y ella calla y se hace cargo.
Ella lo calma y le advierte
que aquí no vale el enfado;
que pregunte que por dónde
los que vienen de extrarradio
han de llegar hasta el sitio
donde dejar tanto trasto
del viaje y respirar
los pies y el alma estirando.
Ellos ven que baja un taxi
y otro que cruza a lo largo.
“Pero, señores, ¿qué es esto?”
—José pregunta indignado—.
“Si subo, me ponen multa
por la infracción en que caigo,
y el alojo, si la encuentro,
me habrá de salir más caro”.
“Mira, María—le dice—,
aquí hay que ser osado,
tener mucha cara dura,
y tenemos que arriesgarnos.
Calle Real por encima
de las vallas ahora vamos.
Ahora mismo no veo un guardia.
Nos pondremos en un salto
en uno de los hoteles,
el que sea más barato
porque la carpintería
da para hacer poco gasto”.
“¡Cuidado! —dice María—,
José, que te estás pasando.
Espera que venga un guardia
y nos resuelva este trago,
nos diga cómo llegar
a esos hoteles tan majos,
que deben ser, como muestra
el croquis de San Fernando,
el callejero que tengo,
ya arrugándose, en mis manos”.
“Que no, María, que voy
ahora mismo yo a intentarlo
y, si me para algún guardia
con intención de multarnos,
le diré que tú no puedes
aguantar más en el auto,
¡y si me multa, le obligo
a que me ayude en el parto!”
Leído
en el almuerzo del Pregón de Navidad de 2013
ROMANCE DE
CÓMO EL NIÑO NACIÓ
EN EL
CENTRO DE CONGRESOS
Después de
que les pusiera
algunos
impedimentos
la calle
Real arriba,
llegan
pensando que a tiempo
de que el
Niño nacer pueda
en estos
cotos isleños.
Mucho
antes que el tranvía,
José y María
están dentro
de la Isla que, por fin,
la calle
Real subieron
sorteando
vallas, postes
con su
automóvil pequeño.
María no
aguanta más
este
embarazo discreto
que José
lleva obediente
en su
estupor de Misterio.
El Niño
quiere salir.
Vida
humana está pidiendo,
pero, ¿en
qué fonda, en qué hotel
si todo ya
está cubierto?
Y pasando
por las puertas
que es del
Centro de Congresos
se le ha
ocurrido a José
entrar,
quizá por aquello
de que un
público edificio
a ayudar
siempre está presto.
“Pueden
entrar, pasen, pasen
—el guarda
les dice atento—,
los ediles
y el alcalde
ahora se
están reuniendo”.
María le
dice al guarda
con
desesperado gesto
que el
Niño que va a nacer
viene por
vía de apremio
y está a
punto de parir
de un
momento a otro momento
y no tiene
un mal sofá
en donde
pueda ponerlo.
María ya
está cansada
y pierde
el poco resuello
que le
queda y con los ojos
se
desploma en un asiento
que el
guarda le pone amable
en espera
de que dentro
oigan cómo
el Niño llora
y ello
ponga desconcierto
en alcalde
y en ediles
que al oír
este suceso
que
anuncia el guarda, asombrados,
poco a
poco van saliendo
y quedan
estupefactos
con lo
insólito del hecho.
Llevan al
Niño a la sala
donde
celebran los Plenos.
El Niño
gime en la mesa
del
alcalde en que lo han puesto
como cuna
improvisada
sobre
agendas de gobierno,
sobre
carpetas y móviles
que
guardan aquí silencio.
El Niño
gime, se mueve.
El Niño
está todo inquieto
y María lo
interpreta
con
sentimiento materno:
que si el
Niño hablar pudiera
les diría
con respeto
tanto a
ediles como a alcalde
que la Isla no es un juego
de
palabras en la mesa
para
discusión de ellos;
que por el
bien de la Isla
Tiro Janer
hotelero,
San Carlos
en todo uso,
Tranvía y
Ayuntamiento,
Parque
Bahía y Cefot,
que
siempre ha sido tan vuestro,
para el
bien de vuestra Isla
queden,
por fin, ya resueltos.
Que por
ser ésta la fecha
que a
todos pone contentos,
por el
bien de la ciudad
todos se
pongan de acuerdo.
Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2014
Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2014
VILLANCICO EN ROMANCE DE CUANDO MARÍA Y JOSÉ
BUSCABAN POSADA EN EL AYUNTAMIENTO
Cuando María y José
llegan, al fin, a La Isla
buscando hostal o posada
—pues María viene encinta—,
se sienten muy atraídos
como si fuera una vista
la vieja Plaza del Rey
donde la gente se cita
en los bancos, en los bares
con olor a churrería.
De varios años acá
la Plaza del Rey se anima
como en décadas pasadas
a la Plaza Iglesia iban
vendedores de mariscos,
uniformes de
Marina,
tratantes y comerciantes,
betuneros y taxistas
donde estaban concurridos
bares con tapa exquisita,
café para por las tardes
darle una calma a la prisa:
el Palacio de Cristal,
Bar Madrid, La Mallorquina,
Bar Isabela, Picó,
Auxilio Social: cocina
junto a aquel Cine P u ch e r o
que hambre a unos pocos alivia;
y tuesta el café C r u c e i r a
que al olfato maravilla,
más abajo de Falange,
antes de doblar la esquina.
Telégrafos y Correos,
mensajeros de noticias,
y el puestecito de El F o l i
para que no falten pipas
con que distraer el tiempo
mientras se ve la película:
el Cine Almirante enfila
las colas de los que acuden
a las sesiones continuas…
Esta Isla ahora es otra
y la juventud distinta.
El corazón de este pueblo
se expande aquí y regocija,
en esta Plaza del Rey
con su ayuntamiento arriba,
que quiere verlo ya listo
y por ese fin suspira…
Y, ¿a qué viene aquí la Virgen
con San José echando chispas?
Porque todo está ocupado
y ya a punto está María
de traernos a este mundo
al Niño de los carismas,
que ediles y la alcaldesa
aquí le den acogida
al Niño que va a nacer
de manera fortuita
en el atrio que se honra
con esta hermosa primicia,
cuna y pesebre al que viene
devotamente La Isla
para adorar a ese Niño
que a Dios trae en su sonrisa,
pero María y José
dan las gracias optimistas
sin saber que está esto en obras
y ni cuándo finalizan,
y a lo mejor cuando haga
la comunión en su día
el Niño que nace ahora,
La Isla tendrá la dicha
de ver a su ayuntamiento
otra vez con buena pinta.
Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2015
de Navidad de 2015
LA TERTULIA RÍO ARILLO DE LETRAS Y ARTES
Fue a principios de
diciembre de 1994 cuando en el estudio de Manuel Pérez-Casaux, tomándonos un
descafeinado que nos puso Manoli, su esposa, se me ocurrió la idea de sugerirle
a Manolo la fundación de una tertulia semanal, sueño que veníamos acariciando,
balbuceando en los paseos y en las conversaciones devanadas en la terraza de La Mallorquina.
La reacción de Manolo fue
automática: “¡Ya! Mañana mismo me pongo a redactar los estatutos”.
Entre la deliberación de
capítulo y capítulo, imaginábamos cuál sería el escudo que pusiese un
frontispicio a esa academia de café que soñábamos levantar con las palabras. A
los pocos días, ya madurados y finalizados los capítulos de los estatutos, Manolo
me mostró el escudo que más adelante identificaría a la tertulia.
Es una cita de Tibulo la
que reza en el escudo, escogida por Manolo y cuyo texto completo dice: “Quem referent Musae, vivet, dum
robora
tellus,/dum caelum
stellas,/ dum
vehet amnis
aquas” (Elegías, I, ix, 65-66: ‘Ese a quien
cantan las musas vivirá, mientras la tierra tenga árboles, y el cielo
estrellas; mientras el río conduzca sus aguas’.
Con la convocatoria de más
de una decena de escritores y escritoras de la ciudad se fundó la tertulia el 23
de enero de 1995, celebrándose este fausto literario en la Sala Bolero, como
preámbulo de la reunión semanal, los lunes, en la Cafetería Napoleón.
Desde 1995 hasta el 2000 se llegarán a contar como asistentes, aunque muchos de
ellos fueron efímeros, 48 contertulios, de los cuales, de manera estable,
permanecerían alrededor de un promedio de doce a catorce como asistentes, si bien el número teórico, como hasta ahora, ha oscilado en torno a los
veintidós. El día elegido para la continuidad fue el jueves desde hace catorce
años. Su primer coordinador fue el escritor Alfonso Estudillo Calderón, creador
y redactor de la revista literaria “Arena y Cal”, publicada desde 1995 hasta el
2002 en papel y luego ha continuado en edición digital. En ella escribieron algunos
miembros de la tertulia, de la que más adelante, su coordinador fue Manuel
Pérez-Casaux y actualmente es Juan R. Mena.
En sus comienzos, en la
programación del mes figuraba como “Grupo Río Arillo de Letras y Artes”; más
adelante, la denominación de “Tertulia Río Arillo de Letras y Artes” pasó de lo
conversacional a lo oficial y así lo llevan en su membrete las sucesivas
programaciones hasta hoy.
Varios han sido los locales
de reunión que ha tenido la
Tertulia desde su fundación. En primer lugar, en la Cafetería Napoleón
en la calle San Nicolás, 4, hasta la
actual Lua Café-Copas y Cervecería, en la calle San Diego, 10,
esquina a Las Cortes. pasando, entre otras más efímeras, por la Cafetería y Pastelería La Chiclanera, en la calle
Real, 101, donde la permanencia ha sido la más duradera de todas, si bien no
hemos de olvidar estancias en La
Mallorquina, en la que también el Grupo ha celebrado cenas y
almuerzos en determinadas fechas con la participación de los contertulios y
familiares de éstos.
Miembros de la tertulia han
conseguido premios literarios que son consignados en la Revista PLéYADE, órgano de
publicación del grupo con trabajos en prosa y verso; asimismo, han sido
presentados libros por parte de sus componentes en determinadas ocasiones.
También hay que reseñar la
participación de sus miembros en programas literarios en Radio La Isla conducidos por nuestr compañero Ramón Luque.
Una programación rige la
marcha del interés cultural y es, sin embargo, flexible para dar cabida a todos
los contertulios que deseen intervenir. Por poner un ejemplo, citemos la más
reciente:
Tertulia Río Arillo de Letras y Artes
fundada en
enero de 1995
CURSO 2014-2015
MES
DE ENERO
Jueves 8. Tertulia para contactos: exposición de
temas para el nuevo año, así como conversar sobre la celebración de los veinte
años de fundación de la Tertulia Río
Arillo de Letras y Artes.
Jueves 15: Mi lectura o mi libro de reciente lectura.
Un comentario después de leer un párrafo que haya gustado
Jueves 22: Lectura trabajos personales.
Jueves 29: La tarde de Carmen Navarrete. Volveremos a este apartado. Media
hora, aproximadamente, estará dedicada a que un componente de la Tertulia lea sus
trabajos: cuentos o parte de una novela o de un ensayo o poemas intercalando
comentarios, si lo precisa.
Los miembros de la tertulia han considerado
siempre esta reunión como un encuentro de gentes que tienen deseos coordinados
en seguir el precepto clásico horaciano de “prodere et delectare”, traducido
libremente como un aprendizaje que gusta, similar al “Dulce et utile”, además
de establecer la amistad como hoguera en torno a la que se entiende y se
estiman los que se acercan a su calor humano y considerándose bien acogida toda
persona que quiera formar parte de la camaradería del grupo.
ÍNDICE
Calle Rosario, años treinta
“ISLA”, BOLETÍN DE LA SOCIEDAD DE FOMENTO
“GAVIOTA DE POESÍA”, QUINCE AÑOS DESPUÉS
“ERYTHIA, TERTULIAS
LITERARIAS”, QUINCE AÑOS DESPUÉS
LA COLECCIÓN “DOS AMIGOS”
LA
POESÍA DE
SERVANDO CAMÚÑEZ
ANTOLOGÍA EN VERSO Y PROSA DE GABRIEL GONZÁLEZ CAMOYANO
LA BIBLIOTECA DE LA CALLE GRAVINA
LUTGARDO Y LA PINTURA
COSAS DE
AMPARO
LA TERTULIA
RÍO ARILLO DE LETRAS Y ARTES
Este libro ha sido editado en 2015, y algunos de sus trabajos como todos los que figuran en este blog, pueden leerse
también en la web Arena y Cal. También han sido editados en varios
cuadernos de artículos literarios.
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