lunes, 13 de abril de 2015

ARTÍCULOS LITERARIOS: CAUCE OCULTO DEL TIEMPO






       CAUCE  OCULTO  DEL TIEMPO

                    (2015)


             
               
                
    
    Círculo de Artes y oficios, 1905


  UNAS CITAS CON LA MEMORIA LITERARIA
                   DE SAN FERNANDO


 ISLA”,  BOLETÍN DE LA SOCIEDAD DE FOMENTO







He hallado entre viejos papeles un número extraordinario del Boletín "ISLA", aquella entrañable publicación que editaba en nuestra ciudad la Sociedad de Fomento de San Fernando, que mantenía ciertas inquietudes culturales. Este número conmemora diez años de servicio a los lectores isleños: 1952-1962.
  

 Arranca concretamente desde su fundación y puede aventurarse que tal Boletín no pasó de l972. En sucesivas ediciones aparecieron nombres de escritores isleños que colaboraban con asiduidad tanto en verso como en prosa.



Pero, reduciendo mi interés al número que tengo delante, y concretamente en su apartado literario,  he de resaltar la presencia de un romance titulado “Madre de las Callejuelas”, dedicado a la Virgen del Carmen, como es de suponer, y firmado por El Lego de San Juan, seudónimo bajo el que se escondía, sospechaba yo entonces, el poeta Gabriel González Camoyano (1893-1967), que tantos poemas le dedicara a la Patrona. Más adelante, nuestro paisano, el escritor Francisco Carrillo, me sacó de dudas: se trataba del lego carmelitano Hermano Enrique.

También figura otro romance que se titula “Romance de los diez años”, de Juan García Sánchez (1919-2001), celebrando, precisamente, el décimo aniversario del nacimiento del Boletín. Hay en este número, como en los anteriores, artículos dedicados a comentar problemas sociales de la ciudad firmados por Urbanus, G. Capitán y Emilio de la Cruz, su director entonces. Años más tarde, sería Germán Caos Roldán quien acometería su redacción íntegra, entremetiendo colaboraciones de articulistas y poetas.  


Pero, retrocediendo al verano de 1962, fue Antonio González Muñoz, profesor de Literatura en la Academia O´Dogherty, escritor  joven y con inquietudes que vivía en la calle Velázquez, quien me incitó a escribir algo para ese “ISlA” extraordinario. Yo lo tenía ya escrito, pues había acabado recientemente un libro de sonetos, dedicados a un jilguero, a ciertos lugares de la Isla y al Puente de Zuazo. De entre todos ellos, escogí tres que trataban del mencionado Puente y que fueron, junto a otros de tono costumbrista, los únicos que conservé de aquel primitivo libro inédito.


Y, efectivamente, fueron editados y ello me propició una gran alegría, ya que era la primera vez que veía impreso en revista un poema mío. Mis lecturas estaban por aquellos días envueltas en ese batiburrillo de libros de distintos géneros, como una novela de Blasco Ibáñez, La araña negra, un tomo con las obras completas de Federico García Lorca, ambas obras que me prestó Manuel Zaldívar; preceptivas literarias que me regalaron vecinos, recién acabado su bachillerato elemental, como Manolín Zaldívar, su primo Fernando Ubanet y Tani Pérez Román, además de los “Sissi”, Revista Femenina, en una de cuyas páginas figuraba una columna con una poesía de autor clásico, que fue mi primera escuela poética, sin que me faltara un libro de mitología con dioses, diosas, nereidas, duendes y ondinas, perlas, corales, sargazos, nombres poéticos de vientos como auras y céfiros...

Pero, generalmente, todos los sonetos dedicados al Puente de Zuazo eran de tono realista; solamente uno involucraba aspectos mitológicos e idealizadores, y ése fue el que me parecía mejor por su colorido y trazos de imaginación al vuelo.

Como un homenaje por mi parte a lo que representó “ISlA” en esos años para la ciudad con su aparición mensual, reproduzco aquí el segundo soneto, el más poético de los tres.


              


                    Quiero verte en la aurora purpurina
cuando tu sol entre corales brilla
y surge de la póntica buhardilla
lanzando espuma tu graciosa ondina.

Entonces labraré tu perla fina
sentado a la frescura de tu orilla
grabándole una breve maravilla
que dejaré en tu nítida salina.

Quiero verte. Después, cuando me vaya,
cuando esté lejos de tu verde playa,
tal vez recuerdes a tu amante hombre;

me llamarás incluso con el viento
al ver la perla que en ti busca asiento,
¡aquella perla en que grabé mi nombre!


 



        “ERYTHIA”,TERTULIAS LITERARIAS, QUINCE AÑOS DESPUÉS


Traemos a la actualidad este artículo editado, como los demás, en “San Fernando Información”, pero el de ahora, en el año 1996, el cual comenzaba diciendo que era necesario que el tiempo nos distanciara de los hechos para valorarlos mejor de lo que lo habíamos hecho en su momento durativo.
Durante los años 1979-1981 convivieron en la Isla dos revistas de poesía que le dieron al espíritu isleño etapas de entusiasmo y creación, heterogénea y vacilante ésta, pero prometedora.
Estas líneas las vamos a dedicar solamente a”Erythia”. En otra ocasión lo haremos con “Gaviota de Poesía”. El formato y la impresión de “Erythia” llamó pronto la atención. Detrás de ella se  adivinaban unas manos profesionales de la imprenta que la cuidaban, no sólo con primor, sino también con detalles ornamentales que le daban un  cierto estilo de fin de siglo.
Julián Blasco Moyano, autor de bellos y sentidos relatos y colaborador entonces de “Mirador de San Fernando”, ponía el corazón y su tiempo en una revista que alcanzó los cinco números, aparecidos desde mayo de 1979 al 23 de febrero de 1981, y cuya presentación en La Salle-Real, concretamente en aquella tarde inolvidable para la historia de la España de la Transición, la vincula a una fecha decisiva en nuestro país.
En esos números las firmas fueron muchas y diversas; desde poetas que ya estaban consolidados en el oficio de la escritura literaria, hasta otras que balbuceaban como ocurren en todas las revistas.
 
Pero el idealismo de Julián Blasco Moyano iba más allá de la labor uniforme del número dedicado a poetas y narradores. Más adelante aparecieron, también confeccionados por él, (y hay que hablar así como si se tratara de una obra artesanal) ejemplares monográficos de corta extensión que llevaban el epígrafe de “Selecciones”. El especial estuvo dedicado a Eduardo Gener Cuadrado, en septiembre de 1982. Su autor fue Juan Bohórquez Sargatal y glosaba la figura literaria del almirante.
El número 1: Las razones el Lázaro el hebreo, fueron dos cuentos del mismo Julián Blasco Moyano. 

El 2: El léxico de Las salinas, de Pedro Payán Sotomayor. 

El 4: Cuentos con caballo y perro, 
y el 3, 5 y 6 :Cruel, amada vida, Cancionero memorial y Pasionario isleño, del autor de este artículo.
No me gustan los incensarios verbales para los homenajes por hacer. Aquí no se trata de otra cosa sino de hacer justicia a un escritor amante de las letras y de la Isla, que fue su tierra adoptiva, desde la que vino, Villanueva del Duque en Córdoba y fundó de buena gana una revista para que todo el que quisiera, y con un mínimo de dignidad literaria, colaborase; revista que se leía en una tertulia y que se regalaba a los colaboradores de la misma.
Fue, por ello, una labor que se ha de recordar y, dado el símbolo mágico de los números, ahora que cumple quince años desde estas líneas quiero personalmente rememorar a su fundador y reconocerle que "Erythia" forma parte de la cultura de la Isla, ya en el museo de la memoria. En otra ocasión dedicaremos en este apartado un trabajo a la narrativa de Julián Blasco Moyano (1930-1995).

Germán Caos
Enrique Montiel
Mª. Amparo Gordillo
José Segura
Rafael Duarte
Diego Navarro Mota
Juan M. Oneto Prián
Antonio Montiel
Sbi Lucart
Soledad Lozano
Juan A. Sánchez Anes
Nina Fabra
Quintín Dobarganes
Ascensión Benítez
Antonio Bocanegra
Juan Torrejón Chaves
Gabriel de Anzur
Segundo Mtez. Silva
Ignacio Naranjo
Mariló Caos
María del C. Dueñas
José A. Bernal López

Julián Blasco Moyano
Joaquín Quijano Párraga
Concha Carriedo
Juan Mena
Félix Sánchez-Aguiliya
Juan J. García Sánchez
Lourdes Alonso
Cristóbal Mane Durán
Alonso Quijano
Juan Barriga Ruiz
Carmen  Labandón
José González Barba
José Mª. Hurtado Egea
Eduardo Gener
María Dolores Espinosa
María B. Pérez Daza
Claudio Jurado Pulgarín
Servando Vasallo de Dios
Pedro Mtez. Chamorro
Justo Gómez Valiente
Belarmina Gemio
Juan Bohórquez. Sargatal
                        

    



 



          “GAVIOTA DE POESÍA”, QUINCE AÑOS DESPUÉS




Hace quince años, como también “Erythia” lo hizo, inició su andadura la revista “Gaviota de Poesía”. Fue una aventura literaria que se llevó a cabo gracias a la iniciativa de Rafael Duarte, su empuje y entusiasmo, y al apoyo moral de quien estas líneas suscribe. Así comenzaba el artículo dedicado a esta revista en 1996. Para ese cometido fueron necesarias unas suscripciones de amigos y simpatizantes que animaron durante seis números el vuelo  precario, pero alegre y audaz de una “Gaviota” remontada a los cielos de su fantasía editorial.
Como toda empresa en la vida tiene un estímulo decisivo, “Gaviota”, que todavía era un balbuceo, también precisó de ese fermento. Acababa yo de escribir Prohibido paraíso, un cuaderno de poemas con el tema de una Andalucía entre el elogio y la sátira cariñosa, siempre combatiendo los tópicos al uso. A Rafael Duarte le gustó tanto, que buscó la manera de sacarlo a la luz. 
Sin embargo, no estábamos satisfechos con la primera edición, que fue tirada a fotocomposición en la Librería Falla (a la sazón de Antonio Fedriani). Repetimos el número uno —Prohibido Paraíso— en la imprenta de Bellido y, a partir de entonces continuamos por este procedimiento de caja los cinco números restantes, que ya no fueron monográficos, sino colectivos.
Voy a citar los nombres de los colaboradores aunque parezca algo exhaustiva la nómina.





Antonio Bocanegra
Rafael Duarte
Ángel García López
Justo Gómez Valiente
Antonio Murciano
Carlos Murciano
Fernando Quiñones
José Luis Tejada
Jesús Fdez. Palacios
Pilar Paz Pasamar
María Teresa Mongay
Juan Mena
Enrique Montiel
José Luis Núñez
Alejandro Fdez.Cotta
Joaquín Márquez


Jesús Aguilar Marina
Rafael Alfaro
Antonio Enrique
Joaquín Carretero
José Costero
José L. García Martín
María Amparo Gordillo
Concha Lagos
Alfonso López Gradolí

Guillermo Portillo
Miguel Ramos
Ignacio Rivera Podestá
Antonio Luis Baena
Germán Caos
Rafael de Cózar
Juan Delgado López
Dionisia García
José D. García Guirao


Leopoldo de Luis
Manuel Hedrera
Henri de Lescoët
José M. Molina Seijo
Carlos Rivera
Juan A.SánchezAnes
Felipe Benítez Reyes
Manuel Urbano



 Así pues, no se ha de olvidar que las colaboraciones tenían, amén de calidad, nombres que  brillaban en la poesía española de la época. “Gaviota de Poesía” pasó por las mismas vicisitudes que la mayoría de las revistas literarias: las económicas, y cesó de publicarse, como “Erythia”, que dirigió Julián Blasco Moyano, en 1981, como la revista aludida.
Lo mismo que dije cuando evoqué aquélla, fue un momento feliz para las letras isleñas. Fue un  periodo que no se ha repetido, a pesar de que ambas revistas no perseguían grandes metas y salían a la calle gracias al esfuerzo de sus promotores y de amigos colaboradores. 
Hoy, al cabo de quince años (recuerdo que esto se escribe en 1996) de su desaparición, quedan archivadas unas firmas que traspasan los límites locales y regionales también. No fue, por lo tanto, un proyecto perdido, sino una modesta realidad que queda recogida y perenne en esta encuadernación que tengo ante mí, como un deseo, como un intento de enriquecer el acervo cultural de nuestro pueblo.  




                                    



               LA COLECCIÓN “DOS AMIGOS”


Allá por el año 1964 Antonio González Muñoz y Germán Caos R. ponen en movimiento en La Isla de San Fernando una incipiente colección de libros de relatos y poesía de autores isleños.

La colección se llamaba "Dos Amigos", en un formato de 15 x 12,5, con una típica cañaílla en la portada, que es obra, como el logotipo, de Luis Cano Trigo.

La edición se hacía gracias al apoyo del ayuntamiento de esta ciudad y al visto bueno de la Academia de San Romualdo. En la contraportada del segundo número se anunciaba dos futuras publicaciones: Canto al mar y otros poemas, de Gabriel González Camoyano, y Naciente herida, de Juan Mena.


La primera entrega El ídolo, de Antonio González Muñoz, es de un solo relato, pero lleva un prólogo del autor en el que pone de manifiesto las dificultades de publicación en las grandes editoriales y las inquietudes de aquél para llevar a cabo una empresa que con los medios de entonces se podía considerar heroica. En dicho prólogo se alienta también a los escritores isleños  en la esperanza de que las ediciones se sucedan. 


Pero no fue así. Una vez publicada la segunda entrega titulada Cuatro cuentos de hombre, de Germán Caos, la colección fenecía, ya que no pudo autofinanciarse el tercer número con la venta del segundo.


Con ello desaparecía la posibilidad —insólita posibilidad— de que los demás escritores que aguardaban turno viesen realizado ese sueño verdaderamente mágico de ver editados sus trabajos literarios.

Hoy, a los cincuenta años de aquel embrión editorial, de aquel fausto nacimiento y de la prematura muerte de tan preciosa criatura, la Colección "Dos Amigos", quitado el polvo del tiempo de sobre sus portadas, como acontece con todo libro, es evocada en esta columna como un hermoso intento de sobrenadar en unas aguas que nunca han sido favorables para los asuntos de la imaginación (en La Isla y en muchas partes más).


Sin embargo, hay que reconocer ese espíritu de emprendimiento de Antonio González y Germán Caos y el apoyo del ayuntamiento de entonces.


Cuando se haga la historia de las publicaciones en San Fernando no hay que olvidar que la Colección "Dos Amigos", con una cañaílla de sobrios trazos en la portada y un digno contenido literario, tiene un lugar meritorio, a pesar de su modesta factura, debido, sobre todo, a un anhelo de plantar en la tierra cultural de nuestro pueblo un árbol de inquietudes e ilusiones que hubiese crecido y expansionado sus brazos igual que una araucaria. 
  


                              BREVES SEMBLANZAS


ANTONIO GONZÁLEZ MUÑOZ (1936-2000) fue maestro nacional y desde muy joven tuvo inquietudes literarias que se concretaron en la iniciativa de la Colección "Dos amigos", fundada con Germán Caos R., sufragada por el ayuntamiento de San Fernando y la colaboración de la Real Academia de San Romualdo de la ciudad, en 1964. En ella editó su relato El ídolo.


En Conil de la Frontera fundó la Librería y editorial La Cañaílla, que durante algunos años regentó hasta su traslado profesional a Cádiz. El que suscribe estas líneas entró a principios de los sesenta en el mundo de la lectura de la poesía gracias a su generosa biblioteca cuando Antonio, de soltero aún, vivía en la isleña calle Velázquez.





                                  
                             





                 GERMÁN CAOS ROLDÁN (1928-1997)



Empleado del Departamento de Administración de  la Fábrica de San Carlos. Narrador premiado en varias ocasiones y colaborador de “Mirador de San Fernando” y “San Fernando Información” con artículos de opinión. Fue Premio Cuentos Puente Zuazo y académico de la Real Academia San Romualdo. 

Durante muchos años (posiblemente desde 1952 a 1972) fue el director de una publicación mensual titulada “Boletín de de la Sociedad de Fomento de San Fernando”, editado a expensas de dicha sociedad, donde recogía todo lo acontecido cultural y artísticamente en la ciudad; además, insertaba trabajos de colaboradores, entre ellos jóvenes que se iniciaban en la escritura literaria.  Publicaciones del Sur le editó una selección de su obra en Antología (1995), con narraciones, artículos y poemas.


 
                        



          LA POESÍA DE SERVANDO CAMÚÑEZ

Versos pasados de moda
Editor José García Gutiérrez, 1915
Cádiz



Calle Real, hacia el año 1910

Servando Camúñez Echeverría nació en Cádiz, en 1854, pero vivió, ejerciendo como médico, en San Fernando, donde falleció en 1936. Salvador Clavijo dice en su Historia de la ciudad de San Fernando que amó profundamente a Andalucía y también se vinculó a temas patrióticos e hispanoamericanos. En su poesía, además de esas fuentes de inspiración, aparecen otras motivaciones de carácter filantrópico y siempre una tendencia social que lo asocia con la temática general del realismo decimonónico. Publicó un solo volumen de versos titulado Versos pasados de moda, en 1915, editado por el editor José García Gutiérrez, de Cádiz, con un número de páginas de 289.  
Y, en efecto, Camúñez siguiendo la directriz de la poesía que lee en su juventud, se siente muy próximo a Núñez de Arce, Campoamor y Zorrilla, así como a Espronceda. Pero en Camúñez los rasgos realistas se acentúan, tal vez por su experiencia profesional. Los pobres, los necesitados, la inocencia infantil, el pájaro ciego, la cultura del suelo, como el trigo y el trabajo, todo ello quedaba, como dice Clavijo, ennoblecido por su capacidad de emocionarse y emocionar al lector. 
El poeta gaditano está lejos de la poesía declamatoria de la época. La suya tiene un lenguaje necesario dentro del registro poético de la segunda mitad del siglo XIX. Cuando canta a la Patria, a América y a Andalucía lo hace sin énfasis, pues no pretende una exaltación hueca y oficial. Títulos de poemas suyos nos dan una idea de que fue un poeta de su tiempo por lo que tuvo de ciudadano sensible, además, incardinado por ello en la sinceridad: “La madre”, “Don Quijote”, “El trabajo”, “La humildad”, “La Patria”. “El Descubrimiento”, “La vejez”, entre otros poemas son sintomáticos de que debió de ser un hombre amante de la cultura y poroso a los males de la Humanidad, así como un amigo incondicional del progreso.  
Refiere Clavijo que fue, ya en los últimos años de su vida, conservador de la Biblioteca Pública Lobo y ordenador del Archivo, en su calidad de Cronista de la Ciudad adoptiva. Nos hallamos en 1929. Se cuenta también como publicaciones suyas unas llamadas “Cartas españolas” (tal vez recordando lo de las “Cartas marruecas” de Cadalso) editadas en “Los Lunes” y “La Correspondencia”, que dirigió, así como escribió unas zarzuelas que se perdieron, por lo visto.  
Como dije antes, el poeta afincado en La Isla siguió el rumbo del realismo, pero lo hizo con toda franqueza, y manifestó su entusiasmo escribiendo versos que aún nos quieren contagiar, dentro, como se ha dicho ya, de un estilo propio de su contexto realista por su vibración: “¡Redención!, con amor puede lograrse /. ¡Igualdad!, con amor a nadie espanta /. ¡Libertad!, con amor debe enseñarse /. ¡Fraternidad con el amor encanta!”. Son versos que corresponden al poema ”El gran Burgués”, premiado con la Flor natural en Sevilla en 1903, precisamente en años en que el modernismo está en todo su apogeo y Juan Ramón Jiménez edita Arias tristes y Ramón Pérez de Ayala La paz del sendero
En esta estrofa, espécimen del poema citado, están los presupuestos temáticos de su poesía que, como ya indiqué anteriormente, pueden resumirse en el amor al progreso, la simpatía por el humanitarismo social, la libertad de los pueblos y la promoción de los valores del hombre. En nuestra época Camúñez hubiese sido un destacado poeta de la Generación de los años 50 en su más definida expresión social. Ahora bien, Camúñez, por el año de su nacimiento, podría haber sido un precursor del movimiento modernista, como lo fueron Manuel Reina (1856-1905), Salvador Rueda (1857-1933) y Ricardo Gil (1858-1908). Pero nuestro poeta no viajaría por Madrid ni por París, es de suponer, y ese aislamiento de los poetas de entonces en sus provincias nos da una explicación de esa falta de reciclaje literario en sus obras. 
Cuando se publica su libro de poemas en 1915 el modernismo ya está superado, en palabras de Manuel Machado. Lo que va de 1880 a 1910, se da como periodo para ese movimiento. Sin embargo, en su libro de versos podemos apreciar cualidades que nos garantizan que podría haber sido un buen poeta modernista, y no se olvide que por su cronología de vida abarcaba en primer lugar, la poesía realista, aunque un poco retardataria; en segundo lugar hubiese sido, como los poetas mencionados, un adelantado del modernismo; en tercer lugar podría integrarse en la fila de los poetas novecentistas -como León Felipe- y en cuarto lugar Camúñez podría asimilar las novedades de los poetas de la Generación del 27, incluso con sus quiebros vanguardistas, si se lo hubiese propuesto.

Dado que la musa de Camúñez era más bien abstracta y observadora, podríamos decir que su poesía generalmente levanta el vuelo y se ocupa poco de los tipismos y pintoresquismos en los que sí fue generosa la musa del isleño Gabriel González Camoyano (1893-1967), que fue amigo del médico y poeta, y que lo sustituyó en la dirección de la mencionada Biblioteca.

Dos años después, en 1917, Juan Ramón Jiménez publica su Diario de un poeta recién casado, que sirve de arranque a la nueva poesía del poeta onubense y da una nueva orientación a la poesía española. Un año antes, en un cabaret de Zurich, Hugo Ball y Tristán Tzara proclaman el dadaísmo, tan irrespetuoso con toda la poesía academicista del siglo XIX. 
A modo de conclusión, la poesía de Servando Camúñez se inscribe, como hemos dicho, en un contexto de poesía realista un tanto retrospectiva, debido, tal vez, a su aislamiento literario, pero con calidad en sus poemas como para vaticinarle logros satisfactorios si se hubiese puesto en línea de otras generaciones siguientes a la suya. Cuando hablamos de su carácter retrospectivo en ella se debe, más que a cuando la escribe, que a cuando la publica en ese volumen, independientemente de que años atrás lo hiciera en diarios y revistas. 
Como muestra antológica exponemos este poema que se refiere a la celebración del primer centenario de la derrota francesa frente a Cádiz y la Isla de León. El metro empleado —decasílabos de 5+5— fue utilizado durante todo el siglo XIX tanto por poetas románticos, como realistas y modernistas. 


     HIMNO DEL CENTENARIO



¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
En tu recinto, cual arca santa
puso la Patria su sentimiento,
sus esperanzas y sus dolores,
sus dignidades y su energía.

¡Cádiz augusta! Hoy es el día
de hacer coronas de egregias flores
para tus hijos, los luchadores
que enaltecieron tu nombradía.


Hoy hace un siglo que el mundo entero
vio sorprendido tu resistencia
ante el coloso que traicionero
quiso quitarnos la independencia.
Hoy hace un siglo, ¡Cádiz hermosa!,
que ante tus muros y tus cañones,
llena de rabia la poderosa
dominadora de cien naciones,
vio disiparse sus ilusiones
con tu respuesta maravillosa.

¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
Como la antorcha que se agiganta
a los embates del raudo viento
es la aureola de tus lealtades,
de tus honores, de tus firmezas,
de tus excelsas serenidades,
de tus bravuras, de tus realezas,
gloria y asombro de las edades.





           




 Ayuntamiento de San Fernando, 

a principios de 1900





               
                 G. G. C.   

GABRIEL GONZÁLEZ CAMOYANO


  Antología en verso y prosa
Gabriel González Camoyano
Ispren Editorial,1993
San Fernando (Cádiz)



En la Antología en verso y prosa del poeta isleño Gabriel González Camoyano (1893-1967), publicada con motivo del primer centenario del nacimiento del poeta, nos encontramos los isleños que ya frisamos el medio siglo, en parte, y en cierto modo, con aquella Isla que se nos fue. De hecho, don Gabriel -que así se le conocía por ser el fundador y director de un centro de estudios llamado la Politecnia, aunque él trabajaba como escribiente de Marina- arranca de otra Isla anterior, pero las connotaciones de una y otra son parecidas en lo que se refiere a su arquitectura y en el pintoresquismo de sus tradiciones.


Se le consideraba por ello como el poeta de la Isla, ya que se le identificaba con el convento del Carmen y su devoción escrita a la Virgen del mismo nombre, así como poemas en metro corto en los que la mar, la sal, los patios, los caños y otros motivos locales le dieron fama entre lectores de la clase media de San Fernando, para lo que hay que añadir que colaboraba en periódicos y revistas.

Por Orden de 1 de agosto de 1953 pasó a la situación de "retirado" el Escribiente Mayor don Gabriel González Camoyano, página 1.236. Jefatura de Instruccion Cuerpo de suboficiales y asimilados.

Se divide el libro en dos partes, como reza el título. En la primera hay tres secciones bien delimitadas que se corresponden con tres ángulos de visión del tema poético: ”Versos de motivos isleños”, “Versos íntimos” y “Otros versos”.

En efecto, poemas como “El Patio Maestro Lui”, “La reja andaluza”, “Breve elegía al cierro isleño”, “Romance del Puente Zuazo”, “Romance de la Isla de León”, “Cómo se hace la sal”, “Cosas de la Isla”, así como los dedicados a la Patrona, incluido en ocasiones el barrio de las Callejuelas, son muestras prioritarias de su poesía, entre otros poemas menos costumbristas pero no desvinculados de lo específicamente isleño.

Esta sección queda complementada por la segunda parte, que recoge trabajos en prosa casi notarial, referentes a la historia de nuestra ciudad: ”Mitología, historia y devoción” (Apuntes rápidos de la Isla de León). Es como una amorosa y emocionada réplica a la poesía de temas populares que enriquecen la primera sección. 


Dada su formación literaria, su musa culta se inspiró en temas post-románticos y modernistas, con influencia de autores como Zorrilla, Núñez de Arce, Rubén Darío y, sin duda, también, ya en el contexto de la ciudad en la que vivían los dos, Servando Camúñez, se rastrea la huella del poeta extremeño José María Gabriel y Galán. En general, de ahí que su tono, en algunas ocasiones, tienda a la grandilocuencia en el arte mayor.


Hemos de atenuar, sin embargo, ese registro que solamente se da en algunos poemas de arte mayor. Cuando Camoyano se siente isleño hasta la médula, es entonces cuando le salen los versos que le hicieron poeta deliciosamente cañaílla, celebrado y recordado por sus lecturas en determinados círculos y ámbitos culturales de la ciudad. Es, precisamente, en estos temas donde su poesía reclamaba una revalorización, y por los que su musa quedará en el devenir literario de nuestra ciudad como un testimonio sencillo y amable que él llenó, en principio codo a codo con Servando Camúñez y, como poeta, en solitario, una vez fallecido Camúñez en 1936.

En la segunda parte, en prosa, el poeta nos lleva de la mano por los albores de la Isla. Como se ve, un libro incardinado en una especie de lírica menor, no exenta de lirismo tamizado por su sentir isleño con talante de buen burgués, que observó y amó la pequeña historia cotidiana de su pueblo y aquellos lugares y anécdotas más sabrosas o características de nuestra sociedad de entonces.


Considero que nada más que por su memoria y su significación durante más de medio siglo en aquella Isla que se nos fue -repito-, Camoyano se merecía ser conocido en una edición como la que acaba de hacer la Academia de San Romualdo, la Fundación de Cultura e Ispren Editorial. Bienvenida, pues, a esta antología en verso y prosa de Gabriel González Camoyano, que es como recuperar la Isla del pasado, libro que enriquece la bibliografía literaria de nuestra ciudad, tan sensible últimamente a todo lo que tenga el sonido valioso y esperanzado de la cultura como un bien local.

(Esta reseña apareció el mismo año de la edición del libro.)


Citamos un soneto en verso alejandrino con un tema muy querido por González Camoyano, como se trata de Cervantes y El Quijote.


MEDITACIÓN EN EL PRÓLOGO DE LAS NOVELAS EJEMPLARES


Este que veis aquí de cabellos castaños,
rostro aguileño y frente bien desembarazada,
de alegres ojos y nariz proporcionada,
y de barba argentina, que fue de oro otros años...

Este que envejecieron los muchos desengaños,
de estatura no corta ni tampoco elevada,
con la espalda por muchos sinsabores cargada
y los pies no ligeros, es, por propios y extraños

llamado don Miguel de Cervantes Saavedra.
Fue soldado en Lepanto y en Argel fue cautivo.
Le atrapó la desdicha como a un árbol la yedra.

Sufrió prisión injusta. No gozó lenitivo...
Y como fruto egregio de tanta desventura
dio al mundo "El Caballero de la Triste Figura".



                     
               
   Biblioteca de la calle Gravina de San Fernando (Cádiz)

                      
             LA BIBLIOTECA DE LA CALLE GRAVINA


El 30 de mayo hizo treinta años que se inauguró el Centro Cultural. con la biblioteca aneja a sus dependencias. Ciertamente fue la biblioteca la que puso en movimiento esta entidad cultural. Ya, desde su primeros días, la asistencia de público era masiva y no solamente esa concurrencia la componían niños y jóvenes, sino también hombres y mujeres que se interesaron por su fondo de lecturas; rápidamente, como un virus de entusiasmo, proliferaron los carnés tanto de lectores en sala como a domicilio; gentes que no se acostumbraban a leer y pasaban por la puerta, al enterarse de la novedad de la nueva institución, bajaban tímidamente y cruzaban el dintel de la biblioteca con vacilación y no poco asombro, con una lenta mirada curioseadora, y acababan su informal visita con una larga sonrisa de pláceme afirmador, deseando mucho éxito al recién nacido organismo. Pero las actividades por la que empezó a popularizarse como Casa de la Cultura no concluían en la biblioteca (con cuya labor estaba ya justificaba la existencia del inmueble), sino que a partir de entonces los asuntos culturales y sociales se sucedían casi diariamente en su salón de actos, así como las exposiciones de arte, sobre todo de pintura, que se montaban de continuo en el vestíbulo.

Naturalmente la Casa de la Cultura no funcionaba por medio de un robot japonés; la Casa de la Cultura estaba en manos de un hombre muy conocido en La Isla, al que se le reconocía no pocos desvelos por la cultura isleña; la Casa de la Cultura, en todos sus accesorios, estaba confiada a la dirección de Pepe González Barba, y aquella dirección era más bien cariño, dedicación minuciosa y detallista. Él puso los letreros a las dependencias, diseñó los indicadores para sustituir el vacío que dejaba el libro requerido en la sala de lectura; incrementó el patrimonio de libros con adquisiciones a costa del presupuesto de aquellos días zarandeados por la crisis del petróleo.

Decir la Casa de la Cultura era aludir, nombrar, conocer a Pepe González Barba; nunca hizo de regente de la entidad con aparato y distancia; todo lo contrario: desde los conserjes con uniforme y unción municipalesca, pasando por los trabajadores del ayuntamiento que venían a llevar a cabo una reparación, sin olvidarme de las jovencitas que cumplían allí lo que entonces era el servicio social femenino, veían en él a un hombre afable y celoso del funcionamiento de la institución. Ni tampoco me olvido de representantes de tertulias y peñas que subían a su despacho, en el que Pepe atendía y dirigía las funciones del patronato ayudado por su secretaria Mari Carmen Pavón. En  fín, todo el mundo veía en Pepe un amigo, un hombre sumamente accesible que dejaba en sus interlocutores una huella de amabilidad y buen hacer.

La inauguración tuvo lugar el día 30 de mayo de 1973, viernes, al mediodía. En la planta de arriba se celebró el nacimiento de este edificio, donde antes estuvo el llamado Colegio de los Moros, con un ágape y con la presencia de doña Ernestina Cazenave, su secretaria María Dolores, el alcalde a la sazón Rafael Barceló y algunos funcionarios municipales, Mariló, mi compañera de trabajo, y el guarda-representante de la empresa constructora del edificio.

Después de aquel cuatro de junio, lunes, en que el público isleño pisó el suelo de la biblioteca, la utilidad de este centro, noble en su contenido más que en su aspecto continente, ha sido ratificada por la demanda de los concurrentes, de tal manera que su existencia y su necesidad están incardinadas en las almas de los ciudadanos.

Pero esta afortunada criatura que vive entre la calle Gravina y la de Churruca y hoy goza de estupenda y ejemplar juventud, fue un sueño que retaba a las dificultades, un proyecto que dio sus primeros pasos con no pocos balbuceos; por ello mismo, hemos de agradecer a los que la apoyaron en sus comienzos, su confianza contra viento y marea, y honra es recordar como prólogo de aquel alumbramiento a la realidad social, a Rafael Barceló Gasset, Cámpora, su tesorero, doña Ernestina Cazenave, coordinadora provincial de bibliotecas y su secretaria María Dolores como propulsores de tan interesante acontecimiento en La Isla de entonces.   

Hoy, veinticinco años después, la rememoración de este hecho cultural en La Isla ha de tener el brillo de una efemérides, un brillo que no se apagará en la memoria ciudadana.

    San Fernando Información, 5 de junio de 1998
                            








                       LUTGARDO Y LA PINTURA



Este artículo fue publicado varios días después del fallecimiento de Lutgardo Fernández Frías, en noviembre de 2006 y en él decíamos: Hace unos días dimos sepultura a Lutgardo Fernández, fotógrafo que fue durante cierto tiempo de “San Fernando Información”. Además de su afición a la fotografía, con la que obtuvo varios premios, Lutgardo gustaba de la pintura como su verdadera vocación.

A veces las circunstancias, más que los medios, no propician el desarrollo de una tendencia que aparece como innata en nosotros, y nuestro anhelo de llegar a una meta se queda en un deambular por los alrededores de nuestros deseos.

Sin embargo, estos deseos se concretaban, en ocasiones, en cuadros que morosamente se configuraban en creaciones que iban del impresionismo al expresionismo. Lutgardo sentía verdadera pasión por Claude Monet, entre otros pintores de ese grupo innovador. Algunas veces, conversábamos sobre pintura (yo en un nivel de aficionado y curioso, más que un entendido) y sus pormenores acerca de la distancia para ver un cuadro, de la mezcla de colores y cómo de la combinación de éstos dependía la impresión, nunca mejor dicho, que causara en los espectadores.

De los impresionistas pasaba a Dalí, a quien veneraba. En sus propósitos de renovación deseaba fundir ciertos toques impresionistas con las líneas del genial catalán. Lutgardo consultaba a menudo tratados de pintura que poseía y otros que yo le arrimaba para aumentar su entusiasmo. Pintar era para él, no una liberación, sino una necesidad de identificarse consigo mismo. Todo arte es un diálogo con uno mismo, como si a través de lo que se llevara al lienzo o a la página el individuo se conociera a sí mismo mejor y decantara su interpretación de la vida (la interpretación del mundo por parte de un artista no le sirva a los fines sociales de los políticos, aunque ello depende de la clase de ciudadanos a quienes se dirijan).
Soñar mundos irreales es legítimo, justo y necesario, pero para los artistas, dirán los políticos frente a unas masas que desconocen el arte, más aún si el arte, como el que soñaba Lutgardo, era de líneas extrañas y de colores oníricos.
 A veces, condescendía con la pintura figurativa y pintaba paisajes, como el que conservo en casa junto a otro que es un juego con elementos imaginarios.
Más adelante, su afán era el de esbozar una pintura “inteligente”, una pintura que trasmitiera ideas. Yo le argumentaba que el arte era arte solamente y que las ideas las trasmitían los ensayos, pero él insistía en que era posible comunicar a los espectadores pensamientos críticos por medio de la pintura.
 Quien no pudo en la vida terrena consumar sus nobles ambiciones de crear, podría en la otra dimensión proyectar las potencialidades inéditas de su capacidad creadora, por modesta que fuese. Esta presunción es extensible a otras actividades y para todos los humanos.
Partiendo de ese supuesto de pura fe, confío en que Lutgardo empiece ahora a visionar –como si de un vídeo se tratase— todo el quehacer real y virtual que llevaba consigo. Y el descanso en paz estará en ese sondear mundos interiores que están embrionarios en nosotros y que nos llevarán a la verdad última, en razón de nuestro anhelo de búsqueda. Si todos los caminos llevan a Roma, todas las actividades nobles en esta vida nos llevarán a la Fuente de quien procede todo Bien y el Amor o, dicho en lenguaje religioso, Dios.

                                                         
                               
                          
                        Iglesia Mayor, años 30
   
                           

                                COSAS DE AMPARO


 
                                    



Manolo Baturone Linares, esposo de la autora de este libro que hoy comentamos, tuvo a bien la idea de recoger textos en verso y prosa de su mujer para confeccionar un libro que dejara una afectiva constancia de su quehacer callado en el atomístico mundo de las Letras isleñas; digo afectiva por lo que tiene de una voz lírica donde el amor a las cosas desapercibidas y a los seres del entorno está presente como un testimonio de humanidad expresada con la palabra cuidada de la exigencia poética.

Amparo Gordillo de Celis (1933-2001) fue una maestra nacional que ejerció de manera discontinua. Hizo algunas colaboraciones en “Mirador de San Fernando” a principios de los años setenta, pero no prodigó su presencia en tertulias ni tampoco quiso proyectar su afición en revista de poesía ni someterse a la lotería de los concursos literarios. Esta carencia de ambiciones la tuvo encerrada en una clausura voluntaria, mas no renunció por ello al ejercicio íntimo del verso y la prosa poética.

Cuando abrimos el libro, después de unas palabras a modo de prólogo, entramos en su primera parte, compuesta de poemas. En todos ellos existe un común denominador: una mirada amorosa a cuanto contempla. Sus referentes temáticos son siempre los mismos: La naturaleza domesticada de las macetas y los parterres, los niños (en concreto, sobrinos) y motivos variados —la nochebuena, Dulcinea, su automóvil o Platero mecánico, el mar de Cádiz, La Isla y otros poemas, todos ellos escritos en métrica variada.

En la segunda parte, a manera de pequeños artículos, aparecen sus impresiones sobre personajes y lugares -La Piconerita, La Virgen Negra, Jueves Santo, Pescado de estero, El otro patio, El músico callejero…

Si tuviésemos que situar su estilo y su actitud ante el hecho de la escritura como creación, sin duda alguna este acopio de trabajos hallaría lugar en la poesía del intimismo pasado por la óptica de una estética tradicional anclada en los sesenta; una sencillez que está de acuerdo con su personalidad. Aquí no encontraremos los frutos del esfuerzo por escribir una poesía según imperativo de estilo de la época, como en la nuestra: culturalista, surrealista, clasicista, neobarroca, neoformalista…

Sin embargo, cuando se lee este poemario en verso y prosa, llega hasta nuestros recovecos el halo de un alma noble y limpia que manejaba el lenguaje con realismo próximo a la espontaneidad casi “naif”, es cierto, pero remozando el tópico con una intención loable: la de la autenticidad, la del amor a lo que está haciendo, a lo que ve todos los días, lo que roza; en suma, lo que ama.

De espaldas a las modas triunfantes, este libro nos invita a dar un paseo por el entorno de una cotidianeidad amable, como si respirásemos en otro mundo distinto a los convencionalismos impuestos por consignas e intereses de nuestra era del consumo.




ORACIÓN POR QUEDARME

El día en que me muera
no te lleves, Señor, todo mi espíritu.
Divídelo: Tú sabes cómo hacerlo,
y el trozo más pequeño, más humilde,
espárcelo en el viento igual que un niño
desparrama la arena con que juega.

Que se vierta en el mar,
que se pose en la hierba,
que se mezcle a la lluvia
y que empape la tierra
para que vuelva en nueva primavera
con los primeros brotes de simiente
a formar otra vez parte de todo.

Yo no quiero ausentarme de las cosas.
No del todo, Señor. Tú las creaste
y en ellas adivino tu presencia,
y en ellas me sereno cuando el miedo
se me enrosca en el alma y me atormenta.
En las pequeñas cosas te he sentido
plenamente, colmando mi horizonte.
¿Dónde te sentiré cuando no exista?
¿Cuándo mi cuerpo ya no sea? 


                                             Entonces

la Fe dice que tú serás bastante...
Pero no puedo imaginarlo. Oye:
aún estoy viva; todavía mi sangre
me recorre las venas caudalosa.

Soy un poco de barro que palpita
de un amor infinito hacia las cosas
y necesito ver, palpar, asirme
fuertemente a la tierra y a los hombres
para sentirlos y sentirme en ellos.
No me lleves del todo, Te lo pido
sin lágrimas, desesperadamente...

Toda yo soy un grito silencioso
que en cada acción diaria, cada gesto,
va enredando en las cosas la mirada
tratando de dejar su esencia en ellas.

      
                         De COSAS DE AMPARO (2006)


                                


                       
Tramo de la Calle Real, hacia la Plaza de la Iglesia



    VILLANCICO POR ROMANCE DE MARÍA Y JOSÉ CUANDO
       QUISIERON LLEGAR AL CENTRO DE LA ISLA

                                        
José y María ya vienen
por el Puente de Zuazo.
Los dos llegan a la Isla
a lomos de un viejo auto
porque quieren que en la Isla
el niño nazca este año.

María contempla esteros,
José conduce despacio,
ya que María está encinta
y ha de evitar sobresaltos.


Les atrae, de momento,
mientras se van acercando,
la atención de ese Castillo
que llaman de San Romualdo,
todavía en trance de obras
y, por eso, inacabado.

A José lo que le importa
—por eso va cabizbajo—
es encontrar la posada
que los aloje en un cuarto.
Respiran cuando en la Venta
de Vargas hacen un alto.
María sonríe y baja
y José extrema el cuidado.

Entran, pero allí le dicen
que sólo se sirven platos,
que para alojarse vayan
al Salimar, que está a un paso
o al Hotel Roma, en que puedan
facilitarles descanso.
          
Calle Real. Las señales
tuercen el itinerario.
Hay obras: las del Tranvía,
Obras —dicen— a retazos.

Vallas por aquí y allá
que no permiten el tráfico
sino en raras excepciones.

“¿Voy a adivinarlo, acaso?”,
José le exclama a María
y ella calla y se hace cargo.

Ella lo calma y le advierte
que aquí no vale el enfado;
que pregunte que por dónde
los que vienen de extrarradio
han de llegar hasta el sitio
donde dejar tanto trasto
del viaje y respirar
los pies y el alma estirando.

Ellos ven que baja un taxi
y otro que cruza a lo largo.
“Pero, señores, ¿qué es esto?”
—José pregunta indignado—.
“Si subo, me ponen multa
por la infracción en que caigo,
y el alojo, si la encuentro,
me habrá de salir más caro”.
                 
“Mira, María—le dice—,
aquí hay que ser osado,
tener mucha cara dura,
y tenemos que arriesgarnos.

Calle Real por encima
de las vallas ahora vamos.

Ahora mismo no veo un guardia.
Nos pondremos en un salto
en uno de los hoteles,
el que sea más barato
porque la carpintería
da para hacer poco gasto”.

“¡Cuidado! —dice María—,
José, que te estás pasando.
Espera que venga un guardia
y nos resuelva este trago,
nos diga cómo llegar
a esos hoteles tan majos,
que deben ser, como muestra
el croquis de San Fernando,
el callejero que tengo,
ya arrugándose, en mis manos”.

“Que no, María, que voy
ahora mismo yo a intentarlo
y, si me para algún guardia
con intención de multarnos,
le diré que tú no puedes
aguantar más en el auto,
¡y si me multa, le obligo
a que me ayude en el parto!”


  Leído en el almuerzo del Pregón de Navidad de 2013

                        


                ROMANCE DE CÓMO EL NIÑO NACIÓ
                  EN EL CENTRO DE CONGRESOS
                           
             
Después de que les pusiera
algunos impedimentos
la calle Real arriba,
llegan pensando que a tiempo
de que el Niño nacer pueda
en estos cotos isleños.

Mucho antes que el tranvía,
José y María están dentro
de la Isla que, por fin,
la calle Real subieron
sorteando vallas, postes
con su automóvil pequeño.

María no aguanta más
este embarazo discreto
que José lleva obediente
en su estupor de Misterio.

El Niño quiere salir.
Vida humana está pidiendo,
pero, ¿en qué fonda, en qué hotel
si todo ya está cubierto?

Y pasando por las puertas
que es del Centro de Congresos
se le ha ocurrido a José
entrar, quizá por aquello
de que un público edificio
a ayudar siempre está presto.
“Pueden entrar, pasen, pasen
—el guarda les dice atento—,
los ediles y el alcalde
ahora se están reuniendo”.

María le dice al guarda
con desesperado gesto
que el Niño que va a nacer
viene por vía de apremio
y está a punto de parir
de un momento a otro momento
y no tiene un mal sofá
en donde pueda ponerlo.

María ya está cansada
y pierde el poco resuello
que le queda y con los ojos
se desploma en un asiento
que el guarda le pone amable
en espera de que dentro
oigan cómo el Niño llora
y ello ponga desconcierto
en alcalde y en ediles
que al oír este suceso
que anuncia el guarda, asombrados,
poco a poco van saliendo
y quedan estupefactos
con lo insólito del hecho.

Llevan al Niño a la sala
donde celebran los Plenos.

El Niño gime en la mesa
del alcalde en que lo han puesto
como cuna improvisada
sobre agendas de gobierno,
sobre carpetas y móviles
que guardan aquí silencio.

El Niño gime, se mueve.

El Niño está todo inquieto
y María lo interpreta
con sentimiento materno:
que si el Niño hablar pudiera
les diría con respeto
tanto a ediles como a alcalde
que la Isla no es un juego
de palabras en la mesa
para discusión de ellos;
que por el bien de la Isla
Tiro Janer hotelero,
San Carlos en todo uso,
Tranvía y Ayuntamiento,
Parque Bahía y Cefot,
que siempre ha sido tan vuestro,
para el bien de vuestra Isla
queden, por fin, ya resueltos.

Que por ser ésta la fecha
que a todos pone contentos,
por el bien de la ciudad
todos se pongan de acuerdo.    

Leído en el almuerzo del Pregón 
de Navidad de 2014
  

            


            VILLANCICO EN ROMANCE DE CUANDO MARÍA Y JOSÉ 

                    BUSCABAN POSADA EN EL AYUNTAMIENTO





Cuando María y José

llegan, al fin, a La Isla

buscando hostal o posada

—pues María viene encinta—,

se sienten muy atraídos

como si fuera una vista

la vieja Plaza del Rey

donde la gente se cita

en los bancos, en los bares

con olor a churrería. 

De varios años acá

la Plaza del Rey se anima

como en décadas pasadas

a la Plaza Iglesia iban

vendedores de mariscos,

                                     uniformes de Marina,

tratantes y comerciantes,

betuneros y taxistas

donde estaban concurridos

bares con tapa exquisita,

café para por las tardes

darle una calma a la prisa:

el Palacio de Cristal,

Bar Madrid, La Mallorquina,

Bar Isabela, Picó,

Auxilio Social: cocina

junto a aquel Cine P u ch e r o

que hambre a unos pocos alivia;

y tuesta el café C r u c e i r a

que al olfato maravilla,

más abajo de Falange,

antes de doblar la esquina.

Telégrafos y Correos,

mensajeros de noticias,

y el puestecito de  El F o l i

para que no falten pipas

con que distraer el tiempo

mientras se ve la película:

el Cine Almirante enfila

las colas de los que acuden

a las sesiones continuas… 

Esta Isla ahora es otra

y la juventud distinta.

El corazón de este pueblo

se expande aquí y regocija,

en esta Plaza del Rey

con su ayuntamiento arriba,

que quiere verlo ya listo

y por ese fin suspira…

Y, ¿a qué viene aquí la Virgen

con San José echando chispas?

Porque todo está ocupado

y ya a punto está María

de traernos a este mundo

al Niño de los carismas,

que ediles y la alcaldesa

aquí le den acogida

al Niño que va a nacer

de manera fortuita

en el atrio que se honra

con esta hermosa primicia,

cuna y pesebre al que viene

devotamente La Isla

para adorar a ese Niño

que a Dios trae en su sonrisa,

pero María y José

dan las gracias optimistas

sin saber que está esto en obras

y ni cuándo finalizan,

y a lo mejor cuando haga

la comunión en su día

el Niño que nace ahora,

La Isla tendrá la dicha

de ver a su ayuntamiento

otra vez con buena pinta. 


  Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2015











  LA TERTULIA RÍO ARILLO DE LETRAS Y ARTES


Fue a principios de diciembre de 1994 cuando en el estudio de Manuel Pérez-Casaux, tomándonos un descafeinado que nos puso Manoli, su esposa, se me ocurrió la idea de sugerirle a Manolo la fundación de una tertulia semanal, sueño que veníamos acariciando, balbuceando en los paseos y en las conversaciones devanadas en la terraza de La Mallorquina.

La reacción de Manolo fue automática: “¡Ya! Mañana mismo me pongo a redactar los estatutos”.

Entre la deliberación de capítulo y capítulo, imaginábamos cuál sería el escudo que pusiese un frontispicio a esa academia de café que soñábamos levantar con las palabras. A los pocos días, ya madurados y finalizados los capítulos de los estatutos, Manolo me mostró el escudo que más adelante identificaría a la tertulia.


                    
                                 

Es una cita de Tibulo la que reza en el escudo, escogida por Manolo y cuyo texto completo dice: “Quem referent Musae, vivet, dum robora tellus,/dum caelum stellas,/ dum vehet amnis aquas” (Elegías, I, ix, 65-66: ‘Ese a quien cantan las musas vivirá, mientras la tierra tenga árboles, y el cielo estrellas; mientras el río conduzca sus aguas’.


Con la convocatoria de más de una decena de escritores y escritoras de la ciudad se fundó la tertulia el 23 de enero de 1995, celebrándose este fausto literario en la Sala Bolero, como preámbulo de la reunión semanal, los lunes, en la Cafetería Napoleón. Desde 1995 hasta el 2000 se llegarán a contar como asistentes, aunque muchos de ellos fueron efímeros, 48 contertulios, de los cuales, de manera estable, permanecerían alrededor de un promedio de doce a catorce como asistentes, si bien el número teórico, como hasta ahora, ha oscilado en torno a los veintidós. El día elegido para la continuidad fue el jueves desde hace catorce años. Su primer coordinador fue el escritor Alfonso Estudillo Calderón, creador y redactor de la revista literaria “Arena y Cal”, publicada desde 1995 hasta el 2002 en papel y luego ha continuado en edición digital. En ella escribieron algunos miembros de la tertulia, de la que más adelante, su coordinador fue Manuel Pérez-Casaux y actualmente es Juan R. Mena.

En sus comienzos, en la programación del mes figuraba como “Grupo Río Arillo de Letras y Artes”; más adelante, la denominación de “Tertulia Río Arillo de Letras y Artes” pasó de lo conversacional a lo oficial y así lo llevan en su membrete las sucesivas programaciones hasta hoy.

Varios han sido los locales de reunión que ha tenido la Tertulia desde su fundación. En primer lugar, en la Cafetería Napoleón en la calle San Nicolás, 4,  hasta la actual Lua Café-Copas y Cervecería, en la calle San Diego, 10, esquina a Las Cortes. pasando, entre otras más efímeras, por la Cafetería y Pastelería La Chiclanera, en la calle Real, 101, donde la permanencia ha sido la más duradera de todas, si bien no hemos de olvidar estancias en La Mallorquina, en la que también el Grupo ha celebrado cenas y almuerzos en determinadas fechas con la participación de los contertulios y familiares de éstos.

Miembros de la tertulia han conseguido premios literarios que son consignados en la Revista PLéYADE, órgano de publicación del grupo con trabajos en prosa y verso; asimismo, han sido presentados libros por parte de sus componentes en determinadas ocasiones.
 
También hay que reseñar la participación de sus miembros en programas literarios en Radio La Isla conducidos por nuestr compañero  Ramón Luque.

Una programación rige la marcha del interés cultural y es, sin embargo, flexible para dar cabida a todos los contertulios que deseen intervenir. Por poner un ejemplo, citemos la más reciente:

                          Tertulia Río Arillo de Letras y Artes

                         fundada en enero de 1995

                              CURSO   2014-2015

                          MES DE ENERO



Jueves    8. Tertulia para contactos: exposición de temas para el nuevo año, así como conversar sobre la celebración de los veinte años de fundación de la Tertulia Río Arillo de Letras y Artes.


Jueves   15: Mi lectura o mi libro de reciente lectura. Un comentario después de leer un párrafo que haya gustado


Jueves   22:  Lectura trabajos personales.


Jueves 29: La tarde de Carmen Navarrete. Volveremos a este apartado. Media hora, aproximadamente, estará dedicada a que un componente de la Tertulia lea sus trabajos: cuentos o parte de una novela o de un ensayo o poemas intercalando comentarios, si lo precisa.


  Los miembros de la tertulia han considerado siempre esta reunión como un encuentro de gentes que tienen deseos coordinados en seguir el precepto clásico horaciano de “prodere et delectare”, traducido libremente como un aprendizaje que gusta, similar al “Dulce et utile”, además de establecer la amistad como hoguera en torno a la que se entiende y se estiman los que se acercan a su calor humano y considerándose bien acogida toda persona que quiera formar parte de la camaradería del grupo.



             ÍNDICE               

                       
               
               
       Calle Rosario, años treinta 
  


     ISLA”, BOLETÍN DE LA SOCIEDAD DE FOMENTO

     “GAVIOTA DE POESÍA”, QUINCE AÑOS DESPUÉS

    ERYTHIA, TERTULIAS LITERARIAS”, QUINCE AÑOS DESPUÉS

     LA COLECCIÓN “DOS AMIGOS”

     LA POESÍA DE SERVANDO CAMÚÑEZ

     ANTOLOGÍA EN VERSO Y PROSA DE GABRIEL GONZÁLEZ CAMOYANO
                  
     LA BIBLIOTECA DE LA CALLE GRAVINA

     LUTGARDO  Y  LA PINTURA

     COSAS DE AMPARO
            
           LA TERTULIA RÍO ARILLO DE LETRAS Y ARTES




 Este libro ha sido editado en 2015, y algunos de sus trabajos como todos los que figuran en este blog, pueden leerse también en la web Arena y Cal. También han sido editados en varios cuadernos de artículos literarios.










































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