Tramo de la calle Real, San Fernando, Cádiz.Foto del Archivo de Alfonso Estudillo
Cada
verso ha de ser nuevo en su lectura; ha de sorprender y no ser reconocido por
el lector como un verso convencional, aunque intente justificarse con su
“mensaje”. Todo lo que no sea eso es poesía del pasado, es poesía lastrada
estilísticamente hablando, repetitiva y deudora de su ayer, con adjetivaciones
y construcciones sintácticas estereotipadas.
Tampoco,
como no sea como una tentativa lúdica, hay que recurrir a la poesía presuntamente
innovadora que nos quiere convencer con imágenes irracionales y una búsqueda de
expresiones de cuño surrealista con ínfulas de escritura automática.
No se ha de olvidar que la poesía es, ante
todo, creación más que comunicación de ideología o los sentimientos de un
poeta. (Consúltese a Vossler, a Spitzer, la poética de Valle-Inclán…)
Esa creación es novedad en la expresión
semántico-estilística. Las secuencias gramaticales no pueden ser las mismas que
escribieron los venerados maestros del pasado, so pena de repetirlos, a pesar
de una insólita distribución de los versos en el poema. Admiramos a los que nos inspiraron en
nuestros años de aprendizaje y volvemos a ellos para releerlos como un
homenaje, pero es seguro que ellos nos exigirían que hiciésemos algo nuevo.
En
resumen: poesía es igual a creación expresiva y no solamente a comunicación de
un contenido, que sería predominio del contenido sobre el significante, el qué
más que el cómo, el decir más que el imaginar.
Hemos
de huir de la poesía que nos quiere decir algo, a pesar de su hondura y poder
de convicción a base de sintagmas redichos. Es una poesía que corre el riesgo
del lastre que se entusiasma con lo que dice como si descubriera el
Mediterráneo de las ideas. Contar, contar, ¿qué le va importar a la gente lo
que yo sienta o piense? La gente quiere deleitarse con un texto que la
sorprenda, le motive la imaginación y la saque por unos momentos de la realidad
común.
Echemos
una ojeada al pasado y tengamos en cuenta los recursos que nos ofrece la
historia de la
Estilística.
La sinestesia (Simbolismo)
La metáfora nueva (Futurismo, Ultraísmo)
La ruptura con la sintaxis convencional (Dadaísmo)
La expresión que nos vincule con lo imaginario
onírico (Creacionismo, Surrealismo)
Todo lo que no sea eso, es pasado, aunque sea
pasado inmediato y escrito tanto por remotos como por próximos grandes poetas.
Según
Shklovski, eso es poesía, que no literatura; la expresión contenidista hay que
dejarla para la narrativa y el teatro, que se dirigen a un público más amplio y
espera el qué y no el cómo, sin que ello excluya mínimos rasgos de creatividad
en sus textos. La poesía va asociada indisolublemente a la imagen, al color, a
la fantasía creadora y motivadora. Recuérdese a Simónides de Ceos: “La pintura
es poesía silenciosa, y la poesía es pintar con el regalo de la palabra",
citado por Plutarco, al que se atribuye, a veces, la frase así: “La pintura es
poesía silenciosa, la poesía es pintura que habla”. Muchos siglos después, el
ruso Alexander Pobtenia escribió :“No hay arte y, en particular, no hay poesía,
sin imagen”. Claro, una imagen original, una metáfora nueva y no estereotipada
por el uso de la tradición literaria o la incapacidad de crear metáforas de
nuevo cuño, evitando caer en la llamada metáfora visionaria o
irracional, en la que puede campear a su
gusto la arbitrariedad. Esto deviene de la libertad vanguardista. Es, pues, uno de los pecados de las
vanguardias, por decirlo así.
Este
artículo, como todos los que figuran en este blog, pueden leerse
también en la web Arena y Cal. También han sido editados en varios
cuadernos de artículos literarios.
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