Empecemos pensando si el objetivo de
las vanguardias —suprimir la experiencia humana, por mínima que sea— es posible
de llevar a cabo. En aquellos años de irrupción violenta que desata el
Futurismo, el espíritu entusiasta de los iniciadores mantiene la ilusión de que
se puede pasar de lo confesional a lo lúdico. Pero, incluso en los caligramas
cubistas, vemos un mensaje, por insignificante que sea. En el Manifiesto de
Marinetti hay consignas de cantar la modernidad. En el Creacionismo, tanto de
Huidobro como de G. Diego, vemos que la huella humana, adelgazada y como de
pretexto para lograr una tipografía anárquica, nos dice algo. Incluso la poesía
visual lleva una intención. En el Manifiesto Ultraísta Cansinos-Asséns hace
ponderación de la metáfora, a pesar de que aconseje suprimir nexos y demás
elementos gramaticales accesorios. Ello significa que la metáfora obvia la
realidad a favor de una analogía elegante y desdeñosa de lo que encubre.
Si pasamos al Surrealismo, observaremos que la escritura automática revela, si lo es realmente, un fondo psicológico que no deja de ser mensaje humano (de hecho, el Surrealismo pactó con el factor experiencial después de asumir el psicoanálisis).
Si pasamos al Surrealismo, observaremos que la escritura automática revela, si lo es realmente, un fondo psicológico que no deja de ser mensaje humano (de hecho, el Surrealismo pactó con el factor experiencial después de asumir el psicoanálisis).
No entraremos en la rehumanización de
la poesía en los años 30.
Me interesa reivindicar una posible reliquia subsistente en poetas a partir de Los Novísimos. Lo cierto es que de la aparición de aquellos liberadores del lenguaje, la poesía se ha concienciado de la necesidad irrenunciable de ir más allá del realismo verbal de los poetas de la posguerra, y ello lo demostraron el Postismo y el Grupo Cántico. La inquietud, como un río Guadiana, aparece en ocasiones en poetas y poetisas que quieren, como un homenaje perpetuo, refrescar la lengua y la imaginería retórica con el fulgor de amanecida que fueron aquellos movimientos.Pero ello ha traído, como el río trae ejarbes de agua y matorrales, una licencia de la que se ha abusado, y no poco. Me refiero a la llamada imagen visionaria. Creo que actúa en ausencia de la metáfora y de la expresión onírica, cuando ésta es reveladora de un descubrimiento que recuerda aquello de Paul Eluard: “Existen otros mundos, pero están en éste”.La imagen visionaria no hace honor a su calificativo cuando se dispara por asociaciones desafortunadas, como un a tientas y a locas por sorprender al lector. Ello no rinde ganancia al espíritu de las vanguardias, que convocaba a los poetas a la representación, mediante el lenguaje de mundos nuevos entrevistos en la imaginación liberada de las ideologías burguesas del pasado. La imagen visionaria, cuando no acierta a trasladarnos a un mundo libre de nuestras miserias cotidianas, se queda en el intento y derrapa hasta convertirse en imagen arbitraria, que se solaza en incoherencias que no merecen más de una lectura.
Me interesa reivindicar una posible reliquia subsistente en poetas a partir de Los Novísimos. Lo cierto es que de la aparición de aquellos liberadores del lenguaje, la poesía se ha concienciado de la necesidad irrenunciable de ir más allá del realismo verbal de los poetas de la posguerra, y ello lo demostraron el Postismo y el Grupo Cántico. La inquietud, como un río Guadiana, aparece en ocasiones en poetas y poetisas que quieren, como un homenaje perpetuo, refrescar la lengua y la imaginería retórica con el fulgor de amanecida que fueron aquellos movimientos.Pero ello ha traído, como el río trae ejarbes de agua y matorrales, una licencia de la que se ha abusado, y no poco. Me refiero a la llamada imagen visionaria. Creo que actúa en ausencia de la metáfora y de la expresión onírica, cuando ésta es reveladora de un descubrimiento que recuerda aquello de Paul Eluard: “Existen otros mundos, pero están en éste”.La imagen visionaria no hace honor a su calificativo cuando se dispara por asociaciones desafortunadas, como un a tientas y a locas por sorprender al lector. Ello no rinde ganancia al espíritu de las vanguardias, que convocaba a los poetas a la representación, mediante el lenguaje de mundos nuevos entrevistos en la imaginación liberada de las ideologías burguesas del pasado. La imagen visionaria, cuando no acierta a trasladarnos a un mundo libre de nuestras miserias cotidianas, se queda en el intento y derrapa hasta convertirse en imagen arbitraria, que se solaza en incoherencias que no merecen más de una lectura.
Pero volvamos al comienzo y echemos
una mirada a aquella gesta literaria, confusa y caótica tal vez, pero
manteniendo en todos los frentes de las ismos una gallarda actitud de defensa
del lenguaje esencialmente poético, la búsqueda de nuevas experiencias
intuitivas y la sensación de que el mundo renace paradisíaco y libre, logrando
que la poesía, sin aspirar a ser un arma con futuro, sirva de descanso de
guerrero de nuestra racionalidad ahíta de tantos naufragios trasmitidos por los
demás lenguajes al servicio de una realidad ineludible y amenazante.
Este artículo, como todos los que figuran en este blog, pueden leerse también en la web Arena y Cal. También han sido editados en varios cuadernos de artículos literarios.
Este artículo, como todos los que figuran en este blog, pueden leerse también en la web Arena y Cal. También han sido editados en varios cuadernos de artículos literarios.
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