martes, 31 de julio de 2018

PERSPECTIVAS DE LA POESÍA DE JUAN RAFAEL MENA



                             

Nació en la Isla de San Fernando -Cádiz-.Ha sido profesor agregado de Lengua y Literatura españolas de instituto. Considera que gran parte de su obra poética ha sido hasta poco tiempo deudora de la Segunda Generación de Postguerra, del influjo del Grupo Cántico y, en ocasiones, de las inquietudes innovadoras de los Novísimos, así como de los poetas preocupados por la renovación del lenguaje poético en la década de los sesenta.

La intención que le lleva en esta muestra es la de oponer dos épocas  bien diferenciadas de su quehacer en el verso. Actualmente elabora una densa poética en la que expone las razones por las que toma la decisión de analizar el espíritu y la presencia de la poesía como comunicación y artificio más allá de la meramente lúdica o intimista desde una experiencia anecdótica y a la búsqueda de un lenguaje en el que se sienta enteramente satisfecha la función poética por encima de la poesía social, del neobarroquismo, del clasicismo, del minimalismo, del neovanguardismo y de la poesía de la nueva experiencia. Unir tema y palabra pero con intención de superar todo lastre, como quería el formalismo de Vixtor Shklovski.







                                     1ª Época

             ELLA VIVÍA...



      Ella vivía
 con la imagen del niño todavía.

      Y el niño se hizo hombre
y siguió siendo niño por su nombre.

       Para ella, no obstante,
el hombre estaba oculto con el niño delante.

       Ay mi niño —decía—.
Y el niño era tan hombre que ni serlo quería.

       El  niño creció tanto
que conoció el misterio y el secreto del llanto.

       Murió el niño —el hombre digo—
y ella guardó el recuerdo de aquel niño consigo.

       Así ella vivía
con la imagen del niño todavía.

                              De Elegía del Sur  (1971)



ZAFIROS PARA INCRUSTACIONES EN LA PULSERA DE AZAHRA

                                    EL VINO

   Cuando los llevaban al lagar te prendaste de los racimos
y me dijiste que eran como zarcillos de esmeraldas labradas.
    Pero mira ahora la copa donde han quedado convertido
en un resplandeciente brazalete de oro.

   


       VIENDO LLENARSE UNA COPA DE CHAMPÁN

    Una mujer de cabellera rubia se ahoga y en la desesperación
se tira del collar, lo rompe y desperdiga sus innumerables perlas blancas.

                               LA AURORA

   En el insomnio casi desesperado es como una amante arisca y
desdeñosa a la que persigo por entre las sombras de las habitaciones. Pero, sabiéndome desconcertado y deseoso, aparece en un quicio, y la vislumbro por la delgada blancura de su camisón y el azoramiento de su rostro.

                          LAS ROSAS ROJAS

   Estoy por decir que las rosas rojas han tomado de los aljibes su permanente frescura, por sustentáculos los tallos ondulantes de las doncellas, y para el color la sangre que ha corrido por las calles de al-Andalus.

                    DONDE SE ENFURECE EL MAR

   Bajo el atardecer nuboso las olas me parecen manadas dispersas de toros que braman, se precipitan y se astillan las cornamentas en las rocas, como si huyeran de la vara que aguija encolerizado el mayoral del viento.

De Zafiros para incrustaciones en la pulsera de Azahra (1975)
También en Nostalgia y presencia de Medina Azahara (1980)



ROMANCE DEL MUCHACHO QUE ESPERABA

—¿A quién esperas, a quién,
atalayando la calle?
—Madre, ¿que a quién espero?
Verdad que no espero a nadie.

-—Entonces, ¿por qué impaciente,
como quien espera a alguien,
clavas la ansiosa mirada
en el fondo de la calle?
—Costumbre, madre, costumbre;
pero yo no espero a nadie.

—Hijo, costumbre, costumbre...
Dime quién es ese alguien
que te ha plantado en la esquina
con una ansiedad tan grande.

-—Qué pena, madre, qué pena
que en la vida haya contrastes...
Qué pena esperar sabiendo
que, a veces, se espera en balde.
—Dime, hijo, ¿quién a tus ojos
es la reina de la calle?

—No, madre, que yo no espero.
¡Verdad que no espero a nadie!

           De Cancionero memorial (1961-1981)


DE PRONTO NOS HICIERON
LÚCIDOS Y CRUELES...

  De pronto nos hicieron
lúcidos y crueles.
Antes, cuando teníamos
miradas todavía
inocentes, palabras
ingenuas, demasiado
ingenuas,
                flotábamos
en el humo, ingrávidos,
intemporales, tontos,
emotivos, mirando
con ojos gratuitos
la vida, los sucesos
de la historia importante
y la historia diaria.
De pronto,
un aluvión de hechos,
una lluvia interior
de sorpresas y espanto
nos hizo fríos, solos, evasivos;
pisamos
tierra insegura, lodo
de realidad dudosa
y colectiva. Cada
uno tuvo que hacerse salvo
así mismo.
Lúcidos a la fuerza,
competentes, absurdos,
pero con argumentos
irrefutables hemos
tenido que olvidar,
que olvidarnos incluso
de nosotros, seguir,
propagar una sombra
que a veces no coincide
con nuestros propios cuerpos.
   
                                  De Palabras de más  (1977)



 PRISIONERO ME SIENTO, PRISIONERO...


Prisionero me siento, prisionero
de tu paso elegante, de tu paso,
y acaso me resisto un poco, acaso
no quiero declararme a ti, no quiero.

Espero a ver si me convenzo, espero
que este repaso de mi amor, repaso
que escaso en dudas voy haciendo, escaso,
más entero me haga, más entero

Preso me siento de tu vida, preso,
que piensa mucho y demasiado y piensa
su cadena de amor, bella cadena;
y eso es mi vida: contemplarte, y eso,
inmensa cárcel de mi amor, inmensa
es la pena que cumplo en ti, mi pena.



TU MANO ESTA, ALHELÍ, SOBRE LA MÍA...


Tu mano está, alhelí, sobre la mía.
Tu mano, animalito de ternura.
Tu mano, que calienta, que perdura.
Tu mano, lazo de tu cercanía.

Déjala, que es suave compañía.
Déjala, que es la puerta más segura.
Déjala, que es mi cálida espesura.
Déjala, que es compás de mi armonía.


Tu mano es mi más clara trayectoria.
Déjala y no me quites su sosiego.
Tu mano, cuenco ardiente de mi historia.

Déjala, que mantenga siempre el fuego.
Tu mano, donde entierro mi memoria.
Déjala. Te lo pido como un ciego.

LE HAS QUITADO A LA VIDA SU AMENAZA...

Le has quitado a la vida su amenaza.
Su miedo indefinido es ya rutina.
Antes había, oscura, una amenaza.
Una sentencia como guillotina.

Estás libre y tu mente se solaza.
Mira el mar, el estero, la salina.
Mira el mundo jugándose su baza
de alegría y dolor en cada esquina.

Una paz como nunca te acompasa.
Tu sangre, más madura, más tranquila.
El Tiempo, rudo e inexorable, arrasa.

La memoria el placer y el pesar hila.
Mas sé noble aunque todo muere y pasa,
y sonríe al morir que te aniquila.

CUERPO, ANFITRIÓN DE MIS INTERROGANTES...

Cuerpo, anfitrión de mis interrogantes.
Cuerpo, débil pescante de un viaje.
Cuerpo, cubil de queja y regolaje.
Cuerpo, barco de años navegantes.


A veces, con mis pasos vacilantes
me pregunto qué hago en tu hospedaje.
A veces, garabato de un mensaje,
me estremecen tus signos inquietantes.


¿Vivo dentro de un cuerpo o sólo soy
este mi cuerpo en un aquí y un hoy
que se clava preguntas abismales?

¿Llegaré a estar un día convencido
si es prisión de un espíritu caído
o si es azar de átomos mortales?

                 De El río que no vuelve ni se para  (2000)
                      POEMA  XXVI

Los inconmensurables dominios del silencio
desde la alta azotea, si se mira a los cielos,
estremecen. Cavernas son de sombras los fondos
siderales con rápidas e inconcretas pupilas.

Todos mis semejantes del entorno se aúnan
en los días de fiestas para engordar el goce
y no indagan arriba, a la bóveda negra
que mira de soslayo a este planeta antiguo,
errante en sus ajadas preguntas sin respuestas.

Entre tantos y tantos hermanos planetarios
lanzados al vacío como un puñado lúdico
de arroces incontables, confusa polvareda,
¿nos mirarán también desde los otros mundos
habitantes que observan desde sus inquietudes
y pondrán a su incógnita un anhelo de amor
porque se sienten solos como estamos nosotros
—huérfanos de certezas, tiritantes de amparo—
y animan una mínima esperanza en la ruta
que recorren los siglos circulares?

La gente sigue enfrente devorando deleites
porque se sienten vivos sin interrogaciones
que perturben la frágil burbuja de la risa.

¿Qué les importa a ellos si son átomos sólo,
aglomerados átomos ensartados en hilos
de emociones fugaces porque intuyen acaso
que danzan en las manos casuales y precarias
de una fatalidad que los ha vomitado
como lavas humanas de un volcán impasible,
en un cosmos que ignora su principio y su fin?


                                 De Exilio desde dentro  (2002)



  


     La poesía, ayudada por su eficacísima colaboradora la metáfora, colorea conceptos y sentimientos visualizándolos con un aire de inocencia y fragilidad sin hablar directamente del asunto sino dando rodeos sugerentes y entrecruzando lo concreto con lo abstracto como un tapiz imposible, pero maravilloso.
     Sin embargo, reconociendo el papel de la metáfora y el símil en la poesía, no podemos eludir la importancia del poema que se confía a la palabra sin chaleco antibalas del ornato y se lanza con el pecho desnudo a la palestra del ingenio literario. Bendita variedad de registros.
             



2 ª Época

CAYADO PARA LA ESPERANZA


Ha llegado al zaguán de tu silencio
mi ruego aldabonazo a tu ternura
golpea con su lágrima mordida
con la boca de hiel que fue mi orgullo
irredento mendigo de tu voz
este mi gesto es báculo de un sueño
tu palabra es madero que me aúpa
del naufragio de todos los olvidos
en el confuso mar de circunstancias
rudo vaivén de un mundo como el nuestro
en que la tempestad es su costumbre.
Vorágine es el tiempo, silenciosa,
que nos arrastra al fondo de su embudo.

  ÚLTIMO REPLIEGUE DE LA SOLEDAD


La sombra me devana los secretos
de mí mismo, recónditos y astutos,
como insectos que temen su desahucio
en el envés de mi conciencia.
                                                 Ruge,
tormenta por pudor amordazada,
mi vergüenza debajo de mi piel
lacerada por horas que desuellan
mi orgullo, tentetieso de mi miedo.

Creí que en la bodega de mi ayer
no había suciedad, barco mi euforia
por aguas de la vida, y me sorprendo
sangrando por el otro que yo era
que vivió de un residuo adolescente,
reliquia de gastadas alegrías,
y ahora la soledad me desentierra,
fría sepulturera de mi exilio,
de debajo de olvidos voluntarios
esqueletos de mis ingratitudes,
y es tanto mi terror a revelarme
lo que debo al amor y no he pagado,
que desde ahora orzando voy la vida
rompiendo los espejos del que he sido,
confiando en que el buen azar maquille
esta zona de rostro que me queda,
donde inocencia mi coraje amaga.

                   De El doble de la palabra  (2003)

CUANDO LOS SUEÑOS VAN DE EXCURSIÓN  
Cicatrices de tierra tiene el campo,
vadeos ciñen el repunte verde
y en mitad, amarilla la pleamar
del trigo, candeales sus promesas.
Al fondo, un precipicio de silencio,
límite del redondo panorama,
horizonte, calima sus confines.

Un Robinson de isla campesina
bracea en mí, madero es ya mi ocio,
y levanto ese mástil de mi brazo,
barco mi amor con rumbo a tu llamada,
cabotaje en las costas de tus hombros,
tu voz desovillada es mi periplo,
singladura es el istmo de tu cuello,
faro que me avizora tu sonrisa.

Me vuelvo por heridas de la greda
a mi casa, desván en donde arrojo
los trastos fracasados de mis sueños.



BELLEZA  MALHERIDA  EN  LA  MEMORIA

                                               A Emilio Pérez Delgado


Te llevaste a la espalda un carcaj de recuerdos,
dardos que a la diana sentimental arrojas
con trofeos de mudos suspiros desvelados.

Iba de polizón tu tierra en la maleta
callando como un siervo sus carencias tullidas,
desierta la liturgia del trabajo
sobre un altar de espera disecada,
vacías las promesas de un maná para el sur.

Socavón se te ha hecho la distancia, agujero
en que caben las noches oliendo a remembranzas,
madrugadas que yerran por silencios insomnes,
y el corazón desmonta su tinglado emigrante
del agradecimiento al regazo anfitrión,
desvistiéndose de sus circunstancias
para quedar desnudo como un otoño airado.

Entonces, tantas piedras de glorioso apellido,
las vides, los olivos y la sal, camaradas
de un tapiz recortable, se te echan al cuello
de la añoranza, y lloras, andaluz, en tu isla
de exiliado converso a otro cielo, a otra lengua
en que a diario oficias tu costumbre de ausente,
en que a diario sueñas removiendo el desván
de tu adentro, en que guardas tus ayeres más vivos,
sin poderte quitar el grillete que llevas,
preso de la hermosura que indefensa dejaste,
reo de la belleza que llora en la memoria. 

         (Homenaje a la FIESTA LITERARIA DE LA BELLEZA ANDALUZA celebrada en el Ateneo de Sevilla, 2007)

                 PLURIMAR


Hostal de aves y brisas,
jungla de espesas olas,
dragón de estruendo y vidrio,
ondeante bramido...
Es el mar.

Hospital de los barcos,
desguace de mareas,
retiro de las aguas,
domesticado océano...
Es la dársena.


Límite de los ojos,
balcón de la distancia,
precipicio del mar,
cinta de la calima...
Es la lontananza.


                 Rúbrica de la popa,
garabato de espuma,
crencha de cabrilleo,
cremallera de agua...
Es la estela del barco.


Regazo del olaje,
andén de las maretas,
despliegue de la espuma,
duna, almena de arena...
Es la playa.


Embarazo del mar,
preñez del oleaje,
acuario hasta los bordes,
cosecha de montantes...
Es la creciente.


Carruaje de sombras,
socavón insaciable,
garganta de infinito,
chispas de pedernal...
Es la noche.

        De El doble de la palabra (2003)


        FUGA  V *



     Allí está la bahía, cobijo de otro mar, que no eres tú. Más allá, la ensenada,
hospital donde curan a las embarcaciones
      las heridas que el tiempo le tatúa con sus garras de días sucesivos.
El puerto, sucio albergue de los buques, donde descansan de sus travesías,
      mamuts de acero en estertor de olas. Pero aquí, tú, mar, eres
salvaje amante que a los vientos lanzas tu vítrea cabellera de salsero,
      tus voces coreadas por garcetas, tus reclamos de púdicos pinares
como sombras afables, sonrientes,
      para que los idilios fugaces deshojen corolas amorosas mientras los cantos
 de la bajamar arrullan  —o sollozan—  bajo de los cantiles.
     Te quieres olvidar de tus roncos desastres y te ofreces, bargueño de vidrio salitroso,
para guardar estrellas, siderales diálogos, para que el sol se quede cautivo en tus azogues.
      Tú, mar, eres el hijo del océano y un amante celoso de quienes te desean
entregando sus cuerpos a tus brazos de olas y ríes con la espuma poniéndoles ajorcas
     de cabrilleos en los pies a todas las jóvenes que pisan lo mismo que gacelas
tus brillantes gredales cuando están en la orilla
     como si tú quisieras retenerlas para ti, posesión vitalicia de sus besos,
ánforas que se tiran en las dunas, que son arrugas de esa tierra tuya.

       Tú, mar, bien sabes que me sé tus señas aquí, donde, versátil,
deshilachas tus peplos opalinos, como la vida que entreteje el tiempo
      en su telar de fechas disecadas, como el amor que canta, como el amor
que odia. como el amor que olvida, y te agradece que tus olas borren
      las señales que escriben efímeros amantes en tu arena, metal
alucinado de brillos indomables. Ciudad, recuerdos, rastros, palideces,
      como heredad del devenir oscuro dejo a tus plantas de aguas igual que los vestidos,
y limpio quedo como adolescente recién nacido de su propio asombro,
      que se asoma a tus cálidas vidrieras y descubre la vida…

¿Pero otra vez la vida que ha olvidado? Extraña mar que llamas con voces
     de nostalgia a tus amantes y después abres zanjas de adioses que acuchillan
con belleza tus lascas de agua fiera;
     eres tan cara y cruz como la vida, temblor de la sorpresa impredecible
y aniquilando huellas en la arena, me ayudas, mar, a emborronar recuerdos,
      y la inquietud de tu pelaje acuoso me dice que la felicidad es inestable.

      Oh, mar, oh, mar cuánta crueldad se cierne sobre la desvalida historia humana
como lluvia que vuelca en la cabeza los lacrimales de los viejos llantos,
      patrimonio de las generaciones que han visto en tus radiantes resalseros
cómo el agua, que es génesis de vida, se rompe como líquidos acuarios y tus múltiples
      ojos son guiños veraniegos, pecera que delira iridiscente en esta orilla
de abalorios policromos, mas también te descubro la zozobra
      que en el piélago pierde a tantos navegantes, y cuando duerme
en paz la confianza, también tú te apareces, oh mar apetecida —como dijo el poeta—.
       vestida de furtivo maremoto, dragón inmenso cuya boca
se abre para engullir ciudades, para tragarse humanos que en el envés
       de tu traición gozaban con tu acuático y onírico paraíso ondulante,
con la inocencia azul de tus vaivenes, de tu cristalería de espejismos inquietos.
       Oh mar, casa de agua, mansión de las holganzas verdiazules,
estruendo para olvidos ciudadanos, copa salobre para quien te ama
        y revés de la cinta que la tierra me graba su hiel de anecdotario,
¿puedo considerarte mi país veraniego, lúdica geografía,
        y una fuga verbal por los sentidos? 

 De  Una fuga verbal por los sentidos, finalista del Certamen de Poesía Sant Jordi 2007 en la Web de PLOMES POÈTIQUES.
 POEMAS PREMIADOS (2007)

                        DÍSTICOS QUE BALBUCEN DE LA VIDA

Quien no comprende, oh amor, una mirada,
jamás comprenderá una confidencia.

Como la luna soy: ved esta cara.
La otra es la vergüenza que os oculto.

El tiempo es el mejor de los poetas:
sabe poner final a historias malas.

Tiempo, ¿a qué vienes? ¿A decir que debes
marcharte sin haberte detenido?

La libertad nos pone a prueba el brío
como el yunque al metal su brillo arranca.

                      La verdad es sencilla como el agua,
pero hasta tutearla...¡un laberinto!

Te creo a ti que buscas la verdad,
no a quien la cela en su cajón altivo.

                     De todas las verdades sólo quiero
aquella que se ríe de las otras.

¿Lágrimas desatadas son amargas?
Aún más amargas las que están sujetas.

                     Lavarme la memoria en la otra orilla
después de atravesar puentes de olvido.

                          Mujer:
Pequeña es la promesa y la entrega gigante.

   
 VECINOS DE TU NOMBRE


Dragón de agua sañuda en sus fauces adentro
a grupa de marolas invasión desatada
caudillos oceánicos plutócratas los buques
de acero los mamuts acuchillando lomos
embarazada mar es su parto en orillas
bisontes de oleajes corneando cantiles
lebreles de maretas agonizan con ayes
de escancana al olvido el clamor salitroso
si le vuelvo la cinta ahora a la memoria
polvareda de agua de locos sustantivos
resalsero tu nombre evocación alerta
de conchas removidas por potros de los vientos
ya la hora venida desnudándose el mar
la noche empieza a tientas su pasión invidente
caído el firmamento hasta el cegado espejo
de las aguas luctuosas germinal el poema
el poeta en su braille de silencio insinúa
pizarra la inconsútil soledad mimadora
sabiéndose ya vientre de versos primerizos
parto será de un gozo consumado el desgarro
del recuerdo este haz de instantes la locura
de cantar en un tiempo ¿no es el hombre tan sólo
un número en el borde de la boca del miedo?
trémulo el hondo exilio preparando reliquias
de lo que va granando ese día encintado
de preñados futuros, semilleros de historias
preámbulo tejiendo oh tapiz memorable
para cuando los años sus espaldas arqueen
álbum del retraído repasando sus páginas
en la paz ya en redil los años levantiscos
redil donde respira el sosiego su historia
fonda súplica el sueño caminante insistente
pero grita el recuerdo la distancia su idioma
tú con los aderezos vivacidad de anécdotas
canción en el pretil de tus labios fresillas
locuaces de “Te quiero” manantial de “Te amo”
tu cabellera corto velamen a las auras
que peplos azulinos desvestían contigo
confidente del mar vengo a exaltar tus huellas
aún deliran los rastros transportan las historias
derviches los contentos planetarias las risas
las horas no querían desguazar sus minutos
los estíos amagan parecerse a aquel nuestro
nada puede robarme la arqueta en que acaricio
joyeles los momentos destellantes los júbilos
néctar de ayer degusta la vejez incurable
qué planicie oleaje las lentas remembranzas,
islas quietos momentos donde cunden tesoros
Robinson gratitud con lianas de versos
musa con taparrabos de palabras precisas
odio a tantos vocablos manchados de consumo
ay pleamor embarazo de marea que salva
los días que tuvieron enveces imborrables
donde tú reapareces guadiana estupor
olfatear sentir qué estallido tu nombre
espaldas de la brisa sus láminas azules
danzadoras sus sílabas en la lengua del mar

           De El doble de la palabra  (2003)























     

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