VILLANCICO POR ROMANCE DE
MARÍA Y JOSÉ CUANDO QUISIERON
LLEGAR AL CENTRO DE LA ISLA DE SAN
FERNANDO-CÁDIZ-
por el Puente de Zuazo.
Los dos llegan a la Isla
a lomos de un viejo auto
porque quieren que en la Isla
el niño nazca este año.
María contempla esteros,
José conduce despacio,
ya que María está encinta
y ha de evitar sobresaltos.
Les atrae, de momento,
mientras se van acercando,
la atención de ese Castillo
que llaman de San Romualdo,
todavía en trance de obras
y, por eso, inacabado.
A José lo que le importa
—por eso va cabizbajo—
es encontrar la posada
que los aloje en un cuarto.
Respiran cuando en la Venta
de Vargas hacen un alto.
María sonríe y baja
y José extrema el cuidado.
Entran, pero allí le dicen
que sólo se sirven platos,
que para alojarse vayan
al Salimar, que está a un paso
o al Hotel Roma, en que puedan
facilitarles descanso.
Calle Real. Las señales
tuercen el itinerario.
Hay obras: las del Tranvía,
Obras —dicen— a retazos.
Vallas por aquí y allá
que no permiten el tráfico
sino en raras excepciones.
“¿Voy a adivinarlo, acaso?”,
José le exclama a María
y ella calla y se hace cargo.
Ella lo calma y le advierte
que aquí no vale el enfado;
que pregunte que por dónde
los que vienen de extrarradio
han de llegar hasta el sitio
donde dejar tanto trasto
del viaje y respirar
los pies y el alma estirando.
Ellos ven que baja un taxi
y otro que cruza a lo largo.
“Pero, señores, ¿qué es esto?”
—José pregunta indignado—.
“Si subo, me ponen multa
por la infracción en que caigo,
y el alojo, si la encuentro,
me habrá de salir más caro”.
“Mira, María—le dice—,
aquí hay que ser osado,
tener mucha cara dura,
y tenemos que arriesgarnos.
Calle Real por encima
de las vallas ahora vamos.
Ahora mismo no veo un guardia.
Nos pondremos en un salto
en uno de los hoteles,
el que sea más barato
porque la carpintería
da para hacer poco gasto”.
“¡Cuidado! —dice María—,
José, que te estás pasando.
Espera que venga un guardia
y nos resuelva este trago,
nos diga cómo llegar
a esos hoteles tan majos,
que deben ser, como muestra
el croquis de San Fernando,
el callejero que tengo,
ya arrugándose, en mis manos”.
“Que no, María, que voy
ahora mismo yo a intentarlo
y, si me para algún guardia
con intención de multarnos,
le diré que tú no puedes
aguantar más en el auto,
¡y si me multa, le obligo
a que me ayude en el parto!”
Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2013 de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes
VILLANCICO POR ROMANCE DE CÓMO EL NIÑO
NACIÓ QUE EN EL CENTRO DE CONGRESOS
Después de que les pusiera
algunos impedimentos
la calle Real arriba,
llegan pensando que a tiempo
de que el Niño nacer pueda
en estos cotos isleños.
Mucho antes que el tranvía,
José y María están dentro
de la Isla que, por fin,
la calle Real subieron
sorteando vallas, postes
con su automóvil pequeño.
María no aguanta más
este embarazo discreto
que José lleva obediente
en su estupor de Misterio.
El Niño quiere salir.
Vida humana está pidiendo,
pero, ¿en qué fonda, en qué hotel
si todo ya está cubierto?
Y pasando por las puertas
que es del Centro de Congresos
se le ha ocurrido a José
entrar, quizá por aquello
de que un público edificio
a ayudar siempre está presto.
“Pueden entrar, pasen, pasen
—el guarda les dice atento—,
los ediles y el alcalde
ahora se están reuniendo”.
María le dice al guarda
con desesperado gesto
que el Niño que va a nacer
viene por vía de apremio
y está a punto de parir
de un momento a otro momento
y no tiene un mal sofá
en donde pueda ponerlo.
María ya está cansada
y pierde el poco resuello
que le queda y con los ojos
se desploma en un asiento
que el guarda le pone amable
en espera de que dentro
oigan cómo el Niño llora
y ello ponga desconcierto
en alcalde y en ediles
que al oír este suceso
que anuncia el guarda, asombrados,
poco a poco van saliendo
y quedan estupefactos
con lo insólito del hecho.
Llevan al Niño a la sala
donde celebran los Plenos.
El Niño gime en la mesa
del alcalde en que lo han puesto
como cuna improvisada
sobre agendas de gobierno,
sobre carpetas y móviles
que guardan aquí silencio.
El Niño gime, se mueve.
El Niño está todo inquieto
y María lo interpreta
con sentimiento materno:
que si el Niño hablar pudiera
les diría con respeto
tanto a ediles como a alcalde
que la Isla no es un juego
de palabras en la mesa
para discusión de ellos;
que por el bien de la Isla
Tiro Janer hotelero,
San Carlos en todo uso,
Tranvía y Ayuntamiento,
Parque Bahía y Cefot,
que siempre ha sido tan vuestro,
para el bien de vuestra Isla
queden, por fin, ya resueltos.
Que por ser ésta la fecha
que a todos pone contentos,
por el bien de la ciudad
todos se pongan de acuerdo.
Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2014...
VILLANCICO EN ROMANCE DE CUANDO MARÍA Y JOSÉ
BUSCABAN POSADA EN EL AYUNTAMIENTO
Cuando María y José
llegan, al fin, a La Isla
buscando hostal o posada
—pues María viene encinta—,
se sienten muy atraídos
como si fuera una vista
la vieja Plaza del Rey
donde la gente se cita
en los bancos, en los bares
con olor a churrería.
De varios años acá
la Plaza del Rey se anima
como en décadas pasadas
a la Plaza Iglesia iban
vendedores de mariscos,
uniformes de Marina,
tratantes y comerciantes,
betuneros y taxistas
donde estaban concurridos
bares con tapa exquisita,
café para por las tardes
darle una calma a la prisa:
el Palacio de Cristal,
Bar Madrid, La Mallorquina,
Bar Isabela, Picó,
Auxilio Social: cocina
junto a aquel Cine P u ch e r o
que hambre a unos pocos alivia;
y tuesta el café C r u c e i r a
que al olfato maravilla,
más abajo de Falange,
antes de doblar la esquina.
Telégrafos y Correos,
mensajeros de noticias,
y el puestecito de El F o l i
para que no falten pipas
con que distraer el tiempo
mientras se ve la película:
el Cine Almirante enfila
las colas de los que acuden
a las sesiones continuas…
Esta Isla ahora es otra
y la juventud distinta.
El corazón de este pueblo
se expande aquí y regocija,
en esta Plaza del Rey
con su ayuntamiento arriba,
que quiere verlo ya listo
y por ese fin suspira…
Y, ¿a qué viene aquí la Virgen
con San José echando chispas?
Porque todo está ocupado
y ya a punto está María
de traernos a este mundo
al Niño de los carismas,
que ediles y la alcaldesa
aquí le den acogida
al Niño que va a nacer
de manera fortuita
en el atrio que se honra
con esta hermosa primicia,
cuna y pesebre al que viene
devotamente La Isla
para adorar a ese Niño
que a Dios trae en su sonrisa,
pero María y José
dan las gracias optimistas
sin saber que está esto en obras
y ni cuándo finalizan,
y a lo mejor cuando haga
la comunión en su día
el Niño que nace ahora,
La Isla tendrá la dicha
de ver a su ayuntamiento
otra vez con buena pinta.
Leído en el almuerzo del Pregón
de Navidad de 2015...
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