miércoles, 7 de agosto de 2019

1923: LA ISLA DE SAN FERNANDO, SEGÚN SERVANDO CAMÚÑEZ







Plaza de la Iglesia, finales del siglo XIX


 1923 la isla según Servando Camúñez

   SERVANDO CAMÚÑEZ ECHEVARRÍA 
(Cádiz 1854- San Fernando 1936)

  
 


1922 la Isla según Servando Camúñez 

 
Hace cincuenta y siete años que quien esto escribe (lo dice Servando Camuñez en 1922, por lo tanto se refiere al año de 1865) llegó a San Fernando.

Un alma lleno de tristeza y una imaginación henchida de esperanzas incisas formaban su impedimenta moral.
Niño aún, las impresiones que traía, sumadas a las emociones de la llegada, grabaron un profundo surco en su memoria. Surco que persiste claro y lúcido al través de los años y de los desgastes de la inteligencia.
Venía de un pueblo de la Sierra, al que me había llevado meses antes una enfermedad de mi padre.

Eran los últimos días del mes de Julio. La ciudad estaba engalanada con motivo de su feria, el cielo tenía un azul purísimo, el calor era bochornoso y el levante soplaba furiosamente.
El carruaje que nos traía, al entrar en la calle Real (por la plaza del Castillo) y principiar a recorrer aquella terrible calzada de piedras, que la servía de pavimento, perdió una rueda, se inclinó de un lado y… los viajeros tuvimos que abandonar el maltrecho vehículo y recorrer a pie el trayecto que nos faltaba para llegar al término de nuestro viaje y de nuestros deseos.
Era por entonces la ciudad de San Fernando un gran villorro con una calle Real muy toscamente empedrada; con las demás calles, unas terrizas y otras empedradas; pero unas y otras sin aceras; con suburbios y albinas llenas de barro y montañas de basuras; con una edificación improvisada y sin belleza arquitectónicas; con alumbrado público de farolas que tenían en su interior reverberos de aceite, los cuales sólo se encendían en las noches en que no daba luz la Luna; con las salinas en poder del estado; con el mejor Arsenal de España; con una entrada, frente a ala estación ferroviario, llamada Glorieta, en la cual los bodegones, barracas e inmundas tabernuchas ocupaban la mal llamada Alameda y en donde una muchedumbre de vagos, rufianes, matones y rateros y cuanto había de perdido y malo en los bajos fondos sociales de la ciudad pululaba noche y día para vergüenza y desesperación de los trabajadores honrados y de los buenos habitantes de la población.
La Casa Ayuntamiento era un palacio en ruinas, de negras paredes y sin techumbre en el piso superior.
Los barrios extremos de la población eran zocos morunos en los que no era muy agradable la entrada, pues de ser señoras o caballeros los visitantes, eran abucheados estrepitosamente y obligados a retirarse por la incultura de sus pobladores.
Como la ciudad era un río de oro a causa de sus ocho mil carraqueños, sus empleados militares y las grandes remesas mensuales de numerario de nuestras colonias americanas y filipinas, acudían a ella como moscas cuantos aspiraban al dinero ajeno y cuantos no servían para trabajo ni para ganar honradamente el pan de cada día.
Por esto, por el sin número de tabernas, figones, capilés, etc, etc, por en enorme número de mendigos, lisiados, pedigüeños y matones, por la sobra de casas en donde nocturnamente se le tiraba de la oreja a Jorge y por escasez de policía civil y sobra de tolerancia y abandono en que vivían caleseros, valientes, hampones, chulos y demás gentes de mal vivir, raro era el día que no se presenciaba en plena calle algún asesinato o algún escandaloso choque entre los servidores del juego y los admiradores del hampa.

¿A qué proseguir?

San Fernando era un pueblo rico, pero miserable; era hermoso; pero sucio; era culto pero sin manifestaciones externas de su cultura; era caballeroso; pero sólo en las altas esferas de su mesocracia, y era noble y honrado; pero con una mezcla de fermento libertino, agitanado y canallesco que daba lugar a la fama y aplauso que otros pueblos le concedían por sus hampones y sus barateros, sus ladrones y sus victimas.
¡Que inmensa y gran diferencia separa al pasado del presente! (1922)
Aquella ciudad de San Fernando no tenía más cultura que la de sus marinos, ni más ilustración que la de sus poquísimos hombres de Ciencia, ni más higiene que la de alguna que ostra familia adinerada, no más seguridad que la puramente personal, ni más enseñanza que las que se derivan del analfabetismo y de la matonería.
Hoy, a pesar de lamentaciones y quejas vulgares, la entrada de la ciudad es sencillamente hermosa, las calles principales pueden competir con las de las ciudades modernas de mayor renombre, las albinas sucias y fangosas han desaparecido, los tristes faroles el alumbrado público se han tomado en focos eléctricos, las calles tienen aceras cómodas, el palacio del Ayuntamiento es un edificio monumental que da honores y prestigios, la Biblioteca Lobo es un centro de instrucción y de cultura, y las sociedades obreras de la ciudad que tanto bien procuran y que tan alto ponen el nombre de San Fernando, han hecho que se olviden y que desaparezcan por completo aquellos miserables tugurios donde la juventud se manchaba con el cieno de la procacidad y del matonismo.


Hoy la antigua y sucia taberna casi no existe; la calesa y el tosco calesero han sido substituidos por el automóvil y el coche charolado y limpio; la vagancia se ha borrado con el trabajador honrado y culto; al gracioso y al chocarrero ha sucedido el alumno formal, serio y aprovechado de nuestros Centros de Obreros; y todo aquello que significaba atraso, rutina, haraganeria, tosquedad y agresión se ha transformado en finura, adelanto, amable condescendencia y culta galantería.
Servando Camúñez

Relato de su visión de la isla de “aquellos tiempos” en 1865.
¡Honor a este hermoso y noble pueblo, que en medio siglo ha sabido elevar su nivel moral y social hasta la envidiable altura en que se encuentra!.
Servando Camúñez.
San Fernando, Diciembre,1922.
El Güichi de Carlos.





 San Fernando, a principios del siglo XX,
Plaza de la Iglesia




Calle Real. ¿Alrededor de 1910? Tendría San Fernando entonces 28.000 hab.
Aunque nacido en Cádiz, toda su vida estuvo ligada a San Fernando, ciudad donde ejerció su profesión de médico. Escribió poemas, zarzuelas y obras teatrales, dirigió los periódicos Los Lunes y La Correspondencia de San Fernando.


Jorge Guillén se mostró muy interesado en algunos de sus ensayos y comentarios críticos (especialmente los dedicados a Bécquer).
Fue conservador de la Biblioteca Municipal Lobo, ordenador del Archivo y cronista oficial de San Fernando desde 1929 hasta su muerte.
Como poeta, se siente ligado a su ciudad de adopción y a Andalucía.
Aunque su producción literaria llegó a ser muy extensa (gran parte ha quedado inédita), prefirió publicar tan solo una selección que tituló Versos pasados de moda (1915).






Estación ferroviaria de San Fernando, a principios de siglo XX



HIMNO DEL CENTENARIO


¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
En tu recinto, cual arca santa
puso la Patria su sentimiento,
sus esperanzas y sus dolores,
sus dignidades y su energía.
¡Cádiz augusta! Hoy es el día
de hacer coronas de egregias flores
para tus hijos, los luchadores
que enaltecieron tu nombradía.

Hoy hace un siglo que el mundo entero
vio sorprendido tu resistencia
ante el coloso que traicionero
quiso quitarnos la independencia.
Hoy hace un siglo, ¡Cádiz hermosa!,
que ante tus muros y tus cañones,
llena de rabia la poderosa
dominadora de cien naciones,
vio disiparse sus ilusiones
con tu respuesta maravillosa.

¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
Como la antorcha que se agiganta
a los embates del raudo viento
es la aureola de tus lealtades,
de tus honores, de tus firmezas,
de tus excelsas serenidades,
de tus bravuras, de tus realezas...
gloria y asombro de las edades.



Colaboraciones de Servando Camúñez
Diarios que constan en el Museo Municipal

La Correspondencia de San Fernando
Título: La Correspondencia de San Fernando
Lugar: San Fernando
Periodicidad: Diario
Imprenta: La Voz

Años:

1891 - 1893: Completo
1896 - 1900: Completo
1899 - Ejemplar suelto - 5 de mayo. Nº 3357
1902 - 1903: Último semestre
1906: Completo
1907 - Ejemplar suelto - 2 de octubre. Nº 6372
1909: 1er semestre
1910: Último trimestre
1911: Ejemplar suelto - Nº 7603 - Año XXI
1912: 2º semestre
1913: Ejemplar suelto -8 de julio - Nº 8453 - Año XXIII
1914: Último semestre
1921 - Ejemplares sueltos
29 de agosto. Nº 11193
7 de diciembre. Nº 11277
14 de diciembre. Nº 11283
1924 - Ejemplares sueltos
23 de abril. Nº 12015
26 de abril. Nº 12018
24 de diciembre. Nº 12222
1926 - Ejemplares sueltos
13 de diciembre. Nº 12824
1298 - Ejemplares sueltos
24 de octubre. Nº 13400
1935: Último semestre
1936: Completo
1937: Excepto 1er trimestre
1937: Ejemplar suelto - 1 de abril - Nº 15822 - Año XLVII
1938: Excepto 3er trimestre

Notas: Se conserva un suplemento literario "La Velada". 


22/07/1917 - Nº 2 

Bibllioteca Municipal Almirante Lobo, en el Ayuntamiento.
de la que fue director Servando Camúñez






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