viernes, 9 de agosto de 2019

POEMAS SELECCIONADOS Y EDITADOS






BREVIS VITA
 
Anacreonte, tú, cantor de fiestas,
animador de cortes y simposios,
maestro de la cítara y el vino
y enhebrador de versos exultantes,
tan diferente de Teognis, triste,
pues ve a la aristocracia empobrecida,
y se obsesiona con oscuros Hades
yendo del desengaño a lo funéreo;
los dos sois emisarios de la vida,
cada uno en distintos recorridos:
tú exaltas la embriaguez de lo instantáneo
y él lamenta lo breve de ese instante.

LETRAS COMO ESPADA, NOVIEMBRE (2019)







 Panorama de la isla de Sancti Petri (San Fenando-Chiclana)


MELODÍA DESGUAZADA HOY

Se nos ha muerto el Ensueño,
el romántico viaje,
ebrio de amor y paisaje
en que cifraba su empeño
el poeta. Hizo risueño
un mundo grave y doliente.
Ilusionaba a la gente
aquel verso popular
con buen ritmo en el andar
tras un mundo diferente.

MÚSICA  REVELADORA

La música te entristece,
pues la música interpreta
de esa alma de poeta
lo que en su fondo padece,
mas ella no lo agradece.
Te extraña que unos sonidos
a sentimientos dolidos
les ponga una melodía,
y es que no tiene alegría
lo que sube a tus oídos.

LETRAS CON ARTE, CAEN LAS HOJAS, MARZO. 2019


VIDA O TEATRO FUGAZ

La casualidad te brota
a tus pies de ciudadano.
te da el pie o te da la mano,
te da triunfo o derrota.
Quien más sufre, más lo nota
que es un pobre figurón
de este teatro en cuestión
al que llamamos la vida,
más que gozada, sufrida.
Todo es azar e ilusión.

CONCURSOS LITERARIOS EN ESPAÑOL, IV CONCURSO DE POESÍA MIRANDO HACIA DELANTE (2019)


RESUCITAR EN VERANO

Pasa el verano y me deja,
mientras voy por esta playa,
la memoria que desmaya,
la memoria rota y vieja,
la memoria que se aleja
con el adiós de los años.
Olvidar penas y daños
con este verano nuevo
como un hermoso relevo
a pasados desengaños.

CONCURSO LITERARIO EN ESPAÑOL, MICROPOESÍA JULIO 2019


AMADOR INSOSPECHADO

Por tu belleza te admiro.
Por tus andares te sueño,
pero eres tan sólo un sueño
y un contenido suspiro.
Por eso, al pasar, te miro
y retuerzo la mirada.
No sabrás, pues, nunca nada
aunque yo sienta la pena
que al silencio me condena
porque eres mujer casada.

V CONCURSO LITERARIO DE MICROPOEMAS "EL MURO",
JUNIO 2019


                      ESTROFAS SÁFICAS PARA ABRIR LA MAÑANA

 

I.- A  LA  LUZ


 Duerme la noche en su desván oscuro.
Sale en puntillas y descalza el alba.
Gallo, qué ujier en su pretil de insomnio,
da voz de alerta.

Alba que crece, adolescente virgen
que se sonroja y ya sonríe aurora.
Sol, rojo amante, la desflora y alza,
tálamo el cielo.

En su palacio de esplendor vidriado
pare a su hijo el destellante día,
doncel de luz que desparrama el trigo
sobre la tierra.

El mediodía, plenamar de sol.
La claridad es su mayor marea.
La tierra es copa de su vino ufano
que la embriaga.

Todos los seres por su abrazo viven.
Todo es tapiz con ambarinos hilos
que teje el tiempo en su telar de horas,
rueca de esperas
.
La tarde siente oscurecer su sangre
y su mirada en un bajel de sombras.
La va en su dique a desguazar la noche,
negro utillaje.

Pasan los días y los años pasan.
Nadie agradece ese trivial molino
que el carro azul del firmamento rota.
¿No es un misterio?

¡Pero seguís con vuestra sed de amores,
de posesión y de trivial rutina,
oh ciudadanos, de este don indignos,
gong el milagro!

                                I   I.-  AL AMOR


                        Amarte, amada, es vendimiar tu cuerpo
y que la pisa nunca amarga sea,
mosto crujiente las palabras vivas,
vaso el hallazgo..

Amarte, amada, es encender memorias
de aquellos días del candor gemelos,
la juventud y su eclosión de yemas
para ilusiones.

Amarte, amada, es desandar los pasos
de aquellos días del paseo errante,
desenterrando del recuerdo besos
tan primerizos.

Amarte, amada, es despertar esencias
de tus vestidos, de tu fiel costumbre,
calles, migajas de no sé qué historia,
risas al viento.

Amarte, amada, es destapar colmenas,
enjambre el gozo, expectación el lecho,
miel la esperanza, plenilunio el vientre,
sal tu embarazo.

Amarte, amada, es recordar las olas,
dóciles perros que tu piel lamieron,
los garabatos de una espuma rauda
sobre tus pasos.

Amarte, amada, es contemplar distancias
desde una almena de emoción valiente,
y ello a pesar de que los tiempos niegan
risa y reposo.

     I  I  I.- AL  TRABAJO

                         Tiene el trabajo afortunadas manos,
sueños de siembra y alfareros dedos
y una constancia que al cantar florece.
Boca de espigas.

Luce el trabajo su vidriosa frente
con un sudor que su honradez destella
y callos rudos a sus recias manos
las condecoran.

Habla el trabajo en recital de esfuerzos.
Canta canciones de progreso y frutos.
Padre es del mundo y a segar le enseñan
arduas labores.

Mira la tierra como si doncella
fuese que aguarda seminales lluvias
y roncos ríos como acuosos brazos
para abrazarla.

Lluvias y vientos su furor hermanan
para que el aire suciedad  redima
y para el campo de amarillo rostro
hálito sea.

Une a la gente en su vital cadena.
Nos hace hermanos de un clamor diario.
Trabajo y muerte, universales signos
que nos iguala.

Que ánimo cunda en las gastadas manos
que los ladrillos y la sierra asumen
y águilas pongan en las altas torres
del pensamiento.

 Finalista  de LETRAS CON ARTE, en su Convocatoria “NOCHES DE POESÍA”, octubre de 2016. Editado en el volumen





                               DESAVENENCIA INTELIGENTE

Se quedaron unidos por los hijos
y por ellos tampoco dieron broncas.
Cuando los hijos ya se emanciparon,
pelearse podrían a sus anchas,
mas entonces, cansados, se avinieron.
¿Para qué en la vejez las discusiones?
Matrimonio modelo era en la calle. 

II Concurso Literario de Micropoemas "Luces de agosto" (2018)

 

 

 

El lotero llevaba entre sus manos
el número feliz que dio millones
aquella navidad a tanta gente.
Él, de noche en su casa, en la ironía
de la suerte, miraba entristecido
aquellas manos tan afortunadas
que manejaban una humilde cena.


 MUNDO ESCRITURA MINIPOEMAS,  LA LUPA, OCTUBRE 2018




DULCE TARDE DE VERANO

La tarde de verano
incendia cuanto toca
con sus dedos de fuego.

Los cuerpos se avecinan
en la playa, se tienden
en hamacas de agua.

La brisa acuna al mar,
y los cuerpos se duermen
con su nana de espuma.

Concursos Literarios en Español, micropoesía, 
Tardes de verano (2019)





Cuadro de María Jesús Rodríguez Barberá

      


                                   

                          
                             TEMPESTAD METAFÓRICA




                            Desde el regazo de los oleajes,

desde esta playa, asilo de mareas,

desde donde la espuma se desflora,

desde una duna efímera de arena

miro los dinosaurios de los bores,

desde este andén de elásticas maretas

miro la tempestad subirse al cielo,

miro que se estremece su vidriera,

miro sables de fuegos estridentes,

la infinitud es yunque de centellas,

las batallas de aguajes explosivos,

el mar es un acuario que revienta,

los correajes sádicos del viento...



                      ¡Miro un cuadro de Turner que se quema!
 
                            



   GANADOR LETRAS COMO ESPADAS, DESDE ESTA PLAYA, (2017)









               
  PRÓLOGO PARA UN TIEMPO NUEVO


Nuestra vida es un leño que se quema,
y los años, las llamas en que arde.
Quedan brasas, recuerdos que dejamos,
y el viento del olvido luego esparce. 

Que el ayer, por carriles de memoria,
no te traiga su carro de pesares.
Que ni el mañana desde sus confines
con albas inseguras te amenace.
Retén el gozo de sentirte vivo,
y ninguna inquietud te lo arrebate.
Ama a lo que te pide amor y es noble
desde lo más pequeño a lo más grande.

Piensa que el tiempo es como una tenaza
que se nos va cerrando a cada instante.

No te asuste el adiós a los silencios
ni dejes que tu ánimo desmaye.
Enciende en ti una vela de infinito
y mima la esperanza de un quién sabe…


LETRAS COMO ESPADAS, IV Certamen Literario de poesía  “TIEMPO NUEVO” (2018)





SIEMPRE POESIA
ISBN: 978-84-606-9831-9
Deposito legal: M-24000-2015

Titulo: AMOR PARA LA HISTORIA DE UNA CULPA


Llegará un día en que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza.

                                                                                Paul Geraldy


Como a hurtadillas roza el pasado mis sienes,
me viene sigiloso con sus pies de gacela

y lo mismo que un bosque desdobla sus ramajes,
él toda la espesura de recuerdos despliega.

Se me dobla la cinta de mis años ajados
y aparece en su envés tu adolescencia esbelta,

destello que adelgaza el rubor de un suspiro
inasible y etérea como tu silueta.

Mis ojos, dos donceles que sus redes te tiran
para cazar un sueño que nace en tus ojeras.

Empezó a aquella tarde abrírsele una historia
que en su prólogo tuvo rumor de discoteca.

Paseos por esquinas de todas las penumbras
y ensayo tembloroso de caricia inexperta.

Mis manos le pusieron asedio a tu cintura
y tus senos se hincharon igual que una marea.

En el último cine hizo fortuna un beso,
llave para panales de nuestras dos abejas.

Los cafés empaparon con su aroma palabras
que en tu alquimia de afectos se volvieron poema.

Insomne nuestra luna, apadrinó las noches
descalzas por la orilla de una mar agosteña,

con su nana de vidrio cómplice de los cuerpos,
con nuestras despaciosas voces calenturientas.

Arañaba con brillos el panel infinito
del ocio milenario un palpitar de estrellas,

como si se alegraran de nuestra consonancia,
como si con mirarlas las tuviésemos cerca.

El pueblo era un manojo de luces a lo lejos
y toda la distancia como un ardid de nieblas.
Manos, labios y frases susurradas se echaron
sobre tu fresco cuerpo como una madreselva.
El tiempo se detuvo como barco encallado
y a gusto en un islote de roces por madréporas.

Todos los miramientos se nos fueron a pique,
se ahogaron en abrazos todas las advertencias.
Volvimos como prófugos de una isla de almíbar.
Tal vez nos perseguía nuestra propia extrañeza,
asombro de que puedan volcar unos instantes
en un festín de risas amenazas tan serias.
Conjura de quimeras y la pasión urgente,
tenazas que en la edad más furtiva se estrechan.
Nos quedó un garabato tenaz en la memoria,
rúbrica de emoción que tortura y deleita.
Cabalgaron los años sobre nuestras canicies
y dejaron el polvo juvenil de las sendas
en los ojos que un día vieron tan cara a cara
una felicidad como grabada en piedra.


Dicha que tiene ahora pátina de pesares,
color de sinsabores y entristecidas hebras,
pero que todavía es capaz de ponerle
migajas de consuelo al perfil de una pena.
Capítulo de culpas hoy zozobra en mi ira.
Jirones de nostalgia en el alma me cuelgan.
Fui yo quien, torpe, hice de aquel edén volátil,
después de sus cenizas, la sombra de una anécdota.

Pero, aunque me asfixiaran las raíces que crecen
y por el muro ciego de mi olvido me trepan,
jamás las cortaré...
Que es ese ayer contigo,
de lo que fui, la única reliquia que me queda.


De Siempre poesía (2015)





SUSPIROS DE POETA
ISBN: 978-84-944968-1-3
Deposito legal: M-40577-2015

Título: La soledad de Carmen

La soledad asfixia a los mayores
cuando sus cuerpos yerran por la casa
y tropiezan con sombras de recuerdos.
Para Carmen qué larga es tanta noche,
un viaje por las oscuridades
de las habitaciones, y en la alcoba
el barco fondeado de su amor
sin aquel capitán de su marido
que un día abandonara la cubierta
a instancias de la muerte.
Carmen llora
con lágrimas fugaces que se van
por el hueco interior de la costumbre
sin más consuelo que el quehacer diario
y sin más compañía que su gata.
El reloj es de noche negligente
y retiene en sus torpes manecillas
a la marea del amanecer
que tarda mucho en remontar el alba.
Se acuerda de los hijos que están fuera,
de la tirana emigración rehenes,
buscadores de un pan que está amasado
con sudor y con pena del exilio
y el ansia de volver a sus raíces,
a los años que vagan para siempre
entre los bancos de una plazoleta
donde la infancia grita hacia lo lejos
montando guardia a tantos sueños rotos,
entre piedras diezmado el paraíso
de la niñez que ríe todavía
con voces como migas para pájaros,
que tan sólo se oye en la memoria.
Durante el día Carmen es vasalla
de la radio y le entrega sus oídos,
o a la televisión, mientras espera
el salto del teléfono que pone
un garabato de emoción al pecho
y un rielar de alegría en la llamada.
Se cruza con vecinas en la calle
o en la escalera. Tiene tentaciones
de asistir al Hogar del Pensionista
para olvidarse de que está tan sola
como el mar en los días de tormenta.
Setenta remos mueven sus dos brazos
por un agua que sabe a desamparo
soñando con el puerto al que le llega
una breve visita de sus hijos,
que le endulza su frente evocadora
con el beso que sacia su añoranza
y le ilumina el ojo de su tedio.
Y no se queja Carmen, que se dice
que es una madre más, una de muchas
que se asoma al balcón de la distancia
con la imaginación, cofa de anhelos,
desde donde sus hijos la saludan
diciéndole: “Algún día, sí, algún día,
mamá, regresaremos para siempre”.
Se arroba ante el acuario de ese anhelo,
de que un día verá luz el retorno,
y aunque ella despierta bruscamente,
no deja que se escape la esperanza
de la caja de todas sus tristezas.

Mundos de Poeta
ISBN: 978-84-945808-1-9
Deposito legal: M-25114-2016



Título: El poeta canta la belleza y el drama de los campos
que se quedan solos

Amo, oh campo, tus densos batallones de árboles,
y el vello de la hierba que es tu menudo césped,
pentagramas de surcos donde escriben las lluvias
preñez de los barbechos en tu embarazo agreste.
Mal ceño de la tierra, sed con lengua amarilla,
te pone la sequía o el pedrisco otras veces:
boca seca es el campo, cielo no solidario,
que te clava en tu carne aguijones de nieve.
Vives como montando guardia junto a los gallos,
junto al amanecer de claridad imberbe.
Que van quedando menos, que los jóvenes huyen
de este celo ancestral, en silencio lo temes.
Porque las nubes son las ubres de la tierra
y el agua que despeñan desde arriba es su leche.
Bendita cuando cae, aunque sea metralla
de cuarzos blancos, voces que gritan transparentes.
Sementeras encintas, la tierra se alboroza
lo mismo que se pueblan de vida las mujeres
cuando como los campos, cremalleras de surcos,
se ennoblece el terrón de su sangre en los vientres.
Labrador de metal, buey que tartamudea,
tractor, siervo de gleba, torreta de las mieses,
guillotina de herbajos, favor a brazos viejos
que cuando arrasa el tiempo se van volviendo endebles.
Pero la vida apremia y el vivir, imparable,
hace que el campesino tanto entienda de verdes,
y que arranque y que lave, que agaville y que ensile
y que sea del campo, a su manera, orfebre.
Partos de vegetales, alcancía que estalla,
tesoros exhumados, naturaleza riente,
la cosecha es la danza inmóvil con que baila
el campesino, música callada sus trebejes.
Las bestias son la escolta de su agraz señorío
en el feudo cerrado por distancias inertes.
El sudor y la lágrima se emparentan y guardan
un álbum de memoria que olvidaran adrede.
Campesino, testigo de un álbum de estaciones
que va pasando páginas con logros y reveses,
es el que menos júbilo compensador recuenta
y es el que más sudores y horas al sol invierte.
Todos en la ciudad realzan sus trofeos,
hartazgos de despensas, sin que nadie se acuerde
que el labriego partea los frutos a la tierra
y es el que más la ama y quien mejor la entiende.
Perdona, oh campo, a aquellos que pueblan la calzada:
no saben que la tierra es arca que se muere.
Que, al menos, estas manos del labrador te mimen
y su briega amorosa sea voz que te consuele.

Universo de Poeta
ISBN: 978-84-945808-5-7
Deposito legal: M-35534-2016



Título: María, inquilina de la soledad

María no está sola ni está triste,
que la acompañan las fotografías
de los hijos que lejos se le han ido
para buscar trabajo. Está María
querenciada al teléfono, soñando
con las llamadas de los que ella quiere,
de los que ella ha parido y ha criado
en una larga viudez de lucha
con armas de su celo y su fatiga,
y su corta pensión y medios días
en casa de señores de su barrio,
criada de una densa confianza.
Cuando llega la noche, en la cubierta
del barco de su casa, echa de menos
más que nunca a aquel bravo capitán
de su marido que se fue una tarde
con Caronte a su barca funeraria.
María es como un páramo de noche,
de tan frío que siente solitaria,
a bordo de un insomnio lento y largo
como una travesía interminable.
Pero María no está sola nunca,
que la acompañan miles de recuerdos
como abejas en torno a su panal.
María, madre de sus siete hijos
que se fueron al centro, al norte, lejos
para tener derecho a un pan honrado
y horneado con trigo del esfuerzo
en el horno que aviva la nostalgia,
mirada de emoción vuelta al pasado.
Amordaza María algunas veces
lágrimas clandestinas y fugaces,
pero mira el teléfono y sonríe
y las fotos la invaden de ternura,
le pueblan la memoria con escenas
de otros años, los días de mantel
reunidos a la mesa, el cuchareo
y la conversación desperdigada,
los sueños de los hijos, los trazados
de proyectos que fueron derruidos
por esos pies de la apisonadora
del paro en la ciudad en que ella vive:
la pequeña ciudad que se cobija
bajo el manto de tantas tradiciones
que alimentan su alma resignada
de ciudad de paredes centenarias,
huérfana de una industria que le llene
la boca hambrienta y honda de sequías
y las manos viudas de herramientas;
ciudad con sus herrumbres de rutinas,
alma osada ante el látigo del sino
que nunca pierde su sonrisa estoica
y es mordaza a la rabia domeñada
por un coraje de seguir viviendo
retranqueando siempre la tristeza.
María nunca llora ni está triste.
¿Quién dice que María vive sola?
¿No la acompañan las fotografías,
y, además del teléfono, su gata?



        ALFORJA PREPARADA


Un día te irás solo por calles de silencio,
el último viaje, tu maleta de adioses,
andén el infinito anocheciendo en frío.
ignorando ese adónde sin rumbo ni palabras.

Tú mirarás atrás, a oscuras los que dejas,
de tu presencia huérfanos, creciendo en lejanía,
las lágrimas bordando pañuelos de recuerdos
ojos que enlutará secreta la nostalgia.

Cruzarás la frontera con el ayer al hombro,
el muro de una incógnita nos robará tu sombra,
pero todo el que parte lleva un candil de fe
que alimenta un aceite de tenaz esperanza.



DE  LECHO  DE  VENUS  A  BARCA  DE  CARONTE


Ahora, en este lecho en que soy ya pabilo
de un fuego que fue hoces para segar tu cuerpo
—compañera gemela de sequía y cosechas—,
trigal con que amasaba mis panes de ternura,
y viento olfateando lomas, desfiladeros
diminutos de tu portátil geografía,
maleza de cabellos y labios como arándanos;
mis manos eran garfios para abordar tu proa,
pirata que expoliaba tu mullido tesoro,
bucanero enfilando nocturnas travesías,
explorador de un mapa de cálida epidermis,
barbecho de la espera de tus blancos repechos,
surco de la emoción para siembra de un goce
donde araba mi amor con mi yunta de brío,
y fueron nuestros cuerpos cielos agavillados,
una efímera gloria con nimbos de almohada,
entusiasta penumbra con candor de aventura,
ensamblaje de anhelos, paralelos suspiros,
coincidentes las bocas, mellizas las palabras,
y alfar tu vientre luego, estuche de la especie,
la fragua en la que ardieron el metal de los hijos,
lecho como un islote que ensordecía voces
de tediosas jornadas a cuestas los deberes;
ahora que mi vida es ya chisporroteo
de una hoguera invisible y humo blanco de sábanas,
despojos de un naufragio, orilla la almohada,
en que leños de amor calentaron vigilias,
insomnios que trenzaron tantas conversaciones
cual ojo del desvelo en cofa de la casa,
águila siempre en guardia de su nido doméstico,
amada que me tiendes el dolor con tu mano
como red de las lágrimas que retener me quieren;
ahora que ya soy punto y final en negro
de un dictado en que puso renglones el destino,
existencia amputada con mueca de un paréntesis,
viaje sin retorno, precipicio insalvable,
andén definitivo, maleta de abandono,
estación en que tienen un desván los adioses,
inquilino seguro de un feudo de silencios,
banquete de gusanos, prefacio a la ceniza,
raíz de los cipreses, cicatriz de un pasado,
al borde de la Estigia, barco varado el lecho,
a punto de partir a sordas lejanías,
moneda el estertor que los labios me frunce,
peregrino que alza su cayado de angustia,
viajero que despliega callejero de sombras
con aljaba de flechas que al misterio apuntaron,
soy aldaba que roza puertas de escalofrío,
y atraviesa mi copa tantas nieblas de dudas
para que en ella escancie un licor la esperanza
que me aumente la sed de seguir existiendo,
que reme el infinito a pesar de Caronte.



           PERSECUCIÓN AMOROSA

Mis ojos te persiguen como ojos cetreros
que saltan de la alcándara de mi asombro flotante.
Cuando llego a tu puerto, me paro ante tus ojos
en los que ha naufragado mi navío de versos.
He caído en un círculo de palabras viciosas
que entretejen fonemas con afanes de arrullos.
¡Si yo pudiera atarte con miradas insomnes
y mimarte en mis brazos con blandura de espigas,
me darías tus llaves, ciudadela obstinada!
De ahora en adelante te persiga mi sombra
para hacerse melliza de la tuya.



                EL ALACRÁN  DE  R.

             (A  M. N., que pasó por esa experiencia)

Sangre nutricia y acre tienes, mar, en verano,
vientre de las especies, ubre bronca de nubes...

Cuando con ella estuve a estribor de tus olas,
tú, mar, remota madre de todo lo viviente,
lengua inmensa de agua lamiendo litorales,
     aldabón en las rocas, arañazos de agua
con uñas de salitre, nos diste tu hospedaje,
mansión de aves y vientos, y ella me sonreía
olvidando el terrible alacrán de su seno,
hidra bajo su piel, orgía de tentáculos
que le agujereaban los sueños destronados;
y tú, mar, con tu llanto bajo de los cantiles,
¿llorabas porque era aquel verano el último
en que ella, cautiva en su islote de pena,
dejaba que pusieses en sus pies los grilletes
de tu espuma y tus algas, escorada la tarde
en espera de entrar en las horas oscuras,
muy cercana la noche en sus carros de estrellas?

     Pero ahora, el otoño, ladrón de claridades,
látigo de los parques, verdugo de las hojas,
expoliador de árboles, féretro de la luz
encerrando a las tardes en espesas neblinas,
     hace de este contorno casa de la tristeza,
     mansión abandonada por los gozos de estío
     a la que enlutan pronto las adustas penumbras;
y yo, a solas, conciencia fragmentada, reúno
pedazos de un ayer que rompió la desgracia
con sus manos de garfio, con su pico de buitre,
cizalla de presencias la muerte, va cortando
con su hoja de lágrimas las sombras de los vivos.

Llave que abre las lluvias, el otoño, me ha atado
a un poste de impotencia, mástil de evocaciones
de cuando los estíos eran predios solares,
feudos vacacionales con holganzas viajeras,
y juntos nos bañábamos en amplios resplandores.


Soy huésped de neblinas y anfitrión de recuerdos.
Por nieblas que divagan me pierdo algunas veces
como si me tiraran jirones de pesares,
con exilio a un pasado que a morir se resiste,
el muro que nos queda de veneradas horas,
luminosos entonces, cofre de evocaciones,
y se aferra con manos de una ardiente nostalgia
a los filos con musgo de años polvorientos, 
que es, al fin, la memoria, desván de lo que ha sido.

Sé, mar, que tu eres túmulo de brumas en otoño,
o estampida de olas si es dragón la tormenta...
Retornará el verano con sus pies encendidos,
bocanadas de ardor, con sus hoces de fuego,
y yo, como si fuese con ella, seré huésped
de nuevo en tu palacio de rumor malaquita.
                                                    
 Acaban los poemas editados en SIEMPRE POESÍA


RELOJ DEL MAR

Con tu entrega entre pinos y oleajes,
con la brisa estival de aquel verano,
con la ciudad borrosa en la distancia
y huéspedes los dos de aquel silencio,
a punto ya de naufragar la tarde
aferrada a sus pecios amarillos,
te me diste, hospedaje de una cala
donde el amor fundó su santuario,
y yo fui capitán de tus suspiros,
nave tu cuerpo hendiendo mis deseos.
Entonces supe lo que era la mar,
cómo lloraba y cómo se reía
por sus rezongos y por sus espumas
y era un reloj de horas, campanario
doblando en las orillas su tañido.

Me diste la mar como el más bello molde
del cuadro donde iría mi memoria
de la tarde, el pinar, los oleajes…  

La mar transfigurada por tus besos.

LETRAS COMO ESPADAS, RELOJ DE SOL (2017)







                          PEQUEÑA ÉPICA DE AMOR

                     Me sobrecoge el infinito oscuro,
no me dará la muerte escapatoria,
ensordezco el temor por los que amo,
tengo un sueldo que el mes devora a ciegas
y la ilusión, con débil voz, me anima.
Me levanto a las claras y confío
que mi optimismo llegará a la noche.

                     Soy uno más de tantos que atraviesan
la tierra, cada vez más insegura,
uno más en el múltiple hormiguero
                     del gris anonimato de la prisa.

                      Sin embargo, me sé privilegiado
porque, a pesar de todo, te recuerdo
y entonces se me olvida lo sufrido.

                     Llego a casa. Te escribo algunas veces
cosas de ayer, de cuando fuimos novios,
y te emocionas como cuando un día
te supiste, por fin, embarazada.




 LETRAS COMO ESPADAS III CERTAMEN

“MELGAR”,  OCTUBRE  (2017)

  
                    



            LETRAS COMO ESPADAS III CERTAMEN

           “MELGAR”,  OCTUBRE  (2017)



EXCEPCIÓN DEL INVIERNO


El invierno nos trae
sus telares de sombras.
En ellos van tejiendo
los días lienzos anchos
con hilos de tristeza.

Los cielos dan un pésame
al paisaje de luto.
Las gentes van y vienen
ausentándose a prisa
de las calles, que abren
su boca con bostezos
de frío y desamparo.

El invierno es tenaza
de lluvias que nos cerca
lo mismo que una tropa
con metralla en las nubes
de agua puntiaguda.

Pero es en invierno
cuando viene buscando,
mi calor tu recuerdo…

TU CONCURSO LITERARIO, EL COLOR DEL INVIERNO (2018)






QUEJA DE UN FRAY LUIS DEL SIGLO  XXI

“Aquí la envidia y mentira”*
me tuvieron ocultado.
Feliz aquel que ha volado
del sitio donde suspira
y a otro lugar se ha marchado,
y entre otros, estimado,
libre y alegre, respira
porque, por fin, ha triunfado.

*Verso de Fray Luis de León

MUNDO ESCRITURA, MINIPOEMAS, MELGAR (2017)



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