domingo, 4 de marzo de 2018

ARTÍCULOS LITERARIOS: EL LEGADO FOTOGRÁFICO DE LOS QUIJANO



 EL LEGADO FOTOGRÁFICO DE LOS QUIJANO


 

Biblioteca Lobo de San Fernando-Cádiz- Foto Archivo Quijano



    En el artículo anterior recordábamos a José María Hurtado Egea como cronista fotográfico de la ciudad de San Fernando. En este otro artículo nos toca recordar la saga de los Quijano
(Manuel Quijano López, Antonio Quijano Gómez Juan Quijano Gómez y, en lo que se refiere a este libro, Joaquín Quijano Párraga) y su contribución al valioso archivo fotográfico que lleva su tan conocido y admirado epígrafe.

     En 1998 se publica San Fernando. Evocación de un siglo, del que es autor Joaquín Quijano Párraga, el último mencionado en la nómina anterior. Editado por el Grupo de Publicaciones del sur, s.a. Editores, la obra tiene 257 páginas y un sin fin de fotografías con sus respectivos comentarios.

     En este volumen el autor nos despierta la conciencia de la Isla que se fue.Ya sé que otros han hablado y han escrito elogiosamente acerca de este libro. Por mi parte, cuando he recorrido con la mirada y de mano del corazón las imágenes y lso datos de él, un cierto escalofrío, entre la interrogación y el asombro me ha sacudido de vez en cuando.

   Los que hemos pasado la cincuentena tenemos muchas remembranzas que se sienten actualizadas en fotos de lugares y referencias  que vivimos; y las que no hemos conocido , nos remiten a nuestros ascendientes inmediatos: nuestros padres y nuestros abuelos que enriquecieron sus pupilas con los encantos provincianos de una ciudad todavía pequeña y fiel  a su herencia urbanística, a sus salinas, sus huertas, sus patios, sus personajes relevantes, sus eventos de municipales, la presencia de la Marina, y costumbres populares centradas en determinados enclaves  ciudadanos, amén de la importancia de su arteria ciudadana como escenario de su devenir cotidiano: la calle Real con sus carruajes de a principios de siglo, el tranvía recién inaugurado, gentes con indumentaria de época, los primeros autobuses, incipientes automóviles, además de cierros y casapuertas para la grata y nostálgica inmovilidad del  recuerdo…

   A través de sus diecisiete capítulos, Joaquín Quijano nos describe, con el apoyo de la imagen fotográfica, sitios unidos a acontecimientos que le dieron existencia y configuración a San Fernando.

    Mas,para detallar reseñas que incluso pudieran parecer nimias, se necesita cariño por el tema, además de poseer un material idóneo para ilustrar eventos y pasajes de otras generaciones que nos precedieron.

     Nos da la impresión de que el autor tiene en su archivo a la Isla como decía Juan Ramón Jiménez que tenía en su casa a la Poesía por el gusto de ésta y por el suyo propio. Que Quijano ha dado muestras de su amor y conocimiento de la Isla, lo sabíamos ya por otras publicaciones dedicadas a todos los aspectos de la vida isleña. Pero en este libro aún todos los rasgos característicos  de nuestra ciudad y como en una sucesión de estilos, observamosel apso de una época a otra.

   Gracias a esta deliciosa reunión de fotos entrañables y comentarios precisos, tenemos en nuestras manos un documento en el que la Isla que no conocimos y la que hemos conocido recientemente, que es nuestro pueblo, sigue viviendo y da más solidez a la conciencia de cada uno de los que vivimos aquí: digo solidez como si dijese identidad, sentido del pasado y del presente.

   Sea como sea, La Isla que se nos ha ido, resurge de las páginas de este libro que en nuestras manos busca y encuentra el calor  del recuerdo para los mayores o el de la curiosidad para los más jóvenes.

  El legado fotográfico de los Quijano es como un conjunto de señales orientadoras para caminar a gusto por los entresijos del corazón de la Isla del pasado.

.Un artículo de Joaquín Quijanó con referencias al poeta Gabriel González Camoyano.
Mirador de San Fernando el 7 de diciembre de 1987
Conferencia en la Academia de San Romualdo.

 
Por la década de los sesenta, la Academia de San Romualdo desarrollaba una intensa actividad, de la mano del entonces su secretario, mi buen amigo Pepe González Barba. Fue aquella época de intensa colaboración entre ambos. El en su faceta de organizador y yo como colaborador gráfico, no sólo para dejar constancia de aquellas conferencias y conciertos –la mayoría de ellos en el entrañable marco de la Biblioteca Lobo-; sino también en la confección de los programas e invitaciones. Una época que hace poco tempo recordaba el hoydirector del Centro Cultural con motivo de la entrega de los premios de investigación obre temas isleños.
 De aquella colaboración ha quedado un amplio material gráfico del que hoy hemos elegido la intervención del poeta isleño son Gabriel González Camoyano, en la Biblioteca Lobo y en acto organizado por la citada Academia de San Romualdo.
En la presidencia del acto don Antonio Ristori; el entonces Comisario de Policía; D. Eduardo Gener, presidente de la Academia; D. José Sáiz de Bustamante y Pepe González Barba.
Pero centremos nuestro recuerdos en el poeta isleño González Camoyano y más concretamente en su obra, dedicada en su mayoría a “sus cosas de la Isla”: El asedio francés; el Puente Zuazo; los cierros y, como no, la Virgen del Carmen.
El primero de estos temas lo trata en un poema dramático titulado “La novia del salinero”. De él son estos versos:


Allá van los salineros,
los bravos escopeteros
y al frente su Capitán:
parece una vieja estampa
José Sánchez de la Campa
tan altivo y tan galán.
Con olores de sapina
y de fango de salinas
de la Isla de León.
Para D. Gabriel el Puente isleño era:
pétrea bandera clavada
que está en mitad de los caños
siempre enhiesta, siempre breve.
Por tí no pasó el inglés
cuando mandó a sus piratas
ni el galo triunfante un día
de una Europa horrorizada.

Dentro de amplio repertorio sobre las cosas de la Isla, no falta su canto a los cierros y rejas andaluzas:

¡Qué raros deleite tienen
esas andaluzas rejas
que hablan sin decir palabras
y sin tener labios te besan!


Y por último no podemos terminar estos brevísimos recuerdos sobre la obra poética de D. Gabriel González Camoyano sin hacer referencia a su gran amor como buen isleño a su Virgen del Carmen. Precisamente con un trabajo sobre la Virgen titulado “Alborada” consiguió la flor natural en los Juegos Florales celebrados en 1948.
Terminamos pues estos recuerdos con un fragmento de sus “Imán de los Corazones” escrito en 1949.

Virgen del hábito pardo
y de la capa de nardo.
(Coincidencia peregrina,
el pardo de la salina
y el blanco de sus montones).
Para ella van mis canciones,
Virgencita “Salinera”.
Señora y “callejolera”
¡Imán de los corazones!

 JOAQUÍN QUIJANO PÁRRAGA
 


 
Calle Real de San Fernando, años 30, Archivo quijano

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