Mi paso por el Sáhara
Antonio Brea Pérez
Editorial Ledoria, 2012
Antonio Brea Pérez
Editorial Ledoria, 2012
Toledo
Los jóvenes que hoy se enrolan
en las fuerzas armadas no tienen idea de cómo han pasado la experiencia del
servicio militar en determinados destinos quienes antes iban forzosamente. Digo
determinados destinos porque algunos eran relativamente fáciles de cumplir,
mientras que otros revestían dificultades, incluso riesgos.
La experiencia de Antonio Brea Pérez, autor del libro que aquí se reseña, es tal vez singular por esos matices que destacamos. El libro va precedido de un emotivo capítulo de agradecimientos y congratulaciones por parte del autor y de un entrañable texto titulado A modo de presentación, por el catedrático de Filología Latina de la UCA Luis Charlo Brea.
Pero escuchemos lo que dice él mismo en el prólogo: “Siento dentro de mí la satisfacción de haber cumplido una etapa de mi vida tan importante, si bien no entiendo el porqué me toco esa situación sin buscarla. La verdad es que nunca he entendido lo que es justo y equitativo, pues después de 'entrar en una democracia' me he dado cuenta de que el hombre no era dueño de su destino, que éramos una especie de esclavos mandados por una dictadura militar en la que tu voz y tu libertad de expresión no valían para nada”.
Dentro del género autobiográfico, este testimonio del autor se va llenando de matices que le dan un colorido, a veces estridente por lo que tiene de dureza, pero nunca gris, debido a que la disciplina no toleraba términos medios en su expresión social. Desde el reclutamiento, con el añadido de la muerte del padre -a quien despide en la estación y no volverá a ver, como no sea de cuerpo presente- y la de un hermano suyo quinceañero unos años antes, pasando por la marcha hacia el Sahara, hasta Smara en concreto, con el buen recuerdo del Teniente Torres; después la llegada a Hausa, donde Antonio Brea tuvo una variopinta experiencia con sus compañeros entre compartir el rigor del régimen militar en aquella zona, el calor insoportable, las deficiencias en las instalaciones y en la alimentación, hasta la convivencia normal con esos compañeros, alguna que otra copa circunstancial, misa y coro incluidos, luego el capítulo del regreso, en que se cambió el panorama del desierto por el del océano, con la angustia de no encontrar salvavidas, según la orden del Capitán -por si acaso- debido a la proximidad de un barco no identificado.
A través del relato, vamos aprendiendo cómo era la vida de unos militares en unas áreas atípicas con respecto a las que conocemos por estos lares vinculados a la Marina; episodio que ha marcado la vida del autor, reconociendo no obstante, que las vivencias habidas en esa etapa de la milicia enriquecieron su visión de la vida, desde la cercanía de los seres amados hasta el agua para beber y lavarse, una vez que ya estaba en al Península, para, al final, hallar en su haber de ser humano unas enseñanzas con las que ha ido luego por los años sucesivos como quien lleva el mejor currículo para saber valorar las cosas esenciales del día a día.
Se ha de añadir que el formato del libro, publicado por Editorial Ledoria, le da una buena contextura y atractiva presencia.
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