BISONTES EN LA
CUEVA DE LA
VOZ
Ricardo Bermejo Álvarez
Premio Leonor de Poesía 2009
Ricardo Bermejo Álvarez
Premio Leonor de Poesía 2009
Excma. Diputación Porvincial de Soria
Desde Silencios que contarte, premio
de poesía Pastora Marcela 2001, el instinto poético de Bermejo ha sido
infalible en cuanto a su anhelo de búsqueda de una nueva manera de decir el
verso. Dijimos entonces: “Ya en el libro anterior, Diván itinerante, tuvimos la
ocasión de comprobar una cualidad que es permanente en Bermejo, y se trata de
una continua búsqueda de nuevas formas de escritura poética (aunque haya
quienes me salgan al paso y me digan que no hay nada nuevo bajo el sol). Su
musa se satisface ensayando vocablos que están como a la espera en el
diccionario para ser empleados, como es su caso, en deslumbrante complot con la
metáfora, enriqueciendo con ello su bagaje literario. Silencios que contarte
oscila entre el amor y el sentimiento elegíaco.”
Sin embargo, para enfrentarnos a la reseña de este nuevo libro hemos de adoptar otra óptica. Vemos ejemplos de él.
Soy quien se busca
el que lanza sus redes
sobre los astros reflejados
en el caudal
el que rastrea cardumen soy
el que se ayuna
insaciado
insaciable
el laberinto caligráfico
de la voz desangrada en un grafito
que indeleble perjura
ego sum
En otras entregas la poesía de Bermejo ha perseguido una escritura rupturista de lo convencional, esa mucha poesía que se escribe aún, incluso por poetas y poetisas de altos galardones.
Lo indiscutible del poeta extremeño afincado en la Isla de San Fernando desde años ha, es ese inconformismo del verso gramaticalizado que se esfuerza en contarnos historias sentimentales o narrativas sin tener en cuenta que la poesía es creativa. Y esa exigencia nos llega desde los albores de la contemporaneidad, en concreto en la estilística individual con la escuela idealista de Croce, Vossler y Spitzer.
Vemos otro ejemplo:
dejo abierto el cancel
adrede
y un libro
y una vena
y una caja
por si quieres entrar
y saquear el silencio
la plenitud en blanco
de la página
o por si decides salir
a dilapidar el vacío
y arruinarte
una vez más
voz mía
irremediablemente
El poeta ha de sorprender al lector, más que deleitarlo narrándole una experiencia común en el amor, el recuerdo o la nostalgia.
Ricardo Bermejo es consciente de que hay que violar la semántica y en ello está de acuerda con Derrida cuando el filósofo francés habla de la deconstrucción. El poeta, en este caso Bermejo, “deconstruye” el verso al uso implicándose en el arte de la sorpresa lingüística, dándole la vuelta a la semántica que se podría seguir en una lectura ya reconocida, empleando el término de Shklovski, o sea, lastrada por el deseo de comunicar sin reformar el significante:
bienvenidos seamos
a nosotros
a los de entonces
a los que somos
a los mismos
otros
El poeta busca desde el comienzo hasta el final del libro el desconcierto, pero lo hace con un discurso poético que en nada se parece a lo que se espera con un presupuesto tradicional de la poesía; o sea, la semántica obediente a la lógica. Un hilo de madurez literaria ensarta todos los poemas con un deje irónico expresado con procedimientos vanguardistas en la presentación del texto.
Ricardo Bermejo sigue en su avance por el territorio de una poesía con banderas innovadoras ajeno ya a la retaguardia de la poesía redicha o fácil de escribir con al anuencia de unos sentimientos o unas ideas que menosprecian el verdadero fin del discurso poético: la creatividad, o el verso con ráfaga de aforismo:
piedad puedo esperar
de un tigre
no del tiempo
En conclusión, Bisontes en la cueva de la voz es una muestra de que la poesía puede ir por otros senderos, en los que el poeta se compromete a desmarcarse de un continuismo condenado a la indiferencia porque ni emociona ni sorprende al lector que esté habituado a leer poesía.
Sin embargo, para enfrentarnos a la reseña de este nuevo libro hemos de adoptar otra óptica. Vemos ejemplos de él.
Soy quien se busca
el que lanza sus redes
sobre los astros reflejados
en el caudal
el que rastrea cardumen soy
el que se ayuna
insaciado
insaciable
el laberinto caligráfico
de la voz desangrada en un grafito
que indeleble perjura
ego sum
En otras entregas la poesía de Bermejo ha perseguido una escritura rupturista de lo convencional, esa mucha poesía que se escribe aún, incluso por poetas y poetisas de altos galardones.
Lo indiscutible del poeta extremeño afincado en la Isla de San Fernando desde años ha, es ese inconformismo del verso gramaticalizado que se esfuerza en contarnos historias sentimentales o narrativas sin tener en cuenta que la poesía es creativa. Y esa exigencia nos llega desde los albores de la contemporaneidad, en concreto en la estilística individual con la escuela idealista de Croce, Vossler y Spitzer.
Vemos otro ejemplo:
dejo abierto el cancel
adrede
y un libro
y una vena
y una caja
por si quieres entrar
y saquear el silencio
la plenitud en blanco
de la página
o por si decides salir
a dilapidar el vacío
y arruinarte
una vez más
voz mía
irremediablemente
El poeta ha de sorprender al lector, más que deleitarlo narrándole una experiencia común en el amor, el recuerdo o la nostalgia.
Ricardo Bermejo es consciente de que hay que violar la semántica y en ello está de acuerda con Derrida cuando el filósofo francés habla de la deconstrucción. El poeta, en este caso Bermejo, “deconstruye” el verso al uso implicándose en el arte de la sorpresa lingüística, dándole la vuelta a la semántica que se podría seguir en una lectura ya reconocida, empleando el término de Shklovski, o sea, lastrada por el deseo de comunicar sin reformar el significante:
bienvenidos seamos
a nosotros
a los de entonces
a los que somos
a los mismos
otros
El poeta busca desde el comienzo hasta el final del libro el desconcierto, pero lo hace con un discurso poético que en nada se parece a lo que se espera con un presupuesto tradicional de la poesía; o sea, la semántica obediente a la lógica. Un hilo de madurez literaria ensarta todos los poemas con un deje irónico expresado con procedimientos vanguardistas en la presentación del texto.
Ricardo Bermejo sigue en su avance por el territorio de una poesía con banderas innovadoras ajeno ya a la retaguardia de la poesía redicha o fácil de escribir con al anuencia de unos sentimientos o unas ideas que menosprecian el verdadero fin del discurso poético: la creatividad, o el verso con ráfaga de aforismo:
piedad puedo esperar
de un tigre
no del tiempo
En conclusión, Bisontes en la cueva de la voz es una muestra de que la poesía puede ir por otros senderos, en los que el poeta se compromete a desmarcarse de un continuismo condenado a la indiferencia porque ni emociona ni sorprende al lector que esté habituado a leer poesía.
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