LAS VACACIONES QUE ILUMINARON MI VIDA
Mercedes Gil Sánchez
Editorial Dalya, 2018
Editorial
Dalya ha tenido a bien editar la primera novela de Mercedes Gil Sánchez,
compuesta por nueve capítulos y precedida de un prólogo del novelista y periodista Enrique Montiel.
Una primera
novela es siempre una expectativa, una tentativa de proyectar la observación
vivida en personajes que sirven de peones en la jugada de un tablero de ajedrez
donde se exige un saber narrar lo que acontece dentro y fuera de la condición
humana.
Y esta
jugada es la que nos presenta la autora con Juan, Amanda, Óscar y Marta, entre
otros personajes. Lo importante es el diseño de la personalidad del
protagonista. Su trabajo no es nada fácil, como es entrar en el alma de un
hombre y ahondar en unas vivencias que conforman una experiencia vital, un
laberinto de introspección, como es las
contingencias cotidianas de un individuo creado para representar un carácter:
Juan, y las peripecias interiores que se van desmigando en un retroceso en el
tiempo, merced a los archivos de la memoria, cuando precisamente el
protagonista quiere desconectar de todo lo que le rodea y de determinado género
de recuerdos, de los que no es posible escapar aunque ese personaje elija un
lugar perdido en la montaña donde le acompaña el silencio y el extrañamiento de
cuanto le rodea, constituyendo esta opción una catarsis en la que intentará
encontrarse consigo mismo lejos del que fue antes de su divorcio. Ello no es un
ejercicio inasequible para el lector, sino todo lo contrario: unas
reviviscencias que son comunes a casi todos los humanos, leit motiv que coloca la novela dentro de un realismo psicológico,
lejos de técnicas narrativas revolucionaras, lejos también de la novela
histórica y de la narrativa policíaca, y
que permite una lectura fluida y entretenida por el hecho de las afinidades
humanas que podrían servir de espejo a algunos lectores. Y es que la novela
realista será siempre la casa familiar de los estilos a la que vuelven todos
los novelistas cansados de probar innovaciones estilísticas, procedimientos
novedosos los cuales tal vez no llegan a convencer a los lectores que buscan en
la novela unas historias auténticamente humanas, con su amor y desamor, sus
alegrías y sus tristezas, como la vida misma.
Ya dijo,
nada menos que el narrador ante el Altísimo, como lo denominara Ortega y
Gasset, Stendhal: “Una novela es
un espejo que se pasea por un ancho camino”. ¿Qué quiere decir esto?
Fidelidad a lo vivido en la anchura de nuestras circunstancias, me parece.
Tenemos pues
ante nuestros ojos una novela que se inclina por la vía de lo dramático sin
llegar a tragedia y, además, lejos de cualquier pretensión de planteamientos
marginales para seducir al lector como si se tratara de un crucigrama. Una historia
de desamor que acaba en amor:
“Di gracias
a Dios por aquellas vacaciones que me habían llenado de luz, habían iluminado
mi mente, me habían hecho ver después de haber estado ciego… Aquellas aciagas
vacaciones se habían convertido en las más deslumbrantes de toda mi vida”. Se
refiere a su encuentro con un nuevo amor: Marta. Da alegría tener en las manos
una novela con un fin feliz en una época de obras con tormentas amorosas,
cuando no de asesinatos por un imperativo de moda.
Como dice su
prologuista Enrique Montiel: “…hay un triunfo del amor y una atmósfera que,
estoy persuadido, sólo una mujer de gran sensibilidad y talento puede
construir”.
Una vez más,
Editorial Dalya apuesta por una primera obra novelística de autora ilusionada
como las vacaciones del protagonista, en una entrega de pulcra y atractiva
edición.
Muchas gracias por esta maravillosa reseña a mi novela "Las vacaciones que iluminaron mi vida"
ResponderEliminarMuchas gracias por una valoración tan positiva, que viniendo de alguien tan sabio y cultivado como tú, Juan Mena, aumenta para mí en importancia, pues tu criterio es para todos los que te seguimos, medida de absoluta calidad. Muchísimas gracias Juan Rafael Mena. Un abrazo enorme.
Magnífica reseña
ResponderEliminar