martes, 6 de marzo de 2018

RESEÑAS DE LIBROS:EL ZAPORITO, SU NOMBRE, SU ORIGEN Y SU HISTORIA O UN LEGADO PARA LA IDENTIDAD ISLEÑA








Obra  editada por la Fundación Municipal de Cultura de San Fernando (Cádiz), 1992, de la que son autores Pedro Martínez Chamorro y María Elena Martínez Rodríguez de Lema..

Este artículo se editó en el diario San Fermado Información, a raíz de la presentación del libro.
De un tiempo acá la historiografía de la Isla se viene enriqueciendo con frecuentes aportaciones, todas ellas complementarias de lo que a la larga habrá de ser una sustanciosa bibliografía sobre temas isleños.


En la primera entrega se cumple el sueño de un hijo de San Fernando que alimentó, entre sus problemas cotidianos, una preocupación nacida al compás de sus vivencias infantiles y juveniles: evocar la historia de su barrio. ¿Y no es esa la ambición de todo isleño? Pedro Martínez Chamorro, de la mano de su hija María Elena Martínez Rodríguez de Lema, amanuense de la memoria fiel de su padre, entra en la nómina de esos cañaíllas que hacen nostalgia documentación y perennidad.

La obra, de buena factura editorial, publicada por Gráficas San Fernando, se compone de una jugosa presentación a cargo del doctor Juan García Cubillana, en la que queda aclarada la cuestión semántica del vocablo Zaporito, que no procede de San Hipólito, titular de una antigua salina de la zona, sino de Juan Domingo Saporito, genovés casado con una gaditana y ”que siendo dueño de una vasta finca, intuyó  las ventajas y posibilidades comerciales que tenía una comunicación marítima directa con el Caño Sancti Petri. Sigue un prólogo del sacerdote Pablo Antón Solé, que evoca un encuentro con Pedro Martínez Chamorro y narra las peripecias e inquietudes  de éste hasta configurar  su objetivo de reivindicar la historia y la importancia geográfica del Zaporito.


La co-autora del libro, Elena Martínez, explica a continuación los avatares que antecedieron a la elaboración definitiva de la obra, y advierte que no es una nostalgia del pasado, sino un trabajo de investigación; añade asimismo, un capítulo de agradecimiento a colaboradores fotográficos, a consejo de asesoramiento  y a medios de divulgación, especialmente cuando mantuvo una entusiasta polémica con Quintín Dobarganes, que defendía el significado de San Hipólito tras el nombre de Zaporito.

Viene después el cuerpo de la obra con texto y fotografías ilustrativas que nos trasladan al pasado, cuando, en efecto, el muelle del Zaporito tuvo ua actividad de Astilleros al calor de una industria de carpintería de ribera (no sin antes exponer con rigor aspectos de la familia Saporito, fundamento del término que da nombre al lugar).

Se destaca también la utilidad que tuvo el muelle en sus tramos de circunnavegación desde Chiclana a Gallineras dejando en esta entonces esplendorosa ensenada artificial abundante productos de la pesca que luego era pregonada por los barrios isleños, especialmente por las Callejuelas.


No se olvide la importancia social que tuvieron los Baños, dependencias anexas al muelle, así como el interés de la familia Martínez Caballero  por la explotación industrial de la zona, que marca un hito en la historia de la construcción naval en San Fernando, con un afán de trasmisión ininterrumpida que viene de padres a hijos, hasta culminar en la figura de Manuel Martínez Caballero, padre de Pedro Martínez Chamorro.
   
Los isleños cabales han de agradecer a la autora esta aportación que a través del encanto irrepetible de las fotografías de Fernández Bey y de Joaquín Quijano —además de las conservadas entre los recuerdos familiares— , nos adentra con innegable cariño en un ayer que ya queda alumbrado y mejor conocido en la conciencia isleña.


  

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