LOS PRESENTES POEMAS HAN APARECIDO, ADEMÁS DE LA EDICIÓN EN PAPEL, TAMBIÉN EN LA WEB ARENA Y CAL, REVISTA LITERARIA DE DIVULGACIÓN CULTURAL, DIRIGIDA POR ALFONSO ESTUDILLO CALDERÓN.
EL POETA DE XAUEN YAHYA IBN AL-HAKAM AL-BAKRÍ SE EXILIA A IRAK DEBIDO A SUS SÁTIRAS CONTRA PERSONAJES IMPORTANTES DE LA CÓRDOBA OMEYA
Al-Bakrí, tú, al-Gazel, el hermoso de la Córdoba Omeya,
poeta entre poetas que cantaban jardines,
alcaicerías, zocos, almunias, alcazabas,
acaso fuiste austero en tus gustos, tus maqamas en versos
(¿no dejaste un poema que cantaba las glorias
de ascendientes que hicieron la conquista de España?);
acaso fuiste fiel a esos rectos principios
y los cambios que trajo el mirlo de Bagdad,
Ziryab, que era gastrónomo, diseñador y músico
(y bello y muy simpático también, de tal manera
que a damas, las de corte y las de harén hacía
suspirar sin mirarlas. ni siquiera dar celos
a exigentes maridos) te fueron peligrosos,
debido a la exaltada modernidad de entonces,
porque tú no tenías ni un adarme de envidia,
sino que fue tu empeño de mirar hacia atrás,
el miedo, como siempre de los conservadores
a perder las esencias que huelen a pasado,
a ese ayer que el artista modela como estatua
y desdeña las sobras, idealizando el resto,
feliz antología de selección artera
para tener a donde mirar cuando el presente
nos sea un vino amargo de brindis imposible.
Nada dijiste en sátiras, tú, torre de vigía,
celosa de irrupción en cuanto a novedades,
cuando Medina Azhara, la flor blanca, se alzaba
a la orden suprema de Abderramán tercero,
y quedó la Medina para los ciudadanos
de a pie, huérfanos de la sombra del califa.
Han pasado los años y Ziryab, el que tuvo
palacio regalado y doscientas monedas
de oro al mes, el nimbado por la gloria, el que deja
pentagramas de música que cantarán en siglos
venideros, ha muerto, al-Bakrí, él, más joven
que tú, que ya has rozado los noventa…¿Perdonas
en tu vasta memoria desde Bagdad al muerto
más ilustre de Córdoba?
Es posible, es posible
que hagas pliego sincero de descargo y acabes
pronunciando ese nombre como santo viático
para emprender viaje al azul paraíso.
¡Mira que si a Ziryab encontraras allí,
cantor de las huríes, favorito de Alá...!
De Viejo palimpsesto andalusí (2007)
AL-RADI BI-LLAC YAZID, HIJO DE AL-MUTAMID DE ISBILIA,
ENTREGA ARUNDA (RONDA) A LOS ALMORÁVIDES
¡Oh desgracia de hiel!
Como mi padre
al-Mutamid, llorando como un niño
que perdiera a su madre en el tumulto
de la ciudad, así te pierdo, oh Arunda,
entre Granada y Málaga, lo mismo
que una hermosa doncella custodiada
que estuvo entre dos jóvenes mancebos:
Granada, con cintura de jardines,
y Málaga, entre huertos orgullosa.
Adiós, mi alcázar y mi alcaicería,
mi zoco, mi mezquita, mi almazara,
mis jardines, mis retos de casidas
a poetas insignes, emulando
con ello a al-Mutamid, mi padre que lo hiciera
junto al Guadalquivir en esas noches
en que es el firmamento red de peces
brillantes y los céfiros del río
doblando van cabezas de los juncos
como las de enemigos los alfanjes,
y el brillo y el susurro de guirnaldas
son como aplausos de una muchedumbre
en riberas del río, mientras toca
la guzla una mozárabe exquisita
que entona cantos del Ziryab omeya.
¡Ay, rudos almorávides, Yusuf
traidor que has sido y destructor impío
de Córdoba y Medina! Tú no eres
flor del Islam, sino punzante cardo,
y vendaval de lanzas y ruinas
y no brisa que trae en sus repliegues
ese aroma de almizcles y de suras
que va con pasos santos a la aljama.
Otros vendrán que cortarán tu cuello
y tus visires y tus adalides
contigo irán al negro precipicio,
mientras mi padre, aunque el destierro muerda
como una amarga fruta y le desuelle
la cadena su alma, hallará alivio
y cantará la voz de su nostalgia
un ayer que fue gloria de una corte
que tú no igualarás, beréber duro,
para quien el sollozo de los versos
es graznido de cuervo y los laúdes
matorrales que pisan tus caballos.
De Viejo palimpsesto andalusí (2007)
LA POETISA HAFNA AR RAKUNIYYA DE ELVIRA, RECUERDA SU VIDA Y SUS INTERCAMBIOS AMOROSOS CON BEN SAID DE ALCALÁ LA REAL
Tú, Hafna, la más rica en poemas y en fama
(oh quién diría que eres beréber y no árabe
de la primera hornada, los de Bagdad y Siria…),
por tu padre, almorávide, entras en los cenáculos
más cultos de Elvira.
Esmero en los modales
aprendiste en la casa con esclavos y reglas,
y una adiba* exquisita te llevó de su mano
por todos los saberes que dan prestigio a al-Andalus,
abriéndote palacios de la literatura
del arte y de la música, enseñándote almunias*,
los nombres de los árboles, los pájaros, las flores
para que tú encerrases ese mundo en tus versos
y jugaras con él igual que con juguetes;
mas de todos los temas más caros a la musa
de los andalusíes es el de los jardines,
en los que la violeta, el narciso, el nenúfar
y el lirio azul campean su simbolismo amable*.
Creciste encaramada a versos, buganvilla
que va trepando el muro de las curiosidades,
y como una Wallada de la Córdoba omeya
o una Butayna, hija de al-Mutamid de Isbilia,
conociste entre aromas de nocturnos dondiegos
a Ben Said, tu amor, y entretejisteis juntos
sátiras a al-Kutandi, caído en la cloaca.
Eres noble y te asombra la anécdota que airean
poetas y cantoras por plazas y tertulias
de que Nazhûm en casa del maestro al-Maizumi
aprendía y en ella al-Kutandi propuso
un verso completar* al maestro y su ingenio
destelló en aquel cielo de palabras intrépidas,
antes que respondiese al-Maizumi, dudoso
y perplejo lo mismo que un dédalo de calles.
A pesar de que fuiste su admiradora, nunca
la imitaste en sus sátiras, en ocasión temidas,
y, a pesar de tus dardos pasionales, no fuiste
jamás obscena igual que Nazhûm, tu paisana.
Entre amores y celos que quedaban cernidos
en el feliz cedazo del poema, pasabas,
enlazando la vida y el verso de intercambio
de amor con Ben Said como una tracería.
(“ ¿Vienes tú a mí o voy yo a tu lado?,
pues mi corazón se inclina a lo que tú deseas;
mis labios son aguada dulce y transparente
y mis bucles ramas que dan sombra;
pues espero que estés sediento y ardiente
cuando llegue junto a mí la hora de la siesta…”)*
y tus clases a jóvenes decoraban tus horas
de hermosos azulejos de amistad y cultura.
Pero un día el alfanje de las sucias intrigas
segó aquel tallo en flor que era Said, tu amante.
Desde entonces dejaste el cálamo en la mesa
y enterraste el poema en un frío silencio.
Atrás fueron quedando vergeles y casidas
como en los recovecos de ayeres desoídos,
como si con el agua del Darro y las acequias
se fueran los momentos que encendieron tus gozos.
Marraquex te esperaba como si una cortina
echaras al cruzar las aguas del Estrecho
y un viento de los sures con vagidos calientes
ensordecieran todas las voces que dejabas,
las voces que, es seguro, seguían hilvanando
amores y costumbres, esperanzas y sueños,
sin saber que podrían fenecer como ahora
muere, Hafna, tu historia de poeta, aunque siga,
igual que la carreta tirada por el burro,
lo mismo que la noria por el mulo girada,
tu existencia de digna preceptora a las hijas
del califa almohade. ¿No ha sido un almohade
el que pusiera fin a tu amor y tu verso?
(Notas)
*Adiba: maestra.
*Almunias: huertas.
*Henri Pérès: Esplendor de al-Andalus.
*Costumbre muy arraigada en los poetas de al-Andalus.
*Poema IV: “A Ben Said…”
*Hafna vivió entre 1135 y 1391.
De Viejo palimpsesto andalusí (2007)
LAMENTO DE BUTAYNA, HIJA DEL REY POETA AL-MUTAMID DE ISBILIA
“¡Atiende tú y escucha mis palabras,
pues ésta es la actitud de los nobles!”
¡Es para mí dolor tan espinoso
recordar lo que fuimos cuando eras,
oh, padre mío, el rey poeta, amante
de una Isbilia orgullosa de su alcázar!...
Confidente del río, tus paseos
exornaste de versos con mi madre,
aquella Rumaikiyya que acababa
los versos que nacían en tus labios,
más hechos para amar que para el mando,
más para el canto que para la guerra;
al-Rasi y al-Rasid, hermanos míos
—e hijos tuyos— también te acompañaron
muchas veces, gemelos en moasajas
y casidas, respuestas a tu reto.
El aire generoso de tu reino
a respirar vinieron los poetas
más brillantes de entonces: Ben Labbana,
Ben Zaydûn y Ben Zuhr y otros que ahora
en mi memoria sus pisadas no oigo.
Tu corte en esplendor tuvo reflejos
parecidos a los de los omeyas
en la Córdoba ilustre del pasado,
que es perenne lección para nosotros
desde Medina Azahra a la Mezquita.
Los errores que a todos amenazan
desde la sombra de la incertidumbre,
en maraña de ardid y escaramuzas
te prendieron buscando tus ruinas,
como cuando a almorávides pediste
ayuda y choque contra los cristianos;
y venciste con ellos en Zalaqa,
pero después te hicieron prisionero.
Llevabas en tu alma a Ben Ammar,
amigo y confidente asesinado
después, por ti se dice, aunque no sea
el comentario digno de la Historia.
Después de la derrota y tu destierro,
me quisieron vender como a una esclava
para ser concubina repetida
del hijo del que me comprara, oh, padre,
por eso revelé ser hija tuya
y exigir matrimonio. Para ello
te pido tu licencia. Pero, dime,
padre mío, ¿qué gozo llevaría
mi corazón al tálamo si sabe
que tú prisión padeces en Agmat
y que la muerte como un buitre ronda
tu cuerpo para hacerlo una carroña
lejana y solitaria del olvido,
única herencia para Rumaikiyya,
mi madre, la Itimad cuando era reina,
y que después de tu segura muerte
reinará sólo sobre tus despojos?
¿No es duro estar ahora en desacuerdo
con aquel verso tuyo bello y sabio
que dice: “Lánzate sobre la vida
como sobre una presa, pues su tiempo es efímero?”
De Viejo palimpsesto andalusí (2007)
IBN HAZAM REFLEXIONA ACERCA DEL CONCEPTO
“AMOR UDRÍ”* ANTES DE COMENZAR
EL COLLAR DE LA PALOMA
Zâhirî me confieso, mas nunca malequí*
porque soy como el aire en sus ágiles brincos
y el versátil camino de la ola recorro.
Los hilos cotidianos entretejen la vida
y somos, a la larga, un tapiz de recuerdos
que el rigor de los años nos cuelga en la memoria.
Miro hacia atrás: el niño que yo era (precioso
debí de ser, alhaja que tocaban, besaban
con labios de ternura las mujeres aquellas
del harén, las esclavas de la casa y las otras
que venían con fino boato de visitas).
Retuve en la mirada variopintos lenguajes
del amor de las gentes que en mi entorno giraban,
sin que ninguna de ellas desligarse pudieran
de lo que las unían a un afecto que tienen
raíces tan profundas como el roble o el olivo.
¿Será fatalidad de los seres que somos,
proclives a dejarnos llevar por ese flujo
de una común corriente de apegos y querencias?
Lo cierto es que si amamos, la selva que se cruza
nos intimida menos con sus graves peligros,
y la piel que acaricio no es sólo terciopelo
para un fugaz placer, sino puerta entreabierta
que a descubrir te invita otros mundos de dentro,
otros mundos que flotan en espliego de amor.
Pero igual que las brisas con los vientos se engarzan
y las aguas del río con las del mar se anudan;
de la misma manera que las precisas piezas
en una maquinaria, los hombres y mujeres
se ayuntan porque uno en la otra persigue
como el dardo diana y la nave su puerto,
dar plenitud los dos a sus identidades,
y de los dos quereres hacer uno, lo mismo
que una cesta cogemos porque tiene dos asas
y dos aros se juntan para hacer un anillo.
Tal como la escalera nos conduce a la altura,
el amor tiene grados desde lo que se toca
y se mima con besos y capciosas palabras
para un fugaz disfrute, hasta lo que se admira
sin toques ni vocablos, tal un enigma grato
que a abundar en la mina del asombro nos lleva
como si lo que amamos con recelos de avaro
fuese una sugerencia, invitación y guiño
de una rendija para mirar un mundo nuevo.
Salud para el caído en la monotonía
y en brazos del hastío donde morir se siente,
es el amor que llega como alba al caminante;
pero también veneno, gusano en la manzana
del corazón que sufre y en tierra cae podrida.
Interminable día si está ausente lo amado;
fugacísimo el día con lo amado a la vista.
El nombre de lo amado evoca lo más dulce
a los sentidos, fieles alcahuetes del goce.
Si quien ama es ruin, el humo de los celos
asfixia cual serpiente su entorno apasionado.
Mas si quien ama es noble, el mundo se embellece
y es generosa víspera de estar cerca de Alá.
A solas me pregunto cuando la noche pone
mordaza de silencio a la palabra escrita
y desmonto la máquina del arduo pensamiento
en la almohada, blanca de maternal blandura,
si ha sido necesario traspasar la materia
emocional que somos para tocar la fibra
más pura -mineral levigado de ganga
y pulido después por entregas y besos-,
que es el amor, que va, cual pirata en su buque,
desde la posesión, desalmada quizá,
hasta ser pira íntima de mudo sacrificio.
Aunque este libro sea delator imprudente,
impúdica falsilla de juglar tabernero,
memorándum de harenes o guía de galanes,
debajo de sus líneas, remeros de mi historia,
va un Platón con su ágora de migajas humanas
tirándolas a vuelo para que piquen aves
de siglos venideros, como yo las molturo
y las convierto en versos de olor a pan temprano,
como en breve lo harán trovadores del Norte,
idealizando a damas en cortesanos dichos,
sin que sepan tal vez que el sufí que nos abre
un pozo en el desierto, cual héroe solitario,
por el inmaterial acueducto del verso,
nos trae el agua como de un Jordán* interior
que transforma en vergel nuestros secos eriales.
Hoy, año setecientos de la Hégira*, empiezo,
en Játiva, lejano de Córdoba, asaltada,
y en manos del saqueo con destructivos garfios
de los rudos beréberes, padeciendo en lo hondo
mordiscos de nostalgia de cuando yo era goce
visual, sentimental y doncel elegante
en días de al-Mansur, del que mi padre fuera
visir, empiezo, digo mi Tawq al-hamâna*,
cuando un denso perfume de nostalgia me sigue
dondequiera que voy, y amigos, bibliotecas,
alcazaba, jardines, alcaicerías, zoco
y Madinat Azahara, perla de la corona,
son enjambre de abejas de dulcísimo roce
que en torno de mis sienes me acompaña a diario.
* Los malequitas confundían la práctica de la fe con una codificación rígida del culto y reducían la enseñanza a aprender de memoria los comentarios de los comentarios. Contra esta pedagogía embrutecedora protestó Ibn Hazam, como lo hicieron más tarde Ibn Arabi e lbn Khaldún.
El deseo que tenía de respetar la letra del Corán y de la Suna (zahirismo) le llevó a Ibn Hazam a romper los muros de esos comentarios necrosados y a encontrarse con el Corán, su fuente.
* El río Jordán, donde Juan el Bautista sometía a sus seguidores a un rito de transformación por medio de la inmersión en el agua.
* 1022 de la era cristiana.
* El collar de la paloma.
De Viejo palimpsesto andalusí (2007)
De El ardiente fulgor del homenaje (1888)
REMEMORACIÓN DE
RAHYANA, AHORA,
TAN DISTINTA
SU ALMUNIA
Oh doncellas isleñas, jamás
competiréis
en esbeltez con acelgas, nunca,
oh vosotros, donceles,
conseguiréis ceñir vuestras
cinturas
como los apios o los puerros,
os diría Rahyana viniendo en
una mula
desde el Cerro, subiendo
al mediodía, cuando las lanzas
sucesivas
del sol hacen sangrar las
remolachas,
y desde los bancales de patatas
en orden,
como escudadas huestes de tras
las hojas,
se ve la flota en llamas de los
quietos esteros,
la sapina brillante como
escamas metálicas
de un paquidermo gigantesco
que duerme: la salina.
Mas hoy Rahyana no está aquí.
No hay boca
que denuncie la ausencia
de los desmelenados eucaliptos,
del débil cabeceo de los
álamos,
de la oscilación de las araucarias,
de damascos, de nísperos, de
higos
cargados y rendidos iguales que
camellos,
las pitas, las chumberas,
guardianes seculares
de los polvorientos callejones
que llevaban a huertas,
hoy dominio verbal de la leyenda.
Si Rahyana viniera
notaría en su amargo recorrido
que a sus ojos les faltan
buganvillas
despeñándose por las azoteas,
que su boca no tiene un sabor
de caballas
y en la garganta un suave
desgarro de salitre
que en volandas del viento de
levante
a él le venían desde
Gallineras ;
que ya tampoco hay tejas
coronadas
de hiedra y jaramagos;
que no hay cierros grabados con
fábulas barrocas,
y muy pocas almenas,
que aquella siesta holgada de
la lenta calina
es hoy complot creciente de
malsanos ruidos.
No vuelvas, no, Rahyana,
quédate en tu pretérito,
tu ayer privilegiado de
esencias y costumbres,
hoy alimento de la remembraza,
inmaterial maná de la memoria,
peregrinaje fiel hacia el
pasado.
LLANTO DE
BOABDIL
La suerte pérfida podrá quitarnos la gloria injustamente ;
pero no nos a
arrebatará la nobleza de nuestras almas.
BEN AL-HAMDANI
Desde lo alto de esta
sierra veo, oh Granada
tu cuerpo
tendido ante el Genil
como hermosa doncella
que me ha sido, de pronto,
arrebatada de mis
manos lo mismo
que se arranca un manojo de
limpias madreselvas,
pero queda en los dedos el perfume,
goteando recuerdos de otros
días mejores
cuando
las lenguas de agua
rumoreaban por las acequias
y las fuentes
idilios, cantos báquicos,
oscuras confidencias
a porfía con trinos
diminutos de jilgueros,
y los rosales eran
doncellas que ofrecían sus senos
a los dedos galantes de
vientos clandestinos
que rondan las palmeras, la
sobornan
igual que rumorosas
alcahuetas.
Desde lo alto de esta
sierra escucho
el fragor de las gentes
yendo y viniendo por las
calles como hormigas
laboriosas, quizás, no
olvidadas de mí,
como se ve a la luna aún de mañana ; yo, Boabdil,
que llevo dentro del pecho la derrota, la pérdida,
mi sombra como espíritu
errante por los muros
y las piedras, con mi sangre
escribí
las capitulaciones
para su entrega, y doy con
cada letra
un día de mi vida;
te llevo en el recuerdo
igual
que un
desposorio inolvidable;
como gacela niña y asustada
mi corazón palpita, como
gacela a la que arrastra
el miedo dentro de un bosque llameante ;
así huye el vencido dentro
de sus espejos.
Desposeído voy
de todos los alientos, ni
siquiera
conservo el señorío de mi
noble Alpujarra,
puesta a la venta por la
cobardía.
Heme desnudo
y expoliado de gozos ;
dame, o amada al adiós como
un eco
de todo lo que he sido,
ay, mírame con el brillo de
tus tejas cuando
el sol te calcina,
y eres como un inmóvil
antílope que chorrea
los brillos de su sangre
alucinada,
ese color que me recuerda
aljamas
y callejas y patios,
y calientan mi alma, hoy ya
tu lejanía pedigüeña,
traéme las casidas de
Zumruk que decoran
los muros
que circundan pequeñas
hornacinas,
y bordean las tazas de las
fuentes ;
las risas de las jóvenes
esclavas,
los ruidos de yelmos y de
lanzas,
los surtidores, lirios de
cristal murmurante,
los espontáneos círculos
del inquieto averío
como si acribillara la
carpa azul del cielo.
Desde lo alto de la sierra
dame, Oh Granada,
un adiós que no acabe,
un adiós como un lazo de
nostalgia
que se enrede en mi cuerpo,
ingrávido en la pena del exilio,
un adiós que se quede en
mis oídos
como el aroma viaja
en la grupa del viento enamorado
de los claveles o de los jazmines ;
dame, oh Granada, un fuerte
adiós,
con los brazos difusos de
una leve neblina
del Genil que me suena y ha
de sonarme siempre
escondido debajo del
corazón, lejano, pero tuyo.
CELEBRACIÓN
Y GOZO DE ERYTHIA, QUE LUEGO
LOS ÁRABES LLAMARON ALMUNIA DE
RAHYANA
El sol tira a
las aguas su trasmallo de oro,
sus encendidas
redes,
elefantes azules de la mar se despeñan
por abismos de
olas, por taludes de playas,
igual que un brazalete de insaciables
espumas
las costas
centellean y abrazan tu cintura de doncella
emotiva, animada en la danza de vientos de levante,
en las salas
celestes de la aurora florea una oculta
guitarra, castañetean crótalos ;
surtidor, se alza un cante.
Todo en coro acompaña al bello sortilegio
que es la fiesta inicial,
memorable, impaciente de tu alegre natío.
Pero, por eso, mira, te sueñan en la Hélade
los cíclopes
tendidos a la sombra de Homero,
y las ansias de un Hércules irradian por
las nubes
como carros
alados que flamean espléndidos
y con claros designios sobre Gerión en
furia.
Tiemblan vides y olivos
en la Hesperia que teme la
violenta llegada.
En las lenguas del viento mensajero se
acerca
la canción
halagüeña
del dios que cruza cúmulos en llamas,
bajo cirros
morados, que
consuelan a adustos cipresales,
y cantos marineros que anticipan el
rumbo de las rutas
del bronce. Pero el dios no es poeta,
sino un arduo guerrero de conquistas
impunes ;
y la tarde de
estío favorece el cansancio, la desgana,
la abulia de las aguas que duermen con
sus mantos
de limo y de
calima para que el dios sorprenda
a Gerión ya dormido en su siesta que
huele
a sapina y
salitre, a almadraba y palangre ;
y, al fin, te posesiona, te fecunda tu
sangre
marítima con
símbolos de inviolable firmeza para que tú,
islas en ciernes, asumas ya tu pétreo
nacimiento,
resistas al
agua codiciosa, altiva fortaleza con la sal
por bandera, mujer difícilmente
conquistable,
oh hermosa
Erythia, fuente remota de mi sangre
y crisol milenario de mi moreno origen.
ÚLTIMO DIÁLOGO DE AVERROES
Y LA FILOSOFÍA
Filosofía:
Variable es el mundo, el
hombre y la fortuna
como gotas de lluvia que
el viento desparrama,
como vellos de hierba que
los aires voltean,
como briznas de agua en
manteos de olas.
La injusticia, el dolor,
la ignorancia y la muerte
te asedian como espías
entre sombras y augurios,
oh pobre humano, mira la
rueda del tiempo,
su molino de risas y de
lágrimas, ¿cómo
quieres amamantar tu
ilusión de esperanza,
si todo está minado por la
fría conjura
de un azar que se goza con
sus dados precarios
y los hace danzar con
irónicos ritmos
sobre la piel llagada de
los pobres milenios.
¿Quiere alzar en el mundo
tu razón una torre
de claridades, alto
mirador, fanal claro
para alumbrar los mares
del absurdo, oleaje
de dialécticas, odios,
miedos, dudas, violencias ?
Como un magma es el viejo
corazón de la gente
y un volcán es la angustia
que subyace en la carne.
¿La razón ? Tú la
ves : se apuntala a sí misma
lo mismo que un borracho
se apoya en sus temblores.
Soy un rico ropaje que le
has puesto tú a ella.
Nada más que un vestido y
una voz de espejismo.
Averroes:
No puede ser. Tú existes
de verdad. Ven, acércate.
Ven, deja que te palpe,
que me mire en tus ojos.
Ya no sé si razón, si
lámpara del cuerpo,
si apariencia o relámpago,
si consuelo o locura.
Te amé toda mi vida
multiplicado en brazos,
en ojos, en esperas como
impaciente amante,
como novio aguardando
desposorios y entrega,
dulce Filosofía, diadema
de la mente,
oh torreón difícil,
muralla inasequible
que trepé con la escala de
audaces reflexiones,
que ahora quiero abrazar y
es fantasma ligero,
cueva de desengaños y
agujero de ausencia.
Oh no, precisamente cuando
me abre sus fauces
el bajo precipicio de una
muerte vecina,
tú te pierdes en nieblas
de incógnitas, rehuyes
esta mano de náugrafo que
se agarra a tu sombra,
y eres de un fuego que no
me quema siquiera,
que ni incluso calienta
estas horas finales.
Filosofía : bóveda,
constelación ficticia
de astrales armonías que
esparcieron mis ojos
como red ilusoria en un
cielo enigmático.
Filosofía:
Mi saber, pobre humano, es
saber de ti mismo,
nada más, sombra tuya que
acompaña a tus días.
Existo mientras vives y tú
me ves, me palpas
fugazmente. Me has hecho
con tus figuraciones
y me necesitabas para tu
soliloquio.
¿Qué más quieres ? Te
he estado acompañando
y, ahora, ya me desnudas,
reconoces el juego ;
¿Prestidigitación de
orgullo y de palabras ?
Averroes:
No. Sé muy bien que muere
mi individuo, este árbol
donde estabas posada, pero
cuando te eleves
me llevarás al Todo como
una gota dentro
del océano eterno que baña
al infinito.
AVERROES, DESDE MARRAKECH,
PRÓXIMO A SU MUERTE, CONTEMPLA
EN
SU MEMORIA RECUERDOS FRAGMENTARIOS DE AL-ANDALUS
Nunca tuve, y ahora
lo confieso,
para el oficio militar la maña,
y estar junto a adalides* con adargas
espoleando con los acicates
a un alazán de acémilas seguido,
y alféreces de aljubas sobre el hombro
montando a la jineta y a rebatos,
o bien en los adarves y las almenas,
no me fue nada útil, ni tampoco
de alcaides sus políticas sagaces
acompañados por los alguaciles,
discutiendo que van con albaceas, almojarifes y zubalmedinas,
yendo y viniendo por las almonedas,
porfías de aduanas y aranceles,
y alfardas y garramas y alcabalas, albaquías, azofras, los olores
del aceite en oscuras almazaras,
el grano en los almiares y alfolíes,
molturado en aceñas y tahonas
mediante pago fiel de la maquila.
¿Y los patios de Córdoba adornados
con la azucena, el azahar, la adelfa
y setos de arrayanes? Los alerces
que alivian del calor y los rumores
de almeces y acebuches cuando el aire
los mueve con sus alas transparentes,
y almoraduj, retama y alhucema
responden con su réplica de aromas.
Ahora veo a alfareros y alcalleres
fabricando las tazas y las jarras
con reflejos polícromos, vistosos,
y joyeros que afinan ataujías, ajorcas, arracadas y alfileres
o las arquetas de marfil labrado,
y ensartan el aljófar en collares.
¿Y los que sus sudores prodigaban
en almadenes donde se extraía
el azufre, el almagre, el albayalde?
Pero olvidar no puedo los telares
en los que barraganes y tiraces.
los fustanes y los aceituníes recamaban bordados a vestidos.
Llega la hora en que partir ya debo
y, lejano a sentencias que me hieran
y a exilios voluntarios, me dispongo
al último viaje… ¿Existe un alma
personal o bien somos una sola? *
Que por hacerme esta crucial pregunta
y trazar hacia Alá los dos caminos
de la doble verdad, tal me inspirara
el griego grande y noble estagirita,*
tuve que huir allende del Estrecho.
Qué importa esta zozobra del viaje.
Tal la uña y la piel, estaré junto
a al-Andalus y en torno de los sitios
que amé, aunque nunca fuera un zalmedina,
ni alarife, alfarero o alfayate,
sino alfaquí testigo muchas veces
de la miseria de este cuerpo humano
que muere y escapar deja su alma
a la altura de lo Desconocido.
2º Premio de poesía Casa de Andalucía en Benicarló (2011)
Notas
* Las palabras que van en cursiva son arabismos.
* La doctrina del entendimiento (o intelecto) agente único.
* El filósofo Aristóteles, a quien tradujo y comentó.
para el oficio militar la maña,
y estar junto a adalides* con adargas
espoleando con los acicates
a un alazán de acémilas seguido,
y alféreces de aljubas sobre el hombro
montando a la jineta y a rebatos,
o bien en los adarves y las almenas,
no me fue nada útil, ni tampoco
de alcaides sus políticas sagaces
acompañados por los alguaciles,
discutiendo que van con albaceas, almojarifes y zubalmedinas,
yendo y viniendo por las almonedas,
porfías de aduanas y aranceles,
y alfardas y garramas y alcabalas, albaquías, azofras, los olores
del aceite en oscuras almazaras,
el grano en los almiares y alfolíes,
molturado en aceñas y tahonas
mediante pago fiel de la maquila.
¿Y los patios de Córdoba adornados
con la azucena, el azahar, la adelfa
y setos de arrayanes? Los alerces
que alivian del calor y los rumores
de almeces y acebuches cuando el aire
los mueve con sus alas transparentes,
y almoraduj, retama y alhucema
responden con su réplica de aromas.
Ahora veo a alfareros y alcalleres
fabricando las tazas y las jarras
con reflejos polícromos, vistosos,
y joyeros que afinan ataujías, ajorcas, arracadas y alfileres
o las arquetas de marfil labrado,
y ensartan el aljófar en collares.
¿Y los que sus sudores prodigaban
en almadenes donde se extraía
el azufre, el almagre, el albayalde?
Pero olvidar no puedo los telares
en los que barraganes y tiraces.
los fustanes y los aceituníes recamaban bordados a vestidos.
Llega la hora en que partir ya debo
y, lejano a sentencias que me hieran
y a exilios voluntarios, me dispongo
al último viaje… ¿Existe un alma
personal o bien somos una sola? *
Que por hacerme esta crucial pregunta
y trazar hacia Alá los dos caminos
de la doble verdad, tal me inspirara
el griego grande y noble estagirita,*
tuve que huir allende del Estrecho.
Qué importa esta zozobra del viaje.
Tal la uña y la piel, estaré junto
a al-Andalus y en torno de los sitios
que amé, aunque nunca fuera un zalmedina,
ni alarife, alfarero o alfayate,
sino alfaquí testigo muchas veces
de la miseria de este cuerpo humano
que muere y escapar deja su alma
a la altura de lo Desconocido.
2º Premio de poesía Casa de Andalucía en Benicarló (2011)
Notas
* Las palabras que van en cursiva son arabismos.
* La doctrina del entendimiento (o intelecto) agente único.
* El filósofo Aristóteles, a quien tradujo y comentó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario