San Fernando -Cádiz-, calle Real, tramo céntrico
EXILIO DESDE LA INTIMIDAD
Ayer no le encontraba razón a esta llovizna
que encajonan las calles con un rumor confuso.
Su turbio navegar, sus rápidos meandros
ayer me parecieron multitudes vacías.
Pero hoy todo es distinto. Ver llover significa
contemplar cómo caen los sueños inservibles,
desplomarse las torres del yo, pisar escombros
de grandezas pretéritas, y las voraces lenguas
de las corrientes de agua se llevan murmurando
los gastados residuos de mis cavilaciones.
Al escampar, las calles se sienten invadidas
precipitadamente de su esencia: la gente.
Abandono mi antiguo castillo, ya en ruinas.
Toco la muchedumbre, me confundo con ella
y respiro su don comunitario.
De Rumor de la esperanza (2001)
Esquina del Gordo, izquierda (San Fernando-Cádiz-)
ÓLEO DE BARRIO
Sale enero a tomar el sol. La calle
por donde antes pasara el mediodía
llorando, se ha secado. Suenan gritos
de niños, como piedras que cayeran
dentro de un pozo. Ladra un perro y cruza
un sol enfermo por las azoteas.
Abajo, como siempre, el cierro donde
hilvana su nostalgia la soltera
(«el pretendiente aquel que era bajito,
pero amable, Dios sabe a quién corteja»...)
Cotidiana, invernal fuga del tiempo
en la pasividad de la alhucema.
Las cinco de la tarde. Se levanta
un vientecillo sobre las almenas
donde lloran las sábanas con sordos
rumores el blancor de su pureza.
Desde las azoteas se ve el pueblo
tendido en la quietud de la marea
que le da un verde abrazo y la clausura :
geografía celosa y centinela
¿de qué ?,¿de sus salinas, sus esteros,
su puente, sus acacias, sus palmeras,
su paraíso de dormido tiempo,
retiro luminoso de la tierra ?
De Tierra escondida (1972)
VERSO
CLANDESTINO
Buenos
días, nobles conciudadanos,
no
receléis jamás
de
este verso que sube silencioso
por
las paredes grises
de
mi pecho en ruinas,
igual
que trepa
la
salamandra tímida
por
el muro con sol benigno del invierno.
Dejad
que salga
de
su madriguera
de
miedo y de preguntas
mi
verso cauteloso,
igual
que un niño huérfano
que
lloriquea al pie de su cruz de nublado desamparo.
Dejad
que el verso mío
salga
como ese sol de entre nubes plomizas
que
cierran con tenazas de cirros enlutados
su
deseo de arder y repartir calor acariciante,
como
un rico increíble
que
se volviera loco
de
humanidad, de abrazos salpicada.
No
ponedle mordaza
a
este verso prohibido,
sino
dejadle solo,
que
aprenda a recibir codazos y empujones;
dejad
que el verso crezca como un árbol sediento
de
lluvias y de brisas;
o,
lo mismo que un río
que
hermana a los meandros,
que
agrupa a los afluentes como una gran familia de rumor y reflejos.
Viejos
vecinos y conciudadanos,
¿qué os importa
que
un verso se asome como un náufrago cansado
a
esta playa tan sola que es mi lengua
para morir ahíto
de
estos mares crueles que están zarandeando su jarcia de belleza,
sus
mástiles erguidos de preguntas?
De
Memorial para el viento de levante (1995)
Compuerta de estero (San Fernando-Cádiz-)
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