Foto tomada de internet
ROMANCE
DEL COND
DEL COND
ROMANCE DEL ARNALDOS A ORILLAS DE LA GRAN AVENIDA
El poeta, un ser extraño
-dices- en estas ciudades
en que ponen dedos sucios
los progresos colosales,
y la prisa es torrentera,
agua que empuja en las calles.
Poeta, que vas y vienes
-desconocido habitante-
por aceras en riadas,
por entre gentes mudables;
reliquia de tiempos idos,
fósil de sagradas frases,
pálpito del corazón
de siglos agonizantes,
en el asfalto te veo
como si fueses un ángel
desorientado, perdido
ante los escaparates,
bajo guiños de neones
y entre músicas salvajes.
En el bosque de cemento
y metálico en que estás,
dime, poeta, si aún oyes
a tu musa musitar
el poema misterioso
como de flauta y cristal,
como de palabra nueva
intentando despuntar.
“Yo no digo mi canción
Sino a quien conmigo va”.
De Los espejos preferidos (1999)
ANDALUCÍA (Décimas)
I
Tienen sierra y tienen mar
unidas las ocho hermanas;
litorales y serranas
van juntas en un collar
donde se vienen a aunar
la pesca, la vid, la mina,
el pinsapar, la salina,
alcornoque y aceituna;
y ha sido también la cuna
del cante y la doma equina.
I I
Gozo por ser español
y por andaluz, aún más;
pues, honrando a lo demás,
canto y celebro este sol
de Andalucía, crisol
de razas y de culturas,
benignas temperaturas
y de talante cordial.
Que hagan de ti un ideal
generaciones futuras.
LIRA DE LA RECONCILIACIÓN ENTRE EL CORAZÓN
Y LA
CABEZA
El verso más pequeño
y el otro, que es su hermano
y que es más alto,
me ayudan en mi empeño,
curan mi sobresalto
y de ambas manos voy por el
asfalto.
Uno tañe la huida
y el otro -humano soy-, la
servidumbre.
Pero en la recogida,
y como es de costumbre,
los dos juntan, al fin, su
certidumbre.
El verso corto, enano,
y el clásico, con gesto de
gigante,
se dan en mí la mano:
el uno, delirante,
y el otro, realidad torpe y
punzante.
Los dos vienen conmigo.
Los dos conviven y se
necesitan.
Doy a los dos abrigo.
Me enriquecen. Me habitan.
¡Cabeza y corazón se
felicitan
en este cuarto antiguo
entre mis libros de
literatura
con los que me apaciguo
y donde no me apura
la incertidumbre equívoca y
futura!
Me asomo a la ventana
y en la esquina del Gordo el
sol pregona
la brillante mañana
al perro, a la persona
y, además, con qué dádiva se
dona.
De Erytheia o versos de
circunstancias (2000)
SEXTINA DEL AMOR Y EL DESALIENTO
DEL TROVADOR PROVENZAL ARNAUT DANIEL
Allí está mi señora, de quien tengo tal hambre…
Arnaut
Daniel
Yo, que he sido maestro de las aves,
regalé cintas y alas a las brisas,
encendí tiernos leños de la aurora,
a Dios tengo latiendo en la plegaria
y me guardo las llaves del poema,
de ti no tengo nada más que el nombre.
Tú sabes el calor que da tu nombre
metido en el plumaje de las aves
cuando se abre el joyero del poema
y se escuchan minúsculas las brisas
con susurro menudo de plegaria
en el labio aún dormido de la aurora.
Cuando es fina caléndula la aurora
y trepa por los muros de tu nombre,
confío y lloro como en la plegaria
y me revolotea cuales aves
una esperanza con vaivén de brisas
que acuna la emoción de mi poema.
Es todavía niño mi poema
pero se ofrece espejo de la aurora,
guirnalda en los cabellos de las brisas,
caracola leal para tu nombre,
porque, aunque tú no estás, llevan las aves
en su vuelos barrocos mi plegaria.
A pesar de su fe, ya mi plegaria
se arrincona en silencio en el poema,
pero le animan a volar las aves
lo mismo por la noche que a la aurora
aunque sepa, es seguro, que tu nombre
se cae del regazo de las brisas.
¿No soy señor y dueño de las brisas?
¿No tengo a Dios viviendo en mi plegaria?
¿Por qué de ti no tengo más que el nombre?
¿Por qué huir del palacio del poema
cuando reina te quiere hacer la aurora
de todo bajo el coro de las aves?
Llorad conmigo, oh aves, llorad, brisas,
enmudece, plegaria, y tú, poema,
y que venga la aurora sin tu nombre.
De Un resplandor antiguo enciende hoy mi memoria (1987)
SEXTINA EN LA QUE EN PLENA PASIÓN
CALLADA,
EL POETA FERNANDO DE HERRERA
PIENSA
PLATÓNICAMENTE EN LA CONDESA DE GELVES
Goteas nieve mínima, tú, estrella.
Vives altiva y en tu cresta, oh lumbre.
Oculto fulges para mí, esplendor.
Garabato de fuego eres tú, luz.
Eres limosna rápida, lucero.
En tu espiral desapareces, llama.
Aunque crepitas fugazmente en llama,
siendo en mi cielo inaccesible estrella,
te haces parpadeante, azul lucero
que niega en el equívoco la lumbre,
que en mi constelación hurtas la luz...
di, ¿dónde está ya aquel vivo esplendor?
Ah, otra vez como un guiño el esplendor
con promesa de dádiva y de llama.
Ven como lazarillo, tierna luz,
y no te ocultes, peregrina estrella,
sino que bajes, indecisa lumbre;
deja, deja de ser falaz lucero.
Porque el recuerdo es leño; así la llama
crece como una ojiva de esplendor
y me promete acogedora lumbre,
un beso de calor como un lucero
que despunta en la tarde, flor
de estrella
hospitalaria cuyo aroma es luz.
Habitar en los lindes de tu luz
como el aire es aliento del
lucero;
almohada es la tarde de la
estrella
para soñar su vívido esplendor
y acaba siendo corazón de llama,
confidencia a la sombra de la
lumbre.
Te alejas, sí, como encorvada
lumbre
y es rastro de crepúsculo tu
luz,
chisporroteo vesperal de llama,
adiós de lejanía de lucero,
brasas de lo que fue rubio
esplendor
hueco vacío donde ardió la
estrella.
Mas fue estrella vivaz y alto
esplendor,
y, aunque lucero huido y rota
llama,
será para mí lumbre de su luz.
De
Los espejos preferidos (1999)
ESTANCIAS EN HOMENAJE A GARCILASO DE LA VEGA
SALICIO
“Oh más dura que el
mármol a mis quejas”,
te convoco al teléfono y me esquivas
y de tu fresca voz me desposees.
No sé por qué de tu calor me privas
y de tu aliento corporal me alejas.
Si yo te lo demando, no me crees,
Galatea, no lees
este oculto gemido,
que el cable estremecido
tiembla un poco por mí, me sustituye;
y mientras que tu voz de hielo huye,
tu número sin par me va omitiendo.
Mi presencia concluye.
“Salid sin duelo,
lágrimas, corriendo”.
NEMOROSO
“Corrientes, aguas
puras, cristalinas”
de esta playa estival donde anduvimos
por la orilla en lentísimo paseo.
La brisa dijo lo que no dijimos
y entendieron las horas vespertinas.
La terraza del bar. Calor. Sesteo
de un rato. Fue recreo
a mis mendigos ojos
tus ligeros sonrojos
cuando, turbada tú, te pedí un beso.
(El calor más tirano, más espeso.)
Agotamos después, Elisa, el día
y yo no guardaré de todo eso
“sino memorias
llenas de alegría”.
NOTAS
Galatea y Elisa son los nombres que da
Garcilaso de la Vega
a Isabel de Freyre en la Égloga I, en la él se desdobla como Salicio y Nemoroso
para cantar los desdenes y la evocación placentera respectivamente. Como
se ve, las situaciones están trasladadas a la vida moderna.
De Los espejos preferidos (1999)
VILLANCICO POR ROMANCE DE MARÍA Y JOSÉ
CUANDO QUISIERON LLEGAR AL CENTRO DE LA
ISLA
DE SAN FERNANDO
DE SAN FERNANDO
José y María ya vienen
por el Puente de Zuazo.
Los dos llegan a la Isla
a lomos de un viejo auto
porque quieren que en la
Isla
el niño nazca este año.
María contempla esteros,
José conduce despacio,
ya que María está encinta
y ha de evitar sobresaltos.
Les atrae, de momento,
mientras se van acercando,
la atención de ese Castillo
que llaman de San Romualdo,
todavía en trance de obras
y, por eso, inacabado.
A José lo que le importa
—por eso va cabizbajo—
es encontrar la posada
que los aloje en un cuarto.
Respiran cuando en la
Venta
de Vargas hacen un alto.
María sonríe y baja
y José extrema el cuidado.
Entran, pero allí le dicen
que sólo se sirven platos,
que para alojarse vayan
al Salimar, que está a un paso
o al Hotel Roma, en que puedan
facilitarles descanso.
Calle Real. Las señales
tuercen el itinerario.
Hay obras: las del Tranvía,
Obras —dicen— a retazos.
Vallas por aquí y allá
que no permiten el tráfico
sino en raras excepciones.
“¿Voy a adivinarlo, acaso?”,
José le exclama a María
y ella calla y se hace cargo.
Ella lo calma y le advierte
que aquí no vale el enfado;
que pregunte que por dónde
los que vienen de extrarradio
han de llegar hasta el sitio
donde dejar tanto trasto
del viaje y respirar
los pies y el alma estirando.
Ellos ven que baja un taxi
y otro que cruza a lo largo.
“Pero, señores, ¿qué es esto?”
—José pregunta indignado—.
“Si subo, me ponen multa
por la infracción en que caigo,
y el alojo, si la encuentro,
me habrá de salir más caro”.
“Mira, María—le dice—,
aquí hay que ser osado,
tener mucha cara dura,
y tenemos que arriesgarnos.
Calle Real por encima
de las vallas ahora vamos.
Ahora mismo no veo un guardia.
Nos pondremos en un salto
en uno de los hoteles,
el que sea más barato
porque la carpintería
da para hacer poco gasto”.
“¡Cuidado! —dice María—,
José, que te estás pasando.
Espera que venga un guardia
y nos resuelva este trago,
nos diga cómo llegar
a esos hoteles tan majos,
que deben ser, como muestra
el croquis de San Fernando,
el callejero que tengo,
ya arrugándose, en mis manos”.
“Que no, María, que voy
ahora mismo yo a intentarlo
y, si me para algún guardia
con intención de multarnos,
le diré que tú no puedes
aguantar más en el auto,
¡y si me multa, le obligo
a que me ayude en el parto!”
De Cauce oculto del tiempo (2014)
Leído
en el almuerzo del Pregón de Navidad de 2013
ROMANCE DE
CÓMO EL NIÑO NACIÓ
EN EL
CENTRO DE CONGRESOS
Después de que les pusiera
algunos impedimentos
la calle Real arriba,
llegan pensando que a tiempo
de que el Niño nacer pueda
en estos cotos isleños.
Mucho antes que el tranvía,
José y María están dentro
de la Isla
que, por fin,
la calle Real subieron
sorteando vallas, postes
con su automóvil pequeño.
María no aguanta más
este embarazo discreto
que José lleva obediente
en su estupor de Misterio.
El Niño quiere salir.
Vida humana está pidiendo,
pero, ¿en qué fonda, en qué hotel
si todo ya está cubierto?
Y pasando por las puertas
que es del Centro de Congresos
se le ha ocurrido a José
entrar, quizá por aquello
de que un público edificio
a ayudar siempre está presto.
“Pueden entrar, pasen, pasen
—el guarda les dice atento—,
los ediles y el alcalde
ahora se están reuniendo”.
María le dice al guarda
con desesperado gesto
que el Niño que va a nacer
viene por vía de apremio
y está a punto de parir
de un momento a otro momento
y no tiene un mal sofá
en donde pueda ponerlo.
María ya está cansada
y pierde el poco resuello
que le queda y con los ojos
se desploma en un asiento
que el guarda le pone amable
en espera de que dentro
oigan cómo el Niño llora
y ello ponga desconcierto
en alcalde y en ediles
que al oír este suceso
que anuncia el guarda, asombrados,
poco a poco van saliendo
y quedan estupefactos
con lo insólito del hecho.
Llevan al Niño a la sala
donde celebran los Plenos.
El Niño gime en la mesa
del alcalde en que lo han puesto
como cuna improvisada
sobre agendas de gobierno,
sobre carpetas y móviles
que guardan aquí silencio.
El Niño gime, se mueve.
El Niño está todo inquieto
y María lo interpreta
con sentimiento materno:
que si el Niño hablar pudiera
les diría con respeto
tanto a ediles como a alcalde
que la Isla
no es un juego
de palabras en la mesa
para discusión de ellos;
que por el bien de la Isla
Tiro Janer hotelero,
San Carlos en todo uso,
Tranvía y Ayuntamiento,
Parque Bahía y Cefot,
que siempre ha sido tan vuestro,
para el bien de vuestra Isla
queden, por fin, ya resueltos.
Que por ser ésta la fecha
que a todos pone contentos,
por el bien de la ciudad
todos se pongan de acuerdo.
De Cauce oculto del tiempo (2014)
Leído
en el almuerzo del Pregón de Navidad de 2014
De Cauce oculto del tiempo (2014)
Leído en el almuerzo del Pregón de Navidad de 2015
Plaza del Rey y Ayuntamiento de San Fernando (Cádiz)
VILLANCICO EN ROMANCE DE CUANDO MARÍA Y JOSÉ
BUSCABAN
POSADA EN EL AYUNTAMIENTO
Cuando María y José
llegan,
al fin, a La Isla
buscando
hostal o posada
—pues
María viene encinta—,
se
sienten muy atraídos
como
si fuera una vista
la
vieja Plaza del Rey
donde
la gente se cita
en
los bancos, en los bares
con
olor a churrería.
De
varios años acá
la Plaza
del Rey se anima
como
en décadas pasadas
a
la Plaza Iglesia
iban
vendedores
de mariscos,
uniformes
de Marina,
tratantes
y comerciantes,
betuneros
y taxistas
donde
estaban concurridos
bares
con tapa exquisita,
café
para por las tardes
darle
una calma a la prisa:
el
Palacio de Cristal,
Bar
Madrid, La Mallorquina,
Bar
Isabela, Picó,
Auxilio
Social: cocina
junto
a aquel Cine P u ch e r o
que
hambre a unos pocos alivia;
y
tuesta el café C r u c e i r a
que
al olfato maravilla,
más
abajo de Falange,
antes
de doblar la esquina.
Telégrafos
y Correos,
mensajeros
de noticias,
y
el puestecito de El F o l i
para
que no falten pipas
con
que distraer el tiempo
mientras
se ve la película:
el
Cine Almirante enfila
las
colas de los que acuden
a
las sesiones continuas…
Esta
Isla ahora es otra
y
la juventud distinta.
El
corazón de este pueblo
se
expande aquí y regocija,
en
esta Plaza del Rey
con
su ayuntamiento arriba,
que
quiere verlo ya listo
y
por ese fin suspira…
Y,
¿a qué viene aquí la Virgen
con
San José echando chispas?
Porque
todo está ocupado
y
ya a punto está María
de
traernos a este mundo
al
Niño de los carismas,
que
ediles y la alcaldesa
aquí
le den acogida
al
Niño que va a nacer
de
manera fortuita
en
el atrio que se honra
con
esta hermosa primicia,
cuna
y pesebre al que viene
devotamente
La Isla
para
adorar a ese Niño
que
a Dios trae en su sonrisa,
pero
María y José
dan
las gracias optimistas
sin
saber que está esto en obras
y
ni cuándo finalizan,
y
a lo mejor cuando haga
la
comunión en su día
el
Niño que nace ahora,
La Isla
tendrá la dicha
de
ver a su ayuntamiento
otra
vez con buena pinta.
Leído en el almuerzo del Pregón de Navidad de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario