sábado, 21 de marzo de 2015

ARTÍCULOS LITERARIOS: DOS ESTILOS POÉTICOS

Dos estilos poéticos



Pongo como ejemplo de mi andadura poética dos etapas con ejemplos de magisterio totalmente distinto.

Por una parte, un soneto de José de Espronceda y por otra, un poema de Vicente Aleixandre.

El primero fuertemente tradicional y el segundo, moderno y con ciertas vetas surrealistas.

Esta cita no es más que un honenaje a estos dos poetas a los que debo, entre otros, deleite y magisterio desde los más jóvenes años a los de la madurez poética.



 

Soneto


Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.



Teñido el cielo de amaranto y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.



Y en la noche serena, al puro rayo
de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío:


Y vertiendo dulcísimo desmayo
cual bálsamo suave en mis pesares,
endulzará tu acento el llanto mío.





 Soneto



Marchitas ya las juveniles flores,
nublado el sol de la esperanza mía,
hora tras hora cuento, y mi agonía
crecen, y mi ansiedad y mis dolores.

Sobre terso cristal, ricos colores
pinta alegre, tal vez, mi fantasía,
cuando la dura realidad sombría
mancha el cristal y empaña sus fulgores.

Los ojos vuelvo en incesante anhelo,
y gira en torno indiferente el mundo
y en torno gira indiferente el cielo. 


A ti las quejas de mi mal profundo,
hermosa sin ventura, yo te envío.
Mis versos son tu corazón y el mío.



              José de Espronceda (1808-1842)


 

Cuadro de María Jesús Rodríguez Barberá



Se querían
                                  



Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?

Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.


Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.


Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando…


Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.


Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.


Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, Sabedlo.



            Vicente Aleixandre (1898-1986)


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