PIEDRA OSTIONERA
ANTOLOGÍA DE POETAS ISLEÑOS FALLECIDOS
Puente de Zuazo, construido con la piedra ostionera
Recojo en este apartado versos de ciudadanos isleños
y también de otros que vinieron a nuestra ciudad, se establecieron
definitivamente en ella y amaron la poesía y lo manifestaron por medio de una
publicación en libros o en revistas. Del mismo modo que he elaborado la Memoria de
escritores isleños desaparecidos, ahora me es grato crear este rincón
poético, llamémoslo así con epígrafe tradicional, para que los isleños jóvenes
y los venideros se acuerden de ellos, hombres y mujeres que un día enriquecieron,
cada uno desde sus posibilidades de talento y oportunidad, el acervo cultural
de su tierra.
Cito lo que he podido encontrar, ya que no dispongo
sino de lo que he hallado en libros y revistas conocidas y otras publicaciones
de acceso difícil.
Plaza de la Iglesia, a principios del siglo XX
Servando
Camúñez (1854-1936)
Con el mismo cariño que dos flores
en el mismo rosal nacen y crecen
y a la par se oxigenan y embellecen
entre espinas, sonrojos y esplendores,
con el mismo, placer que en sus amores
se avivan. se perfuman y enrojecen
y entreabriendo sus pétalos florecen
coronadas de excelsos resplandores
América y España en el mañana
serán como el amor cual las dos rosas,
venero de belleza soberana
que en una fulgirá maravillosas
radiaciones de sol y en otra, hermosas
refracciones de luz americana.
De Versos pasados de moda (1915)
HIMNO DEL CENTENARIO
¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
En tu recinto, cual arca santa
puso la Patria su sentimiento,
sus esperanzas y sus dolores,
sus dignidades y su energía.
¡Cádiz augusta! Hoy es el día
de hacer coronas de egregias flores
para tus hijos, los luchadores
que enaltecieron tu nombradía.
Hoy hace un siglo que el mundo entero
vio sorprendido tu resistencia
ante el coloso que traicionero
quiso quitarnos la independencia.
Hoy hace un siglo, ¡Cádiz hermosa!,
que ante tus muros y tus cañones,
llena de rabia la poderosa
dominadora de cien naciones,
vio disiparse sus ilusiones
con tu respuesta maravillosa.
¡Cádiz, despierta! ¡Cádiz, levanta
a las alturas tu pensamiento!
Como la antorcha que se agiganta
a los embates del raudo viento
es la aureola de tus lealtades,
de tus honores, de tus firmezas,
de tus excelsas serenidades,
de tus bravuras, de tus realezas,
gloria y asombro de las edades.
De Versos pasados de moda (1915)
Lectura poética de G.G.C., en la Biblioteca Lobo. Año 1964
Gabriel González Camoyano (1893-1967)
LA REJA ANDALUZA
Hierros de
verde pintado
por entre los
que serpean
las hojillas
atrevidas
de un loca
enredadera,
que subir
intenta siempre
y a su anhelo
nunca llegan.
Una maceta de
albahacas
olorosas,
verdes, frescas
son el adorno
mejor
de aquel idílico
alféizar;
junto con
unos claveles
rojos, cual
labios que besan,
rosas de
varios colores,
nardos,
lirios, azucenas,
y unos
pensamientos negros
como los que
me atormentan,
que a pesar
de ser tan tristes,
los plantó
alegre morena.
Una moza
entre las flores
por su
presencia descuella:
es la
andaluza de ojos
tan negros
como la pena.
Ha escuchado
esta ventana
las más
clásicas endechas
que un
trovero medieval
no soñó para
su dueña.
Ha oído besos
amantes,
ha escuchado
amantes quejas,
y ha sentido
las primicias
de un a
inocente promesa,
mientras
cantaba un jilguero
dulces trovas
prisioneras
y un gato
dormía al sol
y dormitaba
una vieja.
Y cuando la
blanca noche
poetizaba la
calleja,
bajo la reja
andaluza
de gracias y
hechizos llena,
se han oído
los acordes
de guitarras
lastimeras,
y de unas
coplas que son
moriscas y
nazarenas.
¡Qué raros
deleiten tienen
esas
andaluzas rejas,
que hablan
sin decir palabras
y sin tener
labios, besan!
ROMANCE
DEL PUENTE ZUAZO
Puente Zuazo,
Puente Zuazo,
cuántas cosas
nos contaras
si tú ojos
fueran lenguas
y sus rumores
palabras.
Puente Zuazo,
Puente Zuazo,
pétrea
bandera clavada
que está en
medio de los caños
siempre
enhiesta, siempre brava.
Por ti no
pasó el inglés
cuando mandó
sus piratas,
ni el galo,
triunfante un día
de una Europa
horrorizada.
Puente Zuazo,
Puente Zuazo,
yo, ante tu
cuerpo de grava
y de granito,
fornido
te rindo mi
enamorada
canción de
breve romance;
y ante tus
rotas espaldas
hinco mi
rodilla, alzando
hacia el
cielo la mirada
con el corazón
diciendo
una oración a
mi patria.
Puente Zuazo,
Puente Zuazo,
la vieja
puente romana.
ROMANCE DE LA NOVIA ENFERMA
¡Echa la
cortina, madre,
que no quiero
que me vea…!
Lo he visto
doblar la esquina,
con risa, de
primavera
y si me ve,
va a burlarse
porque me he
puesto muy fea…
No descorras
la cortina
pues si una
muralla fuera,
detrás de
ella me tapara
para que así
no me viera.
No quiero que
oiga mi tos
ni que nunca,
nunca sepa
que amapolas
mi pañuelo
mancharon de
mi dolencia.
¡Echa la
cortina, madre,
que no quiero
que él me vea;
que me
recuerde bonita
y no de color
de cera …
Un texto de Joaquín Quijano Párraga
referente a Gabriel González
Camoyano
Conferencia en la Academia de San Romualdo.
Por la década de los
sesenta, la Academia
de San Romualdo desarrollaba una intensa actividad, de la mano del entonces su
secretario, mi buen amigo Pepe González Barba.
Fue aquella época de
intensa colaboración entre ambos. El en su faceta de organizador y yo como
colaborador gráfico, no sólo para dejar constancia de aquellas conferencias y
conciertos –la mayoría de ellos en el entrañable marco de la Biblioteca Lobo-;
sino también en la confección de los programas e invitaciones. Una época que
hace poco tempo recordaba el hoy director del Centro Cultural con motivo de la
entrega de los premios de investigación obre temas isleños.
De aquella colaboración ha
quedado un amplio material gráfico del que hoy hemos elegido la intervención
del poeta isleño son Gabriel González Camoyano, en la Biblioteca Lobo y
en acto organizado por la citada Academia de San Romualdo.
En la presidencia del acto
don Antonio Ristori; el entonces Comisario de Policía; D. Eduardo Gener,
presidente de la Academia;
D. José Sáiz de Bustamante y Pepe González Barba.
Pero centremos nuestro
recuerdos en el poeta isleño González Camoyano y más concretamente en su obra,
dedicada en su mayoría a “sus cosas de la Isla”: El asedio francés; el Puente Zuazo; los
cierros y, como no, la Virgen
del Carmen.
El primero de estos temas
lo trata en un poema dramático titulado “La novia del salinero”. De él estos
versos:
Allá van los salineros
los bravos escopeteros
y al frente su Capitán:
parece una vieja estampa
José Sánchez de la Campa
tan altivo y tan galán.
Con olores de sapina
y de fango de salinas
de la Isla de León.
Para D. Gabriel el Puente isleño era:
pétrea bandera clavada
que en la mitad de los
caños
siempre enhiesta, siempre
breve
Por tí no pasó el inglés
cuando mandó a sus piratas
ni el galo triunfante un
día
de una Europa horrorizada.
Dentro de amplio repertorio
sobre las cosas de la Isla,
no falta su canto a los cierros y rejas andaluzas:
esas andaluzas rejas
que hablan sin decir
palabras
y sin tener labios te
besan!
Y por último no podemos
terminar estos brevísimos recuerdos sobre la obra poética de D. Gabriel
González Camoyano sin hacer referencia a su gran amor como buen isleño a su
Virgen del Carmen. Precisamente con un trabajo sobre la Virgen titulado “Alborada”
consiguió la flor natural en los Juegos Florales celebrados en 1948.
Terminamos pues estos
recuerdos con un fragmento de sus “Imán de los Corazones” escrito en 1949.
Virgen del hábito pardo
y de la capa de nardo.
(Coincidencia peregrina,
el pardo de la salina
y el blanco de sus
montones).
Para Ella van mis
canciones,
Virgencita “Salinera”.
Señora y “callejolera”
¡Imán de los corazones!
JOAQUIN QUIJANO
COMO MANDA EL USO
Es una estancia noble, perfumada;
con ricos muebles que el imperio impuso,
los tapices de Persia y alfombrada
cual manda el dueño, como manda el uso.
Una mesa de cedro es recipiente
de una lámpara antigua de Lucena
cuya roja pantalla impertinente,
torna en color de sangre aquella escena.
A favor de la luz que reverbera,
una dama, más bella que un ensueño
con curvas incitantes de hechicera
escribe aprisa con nervioso ceño.
Tan abstraída está que no percibe
el cauteloso paso del anciano
de noble porte, pues la dama escribe
sin dar reposo a su preciosa mano.
Silencioso aquel hombre, no respira
del pecho los latidos conteniendo:
se acerca aún más, y con espanto mira
lo que aquella sirera (sic) está escribiendo.
¡Adúltera!, le dice. Ella espantada,
quiere erguirse, romper la prueba escrita;
es inútil: un arma despiadada
puso fin a la adúltera maldita.
Márchase el hombre sin que nadie intente
cortar su paso o remediar su pena;
y allá quedó la luz irreverente
dando color de sangre a una azucena.
Sangre y luz se mezclaron de tal suerte
que unidos van para fingir la glosa
de dar a un cuerpo herido por la muerte
los colores bermejos de una rosa.
Era una estancia noble del imperio
con ricos muebles que el imperio impuso,
donde quedó enterrado un adulterio
cual manda el dueño, como impone el uso.
H. Amezúa Anoro (¿-?)
A UNA BELDAD
(Becqueriana)
Volverán los rigores del invierno
al mundo con sus sombras a enlutar,
a cubrirse otra vez de blancas nieve
las áridas montañas volverán.
Mas las horas tranquilas que a tu lado
contemplabas tu rostro con afán,
mirándose en las niñas de tus ojos,
¡esas no volverán!
Volverán a caer las mustias hojas
al impulso feroz del huracán,
volverán los espacios del relámpago
con su siniestra luz a iluminar.
Mas las noches aquellas en que el alma
Se extasiaba mirando tu beldad
y latía de amor mi amante pecho,
¡esas no volverán!
De la revista “Vida moderna”
Septiembre 1929
Narciso Cayetano Ojeda (1871-1939)
POEMA
Cual vanos edificios
que al viento desafían,
sin el menor cimiento,
sin el menor sostén;
son las obras humanos
sin providencia y guía,
sin el apoyo excelso
de la fecunda fé.
¿gué sabe de sí mismo
el ser que Dios creó?
de rara solución;
el presente, preñado
de mil contrariedades,
y tu destino, arcano
que miras con horror.
La tierra que sus plantas
hollara confiado,
los mares poderosos
que se atrevió a surcar;
jqué son sino misterios,
qué son sino las pruebas
que todo es un secreto
para el hombre mortal?
Hoy labras dulce nido,
que amante lo destinas
para el hogar querido
de tu feliz mujer;
y al más ligero impulso
del aquilón furioso,
ruinas, llanto y luto,
fué tu ilusión de ayer.
Si pobres y desnudos
nacemos los mortales,
y ciegos a este mundo
venimos al nacer;
si tiernos nos valemos
de próvidos cuidados,
si el llanto es nuestro verbo,
y débil nuestro pié:
Los vastos luminares
que largos derroteros
describen tan constantes
por el espacio azul;
¿no son altas cuestiones
que ignoran los humanos?
¿No dicen que es muy pobre
de la ciencia la luz?
Los padres y los hijos;
la calma seductora;
los días bendecidos,
de amor y de placer;
la amistad más estrecha;
Ios caros intereses;
verás hechos pavesas,
verás desparecer.
¿A qué, loca soberbio?
¿A qué, tan necio orgullo?
¿A qué, engreída ciencia,
de abstracto galardón?
¿En dónde está la fuerza
del hombre vanidoso?
¿En dónde está el dominio
que tanto imaginó?
Si el arte consideras,
conceptos elevados,
magníficas ideas
te logra despertar;
mas iayl si insano aliento
te lleva de la mano,
si buscas en el cieno
belleza natural.
Cual vanos edificios
que al viento desafían,
sin el menor cimiento,
sin el menor sostén;
son las obras humanas
sin providencia y guía,
sin el apoyo excelso
de la fecunda fé.
Mirad de nuestro cuerpo
el grande mecanismo;
buscad de la materia
la ignota formación;
la vida es un arcano,
el alma es un problema...
De tu misma existencia
ignoras tanto el giro,
que tu ayer es problema.
De la revista “IRIS”
LA VOZ
Todo era bello en la gentil
Aurora
su frente sonrosada, blanco
el cuello,
en sus pupilas divinal
destello,
en su rostro la grana
seductora,
en su boca sonrisa
encantadora,
brillantez o negrura en su
cabello
y en su cuerpo y andar el
noble sello
y de la fina hermosura que
enamora.
Necios amantes, cual
falderos perros,
la seguían sin tregua ni
descanso
o corrían, como locos por
los cerros.
del remanso... Mas, ¡negro
desengaño!
huyeron con platillos y
cencerros,
de Aurora al escuchar la
voz de ganso.
1914 Agosto
Revista IRIS
Eduardo Gener Cuadrado (1901-1986)
LA ISLA DE SAN FERNANDO EN UN GRANITO
DE SAL
De Erythia, “Tertulias Literarias”
(1979-1981)
Así se canta la aurora,
granito recién nacido:
Qué suerte, peque, has
tenido
de cristalizar ahora
donde brillas. Y en sonora
armonía musical,
bajo el calor estival,
el alba al nacer cantando
le regala a San Fernando
tu granito de cristal.
Vienes de lejanos mares,
ola a ola, gota a gota,
desde Portugal a Rota
o desde Rota a estos lares;
y en remolinos de azares
con recortes retrecheros
te entraste por los esteros
y caíste en la salina
donde te hicieron sal fina
junto a hermanos
prisioneros.
Mas las aguas con sus
brillos
de cristales transparentes
espejean, sonrientes
entre desnudos chiquillos,
torres, mansiones,
castillos…
Esa belleza ideal
que se esconde en tu fanal
de cielo y luz, encerrando
la Isla de San Fernando
en un granito de sal.
Capitanía general, donde trabajó J.M.O.P.
Juan Manuel Oneto Prian (1909-1983)
AMBIENTE
Esta luz, este aire, esta alegría,
mañana del domingo,
dominguera
que huele a libertad, a
fiesta, a nardos
sin freno, ni reparos
tiene mi indecisión sobre
una esquina
mirando sin mirar tus ojos
claros.
Un recuento de horas
pulsé del calendario
para llegar a este
instante.
Ya la calle de voces se ha
llenado.
La gente presurosa,
endomingada
los espacios vacíos van
llenando.
En la fuente el murmullo,
un niño junto al banco,
junto al joven la niña
pizpireta
del jubón escarlata y
labios encarnados,
y, por fin, te decides y
caminas
llevándome sumiso, enamorado.
De “Erythia,
Tertulias Literarias” (1979-1981)
Francisco Montero Galvache (1917-1999)
ANTEQUERA
Como el Olimpo nueve musas
tiene,
nueve almenas coronan el
escudo
a esta Antequera que soñó y
no pudo
pedir al alba que la luz la
llene.
Esa luz que a la historia
la sostiene
con un azucenal que deja
mudo
a todo aroma y truécalo en
saludo
a los blancos del cielo del
que viene.
Y se parece mucho a esa
blancura
por hermosa, por pura y por
fragante
a la que en sus cuarteles
la abandera.
No hay blanco que dé jaque
en la pintura
al que un castillo y un
león rampante,
pintan el escudo de
Antequera.
La Vega, el Guadalhorce por abajo,
fluvial verdor hablando con
la Vega
y agradece a su agua que la
riega
la generosa paz de su
destajo.
A su celeste Portichuelo
trajo,
esa su luz que con azules
juega,
¡Sálvese! que su almenar
congrega,
¡Quién sabe cuánta lid a su
trabajo!
Arriba, Abajo, esa luz
parece
bisectriz que ante el Sol y
ante la luna,
enlaza por basa y por
cimera
Y Fernandina lumbre al aire
crece
haciendo de las dos
ciudades una
e indivisible en glorias
¡Antequera!
De un pregón a Anquetera
Boletín "Isla", donde colaboró J.J.G.S.
Juan José García Sánchez (1919-2001)
LA SAL
La
Sal, Amor, la Sal,
¿habrá otra cosa
más sustancial, más grande,
más pequeña,
sobre la que el sabor
dormita y sueña
el sueño de su dicha
laboriosa?
Nace el amor del aura
procelosa,
del vientre sobre el tajo,
y su estameña
es un agua rosada que se
empeña
en ser más de la mar que de
la rosa.
Para sacarla a flor es
necesaria
que se descalce y entre el
salinero
en su papal clausura,
incandescente.
Y, luego, ya pirámide y
glosario
de lo trascendental y
verdadero,
se hace sal de la boca y de
la frente.
A UN TROZO DE PAN DE
TREINTA Y CINCO AÑOS
¿Qué tendrás, Amor, el pan aquél primero
de la cena primera de
nupciado,
treinta y cinco hace ya, ya
que no ha dado
de corrupción el signo
verdadero?
¡Está duro, eso sí, como
cantero
de berroqueña piedra. Y ha
cambiado
en moreno el color aquél
dorado
que en el horno le diera el
buen hornero!
¿Acaso, Amor, será que
tiene alma?
¿El alma, o parte de ella,
que en la palma
de su dátil, mi esposa y yo
pusimos?
¡No creo, Amor, no creo que
otra cosa
pueda ser la que no pudre
la rosa
de aquel trozo de pan que
no comimos!
De “Erythia, Tertulias literarias” (1979-1981)
Retrospectivas
1. El calafate
ha perdido su mallo
en alguna parte.
Estopa y brea,
el talego y el costo
con la marea.
*******************
2. Entran y salen
a carenar.
¿En cuál de ellos
me embarcarán?
******************
3. Cuatro pitadas:
El Comandante
sube la escala.
Dos nada más
si el que la sube
es Oficial.
*****************
4. Los pantocazos
mecen la cuna
del marinero
cuando se arrumba.
ha perdido su mallo
en alguna parte.
Estopa y brea,
el talego y el costo
con la marea.
*******************
2. Entran y salen
a carenar.
¿En cuál de ellos
me embarcarán?
******************
3. Cuatro pitadas:
El Comandante
sube la escala.
Dos nada más
si el que la sube
es Oficial.
*****************
4. Los pantocazos
mecen la cuna
del marinero
cuando se arrumba.
Cuando hube mirado el mar...
Cuando hube mirado el mar
Me puse a mirar el cielo (…)
para poderme orientar
y buscar caminos nuevos.
Porque había mirado al mar
aprendí a mirar al cielo.
Retrospectivas y otros poemas (2009)
SUEÑO
Soñé tu mirada,
soñé tu presencia,
soñé tus palabras.
En vez de palabras,
sólo los silen cios
me salen del alma.
EL POEMA
Te escribí un poema
aquella mañana,
siendo primavera.
Y en la madrugada
asido a mi sueño,
yo lo recordaba.
OCASO
La tarde se acuesta,
se funden sus iris,
se extinguen sus velas.
Se arropa en las telas
negras de su lecho.
Y a la noche espera.
De la revista PLéYADE, primavera 2007
Ramón O´Dogherty (1919-2011)
SONETO DEL CORPUS TOLEDANO
En la Cruz, donde pende desvalido
vive Cristo, triunfante de
la muerte,
mi corazón se abraza
fuertemente
a su cuerpo, sangrante y
dolorido.
no me dejes, Señor, en el
olvido,
no me olvides, Señor,
quiero quererte,
no deseo, Señor, poder
perderte,
por ser débil y poco
decidido.
En la Cruz, el madero ensangrentado
es un árbol, de vida que yo
adoro.
Pan divino de hogaño,
consagrado.
Yo me siento, Señor,
encadenado
para siempre…Mi fe es un
tesoro
que me lleva a Toledo
enamorado.
De la revista PLéYADE, primavera 2007
A STEPHEN HAWKING
Paralítico insigne, que no habla,
cuerpo débil, de triste anatomía,
un manojo de nervios dislocados,
pobre caricatura destruida,
encogido, maltrecho, con los ojos
en desenfoque cruel por la miopía,
mirando más allá de las estrellas,
buceando en los misterios de la vida
rodeado de alambres y de cables
unido a transistores y a las pilas,
ordenando con sus computadoras
la visión de las cosas infinitas,
la concepción del mundo, de su origen,
el Big-Bang de la noche estremecida,
el Fiat-Lux que dijeron los profetas.
En su cerebro brota la teoría,
Mientras su pobre cuerpo destrozado
quiere negar verdades conocidas,
la verdad de las almas inmortales,
la verdad de la fe, que nos destina
a ese cielo que es meta y esperanza,
a ese cielo, que es tierra prometida.
De "Arena y
Cal ", 1996
Inocencio Jiménez Ponce (1922-1993)
Era ya casi de noche,
las sombras me iban siguiendo
por una calle cualquiera
camino de mis recuerdos.
Sentí un poco de frío,
y fui cerrando hasta el cuello
una zamarra de lana,
una zamarra de lana,
que hasta ayer no me había puesto.
Por una calle cualquiera
yo siempre encontrarla puedo,
porque la llevo conmigo
y en todas las partes la siento.
La tuve, pero se fue...
solo se quedó en mi pecho
el eco de sus latidos
y las llamas de sus besos.
Antes, cuando la tenía,
siempre corría a su encuentro,
con la alegría de una joven
que se hace fuerza en un viejo.
Y ahora, ya ves, tan despacio...
Ya no importa si no llego,
Por una calle cualquiera,
Voy llorando su silencio.
María
Felisa Sánchez (1922-2004)
RUTAS DE LANZAROTE: LOS CAMPOS
Esa tierra de escorias
arropada
en cultivo modelo de
artesano,
con la cepa sembrada mano a
mano
y por arco de piedras
resguardado,
es mantilla de blondas, que
bordada
con esfuerzo y trabajo
sobrehumano,
por el monte se extiende y
por el llano
con mimoso cuidado
desplegada.
Y surgiendo la vida
libremente,
la melena en el viento,
esbelto talle,
en oasis fecundo y
sorprendente,
mil palmeras se mecen en un
valle
acunando el poblado con
ternura
y pintando con sombras su
blancura.
De
“Erythia, Tertulias Literarias” (1979-1981)
Revista de Arena y Cal, donde colaboró E.C.O.
A mi hermano Eduardo
No pudo ser, Eduardo, la guadaña,
que iguala a todos, ganó la batalla
frente a nuestra oración a Aquel que marca
el momento final de todo humano,
el flujo y el reflujo de las olas,
el eterno brillar de las estrellas,
el orto y el ocaso de los días,
el horóscopo cierto de la vida.
Ese Dios, que no quiso darte hijos,
quizá porque pensó que eso era poco
para llenar tu corazón inmenso,
y en múltiples pedazos repartieras,
-latido tras de otro- en los sobrinos,
que siempre te tuvieron como el lazo
que uniera tanto esqueje que ha brotado
formando los laureles en tus sienes,
con la suerte de estar acompañados
por esas dos mujeres de alto temple,
que alegraron tu vida con su entrega
en momentos de penas y alegrías.
Ese Dios al que, ahora, en nuestra pena,
quizá lo tacharíamos de egoísta
por quererse rodear de los mejores,
dejando a los demás purgar los fallos
de un valle lacrimógeno, enzarzados
en cosas pasajeras, discutiendo
por votos, por escaños, por dinero,
por envidias, malgastando la vida.
Y mira, hermano mío, qué paradoja:
Mientras tu barca anclaba en la otra orilla,
y, aún caliente tu cuerpo, lo bajaban
allí, en el panteón, bajo una losa,
cuando le presentabas tu bagaje
al celestial portero -¿era San Pedro?-,
y así te convertías en abogado
de los litigios nuestros, aquí abajo,
mi hijo Enrique, por una parte alegre,
por otra con los ojos anegados,
me dijo ante la tumba: El tío Eduardo
tiene otro compañero aquí en la tierra.
Porque acaban de darme la noticia
que el examen (aquel que me faltaba)
está aprobado. Justo el mismo día
que él también confirmó su asignatura.
Ahora, Eduardo, que tienes todo el tiempo
sin precisar reloj que lo controle,
te entretendrás buscando a las personas
que, antes que tú, cruzaron la frontera
y llevaban tu sangre, o te quisieron.
Al encontrarse, sólo con miraros,
recordaréis los años transcurridos,
y os fundiréis en fraternal abrazo,
porque, ¡tendréis que hablar de tantas cosas!
El qué y el cuándo, el quién, el cómo, el dónde,
serán motivo en las conversaciones
al comentar los temas actuales.
Tus cuatro hermanos, muertos de pequeños,
asistirán con ojos avizores,
y los otros, Arturo, Juan, Alfonso,
formarán, ya contigo, el gran cuarteto,
para jugar, quizás, una partida
del juego -el dominó- que te agradaba,
y, sonriendo, haréis nuevos proyectos
encaminados siempre a protegernos.
Y al fin dirás: Pensáis que yo me voy,
que me marcho, es verdad, mas no me ausento,
pues si en cuerpo mortal lejos estoy,
aquí en el Cielo, más cercano os siento.
frente a nuestra oración a Aquel que marca
el momento final de todo humano,
el flujo y el reflujo de las olas,
el eterno brillar de las estrellas,
el orto y el ocaso de los días,
el horóscopo cierto de la vida.
Ese Dios, que no quiso darte hijos,
quizá porque pensó que eso era poco
para llenar tu corazón inmenso,
y en múltiples pedazos repartieras,
-latido tras de otro- en los sobrinos,
que siempre te tuvieron como el lazo
que uniera tanto esqueje que ha brotado
formando los laureles en tus sienes,
con la suerte de estar acompañados
por esas dos mujeres de alto temple,
que alegraron tu vida con su entrega
en momentos de penas y alegrías.
Ese Dios al que, ahora, en nuestra pena,
quizá lo tacharíamos de egoísta
por quererse rodear de los mejores,
dejando a los demás purgar los fallos
de un valle lacrimógeno, enzarzados
en cosas pasajeras, discutiendo
por votos, por escaños, por dinero,
por envidias, malgastando la vida.
Y mira, hermano mío, qué paradoja:
Mientras tu barca anclaba en la otra orilla,
y, aún caliente tu cuerpo, lo bajaban
allí, en el panteón, bajo una losa,
cuando le presentabas tu bagaje
al celestial portero -¿era San Pedro?-,
y así te convertías en abogado
de los litigios nuestros, aquí abajo,
mi hijo Enrique, por una parte alegre,
por otra con los ojos anegados,
me dijo ante la tumba: El tío Eduardo
tiene otro compañero aquí en la tierra.
Porque acaban de darme la noticia
que el examen (aquel que me faltaba)
está aprobado. Justo el mismo día
que él también confirmó su asignatura.
Ahora, Eduardo, que tienes todo el tiempo
sin precisar reloj que lo controle,
te entretendrás buscando a las personas
que, antes que tú, cruzaron la frontera
y llevaban tu sangre, o te quisieron.
Al encontrarse, sólo con miraros,
recordaréis los años transcurridos,
y os fundiréis en fraternal abrazo,
porque, ¡tendréis que hablar de tantas cosas!
El qué y el cuándo, el quién, el cómo, el dónde,
serán motivo en las conversaciones
al comentar los temas actuales.
Tus cuatro hermanos, muertos de pequeños,
asistirán con ojos avizores,
y los otros, Arturo, Juan, Alfonso,
formarán, ya contigo, el gran cuarteto,
para jugar, quizás, una partida
del juego -el dominó- que te agradaba,
y, sonriendo, haréis nuevos proyectos
encaminados siempre a protegernos.
Y al fin dirás: Pensáis que yo me voy,
que me marcho, es verdad, mas no me ausento,
pues si en cuerpo mortal lejos estoy,
aquí en el Cielo, más cercano os siento.
LA JARA
Humilde árbol silvestre de la Sierra Morena,
que sabes de veranos e inviernos brumorosos,
de atardeceres grises y en Primavera, hermosos
de luces rutilantes o pleno en Luna llena.
Refugio del jabato y chaira de las cuernas
del ciervo en la berrea cuando barrunta el celo,
luchando por la hembra con su bramar de anhelo
para engendrar su estirpe con sus ansias eternas.
Hermana del cantueso, del tomillo y romero,
cuando liban abejas tus corolas de flores,
tu peguntosa savia me atrae mientras camino
y hace menos agreste mi andar por el sendero,
que recorro gozoso llevando mis fervores
a la
Virgen que mora en un Cerro Divino.
De "Arena y Cal", junio 1996
Manuel
Pérez-Casaux Martínez (1929-2015)
MUCHACHAS QUE LLEVÁIS EN EL PELO...
Muchachas que lleváis en el pelo
quizás a pesar vuestro
clavellinas marchitas
y sueño de jazmines en los ojos;
buscadme en este bar de mi tertulia
bebiendo niebla y arreglando el mundo;
con la ayuda de sabios compañeros
seguro que al final será más fácil;
quisiera convocaros pozos de mi amargura;
montes ríos o valles aterrados
venid y unid al mío vuestro duelo mi tertulia
con sonar de tambores o con llanto;
mas tú pobre Manolo dónde irás
después de la tertulia
sin tiempo que heredar sin automóvil,
a lo sumo unas matas de geranio
y un plato una cuchara tu tesoro
la muerte y su tic tic en los relojes
y si acaso
y sueño de jazmines en los ojos;
buscadme en este bar de mi tertulia
bebiendo niebla y arreglando el mundo;
con la ayuda de sabios compañeros
seguro que al final será más fácil;
quisiera convocaros pozos de mi amargura;
montes ríos o valles aterrados
venid y unid al mío vuestro duelo mi tertulia
con sonar de tambores o con llanto;
mas tú pobre Manolo dónde irás
después de la tertulia
sin tiempo que heredar sin automóvil,
a lo sumo unas matas de geranio
y un plato una cuchara tu tesoro
la muerte y su tic tic en los relojes
y si acaso
un sobre de avecrén para
la cena.
LA CASA VACÍA
Los
vivos siempre somos
muertos desenterrados,
y por ello nos es ya familiar
todo cuanto madura con los siglos.
En la casa vacía he descubierto
fantasmas que sonríen,
que están mirándome a la cara
y no me reconocen, y en silencio
llenos de asombro pasan a mi lado
y mi rostro contemplo en los cristales.
Y mi pelo se va poniendo cano,
se repliega mi frente en la penumbra
y unos ojos que miran a la nada
también a mí me miran largamente
con luces de destierro o despedida,
y pienso que estoy vivo
porque esto en realidad aún no es la muerte
mas la casa vacía, en Sefarad
que a pedazos se cae poco a poco.
La otra vida jamás será como esta casa
y, a pesar de estos miedos
yo noto que descanso en una paz
que no sé si es de muerte todavía.
Lejos de Sefarad me estoy muriendo
y los huesos me crujen y los años
y pienso que es el fin que se anticipa.
muertos desenterrados,
y por ello nos es ya familiar
todo cuanto madura con los siglos.
En la casa vacía he descubierto
fantasmas que sonríen,
que están mirándome a la cara
y no me reconocen, y en silencio
llenos de asombro pasan a mi lado
y mi rostro contemplo en los cristales.
Y mi pelo se va poniendo cano,
se repliega mi frente en la penumbra
y unos ojos que miran a la nada
también a mí me miran largamente
con luces de destierro o despedida,
y pienso que estoy vivo
porque esto en realidad aún no es la muerte
mas la casa vacía, en Sefarad
que a pedazos se cae poco a poco.
La otra vida jamás será como esta casa
y, a pesar de estos miedos
yo noto que descanso en una paz
que no sé si es de muerte todavía.
Lejos de Sefarad me estoy muriendo
y los huesos me crujen y los años
y pienso que es el fin que se anticipa.
De Cartas a Sefarad (1993)
Mª.
Amparo Gordillo de Celis (1933-2001)
SONETO
Estoy sola y aquí. Tantas mañanas
de esperanza fallida. Tantos días
con colgaduras de recuerdos, mías
como la luz filtrada en mi ventana
Paredes de cristal por compañía
que parecen paredes de campana
y el badajo soy yo, sin alegría
tratando de las cosas cotidianas.
Afuera, gorriones piadores
y flores que cultivo por costumbre
tratando de apresar una belleza,
un pétalo que abre, unos colores,
que más da, para mi pesadumbre
solo una flor conmigo: la tristeza.
HOY PRIMAVERA Y LLUVIA
SILENCIO
HOY PRIMAVERA Y LLUVIA
Hoy primavera y
lluvia
marzo y nublado mediodía, a solas,
busco un camino
para mi esperanza
unos paisajes
nuevos donde la fe se aliente
un estanque
tranquilo, un arroyo, agua clara
donde el dolor se
bañe como un niño.
Inauguro señales,
banderas de victoria
sobre todas las
cosas que me hirieron un día
puñales de la memoria, quiero enterrarte ahora
bajo un prado
crecido de amapolas
apuntando hacia un
cielo de nubes amansadas.
Hoy, martes,
perfumado por vecinos azahares
acaparo el olor de
una alegría leve
como el vuelo de
un pájaro o de una mariposa
y pido a mis
sentidos un oficio de cofre
para guardar
instantes y a mi memoria un manto
que amortaje
recuerdos ingratos para siempre.
SILENCIO
Mi casa en la mañana es una barca
navegando en el mar de los silencios.
Afuera, pasan coches, ríen niños,
algún vecino adorna la mañana
con notas de una música estridente.
Me pongo a descifrar su melodía
y allí están, rojo vivo, los timbales
azul el piano, la trompeta negra,
amarillas las notas de platillos...
Tal vez un violín color de rosa
y aquí estoy yo, con mi silencio a cuestas,
el teléfono mudo, la puerta sin que suene
un timbre que me traiga un son amigo
pero el silencio es sólo una palabra.
El silencio absoluto no es posible
porque aun donde la vida se apaga poco a poco,
aun en los cementerios, la hierba abre la tierra
empujando hacia arriba la semilla que brota.
Eso implica una serie de pequeños chasquidos
y el viento entre los árboles murmura por los muertos
y se caen los pétalos de seda de las rosas
y los huesos se extienden buscando su postura,
desapareciéndose luego
para formar ceniza.
Hay un grato silencio en las playas vacías
pero vienen las olas con su canción de algas
y pequeños moluscos debajo de la arena,
se aseguran un hueco o el sustento diario.
En los bosques salvajes tampoco se percibe.
Aunque a primera vista, parezca que hay silencio
los árboles se envuelven con su manto de música
y de pronto, despliegan su vegetal caricia.
Se desprenden las hojas, apenas un chasquido
o un pequeño animal,
cruza por un sendero
buscando alguna presa que llevarse a la boca.
Es tan solo un instante, pero ya no hay silencio.
En el aire despliegan las aves sus dos alas
batiendo suavemente, la mañana o la noche
y un sonido de plumas que, apenas es sonido,
se esparce como el eco de un llanto que se vierte.
Hay un silencio vivo en los vientres gestantes,
donde los hijos crecen hasta tener su hora
el exacto segundo, previsto para ellos
que salen a la vida a ser niños, un tiempo.
Dentro de cada hombre, el silencio se entierra
se vuelve sentimiento para ser percibido.
Orgullo, amor y odio; emociones que existen,
ambición sin
palabras, ternura contenida
pero, aunque lo parezca, tampoco eso es silencio.
Dentro de mí, yo siento los recuerdos,
mi casa está en silencio y allí estoy yo sentada.
Desde fuera dirían que nada está ocurriendo
pero, desde el más leve crujir de la madera,
el silencio me habla sin cesar de otros días.
Mi boca está callada y parece que esté sola
pero el silencio es algo que me hace compañía.
Durante horas y horas, no se oye sonido
pero aquí, en mi sillón escucho los recuerdos.
Monótonos
recuerdos que ya no se renuevan
pero debo fingir que sigo mi camino,
sonreír y pensar que, aunque no lo parezca,
el Silencio no existe, lo aseguro.
TIEMPO DE GORRIONES
Vienen de aquí, de allá, de todas parte
a buscar la pequeña providencia
del pan que se les pone en la terraza.
Son como niños
en un patio abierto
donde no importa que la lluvia caiga.
Tienen el nido, yo no sé por dónde.
Se bañan en la taza de una fuente
o en cualquier charco que espejea el cielo.
Atraviesan la fronda como flechas
y luego, de repente, están a tu lado
en la arena pardusca del sendero
picando cualquier resto de merienda.
Siento sus trinos roncos de reclamo
y oigo el piar
menudo de las crías.
Trenzan sus vuelos un ballet de alas,
entrecruzan rutas siempre nuevas.
Oculta espectadora de sus vidas
no puedo ni decirles,
Muchas gracias
por vuestra involuntaria compañía,
porque me hacéis sentirme amable y útil.
Gracias por estos años de presencia.
Habéis atravesado el silencio
fronda yo, de minutos como hojas,
flechas con corazón, vosotros solos
y el mundo, de ventana para afuera
sin pararse a escuchar mis sentimientos
ni vuestros parloteos en la tarde.
Gabriel
Romero Romero (1944-2006)
EL
NIÑO
cándida promesa, inocente
agua,
luz incipiente, caliente
aroma,
cáliz prístino, brisa
temprana,
aurora que llega, sol que
empieza,
rayo que sale, fuente que
brota,
nieve de espuma, caudal de
risas,
sienes blandas, sonrisa que
habla,
tus mejillas son: coral de
carne,
torrentes de besos, en
suspiros
que hablan como una flor
abierta.
De Los
derechos del niño (1999)
LOS SUEÑOS
Sueño algunas veces
Con mis pensamientos,
Algunos felices,
Algunos funestos,
Algunos muy claros,
Algunos no entiendo.
No sé de la vida
Que en ellos encierro.
No sé lo que me dicen
Cuando me despierto.
Algunos los veo
Con ojos abiertos,
Laberintos claros,
Laberintos negros.
El sueño me dice
Y el sueño es lo cierto,
La vida se expresa
A veces en sueños.
Y dice las cosas
Que presiente el cuerpo
En luces oscuras
Allá en el cerebro,
Y yo me pregunto
A veces si es cierto.
El cuerpo es agudo
Y sabio por dentro.
Y dice peligros
Y dice consejos,
Y avisa deprisa
Y aconseja a tiempo.
Tenemos antenas
Sin poder saberlo,
Qué cosas más raras,
Que sabios misterios
Protegen la vida
Allá en el silencio.
De áMBITO de las Letras y las Humanidades, nº
13,
primavera-verano de 2012
MARÍA ROSA SALIDO (1949-2019)
SIEMPRE TUYA
Peregrina perpetua soy de aquella playa
y de esa
pasión que me llevó a tocar el cielo.
Esclava de
tu amor siempre seré
entre las
dunas moradas de mis sueños,
aunque
segura estoy que en tu mente no habito,
yo siempre
veo tu rostro en las estrellas
y tu cuerpo
entrelazado con el mío sobre la arena
escuchando
el murmullo de las olas y el viento
y la
discreta luna y el astro rey
plateando y
dorando nuestros cuerpos.
Porque tú
fuiste mi pasión en esta vida,
mi locura,
mi cordura y mi sosiego,
mi jinete de
mis noches y mis días,
de la mar de
la tierra y el cielo.
Voy regando
mi dolor por esta arena
convencida
de que no podré olvidarte
mientras que
en este mundo existan playas
y encima de
estas playas exista un cielo.
AÑORANZA
En el umbral
del pasado yo me encuentro
abrazando
momentos que vivimos.
La razón me
aconseja el retroceso
pues la
añoranza parte mi alma en mil añicos,
pero el
corazón no entiende de pasiones.
Yo quiero
revivirlos, estar contigo,
agarrándome
con uñas y con dientes
a aquel recuerdo
haciendo de este daño un buen amigo.
Y no me
culparé por recordarte.
Yo culpo a
mi memorias por ser fiel
y por no
abandonarme en mi camino.
AMANTES
EN LAS SOMBRAS
Muchas
veces te recuerdo, muchas veces,
con
nostalgia y dolor al mismo tiempo
me
acuerdo de aquellas citas clandestinas
como
ladrones o cazadores furtivos
robándonos
amores mutuamente,
robándonos
caricias y lamentos.
De
esos besos prestados, de esos abrazos,
de
esos torturados deseos compartidos.
no
nos pertenecían, éramos conscientes
porque los dos sabíamos de antemano
que
aquel amor fue como una barca
a
la deriva, que nunca llegaría
[a ningún
puerto.
Siempre
mirando tu reloj que te avisaba
el
regreso al hogar que no era el mío.
Aunque
a veces lo recuerdo como un sueño,
sé
que fue realidad aquel amor,
porque llevo el molde de tu cuerpo entre mis manos
y
el olor de tu piel en mis sentidos.
Tú
me hiciste revivir la primavera
y
el despertar de mi alma adormecida.
Aunque
hace tiempo ya de aquella historia,
yo
sigo recordando con dolor,
el
sabor de tus labios con los míos
y
la comunión de tu cuerpo con mi cuerpo.
Si
a revivirlo de nuevo me invitaras,
de
nuevo volvería a estar contigo,
aunque
me hiriera de muerte esta locura
pagando
con mi vida el revivirlo.
REVISTA PLéYADE, Revista número 15
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