Via Appia, Roma (Internet)
LA ETERNA PREGUNTA
Me concentro en silencio y en lo oscuro.
Del corazón, oigo el latir apenas.
Soy un ave con cuerpo por cadenas.
Soy un ala que lucha contra un muro.
Quiero ser sólo pensamiento, y puro,
pero siento la sangre por mis venas.
Quiero olvidar anécdotas y penas,
pero el vivir me agobia con su apuro.
Mi espíritu recorre galerías
de este cuerpo por cuyas travesías
se pierde y nunca sale del enredo.
¿Qué hay detrás de esta carne empecinada,
liberación gozosa o pura nada,
mientras nos punza la esperanza o el miedo?
De Cancionero memorial (1981)
Cipreses (internet)
GRAVE CIPRÉS, VELETA FUNERARIA...
Grave ciprés, veleta funeraria,
¿es un sarcasmo tu señal al cielo?
Silencioso ciprés, ¿eres consuelo
y símbolo tal vez de la plegaria?
Capa de luto, torre visionaria
de una esperanza para el desconsuelo,
¿es ironía tu luctuoso duelo
de muda plañidera imaginaria?
¿Qué hay arriba o detrás de tu espesura?
¿Se queda en ti el espíritu enredado
o vuela a las mansiones de la altura?
¿Qué a morir haya sido yo enviado
y no sepa en qué muerte ni en qué estado
luego he de verme tras la sepultura?
Grave ciprés, veleta funeraria,
¿es un sarcasmo tu señal al cielo?
Silencioso ciprés, ¿eres consuelo
y símbolo tal vez de la plegaria?
Capa de luto, torre visionaria
de una esperanza para el desconsuelo,
¿es ironía tu luctuoso duelo
de muda plañidera imaginaria?
¿Qué hay arriba o detrás de tu espesura?
¿Se queda en ti el espíritu enredado
o vuela a las mansiones de la altura?
¿Qué a morir haya sido yo enviado
y no sepa en qué muerte ni en qué estado
luego he de verme tras la sepultura?
De VELO RASGADO (2001)
Cementerio de San Fernando (Cádiz)
INTENTO DE UNA DESPEDIDA
¡Y quiero ser otro, y quiero
tener
corazón, y brazos
infinitos,
y sonrisas
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
J. R. Jiménez
Guardián
del camposanto, plañidera silente,
ciprés
te me figuras protector de los muertos.
Hoy
la tarde es un barco de sombras desguazado
cuyo
reposo humea detrás del cementerio.
(En
tus manos, cerrados alicates, oh olvido,
un
ser querido aquí en tus desvanes dejo.
Uno
más que cabalga por llanos de ceniza
en
la grupa invisible del marmóreo silencio.)
Casa
de una conciencia, barro que a amor nos huele
ha
sido entre nosotros el desterrado cuerpo.
Tatuaje
de anécdotas grabaron en su alma
esbeltas
fantasías, andamiaje de sueños.
¿Será
la carne humana máscara de un enigma,
la
torre indescifrable de un imposible reino?
Moldeada
en el magma de un vientre cuando sale
al
mundo, éste no sabe de su origen tan tierno.
La
carne, que no tiene más escudo que el paso
que
da un día tras otro en palestra de riesgos,
es
la carne que ama, es la que carne que sufre
pagando
con vejez y desánimo el diezmo.
Después
viene ese impune criminal que es la muerte,
señora
de confines, nos condena a su predio.
Dueña
de camposantos, grafitera de fechas,
reduce
lo que somos a ras de un breve hueco.
Las
lágrimas son más que cristales que queman
y
el llanto más también que este sacudimiento.
Con
el pasar, se agrieta la memoria, se astilla,
se
marchita en rincones de amarillos recuerdos.
Pero
cuando se alargue como un río en estiaje,
paciencia
presidiaria, como a tientas el tiempo,
la
añoranza de ti se irá desgañitando
y
el vacío será incansable sendero.
Cualquiera
pensaría que, boca del consumo,
tiovivo
de viajes, no te llevaré dentro.
Porque
la vida hoy llena está de sobornos
y
con frivolidades se afana en distraernos;
porque
los muertos son presencias intangibles,
ausencias
invasoras como invisibles cercos;
porque
los muertos hablan, viandantes de las sombras,
rubrican
en la nada renglones inconexos.
La
vida estalla a ciegas, venero inagotable,
proa
que embiste a todos los obstáculos, cepo
de
ilusiones también, nunca mira hacia atrás
y
avanza por el mundo con plurales asedios.
Humean
los cafés de coloquios y risas.
Son
hervores los cines con albricias de estrenos.
Hacen
las discotecas más fugaces las horas
y
partea la aurora un mundo siempre nuevo.
Las
sábanas nocturnas, islotes de descanso,
a
pesar de lo oscuro, tienen fulgor espléndido.
Sucede
a la palabra el abrazo, las cepas
de
unas uvas de amor para esos ratos ebrios.
Mientras
tanto, los muertos, ahijados del ciprés,
padres
de sus cenizas, ya no están al acecho
de
los ojos rapaces de la envidia, felino
tras
la mirada, mudo reventón de deseos.
Mientras
tanto, ya sois paréntesis de fechas,
jirón
de remembranzas, interrogantes densos,
ayeres
congelados, lejanía de nombres,
pero
nunca hilos rotos de este ovillo que envuelvo.
Ya
no oigo tu voz, estuche de ternuras,
en
la que los vocablos se acunaban tan frescos.
Acorde
de tus labios, hilo vítreo tan frágil,
tu
voz era cobijo para arrullar mi asueto.
Y
tu mano, cayado que era del desaliento,
lazarillo
de amor para andar por el miedo,
cadena
de quehaceres, acueducto del agua
que
empapaba la lengua de todos mis esfuerzos...
Debilidad
sin báculo, naufragio en la impotencia,
casa
con deterioro se hizo tu cuerpo enfermo.
La
vida con carcoma nos envenena el gozo
y
nos hace manjar de los fúnebres cuervos.
Y
es que el dolor corpóreo es un garfio en la carne,
la
guerra silenciosa que resuena en los huesos,
huésped
indeseable que nos trae billete
para
hacer un viaje a donde no queremos.
Fortín
inexpugnable fue aquella tu paciencia,
coraza
sonriente para un soldado enhiesto,
lago
de las quietudes, remanso de las horas
tullidas
de un ocaso que dejó de ser bello.
La
película acaba:The End de
soledades
furtivas
entre penas, mi espacio recomienzo,
y
me voy, pero, ¿adónde?, si cuanto más me aleje
más
aún en repliegues de este ahora te tengo?
De Historias asonantes (2008)
Dibujo de Emilio Delgado Márquez
TRAMO FINAL
Le has quitado a la vida su amenaza.
Su miedo indefinido es ya rutina.
Antes, sobre tu vida, era una maza,
una sentencia como guillotina.
Estás libre y tu mente se solaza.
Mira el mar, el estero, la salina.
Mira el mundo jugándose su baza
de alegría y dolor en cada esquina.
Una paz como nunca te acompasa.
Tu sangre, más madura, más tranquila
El Tiempo, rudo e inexorable, arrasa.
La memoria el placer y el pesar hila;
mas sé noble aunque todo muere y pasa
y sonríe al morir que te aniquila.
De El río que no vuelve ni se para (2001)
(Tomado de internet)
NUEVA CONCIENCIA
Sé que he muerto y me olvido de quien era
cuando un huésped del mundo me llamaba,
el que sufría como disfrutaba
y, como al mayor bien, a amar se diera.
Sé que he muerto y me busco la manera
de ser aquel que, vivo, imaginaba
mundos en los que ayer se recreaba
y con palabras se los describiera.
Los lazos con la tierra ya he olvidado.
De temor y esperanza desnudado,
subo a un mástil de incógnitos anhelos.
Ahora soy de verdad lo que quería:
un espíritu que encaminaría,
ya libre, su timón a un mar de cielos.
De Tránsito onírico (2014)
PASEO POR EL CEMENTERIO
Crepúsculo en soledad, de Lutgardo Fernández Frías
Bullicio silencioso en la huesera.
Ayes de pena y gritos de ventura.
Se juntan la fealdad y la hermosura.
Odio y amor en tanta calavera.
Aquí se hacina la ciudad que era
mendiga y ricachona, atea y cura,
astuta y necia, frenesí y cordura:
¡todos banquete de la gusanera!
Oigo el pasado. Ved a lo que llega
la pasión de vivir, que empuja ciega
su historia hasta el a ras de escalofríos.
Pasarán años, gentes y sucesos,
y otro se parará, verá esos huesos
entre los que estarán también los míos.
DE LA MONTAÑA ÓNTICA
(2013)
FIGURACIONES
(De cómo, tal si fuese una alucinación, el
espíritu,
todavía cautivo
en el yo físico, se anticipa a su
proyección astral después de la muerte.)
(Intenet)
Anduve por la playa solitaria
y vi a mi doble andando por la espuma.
Anduve por la arena, oí en la bruma,
y lejos, una brisa campanaria.
Anduve por la orilla hospitalaria
y me sentía nube que se ahúma.
Anduve como el día que se esfuma
y se ve ya agonía luminaria.
Era la tarde como red sombría
con el color de la melancolía
y echada sobre el mudo litoral.
Pero entre niebla y luces estoy cierto
de que aquel paseante era yo, muerto,
aunque en un cuerpo evanescente, astral.
DE VELO RASGADO (2001)
Anduve por la arena, oí en la bruma,
y lejos, una brisa campanaria.
Anduve por la orilla hospitalaria
y me sentía nube que se ahúma.
Anduve como el día que se esfuma
y se ve ya agonía luminaria.
Era la tarde como red sombría
con el color de la melancolía
y echada sobre el mudo litoral.
Pero entre niebla y luces estoy cierto
de que aquel paseante era yo, muerto,
aunque en un cuerpo evanescente, astral.
DE VELO RASGADO (2001)
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