POEMAS CULTURALISTAS
Hegesias, filósofo de la escuela cirenaica, derivó desde el hedonismo hacia un pesimismo extremo. A Hegesias lo llamaban
"El Predicador de la Muerte". Exhortaba a los hombres al suicidio y fue por eso encerrado en la cárcel por Ptolomeo Lago. Escribió Sobre el suicidio por el ayuno.
Yo sé que estoy por un azar aquí,
pues me parió la tierra irresponsable.
Vivir —sabéis— no es un oficio amable,
ni un don como se dice por ahí.
Hay que echar mano de ilusiones y
olvidar lo crüel e inexplicable.
Pero el dolor es siempre insobornable,
y el gozo, fugitivo y baladí.
Nada endulza el sabor de la experiencia.
En su balance, amarga es la existencia
y un ¿para qué? le pone broche y cierra.
Mas, menos mal que tiene fin la historia,
y el Tiempo ha de comerse la memoria...
La memoria terrible de la Tierra.
De Viaje a los silencios sin retorno (2010)
RUTEBEUF
"No sé por dónde comenzar, tan abundante
tengo la materia para hablar de mi pobreza..."
RUTEBEUF: Dicho de la pobreza de Rutebeuf.
Heraldo y pregonera de mi llanto,
lágrima mía, escarcha de tristeza,
moneda mía única, oxidada
que saco del hondón de mi penuria,
del fondo de un bolsillo de mi pena.
Cuando llueves fluvial por mi mejilla
le pido a Dios que seas manso arroyo,
pequeña urna del sol, vidrioso estuche
donde va un historial desposeído
que disimula un triste contrabando
y se guarda el lamento tras los dientes,
reja y prisión de gritos y verdades.
Lágrima mía, débil patrimonio,
riqueza personal e intransferible,
agua de un manadero de vergüenza,
un vergonzoso y clandestino río,
diminuta tormenta que me azota
en mi islote de yermo y soledades,
enamorada esposa, fiel amigo.
Sirve de estrella a reyes y poetas
e indícales que nada hay tan privado,
tan sincero quizás, tan perdurable
como tú, lenta lágrima elocuente,
desnuda identidad, frágil sustancia
que en la piel pone rúbrica nerviosa
y apresurada de lo más humano.
De Un resplandor antiguo enciende hoy mi memoria (1987)
DANTE SUEÑA CON BEATRIZ PORTINARI
"Un espíritu amante que dormía…"
Dante Alighieri: Vita nuova. Cap. XXXIV
Más de una vez la he visto y la he tenido
en la confusa imprecisión de un sueño,
y he vuelto a ser su esclavo y ser su dueño,
y otra vez la he ganado y la he perdido.
Entre sombras después la he perseguido
y se ha frustrado en la ansiedad mi empeño,
y si me ha oído lamentar mi ceño,
con su aproximación me ha complacido.
En la fiebre, en la lucha, en la porfía,
en el ir y venir y en el jadeo
del cansancio esa ha sido mi alegría:
que si en la realidad no la poseo,
en la inmortalidad de mi deseo
y en lo breve de ensueño ha sido mía.
De Un resplandor antiguo enciende
hoy mi memoria (1987)
AMOR-ODIO DEL SIGLO DE ORO
De todo estudiante de literatura es conocida la rivalidad entre estos grandes poetas españoles del Siglo Áureo. ¿Quién les iba a decir que, andando el tiempo, estarían juntos como dos gigantes de nuestras Letras en todos los estudios y antologías poéticas, tal un mano a mano de la grandeza literaria en lengua española? Que estos sonetos sirvan de humilde homenaje de quien les debe tanto por su enseñanza y deleite.
A su regreso a Córdoba-1626-,
Góngora se afirma en su definición del amor
La dulce boca que a gustar convida.
(Soneto 1584)
Que será boca o dádiva de fresa
goteando su aljófar confidente,
diminuto panal adolescente
que da la miel después de la promesa.
Ciruela en erupción, si no frambuesa
-vencido o roto espino resistente-;
o joyero carnal, dulce o mordiente
donde sangra rubíes quien la besa.
Que será boca o gárgola de goces
donde el labio arderá con que lo roces,
espiral de un inmóvil desenfreno.
Pero, cuando es la boca árida historia,
ese amor es rastrojo en la memoria
“y sólo del amor queda el veneno”.
De Los espejos preferidos (1999)
Durante sus últimos días, Francisco de Quevedo
medita en su Señorío de la Torre
Pasa la vida: un viejo prisionero
amargado por óxido y cadenas.
Tiene una larga cicatriz de penas
su memoria de hiel y bajo cero.
No habla de amor: se le secó el venero.
No canta: están desiertas sus verbenas.
No desea: no hay sangre ya en sus venas.
No llora: ríe de su desespero.
Es como un monumento de experiencia
para todo el que llega y la visita.
Pero no queda nadie escarmentado.
Que a pesar de que es polvo la existencia
y toda frustración se desgañita,
"polvo será, mas polvo enamorado".
De Los espejos preferidos (1999)
medita en su Señorío de la Torre
Pasa la vida: un viejo prisionero
amargado por óxido y cadenas.
Tiene una larga cicatriz de penas
su memoria de hiel y bajo cero.
No habla de amor: se le secó el venero.
No canta: están desiertas sus verbenas.
No desea: no hay sangre ya en sus venas.
No llora: ríe de su desespero.
Es como un monumento de experiencia
para todo el que llega y la visita.
Pero no queda nadie escarmentado.
Que a pesar de que es polvo la existencia
y toda frustración se desgañita,
"polvo será, mas polvo enamorado".
De Los espejos preferidos (1999)
DESPUÉS DE FALLECIDOS SU
HERMANO ANTONIO
Y SU MADRE, MANUEL MACHADO LLEGA
A COLLIURE Y MEDITA ANTE LA TUMBA DE ANTONIO
Bajo este cielo gris, y
como huidiza
esta
mirada hurtándose a los datos
terribles
de tu losa funeraria,
Antonio,
no sé cómo me sostengo
en
pie cuando me cercan como tropa
amenazante
los recuerdos.
Pido
a
los cielos me sea leve el trance
del
asalto a la almena de mis sienes
de
tantos años, tantos versos juntos
que
mellizos de gozos nos hicieran
a
los dos entre viejos bastidores
de
teatro —“La Lola,
La duquesa, Julianillo,
Mañara,
Las Adelfas, La Fernanda
o
bien El hombre que murió en la guerra…”-—,
las
noches del Madrid que todavía
cantaba
chulapón y zarzuelero,
en
plática contigo y los amigos
en el Café Español, el de Varela,
la tertulia de Arranz y los ensayos
en los viejos teatros —el Princesa,
el de Reina Victoria, el Español
o La
Comedia, con Ricardo Calvo,
la
Xirgu,
la Membrives,
la Guerrero.
Después vinieron días de zozobra
y también de esperanza que cegaron,
igual que a un manantío, los violentos.
Como si recordara los embates
del oleaje en una gran tormenta,
así vino, incivil y descarnada,
la guerra que enfrentara a los hermanos.
Envuelto
en una niebla disidente
te
veo, Antonio, amante insobornable
de
una España más justa “que alborea
con
un hacha en la mano vengadora,
España
de la rabia y de la idea”.*
Pero,
mayor deudor de mi pasado,
vi
en el retorno de las tradiciones
la
quietud de aquel mar tempestuoso
(“ ¡Ay del pueblo que olvida su pasado
y se entrega a insensatos desvaríos…!“*)
Sin
embargo, aquel pánico que a todos
los
españoles nos zarandeaba,
me
motivó a escribir versos que luego,
aclarada
la niebla del espanto,
sepulté
en el hondón de la memoria
como el elogio al sable del Caudillo,
que ahora en los recuerdos se me clava.
Aquel viaje a Burgos con
Eulalia*
nos separó en el cuerpo para siempre…
Domado
este dolor igual que un toro
rebelde
que detesta la divisa,
así
mi corazón acepta y muerde
el
destino y su oscuro desconcierto,
que
te dejo en la losa como un ramo
de
mis mejores flores: mi tristeza,
que
me acompaña como antaño fuimos
de
verso a verso y de café a café,
enredados
los dos en los asuntos
de la Talía
airosa y andaluza
y en los viejos recuerdos
de Sevilla
el Palacio de Dueñas, nuestro padre,
maestro que nos dio a beber la copla.
el Palacio de Dueñas, nuestro padre,
maestro que nos dio a beber la copla.
Puedo
decirte lo que tú una tarde
dijiste
al borde de la sepultura
en
duelo silencioso a un buen amigo*
(“Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa;
larga paz a tus huesos.
Definitivamente
duerme un sueño tranquilo y verdadero.”*
Campos de Castilla, poema CXXXV
Sonetos tradicionalistas
Su esposa
Antonio Machado y Álvarez, su padre
Campos de Castilla, poema CXXVI
De Lámparas votivas (2007)
Portada del libro Premios de Poesía Alcaraván
FABLA EL CABALLERO A LA MUERTE ANTES DE SU
INVOLUNTARIA ENTREGA
Se va apriessa como un sueño.
Jorge Manrique
Corceles incoloros con sus bridas
de anécdotas
los días, emborronan horizontes de
olvido.
Monótonos jinetes de unas viejas
costumbres
las horas, espolean sus menudas
historias,
y el círculo del tiempo disimula
sus giros
dando a sus arcaduces variedad de
rumores.
Detener nuestro vuelo y asentar
nuestras alas
como las mariposas sobre los
girasoles.
Paladear demoras, tardanzas y
abandonos
con esmero de abejas elaborando
mieles.
Caminar minuciosos igual que las
hormigas
merodean avaras sus densos
termiteros.
Licuar nuestros instantes con el
pasmo lentísimo
que hace espesa y tardía la gota
de la breva.
Como si los relojes fueran
precipitados
de pronto en un abismo de eterno
mediodía.
Mas no basta tampoco que la tierra
se pare,
arda su perihelio de gozos
veraniegos,
o embellezca los yermos con
invernales nieves,
dance la primavera con su coro de
vírgenes,
o el otoño convierta en laúdes los
álamos.
Ni el caballo enjaezado con
dorados arneses
desbaratando los arabescos
fingidos
del rocío en mañanas de titilantes
prados
persiguiendo mesnadas del Marqués
de Villena,
o entre los alborotos de los
cercos de Uclés;
ni el paje con atuendos de la rica
Florencia
escanciando Burdeos a prelados y
damas,
donde, dulce y señero de amables
artificios,
un trovador (¿de origen provenzal
o romano?)
florea con preludios de música y
escolios
las cuitas de Petrarca cuando a la
tarde anima
un cortejo de nimbos suntuosos de
Poniente
a la hora olvidada (¿por qué no si
es la última?)
de austeros parteluces y de
esbeltas vidrieras,
de cánticos sombríos, responsorios
e incienso.
No baste que recuerde la paz del
scriptorium
guardado por los gruesos,
confidenciales muros
donde crece una planta de tristeza
secreta
que he regado mil veces con mi
propio silencio
en la ausencia oportuna de
Guiomar.
No, no basta
pensarme revolviendo antiguos
manuscritos,
pergeñando la esgrima, o errante
por el patio,
o en un grave coloquio con mi
padre, el Maestre,
mientras la amanecida incendia las
almenas
y trompas y timbales pregonan la
batalla.
A pesar de que invaden mi memoria
los hechos,
nada llena este pozo que me cava
la muerte
con su atroz picotazo de
implacable cuervo.
Granada apedreada mi cabeza,
sostiene
una ya frágil cristalería de
afanes
que el golpe del instante postrero
me hará trizas.
Como un tigre excitado mi cuerpo,
manantío
de una sangre aturdida por óxidos
de penas,
se adelanta al envite del cruel
desenlace
y forcejea contra su red de
desaliento.
No es la zarpa de un odio contra
Garci-Muñoz,
sino un garfio impotente lo que
extiendo al vacío
que se llena de todo mi pasado en
tumulto.
Pero nada me basta, y es que ansío
la vida
como una hiedra trepa por
contornos inhábiles.
Vivir, vivir ahora cuando el aire
se enturbia
con el humo pesado del fatal
vaticinio,
ensucia y rompe mis gavillas de
esperanza
y presagia epidemia de adioses en
mi boca.
Mas no serán arreos ni pendones ni
escudos,
ni títulos ni emblemas ni campos
ni apellidos,
ni el murmullo que aventa el paso
de los días,
sino estos versos míos sangrantes
que en mi pecho
aldabonean fieles y finales lo
mismo
que nuestros testimonios, los que
en vuestras memorias
seguirán de mí hablando después de
que yo habite
el espacio piadoso que me asigne
la tierra.
Premio de Poesía Alcaraván 1979, editado en el volumen Los Premios Alcaraván de Poesía (1953-1996), bajo el cuidado de Antonio y Carlos Murciano. Edición del Excmo.Ayuntamiento de Arcos de la Frontera
PRÓXIMO A SU MUERTE, EL POETA
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
RECUERDA EL DESPERTAR DE SU VOCACIÓN POÉTICADescansa, buey echado el mar del sur,
y es tensa, azul su vibración redonda.
Como yelmos de cinc es la marisma,
soldados muertos boca arriba lucen
brillantes pechos de aluminio ardiente.
Polvorientos, se duermen los olivos
en esta hora cenital del día,
reinado en plenitud de un sol severo.
En almohadón de una sutil calima
Moguer duerme. Los patios, en silencio.
Acaso algún canario en sombra canta,
cansino y fatigado su gorjeo.
cansino y fatigado su gorjeo.
En su fiebre de muerte, aquella niña llama:
–“¡Platero, Platerillo, Platerucho…!”
“¿Dónde está el niño tonto con su madre
en su puerta en la calle san José,
dónde la niña tísica que espera
a la muerte y riendo, blancos dientes,
dónde Darbón disimulando el llanto
si recuerda a su niña cuando mira
al cementerio, dónde el gitanillo
que grita: “Si ese burro fuera mío…”,
y la loca Aguedilla que me trae
hasta mi puerta moras y claveles…!”
y golpea las láminas del aire.
Los élitros son dueños de la siesta.
Todo está dentro de una red dorada,
pero mayo es doncella de hermosura
y me lleva del brazo a mi escritorio
y en él contemplo mis primeros libros,
y luego hacia el exilio me encamina
con Zenobia y los versos posteriores.
Mi soledad sonora* se agiganta.
Soy, entre piedra y cielo*, un mirlo
amado.
Soy un dios deseado y deseante*
Es ya celebración todo el recuerdo.
para esta hora última y cimera:
*"Tiene el alma un descanso de caminos
que han llegado a su único final".
*Alusión a títulos de obras de
J.R.J.
*Versos finales del poema “Su sitio
fiel”, del libro La
estación total de J.R.J.
Finalista en “Certámenes Literarios de la Universidad Popular
de Alcorcón” 2004-2006, recogido en el volumen de esos años.
poema CXXXV.
*Sonetos
tradicionalistas.
*Su
esposa.
*Antonio Machado y Álvarez, “Demófilo”.
*Campos de Castilla, poema CXXVI.
De Lámparas votivas (2008)
LA
ATORMENTADA DUDA
SOBRE UNA REFLEXIÓN:
¿O DEMÓCRITO O ANAXÁGORAS?
Ninguno de nosotros nada
sabe de nada; ni
siquiera
esto mismo de si sabemos o no sabemos,
ni sabemos
que sabemos o que no sabemos.
Metrodoro
de Kío: Sobre la Naturaleza
Abro otra vez los ojos y los átomos caen
detrás de la ventana del pensamiento oculto.
Van cayendo los átomos como una eterna lluvia
monótona y oscura, como un plúmbeo mazazo
sobre la gran cabeza del vacío infinito.
Tiemblo al ver cómo caen estas briznas de vida
que se trenzan o agrupan con engarces fatales.
Y no hay razón que impere con su justa balanza
ni una mano
benigna endereza caminos
o entreteje el tapiz cual paciente hilandera.
Siguen, siguen cayendo impasibles los átomos.
Son los únicos dueños de todo el universo.
Urdimbres de
elementos veo como en telares;
forman seres lo
mismo que hábiles alfareros.
Seres que son
crisálidas de otros más complicados,
un mundo, en
suma, un mundo cotidiano, mordido
como vieja manzana por
los dientes del tiempo.
¿Hay una inteligencia que modela este barro
y le sella un sentido, un papel en el duro
teatro que es la vieja y maternal materia?
Tan solamente veo detrás de los cristales
de esta atroz y tenaz incertidumbre a oscuras,
como viera Demócrito, torbellino de átomos,
como viera Anaxágoras, una red bien urdida.
DE
REGRESO DE TRÓADE CON LAS CENIZAS DE SU HERMANO,
EL
POETA CATULO, PRÓXIMO A SU FIN, SE ESTABLECE JUNTO
AL LAGO GARDA
Deja, pobre Catulo, de hacer locuras;
Da por perdido lo que ves perdido.
Da por perdido lo que ves perdido.
Catulo: Poema VIII
Frente
al lago mi vida es ya remanso,
mas
los recuerdos llegan, se me posan
en
el hombro de mi resignación,
fortalecida
como un viejo yunque
donde
el sordo dolor ha golpeado,
martillo
tan brutal mi hermano muerto.
Con
él me viene la niñez, rumores
de
los días volátiles, felices
en
mi casa, las huellas florecidas
por
hombres que pisaron sus umbrales
(recuerdo
al admirado Julio César,
pero
diana de mis agrios dardos);
mis
amores con Lesbia, el pajarillo
el
que con llanto amortajó en sus manos
y
mi locura de doncel por ella,
amor
con tempestades por palabras
que
encresparon las olas de mis versos
(mejores
que los otros, esculpidos
en
el mármol helénico, homenaje
a
la moda, vasallo yo del canto
que
fue torneo, afán de maestría).
¿Dónde
están mis amigos de Verona
con
los que fui anfitrión de tantas noches
trotadoras
amores deshojando
y
humedecidas con el ronco vino
que
embriagaron los versos más mordientes?
Sólo
me queda la memoria ruda,
casi
tirana de las horas quietas,
cansadas
como yo, que paz le pide,
que
calma ruega al lago, amigo mudo,
y
me enseñe a morir con mi silencio.
De La arcadia de Narciso
(2008)
UNA
VEZ ACABADO EL POEMA QUE DEDICA A QUINTO DELIO, HORACIO
MEDITA SOBRE El TRASFONDO SUBYACENTE EN ESOS VERSOS
MEDITA SOBRE El TRASFONDO SUBYACENTE EN ESOS VERSOS
La urna da vueltas para todos.
Horacio: Carmina II 3
Es cierto, Delio el miedo es como cueva
oscura
[y el morir, insondable precipicio.
Echando
la mirada atrás, ¿qué miras
[con
pupilas deudoras
de amor y placidez, sino la casa,
amplia y suntuosa, esmeraldino bosque, rosal
incandescente,
[jardín como donceles y doncellas,
ubérrima la granja que la
lengua del Tíber roja lame,
el
oro que acaricias como rubia cabeza de una amada
en
el Beatus ille de un Locus amoenus?
Y todo pasará a tus herederos
[como inerte el arroyo
resbala por
las peñas, y lo disiparán posiblemente
emborronando el
bienestar, las risas
[de otras generaciones
tu
recuerdo perdido en lejanías...
Pero eso a ti no debe echarte encima
clámide
de tristeza; al contrario,
desnudo
de todo cuanto ata y lisonjea,
recuerda lo que somos: un puñado de átomos,
y como busto que se cae al sucio y bajo suelo
y
hecho añicos nos duele,
un día se dispersan y vuelven otra vez al ignoto
vacío.
Que el olvido con niebla compasiva
no
nos haga olvidar que la vida y la muerte
[son siamesas,
son
anverso y reverso de esa moneda
[que llamamos mundo
y
es lección que jamás aprendemos, oh Delio.
Pero para consuelo
[de tanta soledad en ese instante
en que el hado
nos corta las amarras
y nos impulsa, a ciegas,
[mar adentro de lo desconocido,
te diré como
dijo el maestro Epicuro:
"Mientras estamos vivos, la muerte no
ha llegado;
cuando la muerte
llega, ya nosotros no somos ni
existimos".
De
La arcadia de Narciso (2008)
CLAUDIANO,
AUTOR DE EPITALAMIOS, ENTRE OTRAS COMPOSICIONES,
EXHORTA EN UNO, DEDICADO A UN
AMIGO RECIÉN CASADO, A QUE DESAFÍE
A LA FATALIDAD EN ESA NUEVA VIDA QUE LE
ESPERA
CON SU FELICIDAD
Y SUS INCERTIDUMBRES
A él, ni lo
zarandea lafortuna con incómodas aventuras...
Claudiano:Carmina minora
Fabio, nunca te
inquiete la tormenta,
ni tampoco te
asuste la sequía.
Guarécete en tu
casa con tu esposa
y al calor de tu
lar que te cobija
e hilvanas en
tertulia sosegada
palabras
fraternales o amatorias
como si ese
momento fuese el último.
Verás amaneceres
como fresas
menudeando en
pórticos e impluvios
y ocasos como
espigas que amontonan
su amarillez
temblando con el viento.
¿Está la vida
escrita?
¿Somos manos
de una fatalidad
que nos emplea
para escribir su
historia?
Mira arriba
las águilas, su
cúspide de vuelo.
Vendrá el dolor
con escondidas garras
y los malos momentos con sus hoces
decapitando
torres de alborozo,
pero tú seguirás
con la sonrisa
en alto como
alegre gallardete.
Como Narciso,
mírate en tu espejo
de las
celebraciones donde fulgen
igualmente
derrotas y victorias.
En ti empieza y se acaba el mundo, el tuyo.
Todo está en ti,
tu ayer y tu mañana,
la palanca jovial
de tus poderes
y el socavón de
tus debilidades.
Pon en el vino de
tu desposorio
tu propio corazón pleno y granado
de experiencias y bébete la vida
y sus enigmas en un solo
trago,
pues es breve cl
vivir que nos sostiene
y en orfandad de
dioses transitamos,
mas por eso
olvidémonos del Hades.
Besa a tu esposa,
Fabio, en esta hora
en que la tarde
con violados dedos
roza nubes,
pinares, lejanías,
y que ese beso sea una mañana,
un ramo de ilusiones en la boca
del azar, que es amante traicionera.
Que este poema te
acompañe siempre
y él te sea tu
espejo emocionado.
De La arcadia de Narciso (2008)
IMITACIÓN ANACREÓNTICA EN
UN MANUSCRITO BIZANTINO
AÑADIDO A LA ANTOLOGÍA PALATINA
DE CONSTANTINO
CEFALAS
Si la vida es
azar, si se aúnan los átomos
y determinan hombres que viven en la niebla
de las incertidumbres, solos bajo los astros
y
dioses impasibles, ¿para qué la caverna
y
las sombras? *
Salgamos a donde el aire brilla
lúdico
y pasajero, ebrio de sol y añiles,
y
admiremos no obstante, que a pesar de lo vano
que
es todo lo existente, aún nos queda la risa
y esta copa de vino y este amor que me ofrecen
tus besos como boca de búcaro con fresas.
Nota: La caverna y las sombras: alusiones a la metafísica platónica.
De La arcadia de Narciso (2008)
POEMA X
V
Mientras esté permitido, feliz en las cosas
agradables.
Horacio
“Bebe, humano, este vino y goza de esta mesa”,
que es verso ya trivial, pero de buen bocado,
me ciñe por el brazo, anfitrión generoso,
y soy de este salón privilegiado huésped
donde una flauta anima a la melancolía,
que el otoño incinera tras de los ventanales.
Mas qué importa el otoño si el amor aquí es dádiva
igual que los fruteros, que los besos, los vinos...
El instante -ah, el instante- nos pide como un náufrago
que retengamos todos sus anhelos de vida
y rompamos amarras con el ayer difuso,
y el temor de un futuro que acecha en lejanía.
Así que, en este islote de la plática, alcemos
la copa de la risa y el fulgor de la idea,
pues salimos a flote de la espesa rutina,
y vivir es un zumo que extraemos del mundo
con esta inteligencia, celemín en devanes.
Inteligencia, lámpara que el temporal agita
en el barco del cuerpo, juego para tormentas.
De Jardín para reposo de viandantes (2008)
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