sábado, 21 de marzo de 2015

BREVE ANTOLOGÍA MODERNISTA (ELEGIDA POR EL AUTOR)







Biografía de José María Vargas Vila sobre Rubén Darío. 1917




1912. Reunión de poetas y escritores en la Academia de la Poesía




FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN (1855-1943)

Este autor no pasa por ser poeta modernista. pero en su cronología cabe 
ese movimiento literario.
Así que pudo serlo, aunque fue fiel al realismo decimonónico.
    


ANHELOS


Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.


Viento quisiera ser: en noche umbría
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara,
y mi vida en la tuya infundiría.


Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor, ¡oh, estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!


Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser, y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.





A UN BIEN EFÍMERO

¡Oh inesperado bien que a mí viniste!
¡Cómo en mi corazón te aposentaste,
y en céfiros efluvios lo inundaste,
y en un mar de delicias lo meciste!


Pues en tu fuego el alma me encendiste,
¿por qué, al irte, encendida la dejaste?
Para durar tan poco, ¿a qué llegaste?
Y si llegar te plugo, ¿por qué huiste?


Relámpago fugaz, ¡oh, bien!, has sido,
que aun no del todo el fulgurar se advierte,
cuando ya es apagado y fenecido.


Pero aún así bendeciré mi suerte,
¡oh, bien!, porque perdiéndote he perdido
el receloso miedo de perderte.



 SALVADOR RUED (1857-1933)

 La cigarra

Silencio; es la cigarra, la doctora,
la que enseñó a Virgilio la poesía
y dio a las viñas griegas su armonía
cual bordón inmortal de luz cantora.

Aun pasa con su lira triunfadora
ardiendo en entusiasmo y energía;
encerrado en sus élitros va el día,
escuchad su canción abrasadora.

Ser en la roja siesta enardecido,
es un ascua del sol hecha alarido
que a su propio calor fundirse quiere.

Quema al cantar su real naturaleza,
canta por el amor a la belleza,
canta a las almas, y cantando muere.




 

Escalera modernista


MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA (1859-1895)


 PARA ENTONCES


Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.

No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz, triste, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: soy tuya,
aunque sepamos bien que nos traiciona.





Nueva York: Principios de siglo XIX
 
JOSÉ MARÍA VARGAS VILA (1860-1933)


TU DOLOR



            A una amiga del doctor Tagliaferro

                                                                    


 Tu dolor vive oculto y en tus ojos fulgura
como apacible faro sobre remotos mares,
y tu sonrisa tiene la insondable amargura
del corazón que guarda recónditos pesares.

Tu dolor vive oculto bajo la intáctil nieve
de tu frente insumisa—como cima de hielo,
donde los rizos vagan como un cortejo breve
de buitres solitarios que levantan el vuelo.

Tu dolor vive oculto como jaguar cautivo
entre las redes amplias de tu virtud que lidia,
y cuando se subleva con desdén agresivo
graba en tus labios crueles un gesto de perfidia.

Tu dolor vive oculto como rosal sangriento
bajo la tenue sombra de viejas pesadumbres
y por sobre los riscos de tu fiel pensamiento
tu amor surge radioso como el sol en las cumbres.


 De Un siglo de poesía

        (1826-1926)

EL HOGAR Y LA MODA

    Edición sin fecha






 

JULIÁN DEL CASAL (1863-1893)

UNA MAJA

Muerden su pelo negro, sedoso y rizo,
los dientes nacarados de alta peineta
y surge de sus dedos la castañeta
cual mariposa negra de entre el granizo.

Pañolón de Manila, fondo pajizo,
que a su talle ondulante firme sujeta,
echa reflejos de ámbar, rosa y violeta
moldeando de sus carnes todo el hechizo.

Cual tímidas palomas por el follaje,
asoman sus chapines bajo su traje
hecho de blondas negras y verde raso,

y al choque de las copas de manzanilla
riman con los tacones la seguidilla,
perfumes enervantes dejando el paso.





 RUBÉN DARÍO (1867-1916)

 LO FATAL

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, 

y más la piedra dura porque ésa ya no siente,

pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!... 

  
AMADO NERVO (1870-1919)

DISCRETEOS

 
 

 Cómo creer, marquesa, que vuestro afán responde    
 a mi afán. ¿Estáis loca? Ni siquiera soy conde,  
 ni esnob, ni deportista. Si voy a los salones, 
 recórrolos furtivo, como en discreta fuga, 
 luciendo mi pechera sin mácula ni arruga, 
 y mi solapa virgen de condecoraciones.  

 Odio el bridge: no tengo ni « Renault» ni «Mercedes»  
 ni en mi haber una dama chic, caída en mis redes... 
 Todavía me gustan las cosas naturales, 
 los amores sin química ni amistad de maridos, 
 los embelesos jóvenes, aún semidormidos 
 el pudor zahareño, los silvestres panales... 
 ¡Esperad a la tarde, mi querida marquesa! 

 No importa que se amengüen esos tonos de fresa 
 de vuestros labios; pienso que besarán acaso  
 con más arte, del sol poniente a los reflejos. 
 Seremos refinados siendo un poco más viejos 
 ¡y beberemos juntos nuestro postrero vaso!

 



   
Madrid. Puerta del Sol. 1900


MANUEL MACHADO (1874-1947)

ADELFOS


Yo, soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer,

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...,
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos, ¡pero no darlos! Gloria..., ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
Que las olas me traigan y las olas me lleven,
y que jamás me obliguen el camino a elegir.

¡Ambición!, no la tengo, ¡Amor!, no lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud,

De mi alta aristocracia, dudar jamás se pudo,
No se ganan, se heredan, elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol,

Nada es pido. Ni os amo, ni os odio, Con dejarme,
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Da cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna,
¡El beso generoso que no he de devolver! 




 

Segovia. Tertulia. 1923




 ANTONIO  MACHADO  (1875-1939)


EL HOSPICIO


Es el hospicio, el viejo hospicio provinciano,
el caserón ruinoso de ennegrecidas tejas
en donde los vencejos anidan en verano
y graznan en las noches de invierno las cornejas.


Con su frontón al Norte, entre los dos torreones
de antigua fortaleza, el sórdido edificio
de grietados muros y sucios paredones,
es un rincón de sombra eterna. ¡El viejo hospicio!


Mientras el sol de enero su débil luz envía,
su triste luz velada sobre los campos yermos,
a un ventanuco asoman, al declinar el día,
algunos rostros pálidos, atónitos y enfermos,


a contemplar los montes azules de la sierra;
o, de los cielos blancos, como sobre una fosa,
caer la blanca nieve sobre la fría tierra,
¡sobre la tierra fría la nieve silenciosa!...






JULIO HERRERA Y REISSIG (1875-1910)


LA IGLESIA

En un beato silencio el recinto vegeta.
Las vírgenes de cera duermen en su decoro
de terciopelo lívido y de esmalte incoloro;
y San Gabriel se hastía de soplar la trompeta...

Sedienta, abre su boca de mármol la pileta.
Una vieja estornuda desde el altar al coro...
Y una legión de átomos sube un camino de oro
aéreo, que una escala de Jacob interpreta.

Inicia sus labores el alma reverente.
Para saber si anda de buenas San Vicente
con tímidos arrobos repica la alcancía...

Acá y allá maniobra después con su plumero,
mientras, por una puerta que da a la sacristía,
irrumpe la gloriosa turba del gallinero.






 



Reunión de escritores de lengua hispana. Madrid. Hacia 1910



FRANCISCO VILLAESPESA (1877-1936)



LOS JARDINES DE AFRODITA
 
El ritmo, el gran rebelde, me rinde vasallaje,
y cuando quiero ríe, y cuando quiero vuela,
y he domado a mi estilo como a un potro salvaje,
a veces con el látigo y a veces con la espuela.

Conozco los secretos del alma del paisaje,
y sé lo que entristece, y sé lo que consuela,
y el viento traicionero y el bárbaro oleaje
conocen la invencible firmeza de mi vela.

Amo los lirios místicos y las rosas carnales,
la luz y las tinieblas, la pena y la alegría,
los ayes de las víctimas y los himnos triunfales.

Y es el eterno y único ensueño de mi estilo
la encarnación del alma cristiana de María
en el mármol pagano de la Venus de Milo.






JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)
 
¡QUÉ TRISTEZA DE OLOR A JAZMÍN!

   ¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano
   torna a encender las calles y a oscurecer las casas,
   y, en las noches, regueros descendidos de estrellas
   pesan sobre los ojos cargados de nostalgia.

   En los balcones, a las altas horas, siguen
   blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas;
   el río manda, a veces, una cansada brisa,
   el ocaso, una música imposible y romántica.

   La penumbra reluce de suspiros; el mundo
  se viene, en un olvido mágico, a flor de alma;
  y se cogen libélulas con las manos caídas,
  y, entre constelaciones, la alta luna se estanca.

  ¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos
  están abiertos; hay en todas partes miradas
  calientes... Por el fondo de cada sombra azul,
  se esfuma una visión apasionada y lánguida.





Tertulia de Mariano de Cavia, 1915

POSTMODERNISMO


ARMANDO BUSCARINI (1904-1940)





A una clara avenida, con frondoso arbolado
darán mañana el nombre de quien tanto luchó.
Mi corazón entonces se hallará agusanado/
En el estrecho nicho que la piqueta abrió.

En un bello crepúsculo, tranquilo y perfumado
resonarán canciones que no escucharé yo.
El amor de los niños habrá purificado
la memoria de un hombre que por amar, pecó.

¡Avenida soleada de un futuro lejano!
¡En mis sueños te veo surgir esplendorosa!
¡Tú has de ser en las noches cálidas de verano

vía abierta a la dulce confidencia amorosa,
cuando crucen los novios cogidos de la mano
y se alejen las almas un poco de la prosa...!


('Avenida Armando buscarini'. El rufián, 1928)



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